Yo y mis 25 centímetros: Perdí mi virginidad en un trio con 2 maduros pasivos (PARTE 1)
Tener 14 años es difícil. Y aún lo es más cuando entre las piernas te cuelgan 25 centímetros. Me sentía como un fenómeno hasta que descubrí cuantas personas deseaban mi verga..
Desde pequeño fui muy tímido e inseguro. No me sentía a gusto con mi físico. Era un chico delgado y bajito, de piel blanca pálida y cabellos claros que siempre me hicieron la burla de mis compañeros de escuela. Toda la primaria fue así.
No podía tener un recreo tranquilo sin que se metieran conmigo. Ya me había acostumbrado.
Sin embargo, las burlas aumentaron cuando entre a la secundaria y con ello a la adolescencia. Mi cuerpo cambió. Pero no le volví más alto, más fuerte o con una voz más intimidante. Lo único que cambió fue mi pene, el cual pasó de ser de un tamaño normal para mi edad a ser excesivamente grande a mis ojos.
20 centímetros flácido y 25 erecto era el tamaño de mi miembro a los 14 años. No planeo describir la pena que sentía cuando sufría una erección involuntaria, lo cual era varias veces al día y más durante las clases. Trataba de ocultarlo, pero era imposible para mí uniforme esconder mis erecciones al ver a la maestra de inglés, la de historia, la tutora o a mis compañeras en general.
Fue durante un recreo, en el que yo comía solo como de costumbre, cuando mi maestro de química de acercó a mi y me sacó platica. Era algo incómodo hasta que note que no dejaba de ver mi bulto. Mientras me explicaba que debía ser más social y platicador, un sermón normal, comenzó a acariciar mis piernas.
Subió poco a poco hasta que llegó a mi entrepierna. Me sentía algo incómodo, pero pronto pasó cuando escuché sus palabras:
– ¿Ay Dani, porque no tienes novia si estas tan grandote?
Me dijo mientras me acariciaba mi bulto, sentía como mis pantalones hacían un esfuerzo increíble para no romperse mientras me dejaba llevar por los tocamientos que hacía mi profesor.
Estábamos detrás del salón de electricidad, el más alejado de la secundaria. Comencé a soltar unos gemidos que, supongo, impacientaron a mi maestro. Con el bullicio de los demás alumnos gritando y jugando fútbol, el maestro de química me acarició la mejilla y me bajó el pantalón. Liberando mi desesperada erección. El hombre se quedó ahí, supongo que sorprendido de mi tamaño. Lo tocó un par de veces como si quisiera comprobar que era real, lo único que provocó su sorpresa es que el tiempo se nos fuera de las manos. Antes de que siquiera pudiera sujetar mi pene con firmeza, la campana sonó.
El ruido me hizo volver en mi mismo, apenado me subí los pantalones y corrí al baño. Era gracioso verme correr encorvado ocultando mi erección. El profesor no me detuvo, me fui muy rápido, ni siquiera se que cara puso al irme.
Al llegar al baño no soporté los deseos de masturbarme. Mi pene rogaba por ser liberado y sentía como mi semen se juntaba deseoso de salir.
Fue una paja algo corta, estaba muy excitado. Pero algo era diferente esta vez. Ya no fantaseaba con la maestra de inglés, la de historia, la tutora o alguna de mis compañeras. Estaba fantaseando con mi profesor. Imaginando lo delicioso que hubiera sido que me la hubiera chupado, que me la hubiese jalado, que me hubiese exprimido toda la leche con su gran trasero.
Solté una cantidad de semen absurda esa ocasión. Me dio algo de pena salir de ahí y pensar que la señora de la limpieza tuviese que quitar chorros de semen de la puerta del baño.
Mi profesor jamás volvió a tocarme, ni siquiera a dirigirme la palabra. Su clase se volvió incomoda, pero, aunque no le entregara las tareas, no me reprobó. Me sentí frustrado. Los días siguientes solo podía recordar esa experiencia… esas palabras…
“¿Ay Dani, por qué no tienes novia si estas tan grandote?”
Para un chico de 14 años toda esa experiencia era demasiado ardiente. Y me lamentaba haber escapado de ahí en vez de entregarle todo mi semen de una sola vez.
Dejé de fantasear con mis compañeras e incluso las muestras. Solo me tocaba viendo porno gay, normalmente porno en donde el activo era más joven que el pasivo. Descubrí mi sexualidad y entendí que, si a un profesor le podía atraer tanto la cosa que tenía entre las piernas, probablemente le gustaría a muchos hombres ahí fuera.
Pasaron los meses y descubrí una página de Internet en donde la temática principal era chatear con desconocidos. Había una sección de homosexuales y en esa sección, una de mi ciudad.
“Soy un joven de secundaria virgen. Quisiera estrenar mi pene de 25 centímetros con algún maduro pasivo”
Escribí.
Pasaron unos segundos.
Mi bandeja de mensajes privados estaba completamente llena.
Me saqué varias fotos gracias a que todos pedían pruebas de lo que decía. Mandaba dichas fotos y acto seguido comenzaba una charla muy erótica en donde me sentía tan deseado y excitado que me corría de solo responder a los mensajes.
Comencé a tener video llamadas sexuales cada noche con hombres diferentes. Jamás mostré mi rostro, pero mi complexión era prueba suficiente de mi edad. Lo cual atraía a mucha gente además de mi tamaño.
Sin embargo, aun fantaseaba con perder la virginidad con un hombre pasivo que me dejara completamente seco. Faltaban 4 meses para cumplir los 15 años. Pero yo ya deseaba cumplir mi fantasía. Me convertí en un chico muy pervertido y caliente. Me mataba a pajas en me cuarto y sin importara cuantas veces me corriera podía seguir y soltar aún mas semen.
Necesitaba darle mi miembro a alguien. Y fue en aquel chat que encontré a ese alguien.
Un hombre de 42 años empezó a hablar conmigo de forma regular. Tuvimos varias video llamadas e intercambiamos fotos diariamente. Jamás vimos nuestras caras, pero a ambos nos excitaba mucho el otro.
-Ay mi niño, estas bien rico. ¿Cuándo me vas a hacer el favor de darme esa vergota?
Mi pene soltó algo de presemen cuando descubrimos que vivíamos en la misma ciudad. Me pasó su dirección y, sorpresivamente y según Google maps, estaba a 14 minutos caminando. Era una colonia cercana. El hombre tenía esposa e hijos. Por alguna razón eso me encendía aun más.
El ya había demostrado con acciones y palabras lo mucho que deseaba un pene como el mío y el hecho de que fuera bastante menor que el parecía gustarle cada vez más. Por mi lado, simplemente me calentaba mucho que se pareciera tanto a mi profesor de química.
Fue un lunes por la mañana que quedamos de vernos en su casa. Me dijo que si de verdad estaba tan rico como parecía traería a un amigo que igualmente seria mi pasiva. No pude soportar las ganas que tenia de perder la virginidad en un trio donde ambos maduros se pelearan por mi pene.
Le dije a mis papás que luego de la escuela iría con un amigo a hacer una tarea en equipo. Volvería antes de que anocheciera. Salí a las 6:30 de la mañana de la casa y en vez de ir a la secundaria, fui corriendo a la casa de Carlos, el hombre que tanto me excitaba.
Sentía como mi pene palpitaba al tocar la puerta. La sangre me recorría el cuerpo a mil por hora mientras oía como esta se habría.
Tenía mis shorts deportivos y la playera de mi uniforme. Mi erección era bastante notable, aún mas que de costumbre. Al abrir la puerta me recibió la voz de Carlos. Se puso detrás de la puerta y me invitó a pasar, al cerrarla noté porque se había escondido. Tenía una lencería blanca que adornaba sensualmente su cuerpo, unos tacones altos del mismo color tan femeninos como afrodita y una peluca pelirroja que me volvía loco. Mi pene quería estallar.
Nos quedamos viendo unos segundos, acto seguido, sin decir una sola palabra, empezamos a besarnos como locos. Yo jamás había besado a nadie, pero esta vez sentía como mi lengua se movía sola, por mero instinto.
Susurre su nombre: Carlos, mientras fajábamos, pero me corrigió.
-Ay mi niño, para ti y tu vergota, soy Carla.
Carla, Carla, Carla.
El me llevó a su cuarto, me sentó en la cama, encendió las luces y se hincó para bajarme los shorts. La forma en la que lo hizo me recordó a cuando casi perdí mi virginidad con mi profesor de química. Mi pene, ya muy erecto, salió rebotando de mis boxers. Haciendo un baile de arriba abajo que, creo yo, hipnotizó a “Carla”.
Su reacción al ver mi miembro enfrente fue muy similar a la de mi profesor. La idea de que esto terminara antes de poder empezar me aterró y no permití que pasara mucho tiempo antes de pedirle que, por favor, lo metiera en su boca.
-Ay mi grandote.
Dijo para luego introducir mi pene en su húmeda, resbalosa, candente y experta boca. Me sentía en el paraíso.
Que excitante, me hubiera gustado leer si se hubiera cogido al profesor, pero bueno 🙁
Si ese es el caso te va a encantar la parte 2
Muchas gracias por el comentario
Y era tu profe? 😅 Ya quisiera yo una verga asi de rica y jugosa 🤤 🤤 🤤 oye muy excitante tu relato amigo, me dejaste intrigado, espero tu siguiente relato, saludos 😁 😁 😁
Ya estoy escribiendo la parte 2. Va a ser más larga y más ardiente te lo aseguro.
Muchas gracias por leer.
Para empezar déjame decirte que escribes muy bien, eso ya hace que la lectura valga la pena. Y segundo, me encanta esa fantasía de jóvenes con vergas exageradas; así que ya me tienes a la espera de tu segunda entrega.
Salu2!! 😉