Yogi & Bubu Parte 5
El osito Santi me visita.
¡Continúo con esta serie que disfrutado mucho escribir para Ustedes!
Después, nos regresamos por separado al pueblo. De manera discreta, Bubu y Santiago me preguntaron donde me estaba quedando y si podían visitarme y les dije que sí. Ese día por la tarde me puse a beber con mis amigos hasta caer la noche. Al llegar a mi casa, abrí la puerta y entré dispuesto a darme un buen baño y dormir, pero unos golpecitos en la puerta me sorprendieron.
Abrí la puerta y me encontré a Santiago, quién me saludo y pidió permiso para entrar. Le pregunté qué deseaba y si no tendría problemas en su casa y me dijo que deseaba platicar conmigo y que vivía solo con su madre y Pedrito pues su papá los había abandonado hace muchos años y que su mamá no le ponía atención ni le importaba si llegaba o no llegaba a dormir a su casa.
Triste y conmovido por su comentario le dejé pasar. Encendí el televisor para que se distrajera un poco y le ofrecí unos tacos que había llevado para cenar.
Me dirigí al baño a orinar y darme una buena ducha para que se me bajara la borrachera. Salí con sólo una toalla alrededor de mi cintura cubriendo mi desnudez y preparé un buen café cargado para recuperar mi sobriedad.
Platicamos un poco acerca de mi trabajo, de sus problemas y acerca de cómo iba en la escuela, temas ligeros para entrar en confianza
De pronto le pregunté:
–¿Santi, te gustó lo que hicimos en el arroyo?
–Al principio no, después sí…
–No te caía bien yo, ¿Verdad?
–La verdad, no, me daba coraje que mis primos y hermanito lo prefirieran a mí…
-+¿Celos? Me preferían por ser la novedad…
–Y por su vergota.
–Tambien tú la tienes grandecita para tú edad, estoy seguro que cuando crezcas estarás muy bien dotado…
–¿Como Usted?
–Mas que yo, ya lo verás…
–Mmmh…¿le puedo pedir algo?
–Dime…
–¿Puede enseñarme su verga? Me dió curiosidad ver cómo mis primos lo tocaban.
–Ah ¿También quieres tocarla?
–¿Me dejaría?
–Claro, es más, desnúdate tú también, yo solo traigo esta toalla. Y al decirlo, me despojé de ella y me senté en el sillón.
Él se quitó con algo de pena su ropa y se sentó a mí lado.Lo abracé y comencé a acariciar. Él sólo se dejaba hacer, pero después comenzó a corresponder a mis caricias y nos besamos con mucho placer al rozar nuestras lenguas. Nuestros penes se comenzaron a erectar y nos los tocamos y masturbamos un poco, ya sin pudor.
Me recosté en el sillón y lo coloqué sobre mí para tener al alcance de mi boca sus genitales, nalgas y culito y mientras el me besaba, lamía y chupaba mi pene, yo le correspondía en sus genitales y anito.
Su penecito tenía un sabor delicioso y sus testículos estaban iniciando a crecer.
–Santi…¿ No deseas que hagamos el amor? ¡Me encantaría sentirte dentro de mí!
–A mi también, señor, pero tengo curiosidad por probar su lechita…¡A mis primos y hermanito les encantó!
–Pues continúa chupándola, ¡lo haces muy rico! ¿Deseas te siga comiendo el culito?
–Siii, siii, por favor, se siente muy bien su lengua ahí… Siga, por favor.
Y continuamos con nuestro placentero 69. Yo abría sus nalguitas para exponer su anito lo más posible y lamer su borde y pliegues y meter en el la punta de mi lengua.
Él se metía más de la mitad de mi verga en su boca mientras acariciaba mis testículos y gemía al sentirme devorar su culito.
Al chupar su erección, noté cómo palpitaba y expulsaba unas gotitas de semen cristalino mientras aumentaba el volumen de sus gemidos…y no pudiendo resistir más el oral tan rico que me daba, me corrí de manera abundante en él con varios chorros de semen que pasaron de su garganta a estómago. Una parte que no alcanzó a tragar quedó en su boca y pudo saborear y sentir su textura antes de pasársela.
Sacó mi pene de su boca y lo apretó un poco y lamió hasta dejarlo limpio.
–¿Te gustó, amorcito? ¿Ya lo habías probado antes?
–Sabe raro, un poco saladito, y se siente como agua de coco tierno o de ostiones (no olviden que está aventura se desarrolla en un pueblito costero)… sí, si me gustó y no lo había probado antes.
Le propuse cogerme y él aceptó gustoso, me recosté en el sillón y levanté mis nalgas para facilitar la penetración del rico penecito de Santiago.
Sus 12 cm de largo se deslizaron adentro de mí provocando gemidos de parte mía.
Sentí su pubis y huevitos chocar en mí. Me tomó de la cintura y comenzó un mete y saca muy rico. Aunque yo no sentía dolor, siempre es muy placentero y morboso que un pequeño amante te haga suyo.
Se escuchaban los aplausos que producía el ritmo de la penetración al chocar su pubis en mis glúteos y pegar con sus huevitos en mi perineo, nuestros cuerpos comenzaron a llenarse de sudor y un aroma a sexo llenó la sala.
Después de cerca de media hora, mi pequeño amante exhaló un fuerte gruñido y se desplomó sobre mi espalda a la vez que sentía su pene palpitar dentro de mí.
Se retiró un poco asombrado, pues creía me había orinado. Le expliqué que había tenido una eyaculación y que aún cuando no producía semen como tal, sí había expulsado una especie de agüita de su pene y había experimentado un orgasmo.
Me dí la vuelta y lo abracé y recosté sobre mi pecho para agradecerle y felicitarlo por ser todo un hombrecito…lo cargué en mis brazos y llevé a la regadera para refrescarnos, sequé su cuerpo y lo cargué de nuevo para conducirlo a la cama…la noche es larga…
C O N T I N U A R Á…
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