z) Luna de luto (y final)
-Ya te tengo, putito, ya eres mío. -a pesar de tener toda la verga dentro, con los testículos en la puerta del ano, continuaba apretando. Lo peor había pasado y solo sentía la agradable sensación de su verga en mi recto y los anillos de mi ano abraz.
Continuación de: En la fiesta de Alex
Sentía que algo estaba junto a mí y se movía tocándome con las manos frías, casi no podía abrir los ojos y maldije a mi amigo, justo ahora, cuando quería descansar se decidía a estar conmigo. Imaginé, cuando los dejé abajo, que después de hablar con Valerio se iría a la cama con él para tirárselo, y hoy me había escogido a mí, a horas tan intempestivas y estando tan cansado.
Mis relaciones con Juan Carlos continuaban siendo de amigos, con derechos a pedirnos favores, y gozarnos cuando lo necesitábamos, y cuando nos apetecía pasábamos uno a la cama del otro para hablar y terminarnos follando. Él, aparte de cumplirle a Valerio, que ahora le exigía muy poco, tenía sus amigos de cama, y por mi parte, alguno me llegaba de vez en cuando aunque resultaba esporádico.
A pesar del cambio experimentado no me encontraba mal, antes tenía muchos hombres para agasajarme el culo y la boca, y ahora era al revés, follaba cuando me apetecía, y con los hombres que me gustaban y eran pocos, pero me sentía libre, satisfecho y a gusto, y cuando de verdad necesitaba un macho con urgencia, tenía a mi querido amigo a quien recurrir.
Teníamos un acuerdo no hablado pero que cumplíamos a rajatabla, la casa era sagrada y no llevábamos a nuestros amantes para follar en ella aunque se dieran ocasiones propicias.
El portero nos confundía por una pareja estable, y también algún vecino atrevido se refería a nosotros como: “su pareja” o “su marido” cuando nos hablaban, y nosotros no nos molestábamos en desmentir la creencia. Quizá porque deseábamos que así fuera.
A pesar de mi cansancio tenía ganas de verga, estaba excitado desde el baile y no me importaba dejar el dormir para después de que me diera por el culo y me dejara satisfecho.
-¿Juancar? -estiré la mano para tocar su cuerpo y la retiré espantado, a pesar de estar medio dormido supe que ese no era el cuerpo de mi amigo.
-¿Qué? ¿Quien? -no pude seguir, una mano fuerte me cubrió la boca y la nariz evitando que pudiera emitir cualquier sonido y ahogándome.
-Cállate puto, que no se te ocurra gritar. -por la voz reconocí a uno de los invitados de Valerio, un tipo grande y de anchas espaldas, de nariz chata como si hubiera practicado el boxeo, recordaba que su nombre era Bruno, su carácter era dominante y podía llegar a violento, no me dejaba respirar y me ahogaba, sentía que me desmayaba.
-Voy a soltarte, no grites o será peor. -lentamente fue aflojando la mano y solo me preocupé de aspirar el aire con ganas, y tosí con los ojos llorosos.
-Parece que ese viejo, puto amigo mío, te tiene reservado para alguien especial, te he deseado desde la primera vez que te vi en su casa sin poder conseguirte, y ahora no te salva nadie. -tiraba con fuerza de mi slip y comenzó a crujir al romperse cediendo en alguna costura.
-Detente, haré lo que deseas pero no me hagas daño, por favor. –me sentía aterrado a pesar de apreciar que no corría un peligro grave, primero soltó un gruñido sordo y luego soltó el slip, y me besó como una fiera en la boca.
-Si cooperas saldrá todo mejor y lo disfrutarás. -me quité el slip quedando desnudo como él estaba, no podía ver su cara, solo una sombra grande que pesaba sobre mí, empujando con fuerzas mis piernas con sus rodillas para abrirme.
Sentía su verga babosa de líquidos corriendo sobre la mía y golpeando mis huevos, llevé las manos para apartarla y que no me hiciera daño en los testículos, y me encontré con su aparato nada despreciable al tacto, tenía un buen tamaño y era gordo sobresaliendo el glande del tronco.
Mis ganas de verga se reavivaron al contacto de aquel enorme pedazo de carne caliente y dura que destilaba su elixir como si fuera una fuente. Pasé la mano por toda su longitud hasta terminar en la base, era una verga de burro, o de caballo y sentí estremecérseme el culo hambriento de polla.
-Ve despacio, ¿quieres que te la mame? -ya estaba dispuesto, no solamente a participar con lo que quisiera hacerme, sino a ser activo en mi entrega. Volvía a sentir el impulso ciego de ser el putito sumiso y obediente ante un macho dueño de aquella herramienta.
-Eso puede esperar a otro momento, ahora quiero romperte el culo, meterte la verga hasta escuchar tus gritos. -asentí con la cabeza y le sonreí con picardía, justamente la luna había abandonado el luto que la cubría y su luz incidía sobre nosotros permitiéndole verme sometido y gustoso. Ahora podía verle en toda su magnitud y me sentía debajo de un enorme y peludo oso.
Bruno me agarró de la cintura llevándome hacia él, su cuerpo velludo comenzó a acariciar el mío y su pene se paseaba por mi vientre y rozando con mi encendida polla, acercó su áspera cara, con barba de varios días, a la mía y sus cálidos labios cayeron besando los míos. Hurgaba con su lengua y abrí la boca para fundirnos en un beso lujurioso y profundo.
Ahora parecía no tener tanta prisa por follarme como aseguraba hacía unos instantes, nos acariciamos un buen rato, su cuerpo estaba duro, y aunque fuera mayor se notaba lo cuidado que lo tenía de hacer ejercicio. Me estaba llevando una sorpresa tras otra, lo rudo que aparentaba y como era en realidad, no dejaba de prodigarme caricias, besos y lamidas de su gran lengua pasándola por mis orejas y el cuello.
El cabronazo del tipo me gustaba y nunca le había prestado atención hasta ahora, me tenía extasiado, pasando las manos por su espalda tan fuerte, con pelos en algunos lugares y apreté su duro culo pegándole más a mí. Abrió un poco sus nalgas y llegué a su ano para acariciarlo, luego me sorprendí de nuevo al sopesar sus enormes huevos llenos de pelo que no cabían en mi mano. Iba a ser follado por una tipo ya mayor pero prodigioso en sus dotes viriles y además muy fogoso.
-Soñaba con el momento y no esperaba esta respuesta tuya, me gustas putito precioso, me pones loco y te deseo. -racionaba muy bien la brusquedad y la delicadeza, no podía dejar de disfrutarle y logré separarme de él, me incorporé y comencé a lamerle su apetecible cuerpo.
En realidad no me consideraba un puto aunque mi anterior trabajo tuviera alguna relación, solo uno de mis hombres me había pagado por mis servicios, Davy, y eso fue diferente. Pero sí que me gustaba darle placer a mis amantes, y hacerles felices cuando me utilizaban, era mi forma de ser, entregado a los machos que me sabían provocar los instintos más primarios del sexo y este oso ya mayor lo había logrado.
Pasaba mi lengua por sus carnosos labios y le besé la chata nariz de boxeador, metí en mi boca los gordos pezones que tenía en el pecho y los mamé como si fueran los de Noa, me encantaba su sabor a macho, se dejaba hacer y deseaba lamerle la verga a pesar de haberme dicho que no era el momento. Antes degusté el pecho peludo y el abdomen, lamiéndolo todo hasta tropezar con la, más larga gorda polla.
Era más gruesa de lo que me pareció al tocársela y sobre todo el glande era tremendo, la besaba y lamía como si fuera un helado y me la introducía a la boca hasta conseguir que el hombre suspirara, me dijo que quería escuchar mis gritos y resultaba ser él quien rugía al sentir su verga en mi garganta, después de darle placer a su palpitante miembro, pasé a disfrutar de de sus hermosos cojones de toro, duros, con abandante vello y bien pegados a la base del pene, parecía un macho joven.
Gemía y jadeaba como un perro al sol de un mediodía en verano, muerto de placer por lo que le hacía y no había creído que sucediera. Me apartó con brusquedad de sus genitales y enloquecido por el deseo se puso sobre mí con la punta del pene en la entrada de mi culo.
-No aguanto más, prepara tu culo. -llevé rápidamente saliva a mi ano y le sujeté la verga para que dejara sus flujos y sirviera de lubricante, empujaba con mucha fuerza y no conseguía meter tan tremendo glande.
-¡Ábrete dulce perrita! Quiero entrar en tu culo y en tu vientre. -de un empujón consiguió meter la punta, me quejé dolorido, pero estaba tan excitado que no se debió de dar cuenta y sin detenerse continuó metiendo el terrible y gordo instrumento.
-Ya te tengo, putito, ya eres mío. -a pesar de tener toda la verga dentro, con los testículos en la puerta del ano, continuaba apretando. Lo peor había pasado y solo sentía la agradable sensación de su verga en mi recto y los anillos de mi ano abrazándola queriéndola.
Me besó mordiéndome los labios y empezó la gran follada, sin motivo ni intención recordé a mi padre, sí, me recordaba a las insuperables cogidas que me daba, sentía el gusto enloquecedor de su pene rozando la entrada de mi ano, el inmenso placer que un macho semental y buen follador sabe dar a una hembra entregada y dispuesta a disfrutar de su hombre.
Bruno aguantaba follándome fuerte y sin pausa, barrenándome el culo con muchas ganas hasta que empezó a ponerse rígido, me enviaba la señal inequívoca de que su semen estaba en camino expulsado de sus llenos cojones.
Se dio unos tremendos y locos meneos en todas las direcciones, y su leche surgió para dejarla en mi culo, la sentía salir de su polla y como sus testículos, al vaciarse, se pegaban más a mi culo, el semen le salía abundante y caliente dándome un placer inaguantable y comencé a vaciarme sin tocarme la verga.
Se desplomó sobre mi y le rodeé con mis brazos lo que podía abarcarle, sintiéndome lleno de leche y de la polla de mi toro bravo, peludo y tan varonil. Bruno me besaba sin parar con todas las ansias y fuerzas que le quedaban.
Las nubes habían vuelto a cubrir la luna, y la oscuridad ocultaba nuestros cuerpos, cubiertos de pegajoso semen como si fuera un sudario, la verga fue saliendo y dejando mi culo abierto y desolado.
-¿Deseas bañarte conmigo? -acaricié su cara y le besé en la boca agradecido por el placer que había dejado sentir.
-Como tú quieras. -fuimos al baño, a la cruda luz eléctrica pude verlo mejor, Bruno no estaba nada mal aunque no fuera un adonis ni pudiera compararse con papá, pero me gustaba su cara de bruto luchador y su cuerpo grande y espectacular aunque feo de cara.
Permitió que lo fuera lavando mientras le acariciaba y él hizo lo mismo conmigo, nos íbamos a despedir y me sujetó de la cintura abrazándome contra su pecho.
-Discúlpame si he sido brusco. -como respuesta le ofrecí mis labios.
-No quiero que esto termine, te mereces lo mejor y yo te lo daré, mataré por ti precioso. -se marchó a su habitación, donde antes le pude ver con el adolescente en la cama.
Al día siguiente concretaríamos algo más, estuvo todo el tiempo que pudo a mi lado, jugando en la piscina con los dos chicos, con J.C. y conmigo, Valerio y el otro señor no se quisieron bañar y solo nos miraban. Aprovechaba el juego para abrazarme y pegarme a él, haciéndome sentir su virilidad en un cortejo del que mi amigo se dio cuenta enseguida.
-Has conquistado a Bruno, no se aparta de ti. -mientras me hablaba pegado a mi oreja miré hacía donde se encontraba el hombre que nos observaba.
-Anoche me visitó en la habitación, creía que eras tú.
-¿Y follasteis?
-Sí, fue de locura aunque al principio pensé que me violaría, quiere que continúe con él, pero yo quiero estar en tu casa, no sentirme atado a nadie.
-Yo no te ato, solo te quiero enano precioso. –dejó salir una alegre carcajada mientras abrazaba mi cintura. -Bruno es un buen tipo y participa en algunos negocios con Valerio, pero ten cuidado, es viudo y tiene dos hijos mayores que tu.
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Durante dos años fui el amante de Bruno, hasta que un tumor cerebral se lo llevó en unos meses, sin dolores, fue perdiendo la consciencia hasta terminar como un vegetal. Nos veíamos dos veces por semana en un apartamento que tenía en el centro de la ciudad y pasábamos allí unas horas dándonos mutuo placer.
Su generosidad era extraordinaria haciéndome regalos, y me ayudó en lo que necesité, más que eso, pude enviar más dinero a mi familia, participar en los gastos de casa aunque J.C. no quería aceptarlo, y mientras tanto iba progresando en mi trabajo.
Llegué a conocer a sus dos hijos, un día me los quiso presentar, sobre todo a Jaime, el mayor, que vivía con él y estaba soltero, el otro le había dado nietos a los que quería con locura, cada uno vivíamos nuestra vida y así estábamos mejor.
Inexplicablemente Jaime intimó bastante conmigo, entendía lo que le sucedía a su padre con respecto a su homosexualidad, y nunca tuve reproches sobre lo que hacíamos Bruno y yo.
Cuando comenzó a perder la consciencia de lo que pasaba a su alrededor, lo visitaba en su casa, ahí fue donde conocí mejor a Jaime, era gay como su padre pero no tuvo necesidad de casarse y ocultarlo. Bruno se acordó de mí en su testamento, me dejó el apartamento, nido de nuestros encuentros y una renta que Jaime tenía que encargarse de pasarme cada mes.
El apartamento no lo ocupé nunca, continué viviendo con mi amigo, me sentía muy bien con él y lo alquilé, mi vida había mejorado económicamente sin proponérmelo.
A pesar de estar con Bruno, yo tenía otras aventuras, folladas de una ocasión o como máximo cuatro, mis hombres fijos eran Bruno y mi amigo, pero siempre surgían oportunidades a las que no deseaba renunciar, me gustaba la variación y probar nuevas vergas.
Con el tiempo Jaime me propuso que folláramos, la verdad es que fue más lírico en su petición; éste había pasado a ocupar el puesto de su padre, mantenía la relación con Valerio y J.C., en alguna ocasión nos veíamos en la casa de Valerio, y Jaime se ocupaba de que la renta que su padre me dejó la fuera invirtiendo ocupándose él de todo y con buenos resultados. Nuestro primer encuentro sexual resultó bastante sencillo y casual, en una fiesta donde le tuve que llevar a su casa al terminar algo bebido.
-Creo que me voy a marchar para casa. -Jaime se despedía de Valerio, no era muy tarde e incomprensible que hubiera bebido tanto una persona tan seria y predicha como él era.
-Le llevaré yo, quiero retirarme temprano. -J.C. y yo habíamos llegado a la fiesta con mi coche y le pedí que lo llevara de vuelta cuando se marchara.
-Vamos Jaime, tenías que haber venido con tu chófer si querías beber. -en el trayecto no le notaba tan bebido como aparentaba. Cuando llegamos no me dejó tocar el timbre para no molestar al servicio a horas tan tardías, y el mismo pudo emplear su llave.
-Súbeme a mi habitación, por cinco minutos más no te importará. -no tardaría mucho y le cogí debajo del sobaco sujetándole la espalda para que se apoyara en mi, al llegar a su habitación se dejó caer sobre la cama.
-¿Vas a dormir vestido? -como no me respondía empecé a quitarle los zapatos, la chaqueta y el pantalón.
-Me gustaría tenerte como ayuda de cámara a mí servicio exclusivo. -solté una pequeña y alegre risa y me sujetó haciéndome caer sobre él.
-Jaime ayúdame a quitarte la camisa, no puedo moverte. –susurré en su oído. Jaime era grande como su padre, igual hasta más fuerte y tenía treinta años menos, era difícil moverlo y tuve que descansar tumbado a su lado.
-Mi padre tuvo mucha suerte de tenerte y te portaste bien con él, ¿le amabas? -me sorprendió la pregunta, dudé sobre la respuesta que debía darle y sentí que enrojecía y arder mi cara.
-No, pero lo quería y respetaba, fue un buen compañero el tiempo que estuvimos juntos y me hizo pasar agradables momentos. -se giró hacia mí con más facilidad de la que le suponía.
-Eres formidable Alonso, me gustaría tener su suerte. -puso la mano en mi pecho acariciándolo, dejándome adivinar el deseo que guardaba y dudé un instante.
-Jaime, ¿tú crees que es correcto?
-¿Por qué no si los dos queremos? ¿Te encuentras mal a mi lado?
-Todo lo contrario, eres una buena persona, generosa como lo fue él y no has cuestionado su testamento, otro lo hubiera impugnado. -me detuve porque tenía otras muchas cosas buenas que decir de él y sería demasiado.
-¿Y no te gusto un poquito como persona? Solo un poco, no pido que pierdas la cabeza por un viejo. -se había colocado de costado, apoyado sobre el codo y me miraba anhelante.
-Mi querido amigo, tú no eres un viejo, me llevas muy pocos años, tu padre lo era y resultaba magnífico, todo un señor aunque una vez, al principio de conocernos, por poco me viola. -soltó una estruendosa risa y colocó la cabeza sobre la mía
-¿Entonces?… -me miraba ansioso esperando mi respuesta.
-No me disgustas, eres un tío agradable, tirando a guapo y no, no me importaría ser tu amante. -me sujetó las manos y las llevó por encima de mi cabeza montándose sobre mí, no esperaba esa agilidad y que el efecto del alcohol se hubiera diluido como la niebla.
Bajó la cabeza y me besó con suma delicadeza, apretando sus labios sobre los míos, su boca sabía a bebida alcohólica pero no con la intensidad suficiente para estar bebido.
-¿Alonso?
-Sí, Jaime.
-Sabes delicioso, tenía envidia de mi padre, ¿nunca te diste cuenta de cómo te deseaba?
-No, nunca lo percibí, supiste ser muy discreto, ¿tú crees que él me quería?
-Te adoraba, fuiste un regalo para él hasta el final, soportó la vida de casado hasta que mi madre falleció y luego anduvo sin rumbo, con chicos que no le quisieron y follando a lo loco, pagando por un cariño que no terminaba de cuajar.
Notaba la dureza de su miembro sobre mis piernas, su aliento era delicioso y el deseo se fue despertando en mí, nuestras vergas estaban despiertas, listas para ser atendidas.
Apretaba las manos sobre las mías, y me hacía sentir su fuerza, esa potencia de macho inaguantable para mí y que me hace desearle como a su padre, entonces las aflojó haciendo que la sujección pareciera una caricia. Suspiré, él suspiró.
Mi suspiro resultaba suave, ligero, entregado, con el cuerpo relajado; el suyo varonil y profundo, excitado. Él vestido con un bóxer tan negro como el vello que cubría su pecho y abdomen, yo aún con mi ropa aunque desorganizada.
-Voy a desnudarme, quiero sentir tu piel pegada a la mía Jaime. -Me ayudó a quitarme la ropa y se retiró el bóxer, para que saliera a la luz una verga deliciosa, diferente de la de Bruno, más larga y fina, con el glande alargado en forma de flecha y envuelto en el cuero del prepucio.
Yo le analizaba y él también lo hacía recorriendo mi anatomía con los ojos lujuriosos y llenos de deseo.
-¿Andas con algún hombre ahora? ¿Tienes otros amantes?
-Soy promiscuo Jaime, cuando follaba con tu padre no teníamos un contrato ni acuerdo de exclusividad, aunque esporádico también follaba con otros, éramos sinceros y él entendía que por su edad era natural que lo hiciera.
Me tiró de espaldas sobre la cama y me abrió las piernas colocándose en medio de ellas.
-Yo te quiero, no voy a pedirte que seas solamente para mí, que me pertenezcas, pero quiero tenerte siempre que pueda y que, si es posible, simules que tú también me quieres.
Le sujeté la cara y se la fui besando, acariciándole el pelo y pasando las manos por su cuello.
-Te haré feliz, lo que pueda Jaime, sin exigirnos ni pedirnos imposibles.
-Me conformo bello adonis. -colocó sus labios en mi cuello haciendo que gimiera.
-Jaime, me gustas, ¿sabes que tienes un cuerpo delicioso, potente de puro macho?
-¡Ohh! Alonso, que ganas tenía de ti, a mis años me he masturbado pensando en ti, envidiando a mi padre que te podía poseer. -elevé las piernas para colocarlas sobre sus hombros.
-Te gusta penetrarme así.
-Cualquier postura es buena, te voy a follar de todas las posturas posibles, te deseo tanto, por fin voy a meterme en tu cuerpo y sentirte mío.
-Fóllame Jaime, mi culo te espera. -sentía latir su verga pegada a mi ano, grande y pesada, dura y caliente, poderosa y fuerte, y supe que sería su amante durante mucho tiempo.
Le sentía traspasarme y los empujones de cadera para ir entrando en mi ano, delicado y con la fuerza necesaria para que horadara los anillos de mi culo, me penetraba con ganas y decidido, feliz con una sonrisa de satisfacción en la boca que embellecía su cara varonil ymorena.
Su polla arrasaba las paredes de mi recto, lentamente y sin detenerse, y le veía feliz de cumplir con su labor de viril macho, disfrutando al invadir el culo que tanto había deseado, al fin la tenía entera dentro de mi ser, abrazándola en mi culo para hacerle gozar.
Sacaba la verga desde lo profundo de mi culo una y otra vez y yo solo podía lamentarme con quejidos y gemidos de gozo placentero.
-No pares Jaime, no te detengas, me follas rico mi macho, así, así, así, dale a tu mujercita, hazme feliz. -y mi cuerpo se estremecía cada vez que su polla entraba y salía con fuerza de animal en celo, me follaba entregado para darme satisfacción hasta que llegó el orgasmo y comencé a sacar semen como si mi verga fuera un manantial.
Gritábamos los dos como si la vida se nos fuera en ese acto y me llenaba con sus fluidos placenteros y calientes saliendo de su verga a presión.
-Vamos al baño, esta noche te quedas aquí y te llevo mañana a tu casa. -no me dejó otra opción.
-Espera voy a dejarle un mensaje a mi amigo para esté tranquilo.
Me cogió en sus brazos y me llevó al baño de su habitación, un lugar lleno de lujos, tenía jacuzzi y un plato de ducha gigantesco con ducha de lluvia en toda la superficie, me metió en este departamento, abrió el agua y seguía teniéndome en sus brazos.
-Si me dejaras, me gustaría cuidar de ti Alonso. -no le dejé continuar y le cerré la boca con mis labios ardiendo, para cuidarme ya estaba yo y Juan Carlos, y hasta él lo hacía sin darse cuenta, ahora, de él, lo que deseaba era placer y gozar de su cuerpo y dárselo al mismo tiempo.
Nos duchamos sin prisas y Jaime me abrazaba, con su verga otra vez dura jugando con ella entre mis piernas, o sobre mi abdomen mientras me elevaba para comerme la boca.
-Voy a mamártela, me apetece hacerlo ahora. -me arrodillé y comencé a lamerle, enseguida le tenía rugiendo y sujetándome la cabeza para que no la sacara de mi boca.
Tardó unos minutos en llenarme la cara de semen, tuve que cerrar los ojos de lo abundante que era, y mientras le chupaba los gordos cojones y masturbaba el mástil de dura carne, después de correrse en mi cara me levantó para comerse toda la leche que me había tirado pasando la lengua por mí cara.
Esa noche Jaime no me dejó que durmiera salvo contados momentos, resultaba un puro semental en el cenit de su desarrollo como macho y además, me tenía muchas ganas.
Ese mes, cuando me ingresó la renta que su padre me había dejado, duplicó el ingreso, tuve que decirle que no era necesario, no quería que me pagara, había tenido que ser semi puto mucho tiempo por necesidad y ahora lo sería por placer y gusto con los hombres que yo quisiera.
Ya tenía un nuevo amante, el hijo del anterior, tan bueno o mejor que Bruno, desde luego más potente. J.C. estuvo conforme cuando hablamos de ello, me confesó que aunque Bruno estaba bien, Jaime estaba mejor, me dio su aprobación pero percibí cierta tristeza en sus ojos.
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Llevábamos ya casi cinco años juntos, y sin grandes problemas para vivir en la misma casa que era de mi amigo y consideraba como mía, como si fuéramos un matrimonio, sobre todo de cara al exterior, y en casa actuábamos a menudo como si lo fuéramos.
Cuando viajábamos para ver a nuestras familias lo hacíamos juntos y no olvidaba a Davy y a los niños, algunos a punto para volver a sus países reclamados por sus gobiernos. Seguro que Davy estaría pasándolo mal, aunque no daba por terminado el programa y pensaba acoger a otros niños.
Óliver había terminado la universidad hacía tiempo y ya estaba trabajando, los mellizos también la había acabado, y ahora que en mi casa no necesitaban mi dinero, era cuando más tenía en mis cuentas corrientes, sinrazones de la vida.
Habíamos salido esa noche a un bar de ambiente, Jaime nos acompañaba, ahora lo hacía en algunas ocasiones y después me llevaba a su casa para follarme hasta dejarme rendido y agotado, y muy, muy satisfecho; no siempre era para eso, habíamos aprendido a hablar y se empeñaba en enseñarme economía o simplemente paseábamos.
Estábamos en medio de la fiesta y era muy tarde cuando recibí la llamada de Rafael, le dije que no podía atenderle, en realidad casi no le oía, y que al día siguiente domingo le llamaría para que me contara lo que quería.
No fue que me olvidara, me quedé a dormir con Jaime, y me despertó su llamada en la cama junto a mi amante pegado a mí espalda y su polla entre mis nalgas envuelta en semen ya seco y pegada a mí piel.
Tenía que acudir a alguna entrevista de trabajo en nuestra ciudad y contaba con nosotros para que le diéramos habitación.
Podía haberle dicho que estaba de acuerdo, J.C. hubiera estado conforme pero se lo tenía que consultar, la casa era suya y teníamos un convenio de privacidad que debía respetar.
Cuando Jaime me dejó en mi casa J.C. continuaba durmiendo y no quise despertarlo, le miré un momento como estaba desnudo sobre la cama en este verano de calor inclemente.
Se levantó para el mediodía y decidimos salir para comer fuera, estábamos iniciando las vacaciones de verano, J.C. no disfruta de ellas en fechas fijas, él tenía sus negocios y las iba acomodando según lo que necesitaba.
Hablaba de los proyectos que quería comenzar en el otoño, Valerio lo dejaba todo en sus manos, estaba perdiendo interés en ganar dinero y dejaba que su niño mimado tomara las decisiones para bien de ambos.
-La semana próxima vendrá Rafael. -le expliqué someramente lo que mi hermano me contó.
-Ha tenido suerte, las cosas no andan muy bien para encontrar un trabajo, aprovecharemos para enseñarle la ciudad, y tenía pensado que hiciéramos un viaje a Lisboa y pasar allí unos días, pero podemos retrasarlo.
-Quiere que le acojamos en casa, necesito tu permiso para contestarle. -no parecía que le disgustara, con Rafa se llevaba mejor que con Óliver.
-No veo el problema, estaremos encantados de su visita y le ayudaremos en lo que podamos, además no tienes que pedirme permiso, es tu familia, no una aventura. –me quedé incrédulo mirándole, él sabía perfectamente las relaciones sexuales que había mantenido con toda mi familia, que había follado con ellos durante años, pero estaba claro que él quería verme contento.
Le llamé para decirle que le esperábamos, que nos dijera la fecha y hora de su vuelo para recogerle.
Esa noche, sin encontrar un motivo racional que lo explicara, me sentía desazonado e inquieto, tenía la premonición, el presentimiento de que la visita de mi hermano nos afectaría en nuestra tranquila y ordenada vida, su risa de vencedor cuando le confirmé nuestra decisión me dejó agitado.
No podía conciliar el sueño y me levanté para ir a la habitación de Juancar.
-No puedo dormir, estoy intranquilo sin saber el motivo.
-Ven aquí. -me tumbé a su lado, no hacía tanto calor por el aire acondicionado y me cobijé entre sus brazos, me besaba repetidamente la frente y el pelo.
-Son tus nervios, no estás acostumbrado a tener invitados en casa. -estuvimos un tiempo así abrazados, dándole la espalda y sentí el deseo lujurioso de tener su verga dentro de mí para tranquilizarme, que me follara para después dormir tranquilo.
-Fóllame, quiero tenerte, te necesito. -giré la cara para que llegara a mi boca con sus labios y me quité el pantalón de dormir bajándole los suyos y él se los terminó de sacar.
Elevó mi pierna y en esa misma posición me penetró, era una follada lenta, suave, placentera, deliciosa, sintiéndonos los dos, podría decir que amándonos en ese momento mágico, hasta que se vació en mi culo y yo sobre la sábana. Me sentía relajado, satisfecho, sintiéndole pegado a mi espalda, y me dormí con su verga enchufada en el culo. El futuro vendría con sus problemas, ahora me sentía suyo.
Fin
Gracias a los que me habéis leído, más para los que han votado el relato. Me siento compensado con esos, aunque penséis que no es así, grandes detalles para mí.
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