Yo tengo 18 y Don Reneé sesenta y cinco
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A mi me dicen Cobo por Jacobo, quiero contar lo que me esta pasando, como si fuera una historia aunque no sea escritor.
Es vergonzoso decir lo que voy a decir, pero no es tan vergonzoso como si se lo dijera a alguien cara a cara.
Cumplí los dieciocho el pasado mes de julio , desde hace tres meses trabajo de botones y jardinero en un hotelito y los huéspedes me dan por detrás y además les cobro por dejarme.
Quizá no sea raro, la verdad no lo se, pero pasa algo que estoy seguro que es muy raro y es que mi patrón me nalguea.
El dice que porque hago mal las cosas pero Logorio, que es el ayudante del mi patron, dice le gusta que la gente lo vea nalgueándome y el sonido que hacen mis nalgas cuando me da con la mano abierta.
Mi patron se llama Bruno, y no es de criticar a Don Bruno pero no es una buena posición la que me toca, el mide casi un metro noventa y pesa casi cien kilos, mientras que yo peso cincuenta y dos y mido un metro con sesenta, asi que quien puede decir que es una buena posición la que me toca, su enorme mano cae en mis nalgas como si le diera a la masa del pan del día.
Todavía no lo puedo creer por eso me puse a escribirlo, ademas de que las ultimas cogidas que me han dado los huéspedes me animaron a ponerme a escribir todo esto.
Pero hay una cosa todavía peor que eso, seguro cualquiera diría “que puede ser peor”. Pues eso es que estoy enamorado de un viejo que podría ser mi abuelo, eso es lo que pasa, se llama Don Reneé.
Será que lo que me esta pasando es tan ridiculo.
Las propinas que recibo me alcanzarían para lo que necesito, pero les cobro cuando me dan por detrás, creo que hasta podría empezar a hacer un ahorro.
las cosas empezaron hace seis meses cuando estaba patinando con mis amigos en el parque. Siempre uso shorts que se llaman “running shorts”, son mis favoritos porque con esos gané un segundo lugar en las carreras de cien metros de mi escuela.
Pienso que eso generó todo lo que ocurre ahora porque según Legorio a Don Bruno le gustaba pasar por el parque para mirarme las piernas.
Entonces se me acerco Legorio y me dio una tarjetita con la dirección del hotel.
“Me dice el patrón que necesita un botones, acercate, ya tienes la dirección”. Es lo que me dijo.
Vi la dirección y como la ciudad es chica supe cual era ese hotel, además conozco todos los alrededores de la ciudad y ese hotel está en las orillas y tiene mucha vegetación.
“Eres gitano verdad:”, me preguntó.
“Supongo que si, mi papá es gitano”, conteste.
“Que bueno que me dices eso porque mi patrón me pidió que te preguntara. Aprovecha, dejan buenas propinas”. Eso fue todo lo que paso ese día pero no se me olvidó.
Hace unos meses fui a visitar a mi papá, el vive en una comunidad pequeña en donde se dedican a fabricar trastes de acero inoxidable y también arreglan coches y camiones de los que pasan por la carretera, los chóferes se paran para que se los compongan.
Mi papá me propuso que me quedara a vivir en su comunidad y aprendiera a arreglar coches pero la verdad yo le di las gracias pero no gracias.
A lo que había ido era para la fiesta que le llaman “gente del otoño”, es la celebración para los que cumplen dieciocho años; Chicos y chicas que tuvieron su cumple de dieciocho durante el año son celebrados y me tuve que trasladar porque mi papá amenazó con llevarme de los pelos si no obedecía.
La fiesta fue singular porque nos pusieron en linea y yo era el mas bajito y delgado, las personas se reían porque decían que parecía todo menos de dieciocho.
Mi vida sería diferente que si me hubiese quedado con papá, pero son reglas y tradiciones a las que yo no estoy acostumbrado, a papá solo lo veo a veces pero creo que se voltearía de cabeza si supiera lo que ando haciendo. Regresé a casa dispuesto a presentar mis exámenes que reprobé hace un año del primero de prepa y encontrar trabajo.
Mamá se tenía que trasladar a otra ciudad donde le ofrecieron trabajo y estaba tranquila de que me quedaría con papá pero no lo hice así, y entonces me quede de a solo y sin dinero.
Mi tío Antonio ocupó la casa donde vivíamos y me dio dos semanas para encontrar a donde moverme.
Empecé a trabajar en una panadería pero eso no me daba para mucho así que tenía que encontrar otra cosa.
La verdad mi situación era un gran problema porque a mi me gusta ir al parque y estar con mis amigos y somos muy aficionados a los patines de línea y a hacer maromas en la calle, pero tenía que buscar un trabajo.
También me gusta ir de excursión con los scouts, soy boy scout desde que tenía doce años y ahora soy uno de los mejores guías porque conozco todos los alrededores donde acampar y explorar.
Por suerte no tuve que cambiar nada de lo que hacía porque sigo yendo al parque y a las excursiones, pero quizá no es de suerte sino porque tomé mis decisiones que ya me sospechaba que serían de volverme un poco puto.
Lo que hice fue ir a ese hotel de la dirección que me dejó aquella persona. Lo curioso es que mamá siempre me dijo que no me acercara a ese lugar y es exactamente lo que hice.
Me fui muy decidido a ese hotelito con alberca y bungaloes y le pedí al señor Bruno que me diera trabajo.
El señor Bruno es Alemán y habla el Español con acento de sargento. En principio me dijo que me daba cuarenta pesos diarios por cuidar todas las áreas verdes, cortar el césped y limpiar la alberca pero si me portaba bien me la daría de botones y podría ganar propinas.
Cuarenta pesos diarios eran menos de lo que me daban en la panadería asi que le pregunté a Don Bruno si me podía dar un cuartito donde vivir y comida, a cambio yo podía hacer todo eso ademas de ser botones, y podría trabajar ocho horas por los mismos cuarenta pesos. Me pareció que le estaba ofreciendo un buen trato porque tiene mucho espacio y de todos modos cocinan para los huéspedes.
Don Bruno me dijo que dependía de que tan bien me comportara.. Parecía que sería lo que me sospechaba.
A decir verdad en un principio no entendí lo que me quería decir pero lo supe pronto porque acabé sobre la mesita y con todo el pito de Don Bruno metido en mi culo.
Dolió como nunca me lo hubiera imaginado, fueron quince minutos muy horribles, supongo que eso quería decir con esa frase de “depende de cómo te portes”, y me porte bien.
Mis amigos y yo a veces hablábamos de esas cosas haciendo chistes pero creo que ninguno de nosotros sabíamos como duele.
Es así como ahora vivo aquí en este hotelito.
Mi patrón nunca me dijo que tenía que prostituirme con los huéspedes, pero tampoco me lo prohibió, yo tampoco lo planeaba pero solo lo puedo explicar diciendo que en verdad es como si no se pudiese evitar no se, pero las cosas pasan así, cuando se da uno cuenta ya esta en el cuarto de un viejo que quiere hacer sus cochinadas conmigo.
Por mi parte, yo no hago nada, solo dejo que me hagan lo que quieran, generalmente es por detras, a veces pienso que uno de inflar lo haría mejor y no les cobraría.
Otra cosa rara de Don Bruno, desde un principio quiso que usara pantalones cortos porque le gustan mis piernas y porque según el, me veo bien así.
Don Bruno dijo que tenía que usar el uniforme. Le dije que estaba difícil que me quedara, soy bajito, cintura 16 y camisa chica.
Es mi problema de que nadie me crea que tengo dieciocho por mi aspecto y eso de que no me salga ni un poco de bigote, la gente tira que tengo quince y es una pena que cuando invito a una chica al cine no me dejan entrar, es un pancho, por eso las invito a las películas de baja clasificación con el pretexto de que son mas divertidas.
Ese día después de que me cogió Don Bruno y me dio el uniforme dijo que yo le gusto y le gustan mis piernas, mi trasero y mi cara de gitano y sus uniformes lucen tal como el quería verlos. Creo que le importan mas sus uniformes que yo.
Por otra parte dijo que no me confiara porque si no hacía bien mi trabajo me iba a correr de todos modos.
Ese día se me quedó mirando rascándose la barbilla que la tenía sin rasurar y toda blanca.
“A ver gitanito bajate los pantalones’, es lo que me dijo.
Me safé el pantalón que de por si me quedaba grande de cintura asi que se cayó cuando me lo desabroche, y entonces se bajo la bragueta y me dio por el culo.
No me quise ver apenado por lo que acababa de suceder, fingí que no me había importado.
“Es como te imagine cuando te veía en el parque, sin un bellito en todo tu cuerpo y suavecito, por eso te mande la invitación, pero tienes que trabajar muy duro, no creas que te voy a estar consintiendo”, es lo que murmuro con la pipa en la boca y metiéndose la camisa en el pantalón.
Entonces abrió la puerta de un closet y empezó a buscar entre la ropa que tenía en los cajones y saco lo que el llamaba el uniforme.
Era una ropita un poco rara, según que es lo que usan los chicos en su tierra natal, unos shorts con tirantes, una camiseta, camisa y calcetas, además unos zapatos blanditos, a mi no me importa usar shorts, siempre uso shorts en el parque pero los shorts que me dio parecían de caricatura, no eran deportivos y no se parecían a nada que hubiese visto antes.
“Ponte esto”, me dijo y se quedó mirando como me cambiaba, me vi en el espejo de la puerta y era yo quien parecía una caricatura, no podía creer que estaba a mi talla como si me hubiesen tomado la medida, pero los pantalones cortos estaban muy cortos.
Después saco un trajecito con saco, calcetas, camisa elegante, corbata y pantalones cortos, pero estos si eran elegantes y del mismo color de la chaqueta.
“También quiere que me lo ponga?”, pregunte.
“Quiero ver que te lo pruebes, es lo que usaras por las tardes”.
Le dí gusto al viejo y me puse todo hasta la corbatita.
“Vas a servir de adorno, no me maltrates la ropa, cambiate y ponte lo que te probaste primero, vas a empezar a trabajar”.
Ni le contesté, hasta me alce de hombros para darle a entender que podía ponerme toda la ropa que el me dijera y limpiar la alberca o acarrear maletas o repartir las bebidas cuanto fuera, me cambié otra vez y me fui a trabajar.
Así pasaron varios días y yo vestido de caricatura y arreglando las plantas. Por las tardes, a veces parado cerca del bar con el traje elegante para lo que se ofreciera. Veía a los huéspedes por ahí sentados, me fue asignada la tarea de llevarles las bebidas de alcohol, pero no la comida.
Es extraordinario lo gentiles y buena onda que pueden ser los huespedes, lo mas genial son las propinas, me empezaron a poner billetes en los bolsillos, yo solo poniendo buena cara y sonriendo un poco pero no tanto.
Aprendí que debo sonreír un poco para recibir propina, y aprendí que no debía sonreír mucho porque me llevan a su cuarto, son cosas que se aprenden y aunque dejo que me cojan no quiere decir que me gusta o que ya no me duele.
El panorama se obscureció un día que se me olvidó sacar todas las hojitas que cayeron en la alberca y Don Bruno me llamó. Habían cinco señores metidos en la alberca chapoteando entre las hojitas y no parecía que les molestaran las hojitas.
Don Bruno tenía su pipa entre los labios así que ni siquiera habló, solo me indicó con la mirada el problema y fui corriendo por la red para sacar las hojas pero al parecer no era apropiado hacerlo en ese momento, así que me quede ahí sin saber que hacer.
Don Bruno tomó la red y la colocó contra una silla, después me agarró, me inmovilizó con su brazo alrededor de mi cintura y no conté pero me dio varias nalgadas frente de todo mundo, ni siquiera soltó la pipa de sus labios y gracias a que los shorts me protegieron no me dolió tanto pero fue muy impresionante.
El problema se agudizo cuando me bajo el pantalón y los calzones, esta vez si ardió, hacía una resonancia en todo mi cuerpo y cada nalgada además de el ardor horrible hacía que mi vista se hacíera borrosa a cada manotazo que me daba en mis nalgas.
Me soltó y me quede parado ahí arreglándome los pantalones, nada fue mas doloroso que estar frente de esa gente que vio como fui nalgueado. Desde entonces me nalguea seguido y frente a quien sea, no le importa que lo vean nalgueándome.
Esa es parte de mi situación, por la parte de las cogidas yo puedo decidir si quiero hacerlo o no, aunque eso es un decir, la verdad es difícil que acepten cuando les digo que no.
Lo que me recaga es cuando se acercan para decirme lo que quieren y todos se dan cuanta que camino junto a ese señor rumbo a su habitación, es decir que todos los huéspedes saben que me llevan para darme una puta cogida y me pregunto como pensaran de mi cuando me ven después vestido en mi trajecito y sirviéndoles las bebidas.
Ya me he puesto a pensar que tengo casa, comida y algo de dinero en mi bolsa, no mucho pero hasta me compro cosas y tengo permiso para ir con mis amigos al parque como siempre y a juntas y excusiones con los scouts, incluso pase uno de los exámenes que tenía pendientes y estoy por presentar el último.
Mis amigos no saben nada, a lo mejor se imaginan cosas pero no lo se en realidad. Todo ha seguido así pero hace seis semanas pasó algo diferente.
Es la parte mas rara de lo que quiero contar, sucede que hace no mucho llegó un señor Francés al hotel, alargó su estancia, porque había dicho que se estaría solo dos días y se estuvo treinta, y lo especial es que me hizo su novio sin que ni siquiera me lo preguntara..
La mayoría de las veces los huéspedes llegan en grupitos y todos son hombres.
El caso es que este huésped venía solito y lo vi acercarse caminando por el camino de piedra, así que corrí a encontrarlo y le quite la maleta de la mano y solo le dije “hola”.
Como caminaba despacio yo mejor eche la carrera al hotel para meter su maleta y ahí lo espere.
Se registró, porque no había hecho reservación, yo me quedé por ahí platicando con Legorio y esperando que le dieran la llave para llevarlo a su bungaloe.
Pero en vez de hacer nada se me quedaba mirando, luego sacó una camarita fotográfica de esas que revelan solas y me tomó una foto.
A veces me toman fotos y eso es buen signo de que me darán propina, creo que les llama la atención estos uniformes que me puso Don Bruno.
Finalmente se decidió y cargando su maleta que no era muy pesada lo conduje a su habitación. Me habló en Francés, luego en Ingles y luego en Español, Cuando estaba por abrir la puerta pidió que me sentara en el piso recargado contra la puerta del cuarto y pusiera su maleta junto a mi, a un lado.
Me senté en el piso con las piernas cruzadas pero me pidió que alzara las rodillas porque quería que salieran mis calcetas. Las calcetas que me dio Don Bruno son largas y van dobladas al final, como las calcetas de mi uniforme de los scouts solo que estas son de distinto material.
Me puse como me dijo y me sacó la foto pero me dijo que me esperara. Cuando se reveló la foto la vio y dijo que estaba bien así que ya no necesitaba volverla a sacar y me pude poner de pie.
Al fin pude abrir la puerta y me quedé ahí para que me diera la propina, el tío estaba casi tan alto como Don Bruno y no tan gordo, se veía fuerte sin ser musculoso, además se veía tan viejo como Don Bruno porque tenía canas y la cara arrugada y entre güero y rosado.
Así que para mirarlo tenía que ver un poco para arriba. Me preguntó si yo era el único bellboy. He entendido que eso significa botones y como para darme un poco de importancia le dije que si pero que además era casi, casi, el administrador del hotel. No se porque me quise dar esa importancia pero me dio placer hacerme el importante.
El sacó la cartera y me dio diez dólares lo cual es bastante mucho aunque cuando los voy a cambiar siempre me dan menos de lo que valen. Pues eso fue todo y me pareció que era un excelente cliente y ojala que me volviese a dar propina antes de irse.
En la noche cuando bajó a cenar y me vio parado ahí donde siempre estoy se sentó en un sillón y no me quitó la mirada de encima. Me dio gusto estar vestido en el traje elegante como fuera. Ese señor tenía una libreta y no dejaba de hacer rayones con un lápiz mientras me miraba. Yo mejor deje de verlo porque me ponía nervioso.
La mañana siguiente como a las once de la mañana es cuando tengo permiso para salirme e ir a patinar al parque. Yo estaba sentado junto a Carla, que es una amiga. Tenía mis patines, mis protectores para las rodillas, mis shorts de correr y una chaqueta ligera impermeable porque por aquí siempre llovizna.
En eso vi acercarse a ese señor Francés, no se de donde salio pero se paro como a tres metros de donde estaba yo sentado y me saco una fotografía.
Yo no hice mucho caso pero le vi a los ojos como por un segundo y medio le sonreí porque después de todo lo reconocí, pero también quise disimular que lo conocía y ni siquiera le saludé, luego me seguí viendo hacia donde estaban mis amigos jugando fut con patines.
El señor este se fue a sentar a una banca y otra vez no me quitaba la mirada de encima y seguía haciendo los rayones en su libreta.
Quien no pasó la cosa desapercibida fue Carla que me preguntó si había visto lo que hizo ese viejo. Yo le pregunté que hizo y ella dijo, “Como que “que hizo”, te acaba de fotografiar y se te queda viendo”.
La verdad es que nunca me había ocurrido que un huésped del hotel se saliera a buscarme a donde ando pero lo mejor era disimular que lo conocía.
“Estas loca”, le dije a Carla y la llevé a que patináramos antes de que siguiera elucubrando”.
En la tarde sucedió otra vez que ese señor seguía por ahí sin quitarme la mirada y con su libreta. Por mi parte pensé que lo mejor era no ponerle mas atención y seguramente estaría por irse porque quedó de estar solo dos días.
Para mi mala suerte como a medio día me agarró Don Bruno y me puso una nalguiza de pronostico porque me metí a comer de las casuelas de la cocina.
Cuando me arreglé los shorts y la camisa para salirme de ahí me encontré a ese huésped Francés que había presenciado la humillante situación.
Eso me hizo sentirme muy mal porque le había presumido antes de que soy casi el administrador pero lo ignoré y me seguí caminando y corriendo para alejarme de el lo mas pronto posible.
Cuando no me andaba siguiendo se metía a su cuarto y no se le volvía a ver, no socializaba con los otros huéspedes y era muy callado. Me sorprendió en la noche que lo vi sentado en la barra del bar muy de platica con Don Bruno. Pero a cada rato se volteaba a mirarme hasta que Don Bruno se dio cuenta y también se volteaba a mirarme y hablaban, yo creo que de mi. La verdad es que a mi no me gusta que se me queden mirando.
La mañana siguiente me volví al parque como siempre y otra vez tal como el día anterior apareció ese señor y me tomó otra fotografía. Lo bueno fue que Carla no se dio cuenta pero cuando ese señor se fue a sentar a una banca un chavo fue a ver como se revelaba la foto.
Cuando se fue ese señor le hablé a ese chavo, le pregunté que le habló ese señor, entonces se explayo. “Me pregunto como te decimos por aquí, que haces, cuantos años tienes y le dije que no se cuantos años tienes pero que estas en primero de prepa y que te reprobaron y que eres el guía de mi grupo y todo lo que hacemos”.
“Y porque andas de hocicón y paraque le dijiste que me reprobaron,”, le reclamé.
“Pues porque te reprobaron”, me contestó y me dejó protestando solo.
Regresé al hotel a comer, cambiarme y a trabajar. Legorio estaba comiendo a la misma hora y empezó decirme cosas. “El huésped que se hiba a ir ya no se fue”, me dijo.
“Aja y que con eso”, le contesté.
“Me estuvo haciendo preguntas de ti”, dijo.
“Bueno, y supongo que quieres que me de curiosidad no es asi”.
“Pues si, pero si no quieres no te digo”, asi es Legorio, bien que me conoce.
Me quede callado y lo deje hablar.
“Quería saber cuantos años tienes y si Don Bruno es tu papá, podrías creer eso?”, dijo Legorio.
“Es difícil creerlo, Don Bruno y yo no nos parecemos ni en las pantuflas pero a ese señor ya lo veo hasta en mi sueños, nada mas me anda siguiendo”, contesté.
“Ya me di cuenta, Don Bruno me ha dicho que cuando le gustes a alguien te de chance de que no hagas tu trabajo si tienes que ir a ya sabes a que".
“Pero porque te ha dicho eso, es una mentira que ando haciendo eso seguido", le dije.
“Ya se, ya se, pero para que le discuto al patrón, hay tu haz lo que quieras”. Dijo el.
“Yo no voy a hacer nada, ni me ha preguntado ni le voy a preguntar", dije yo.
“Como sea, a mi se me hace que a ese Francés le gustas muchísimo:, dijo Legorio.
“Que sabio eres”, contesté.
“Le dije que te pusiera una buena cogida ahí en su cuarto, no le dije que cobras pero le propuse que si te llevaba con el yo me encargaba de que estuvieras de acuerdo y el podría darme a cambio una propina y ya sabes que me mocho mitad y mitad.”, dijo Legorio.
“Y desde cuando haces negocios llevándome con alguien, para eso no te necesito a ti ni a nadie, además no quiero que ese señor sepa que hago esas cosas”.
“Y porque no?”, preguntó Legorio.
“No se”, dije.
Y la verdad no sabía, es que con ese señor me daba pena que supiera, era extraño que me pasara eso.
“Además porque le dijiste esas cosas, que no ves que me desprestigias”, agregué.
“Pues así creo que te lo quitarías de encima de una buena vez, y dime algo, desde cuando piensas que no se sabe que cualquiera te lleva”. Dijo Legorio.
“Bueno, olvida eso, pero que te dijo, a poco aceptó que me metas con el, no puedo creer que sea tan de a tiro tonto para darte crédito”.
“No Cobo, no me dijo nada, solo se siguió sin contestarme y anda haciendo dibujitos “.
“Y que dibuja”, le pregunté.
“Te dibuja a ti”, dijo Legorio.
Y eso si que fue algo nuevo, estaba haciendo dibujitos, por eso siempre el cuaderno. Al día siguiente yo estaba en el cuadro de patinar cuando el mismo chico con el que hablé el día anterior grito a toda voz, “Ya vino ese señor al que le gusta verle las piernas a Cobo”.
Nada mas volteé un poquito por un instante para verlo y así era; El huésped que siempre no se fue estaba otra vez mirándome. Esta vez Carla si se dio cuenta y fue a decirme que ese viejo pervertido no paraba de estarme fotografiando.
“No importa, eso hacen los turistas”, le explique a Carla.
“Y porque nada mas a ti”, dijo ella.
“No se, pregúntale a el no a mi” conteste , pero en el mismo instante me arrepentí de haberlo dicho, Carla se fue muy decidida patinando hasta donde estaba el y empezó a hablarle, luego se sentó junto a el, y después ya estaba riéndose y platicando.
Vi retirarse a ese señor y Carla regresó con una hojita de papel.
“Que te dijo”, le pregunté.
“Pues cuando le pregunté porque solo te tomaba fotografías a ti y a nadie mas me dijo que me quedara quieta un momentito, y en unos minutos me hizo un dibujo mira”, me mostró un dibujo de su rostro en el que se veía muy bien.
“Me dijo que te toma fotografías porque está haciendo retratos de ti y los va a poner en una exposición de pinturas”, me explicó.
“Pues soy el último en enterarme, me gustaría ver que ha dibujado, además porque no me pregunta mi permiso”, le dije.
La situación empezó a dejarme de molestar, parecía como si tuviera un admirador al que le gustaban mis piernas y que además me dibujaba, para terminarla de rematar ni siquiera le interesaba meterme a su habitación para cogerme, era totalmente insólito pero decidí que ya no le pondría mas atención hiciera todos los dibujos que quisiera o lo que fuera, además el ni me hablaba.
Llegó el sábado y era muy temprano, me fui al parque porque le avisé a Don Bruno que me iba de campamento y mis compañeros me necesitan para que no les pase nada cuando andan explorando, yo se donde puede uno meterse y donde no para andar seguro en el campo, así que me reuní con el grupo en el parque.
Carla es mi compañera guía, siempre se me pega y la verdad debo admitir que si ayuda. Estabamos haciendo la lista cuando se apareció otra vez ese señor y me tomó otra foto bien de cerquita.
Carla lo vió y como si lo conociera de años fue por el y lo tomó del brazo para acercarlo al grupo.
“Ya sabes como se llama?”, me preguntó Carla.
“Pues la verdad no se”, contesté.
“Te presento a Don Reneé”, dijo Carla, yo me toqué la gorra como saludando, pero con la esperanza que el no dijera que me conocía del hotel.
El chavo del otro día se acerco al tal Don Reneé y le dijo, “Le presento a Cobo, es este de los pantaloncitos muy cortitos, dice que le gusta así porque es su estilo y tiene bonitas piernas”, explicó el chavo, lo que hizo que se me pusiera la cara caliente de la pena y Don Reneé se hecho a reir de lo que dijo ese chavo estupido. Pero, no lo había visto reirse antes.
“Es de verdad tu estilo Cobo?”.
“Si señor, asi me gusta para que me reconozcan pero no tiene nada de particular”, contesté.
“Te queda muy bien ese estilo”, dijo Don Reneé.
“Vamos a tomar un camión para Zoteguala y vamos a hacer un campamento, no quiere venir con nosotros?”, preguntó Carla sin saber que en mi mente yo estaba diciendo “ya callate estupida”.
“Lo que diga el grupo, y lo que diga el guía”, contestó Don Reneé pero me pareció como que si quería ir, tenía la esperanza de que nadie dijera nada en plan político, los adultos nunca son muy bienvenidos, por mi parte guardé silencio.
Para mi decepción todos gritaron que si, como si la simpatía que le tenía Carla hacia se hubiera contagiado, así que no tuve remedio que decir, “claro, véngase con nosotros, tenemos comida suficiente”.
Yo hice la excursión como ignorandolo, pero no dejo de fotografiarme y Carla de explicar que estaba haciendo retratos de mi persona en sus dibujos.
Hicimos el campamento y el parecía divertirse con todos aunque con quien menos hablaba era conmigo, habíamos hecho una conexión en que a mi me abochornaba su interés en mi pero nunca dejé de ser gentil y sonreírle un poco, tal como había aprendido a sonreír en el hotel.
Afortunadamente nunca mencionó al hotel ni nada que se relacionase con eso, lo cual agradecí. Creo que el lo comprendía.
A la noche se tuvo que decidir como compartir las casas de campaña y Carla decidió que Don Reneé y yo nos quedaramos en su casa de campaña, por otra parte ella y los demás quedarían un poco mas amontonados en las otras casas de campaña, lo cual era para mi el colmo de la suerte.
Cuando nos fuimos a dormir yo seguí siendo gentil pero sin muchas ganas hacerle la conversación, por otra parte tenía curiosidad. El tenía la lámpara prendida haciendo sus dibujos.
“Es verdad que me está dibujando”, le pregunté.
“Si, es verdad, he hecho nueve retratos de ti, planeaba irme hace tres dias pero me quedé para hacer mas retratos”, explicó.
“Pero porque yo, quiero decir, puede retratar cualquier otra cosa, no es así”, pregunté.
“No se, desde que te vi lo decidí, yo no planeaba hacer este viaje para hacer mi practica de retrato, pero tampoco había querido antes utilizar un modelo, no soy artista profesional, he estudiado en una escuela de arte para gente de mediana edad desde hace un par de años”, me explicó.
“Entonces tampoco se dedica a eso?… que hace para vivir?, pregunté.
“Estoy retirado, antes tenía una tienda de ropa, me he estado distrayendo con los talleres de arte”.
“A bueno, creo que comprendo, entonces bueno, si quiere puede seguirme fotografiando cuanto quiera, que a veces ni me doy cuenta”, le concedí.
Al día siguiente se suponía que nos meteríamos al ojo de agua encuerados pero como estaban Carla y el viejo todos nos dejamos los calzones. El viejo no dejó de tomarme fotos, no podía creer que tuviera tanta película para una cámara tan vieja que de esas ya ni se usan.
Regresamos a la ciudad y cuando todos se fueron para sus casas Don Reneé y yo nos quedamos al ultimo, lo logico era que nos regresáramos juntos al hotel así que empezamos a caminar para tomar el camión.
No quieres comer algo por acá, yo invito”, preguntó.
“Si quiere vamos”, y lo guié a un lugar de hamburguesas, no sabía que le gustaran pero a mi si.
“Asi que tienes muchas responsabilidades en el hotel”, comentó.
“La verdad si”, contesté. “Si yo no estuviera ahí no sabrían que hacer, todos son un montón de inútiles”, agregué.
“Me dijo Legorio que ya tienes diesiocho años”, comentó.
“No es verdad”, dije.
“No?”.
“La verdad es que tengo diesiocho y dos meses mas”, contesté tratando de ser irónico, pero el abuelo lo dio por precisión.
En serio que era despistado, como podía ser tan simple.
“Es lo que pensé, te ves de quince y cinco meses”, contestó.
“En verdad?”, pregunte, ahora entendía porque no me dejaban entrar al cine.
“Te voy a decir algo, me disgusta mucho ver que castiguen así a un muchacho, sabes de lo que hablo cierto?”.
“Ah! Si se de lo que habla, lo que pasa es que Don Bruno estaba jugando, no me estaba castigando”, contesté.
De alguna manera tenía que salvar mi prestigio ante el, no se porque pero no me gustaba que el pensara que el patrón me da nalgadas para castigarme.
Otra cosa que no se es porque con el me daba tanta pena todo, porque quería yo que el pensara que soy tan imprescindible en el hotel y que tengo tantas responsabilidades. Era un desconocido muy raro y por eso creo que le decía todas esas cosas.
“Creo que ya debemos regresar”, le dije, y quise que tomáramos el camión pero el quiso que tomáramos un taxi.
Era extraño, el viejo ni siquiera me tocó, si es que era verdad que le gustaba, como dijo Legorio.
Si en verdad le gustaban mis piernas tuvo muchas oportunidades de tocarmelas y no lo hizo, muchos huéspedes del hotel lo hacen cada vez que tienen oportunidad. Además hasta dormimos juntos y ni me hizo nada, solo se durmió igual que yo.
Empecé a pensar que ese abuelo para empezar ni siquiera era puto y eso me daba todavía mas vergüenza con el.
Don Bruno nos vio llegar juntos y yo vestido de boy scout, se me quedó mirando como preguntándose que estaba pasando, pero no dijo nada.
Al día siguiente todo transcurrió igual y Don Reneé anduvo haciendo sus dibujos mientras me miraba y yo haciéndola de limpia albercas, botones y todo lo demás.
Ya casi en la noche yo estaba para servir las bebidas en mi traje elegante de pantalón corto cortito y Don Bruno estaba con otros huéspedes extranjeros tomando copas. Don Reneé estaba sentado solo, tomándose un café y esta vez cada vez que yo pasaba cerca de el le sonreía con mas sinceridad, sentí que estábamos haciéndonos amigos.
Creo que fue la malicia de Don Bruno, invitó a esos cuatro huéspedes a su bungaloe y me dijo que quería que fuera con ellos para servir las bebidas, tambien invitó a Don Reneé y le dijo a Legorio que fuera tambien.
Me pregunté porque traía a Legorio si ya iba yo a hacer el servicio, y me acordé de otra ocasión que paso algo similar. No era un buen recuerdo porque Don Bruno me agarró de su muñeco manoseándome toda la noche frente a ellos y luego me dio a uno de sus invitados mas importantes para que me cogiera. El tío me pagó pero fue muy humillante porque los otros estuvieron viendo como me acariciaba las nalgas con mi pantalón corto bajado a media pierna y luego me metió el pito, fue una cojida show según dijeron.
Esta vez antes de entrar al bungaloe Don Bruno me llamó y me dijo, te encueras y así vas a estar sirviendo las copas.
En otra circunstancia no habría tenido tanto reparo en hacerlo pero el solo pensar que Don Renée hiba a estar ahí me friquiaba hasta la medula de mis huesos.
Me quite todo y empecé a rolar la charolita con las bebidas mientras que los tíos me agarraban las nalgas cada vez que les pasaba cerca. Yo no quería ver a Don Reneé pero casi quería llorar de que el si me estaba viendo.
De pronto Don Bruno dijo a uno de los invitados, “Cobo tiene el culito mas rico que hayas conocido, a ver Cobo ven acá con el señor Franck, ponte de nalgas con el”, me ordenó.
Todo me empezó a dar vueltas, no era posible, no podía ser eso frente a Don Reneé. “Ahorita voy, nada mas voy a orinar”, contesté. Y lo que hice fue salirme por la ventana del baño, era algo entupido, perdería mi trabajo y nunca encontraría otro igual, ni tenía a donde ir pero me salí y me fui a mi cuarto. Me acosté a dormir creyendo que Legorio iría por mi pero no paso nada.
Al día siguiente me puse mi uniforme y salí esperando todo de Don Bruno, seguramente me daría de nalgadas o peor así, me despediría. Solo deseaba que lo que tenía que pasar que pasara y ya.
Cuando me encontré a Don Bruno de frente me hizo una sonrisota que no se cuantas cosas quería decir con eso pero no me dijo nada. Quedé sorprendido, no lo podía creer.
Me puse a trabajar y todos andaban como si nada, no había pasado nada, era algo mágico. Decidí ir a preguntarle a Legorio.
“Hola chico escapista como amaneciste”, me dijo Legorio.
“Supieron que me salí por la ventana?”, pregunté.
“Tu eres el único que cabe en esa ventana asi que quien mas”, dijo Legorio.
“Pero porque no me ha reputeado Don Bruno”, le pregunté.
“Ah!, porque Don Bruno respeta tu decisión de coger o no coger, esa es la cuestión”. Dijo Legorio.
“En serio?”, pregunté.
“Claro, el te podrá pedir pero no obligar chavito”, dijo Legorio.
“Simplemente piensa que te gusta el dinero y no tendrías inconveniente”, agregó.
“Porque no te creo?, Don Bruno me puede correr y con eso me jode”, dije yo.
“Además que Don Reneé le dijo algo a Don bruno que Don Bruno respeta mas que cualquier cosa en este hotel y en este mundo”, dijo Legorio.
“Que le dijo”, le pregunté con muchísima curiosidad.
“Le dijo que ustedes dos son novios”, contestó.
“Que cosa?, eso es una tremenda mentira, como va a ser?”, dije yo.
“Pues esa mentira salvó tu culo de la peor nalguiza de tu vida, pero el patrón nunca te va a correr niñito?, los clientes se quedan por estarte viendo nada mas, como crees que te va a correr?”, dijo el.
“De haber sabido eso ya no lo dejaría darme de nalgadas”, contesté.
“Pues ya lo sabes chico”, contestó el.
“Y porque me lo dices?”, pregunté.
“Porque Don Reneé me ha dado una propina que lo merece”, contestó.
Que abuelo mas sabio”, comenté.
Entonces fui a ver a Don Reneé que estaba sentado en el jardín en una banquita individual.
“Hola Don Reneé como está?”, le pregunté.
Don Bruno estaba mirandonos.
Don Reneé estiró su brazo y lo paso atrás de mi colocando su mano en una de mis pompas.
“Perdona que haga esto pero tenemos que disimular”, dijo el.
“De que somos novios?”, pregunté.
“Ciertamente lo parecemos, siéntate en mis piernas y pásame tu brazo alrededor como si fuera tu mejor amigo o tu papá”, dijo el.
Yo asi lo hice, estaba seguro que Don Bruno se pondría verde.
“Nunca había tenido a alguien tan abuelo como novio, de hecho nunca había tenido un novio “no lo invito al cine porque seguro no le gustan las caricaturas”, le explique, el se rió.
“No te lo tomes en serio, yo nunca andaría con un niño”, dijo el.
Perdóneme por haber sido tan hosco con usted desde un principio sabe, yo no soy así pero usted siempre me friquió, ni las hamburguesas me dejaron ser yo mismo”, le expliqué.
“Y que es eso”, preguntó.
“Que no se porque pero con usted todo me averguenzo”, le expliqué.
“Pues sentado en mis piernas ya no te ves friquiado”, dijo el.
“Es que ya se me quitó, me salí de la fiesta porque me hiban a coger y no podía aguantar que usted lo viera”, explique.
“Entiendo”, dijo el.
“La verdad es que no soy el administrador ni tan importante”, me sinceré.
“Nunca lo hubiese imaginado”, contestó.
“Y las nalgadas si son de verdad, Don Bruno lo hace a cada rato si me descuido”, expliqué.
“Ya te mandé la formula para que te deje de nalguear”, contestó.
“Formula recibida”, contesté.
“No quieres venir a mi habitación para que vean que si andamos juntos?”, preguntó.
“Claro, vamos, y no me tiene que pagar eh?”, contesté.
Caminamos al cuarto y el abrió el refri y me dio una soda.
“le va a gustar Don Reneé, aunque yo no me muevo mucho soy bueno en esto”, explique.
“De que hablas, solo estamos disimulando, ya te dije que yo no ando con niñitos”, dijo el.
“Pero no tengo quince y cinco meses”, dije yo.
“Tienes quince cumplidos”. Dijo el.
“No, tengo dieciocho pero me veo chico eso es todo”. Expliqué.
“De todos modos eres un niñito”, dijo el.
“Pero dieciocho soy adulto”, dije yo.
“Algo que si te puedo pedir si ya tienes dieciocho es que modeles desnudo para mi practica, te parece eso?”, preguntó.
“Me canso, pero aún me da vergüenza encuerarme frente a usted, pero no importa”, contesté.
Don Reneé se quedó por treinta días y la mayor parte de mi horario de trabajo me la pasé en su cuarto porque me estaba tomando fotos para sus dibujos. Don Bruno no chistó ni de chiste, era algo sensacional, y tan me acostumbre a andar encuerado frente a Don Reneé que aunque no estuviese haciendo dibujos ni tomando fotos yo no me ponía la ropa y nos poníamos a ver la tele o a veces yo a verlo dibujar.
Lo llevé a otra de las excursiones y esta vez si me porte amigo y nos divertimos, cuando me anunció que tenía que irse fue un sacón de onda que aún no se me quita.
Pero antes de que se fuera me le fui derecho y lo besé en la boca, como he dicho el era grande y yo no mucho así que me cargo, me llevó a su cama y ahora si me cojió. Creí que nunca lo iba a hacer y el creía lo mismo pero parece que no se aguantó de cojerse a uno de dieciocho al que había dibujado por tantos dias..
Tuvimos oportunidad de seguir cogiendo por los siguientes tres dias pero finalmente lo acompañe a la estación de camiónes que lo llevarían a un aeropuerto.
Se fue hace dos semanas, y ahora he recibido por correo electrónico los retratos que hizo y en la exposición donde los expuso, además le escribieron un articulo diciendo que era una maravilla de pintor y ponían mi nombre como es, Gabriel Jacobo Cappi, como credito para el modelo..
En su correo me dice que quisiera venir por mi y llevarme con el pero no sabría explicar como es que yo viviera con el pero pensara en algo.
Y esa es mi historia que quiero decir y es la historia de Don Reneé y yo.
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