Yogi & Bubu Parte 4
Jugando con cuatro ositos en el arroyo.
Yo me dirigí a Bubu y a Pedrito y les propuse:
–¿No les gustaría que jugáramos también nosotros, pequeños ositos?
–¡ Yo sí, yo sí! –dijo, muy entusiasmado Bubu.
–¡Yo también! dijo Pedrito.
–Muy bien, pequeños ositos, es tiempo de que Yogi les haga felices a ustedes…
Y los acosté boca arriba y empecé a acariciar, a besar y a llenar de besos sus lindos cuerpecitos. Al llegar a sus pequeños genitales hice lo mismo. Pasaba mi lengua desde la base de sus huevitos hasta la punta de sus penecitos.
En poco tiempo, mostraron ambos unas ricas erecciones y entre risas me pedían seguir.
Santiago, entretanto, había puesto a José a chuparle su pene que, para su edad, estaba bastante bien, pues le medía alrededor de 12 cm.
Yo continué un largo rato disfrutando los ricos penecitos de Bubu y Pedrito. Luego, les pedí colocarse boca abajo sobre la toalla y levantar sus colitas para dejar expuestos sus anitos.
¡Uyyyyy!!! ¡Ver esos dos anitos, el de Bubu totalmente virgencito y el de Pedrito parcialmente abierto, hizo que mi vista se alegrara, mi pene se pusiera como piedra y mi corazón se acelerara!
De inmediato dirigí mis manos y dedos hacia ellos para acariciarlos y pasarles mi dedito por sus rajitas y posteriormente mis labios y lengua se posaron en ellos para degustar con inmenso placer sus texturas, olores y suavidad.
De manera alternada, introduje parte de mi lengua en sus hoyitos para frotar sus paredes anales mientras les escuchaba gemir de placer.L uego, llené uno de mis dedos de presemen para dirigirlo al anillito de Pedro quien gustoso lo recibió. Tocó el turno de Bubu y como es lógico, se dolió un poco pero poco a poco logré introducir por completo mi dedo índice y sacarlo y meterlo en repetidas ocasiones, provocando suspiros mezclados con gemidos y pequeños ayes de dolor.
Luego, fueron dos los dedos que introduje en esos culitos y al tratar con tres, Bubu lloró un poco y se cerró a mis dedos.
Me coloqué entonces atrás de Pedrito y froté mi pene por su rajita para llenarlo de mi presemen. Puse la punta de mi glande en su hoyito y empujé varias veces hasta sentir como su agujerito se abría un poco para recibir mi glande que, no sin dificultades, entró por completo en el anito de Pedro.
Bubu, al lado, abría con asombro sus ojitos, mientras Pedro me pedía sacar mi pene y lloraba del dolor y ardor que sentía al ser desflorado.
Quise dejarle a su hermano Santiago el honor de ser quien lo penetrara por completo y así se lo propuse a cambio de cederme a su primito José.
Gustoso aceptó e intercambiamos parejas. José asustado,me dijo:
–Pe..pero, pero señor Yogi, no me va a caber ese pitote que usted tiene…me va a doler mucho…¿o no?
–Te puede doler un poco al principio, pero te aseguro que vas a sentir muy rico cuando te deje mi lechita adentro. Además, voy a prepararte muy bien, con mi lengua y dedos, seré muy cuidadoso y te iré metiendo mi pene poco a poco, tratando que te duela menos.
–Es que no sé, si cuando Santiago me coge me duele mucho…¿Se imagina con su pene tan grande y grueso! ¡No lo voy a aguantar y no me va a caber todo!
–Pues si a Pedrito le entró mi cabecita, a tí te cabe más, anda, déjame probar, por favor…
–Bueno, está bien…
Y lo abracé y llené de caricias, chupé su penecito y testículos y luego lo hice darse la vuelta y abrir su culito para con mis labios besarlo y con mi lengua lamerlo y penetrarlo.
Luego empecé a dilatarlo con unos, dos y finalmente tres dedos.
Entretanto, Santiago, usando una crema que yo le había prestado, había logrado penetrar por completo a su hermanito e iniciaba un mete y saca. Le di un billete a Bubu y le pedí fuera a la tienda más cercana y nos trajera
algo para beber y botanear un poco.
Vi la tristeza reflejarse en sus ojitos al sentirse desplazado pero le aseguré que después jugaríamos él y yo. Sonrió, se vistió y salió presuroso a traer lo que le había encargado.
Al ver suficientemente dilatado a José, coloqué mi glande babeante de presemen y crema en la entrada de su tesoro y comencé a penetrarlo con mucha suavidad y cuidado. Aceptó mi glande completo sin acusar dolor y le pregunté si deseaba se lo metiera más y el asintió. Avancé lentamente sintiendo la calidez, suavidad y estrechez de sus paredes anales que parecían querer estrangular al invasor ..¡era una sensación única!
Le metí poco más de la mitad de mis 18 cm y me pidió parar un poco…
–¿Quieres que te la saque, Josesito?
–Nooo…¡ayyy, ayyy! es que me duele un poco, pero puedo aguantar, sólo espere un poco, que pase el dolor…
Después de un rato le pregunté si podía seguir al notar que sus ayes de dolor habían disminuido.
–Siiii, pero con cuidado, por favor…
Así que lo tomé de nuevo de la cintura con mis manos e introduje un poco más de mi pene y cuando faltaban alrededor de 3 o 4 cms para penetrarlo por completo me detuvo poniendo una de sus manitas en mi pubis.
–¡Ayyy, ayyy! Me dueleee…espere un poco– y mientras me decía eso, algunas lágrimas corrían por sus lindas mejillas.
— Claro que sí, José ¡Has sido muy valiente! Ya casi no falta nada, mira…
Y llevé su manita hacia donde mi pene embonaba con su culito y él tocó y comprobó que en realidad faltaba muy poco.
Yo entretanto me quedé quieto, esperando que su anito y esfínteres infantiles se acostumbraran al tamaño y grosor de mi pene.
–¿Puedo seguir, amorcito?
–Espere un poco…
Y cerrando sus bellos ojitos y mordiéndose los labios, él solito se echó hacia atrás para que mi pene entrara por completo en su rico y apretadito ano.
–¿Ya entró toda ahora sí, verdad? –preguntó lloroso.
–Sí, amorcito…¡Lo lograste! ¡Eres todo un campeón!
–Siiii, me siento muy lleno, me duele un poco y siento como piquetitos en mi culo…y siento también sus pelos y sus huevos pegar en mis nalgas
Dejé que el dolor disminuyera un poco antes de iniciar un rico vaivén. Él se quejaba un poco pero luego comenzó a gemir de placer.
No pudiendo contenerme más y después de cerca de 15 minutos de entrar y salir un poco de él, mis testículos se contrajeron, mi pene palpitó y descargó varios chorros de mi semen en su cálido y apretado interior…
Dejé que mi pene perdiera un poco de su firmeza y lo saqué poco a poco, escuchar un sonido similar al descorche de un vino, fue la prueba final de la prueba de amor que me había entregado.
Él se sentó y pujó, a indicaciones mías,para expulsar mi semen mezclado con un poquito de heces, sangre y muchos gases.
Lo abracé y besé y lo conduje a lo profundo del charco para que su anito se cerrara de nuevo con lo frío del agua.
En esos momentos llegó Bubu y gustosos comimos y bebimos las frituras, pastelillos y bebidas que trajo.
Santiago no dejaba de preguntarle a José, asombrado, qué había sentido y si le había gustado que yo lo cogiera.
Finalmente nos bañamos y chapoteamos un buen rato más, Santiago ahora participaba con nosotros y en varias ocasiones rozó y tocó «sin querer» mi pene y testículos y al mirarlo sólo se sonreía. Bubu acaparó mis brazos y frecuentemente llevaba una de sus manitas a mi pene para frotar con él entre sus pequeñas nalgas y su anito que pronto sería mío…
C O N T I N U A R Á…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!