Yo Heterodoxo Capitulo 14 La última noche de mi homosexualidad
Mi vida va a cambiar pronto pero esta noche aún no.
Había terminado la secundaria, ya me había inscripto en la universidad, conseguido un departamento y estaba a días de viajar para instalarme en otra ciudad donde quedaba la casa de estudios.
Con mi amiga travesti y una mariquita más organizamos una fiesta de despedida; ella me vistió con una falda con vuelos, super corta, levantada de atrás se notaban un poco mis nalguitas calzando una tanga rosa, también me maquilló un poco. El otro chico no quiso «llevar ningún disfraz», dejándolo en claro con esas palabras; eso sí, a los dos mi amiga nos hizo usar un antifaz veneciano dorado o plateado que ocultaba la mitad del rostro; yo me veía a mí mismo como una nena seductora y misteriosa.
Ella había invitado a dos chicos de su círculo íntimo de conocidos, ellos eran apenas mayores que yo, simpáticos y de confianza los describió.
Desde que llegaron, ella fue su centro de atención, se había colocado un pantalón brillante, muy ajustado que marcaba unas torneadas piernas y un redondo y atractivo culo, parecía no tener pene, hasta se marcaba una tímida raya por adelante.
Hacía resaltar sus senos con un top dorado con flecos y lentejuelas muy escotado. Perfectamente peinada, un sexy makeup, ella era la verdadera reina de la fiesta. El chico afeminado y yo fuimos dejados de lado, por ratos intentamos meter algún bocadillo en la conversación pero siempre terminamos siendo ignorados.
Frustrada, molesta me levanté del sofá con la excusa de ir al baño, en el pasillo arrastraba mi andar odiando a los hombres y a mi seductora amiga.
– Que linda te queda la tanga – el comentario me tomó desprevenido, asustándome un poco, no me había dado cuenta que uno de los invitados me siguió al interior. Por suerte reaccioné rápido, apoyando mis manos sobre mis piernas, sacando mi colita, preguntado si lo decía en serio. Él me la acarició con una mano, diciendo que estaba buena.
– Yo puedo ver cómo te queda tu slip? – le dije poniéndome de frente, colocando mi dedo índice en la boca. Él me dejó hacer, bajé su pantalón lentamente quedando de rodillas frente a su bulto, su verga ya asomaba debajo de la ropa interior, le pasé un poco la lengua pero él me dijo que mejor entráramos al baño.
Ahí se la mamé como se debía, chupando su pene con mi boca golosa, tragando hasta la garganta, lamiendo sus huevos, su glande, metiéndola entre mis labios otra vez, lanzando mi mirada sexy detrás de la máscara, dejando su pija toda mojada. Intenté ponerle un preservativo pero él no quiso, puse mi culo a su disposición.
Con cuidado me fue metiendo su verga, comenzó a cogerme, la tira de la tanga lo molestaba, me la sacó. Cómo me volví a tragar con mi agujero esa pija. Me la metí toda y me salí, volví a metérmela con más ganas para salir otra vez, así culeaba yo de rico; escuché un murmullo, lo miré… Estaba acabando! No duró ni 20 segundos! Toda su leche desperdiciada en el piso, lo miré con una sonrisa, pensando que eso era sólo el inicio, pero él lavó su sexo, me dijo que estuvo bueno y se fue a seguir bebiendo.
Me dejó en ascuas. No podía ser! Así iba a terminar mi despedida? Volví al salón, mi amiga y el mariquita no estaban, el chico que cogió conmigo, veía algo en la tele ignorando mi presencia. Sonreí de nuevo, esta vez con ironía, y me fui. Me cambié velozmente, me quité el maquillaje lo mejor que pude, y salí apurado, corriendo, con más decepción que antes.
Odiaba a los hombres, odiaba esa reacción que tenían después de coger con un puto, pasé frente a la iglesia que también odiaba por enseñar a sentir sólo culpa.
Odiaba mi homosexualidad.
Entre odios y puteadas mi última noche se iba al carajo, ya quería irme a la ciudad.
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