Yo y mi mejor amigo en los baños del instituto. (continuación)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando salimos del colegio yo le pedí perdón a Mauro, el volvió a decirme que no tenía motivos para pedirle perdón, que había sido el momento mas feliz de su vida. Cuando entramos en su casa yo llamé por teléfono a mis padres y les dije que iba a hacer los deberes con el, mis padres se lo creyeron y me dieron permiso.
Mauro me llevó a su habitación y me sentó en su cama, empezamos a besarnos apasionadamente, mi poya no tardó en ponerse dura como una piedra, entonces Mauro me la tocó por encima del pantalón, yo hice lo mismo con la suya, el me besaba el cuello y yo gemía sin parar.
Mauro empezó a reírse de forma simpática y me bajó el pantalón, entonces me dijo al oído de forma simpática, ahora me voy a vengar putito, vas a pagar por haberme violado. Yo me eché a reír y el se sacó la camiseta, yo hice lo mismo. Entonces me tumbé boca arriba y me abrí de piernas. Mauro empezó a lamerme el ano con el mayor cuidado posible, yo seguía gimiendo sin parar, en una de las paredes había un espejo y yo pude ver lo sonrojados que estábamos los dos, era lo mas excitante que había vivido en mi vida, de repente noté algo entrando en mi culo, me había metido un dedo, yo grité muchísimo, pero estaba tan excitado que no podía dejar de mover mi culo como una puta.
Mauro me miraba a los ojos con una alegre sonrisa y yo hacía lo mismo, pasados unos minutos decidió que ya era hora de metérmela, saco el dedo de mi culo, lo chupo y después me la metió, yo grité aún mas que cuando me metió el dedo, me agarró la cintura y empezó a penetrarme sin compasión, yo no podía parar de gemir, el se inclinó sobre mi y siguió mirándome a los ojos. Me dijo que me quería y yo le dije lo mismo, entonces descubrí que me había enamorado de el.
Pasados quince minutos yo me corrí, arqueé mi espalda y agarré las sábanas, entonces noté mi semen caliente desbordarse y caer sobre mi abdomen, Mauro me la sacó y me lamió hasta la última gota, cuando hubo acabado su poya estaba ya medio flácida de nuevo, me puso a cuatro patas sobre la cama y empezó a metérmela de nuevo. Pasados unos cinco minutos me la sacó, pues estaba a punto de correrse, y me salpicó toda la espalda. Después me la lamió también y yo hice lo mismo con su poya, mientras la lamía notaba el sabor a mi culo en su poya, y eso me puso muy cachondo.
Aún no había pasado ni una hora desde que habíamos empezado con aquello, eran las siete y cuarto. Me dijo que lo mejor sería que nos diéramos una ducha, y yo noté la sonrisa en sus labios.
Cuando nos metimos en la ducha el me frotó hasta el último rincón de mi cuerpo, y yo froté el suyo, estábamos allí, mojados y desnudos y yo no pude evitar besar su boca. Cuando salimos del baño y nos vestimos, nos pusimos a ver la televisión en su salón, abrazados, entonces yo le pregunté donde estaba su hermano pequeño, y el me dijo que estaría al llegar, entonces sus padres llamaron por teléfono y le dijeron que no podrían irse a dormir esa noche a casa, Mauro se puso muy contento y me dijo que sus padres estarían fuera hasta mañana por la tarde, que si quería me podría quedarme a dormir en su casa, yo llamé a casa para pedir permiso y mis padres me lo dieron, entonces Mauro me dio uno de sus pijamas, era de botones, negro, el se puso uno igual, pero en azul. A pesar de la diferencia de altura entre nosotros a mi me quedaba bastante bien.
Después de media hora mas o menos su hermano llegó de entrenar, con la ropa de fútbol. El hermano de Mauro solo tenía once años, se llamaba Francisco y era moreno y de pelo negro, el esfuerzo que supongo había realizado en los entrenamientos combinado con el calor habitual aquella época del año hacía que el hermano de Mauro estuviese sudando.
Francisco aún conservaba la inocencia propia de su edad, cuando Mauro, después de un rato de conversación le dijo que se quitara la ropa para jugar a un juego con nosotros el obedeció sin rechistar, Mauro le dijo que íbamos a jugar a un juego muy divertido y que no podía decirle nada a sus padres, Francisco estaba muy avergonzado por desnudarse delante de nosotros, pero Mauro acabó convenciéndolo y me dijo que me animara, que nos lo íbamos a pasar muy bien. La poya de Francisco debía medir unos quince centímetros, la tenía grande para su edad, no paraba de sudar y nosotros nos excitábamos al verlo, se la chupamos al mismo tiempo, lamiendo aquel miembro infantil durante minutos, deslizando nuestras lenguas sobre su cuerpo haciendo que gimiera de placer, al final acabó por correrse en nuestras caras, era una corrida impresionante, la primera de aquel niño de 11 años, y sabía salada y espesa.
Después de aquello dormimos los tres en la misma habitación, si a aquello se le podía llamar dormir, era digno de una película porno, pero eso os lo contaré en otra ocasión si os gusta este relato.
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