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Heterosexual, Voyeur / Exhibicionismo

📖 Días de un Mirón | Cap 6 | Día de ventarrones + colegialas de falda corta

Persiguiendo colegialas.

 

https://images2.imgbox.com/12/0e/9bTu1dJs_o.jpg

Una colegiala ahí más o menos. Ja, ni yo me la creí. 

🅷acía poco había salido, muy temprano y muy lejos, para probar suerte. Y lo único que logré ver fue a una joven diosa de unos trece años, terriblemente mal sentada en un escalón. Aún era demasiado temprano y no había la suficiente luz para verle su tesoro en todo su esplendor, pero al forzar un poco las pupilas, como al leer con poca luz, se podía disfrutar del espectáculo. La alegría que me dio poder mirar después de tanto tiempo esa maravilla, eso que llevan las colegialas bajo sus faldas y se supone, —solo se supone— debe ser privado, me elevó al cielo en instantes. Tenía lo que pienso que era, un cachetero pequeñito, de color marrón. La hube divisado desde lejos porque sus piernas de piel blanca, lisa y casi brillante sobresalían entre la poca luz de la mañana. Además, lo mal sentada que estaba era evidente aún desde lejitos. Me hice el güevón que contestaba el celular y seguí andando hasta esta morra que estaba con sus amigos, esperando que abrieran la puerta de su colegio. Paré donde mejor vista iba a tener, miré y en efecto: ¡La gloria!. (Suspiro) Ay, qué lindo es verle  a una colegiala lo que tiene bajo la falda. Y qué bonita era esta mina. Tenía cabello liso, color paja (no sean mal-pensados ¡respeten!) partido en dos suaves cortinas y largo hasta la mitad del cuello. Carita rellenita, de esa que te hace pensar que la nena es de biotipo-fuerte, como deportista. Estaba sentada en aquél escalón bajo, despatarrada, mostrando a todo a quien le interesara, ese pan apretado allá en esa lycra. Me agarró a palpitar la próstata. Ella ahí hablando mamadas con su grupo de amigos y yo ahí haciéndome el que había parado a hablar por teléfono, mirándole sus delicias. Hubiera dado mi alma porque estuviera más claro. Pasaron uno o dos minutos de celestial manjar visual, hasta que a una de sus amigas se le hizo raro que yo estuviera ahí mirando tanto. Codeó a su amiguita y ella también me vio y bajó una rodilla. Con la pierna, también descendió el ruedo de su falda y cubrió sus glorias. Me miró con desprecio y tuve qué hacerme el todavía-más-güevón y seguir andando, así, con la próstata imitando los latidos del corazón en maratón y produciendo leche a raduales, que no me iba a dejar tranquilo hasta sacármela unas horas después. Mi falsa conversación telefónica fue diciendo algo que me encantaba y arrechaba todavía más. Había muchos vehículos pasando y nadie excepto yo mismo podía oír mi voz:

«¿Aló? Sí, aquí estoy. Tuve qué parar porque aquí hay una cole-puta esperando cliente. Tiene en vitrina lo que ofrece y se ve muy rico. Aquí estoy que babeo…. Sí, ahorita sigo caminando. Espere, que la morra está abriendo y cerrando las piernas, y ese mango se le estruja riquísimo. ¿Estará sintiendo rico? Mierda, se le infla y se le desinfla… ¡jueputa! ojalá hubiera más luz… Hacía años, creo, no veía algo tan rico, tan de cerca y por tanto tiempo… ¡Ah hijueputa, bajó una pierna y me está mirando! Se dió cuenta. Me toca irme… Listo, allá nos vemos. Ciao.»

En cuanto a lo de «Hacía años, creo, no veía algo tan rico, tan de cerca y por tanto tiempo…», espero al terminar de escribir este post, no se me olvide hacer un índice de relatos basados en mis experiencias de mironeo¹. Creo que resultan excitantes para muy poca gente, para quienes sean como yo, que tengan específicamente este fetiche.  Esos relatos son deleite para una monoría, para la mayoría son testimonios enfermos, y para otra minoría aún inferior, son una curiosidad en psicología. Los relatos de mironeo no pueden compararse en éxito con los relatos de incesto, aquí, o lo gay.

________
¹Ya quedó hecho, es esta colección «Días de un mirón».
¯¯¯¯¯¯¯¯

Volviendo al cuento: Ese día vi muchas morras más pero ¿cómo iba alguna a superar el espectáculo que me dio la primera?

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¿Así o más divina, mami?

Para algunos es el alcohol. Para otros son las drogas. Para otros es gastar su dinero o endeudarse compulsivamente. Para otros, es el sexo: Gente que se putea hasta más no poder para llenar con parejas temporales el vacío de su existencia. Para otros es el juego. Para otros, los partidos de fútbol, son una obsesión mal sana. Para mí, son las colegialas. Perseguirlas y ver bajo sus faldas, y entonces, perseguirlas más o perseguir a otras.
Soy veterano en esto. Pero, desde un tiempo para acá, cosa de un año, por mucho; la paranoia y alerta generalizada en cuanto a los mirones se disparó. La gente que va con muchachitas, anda pegada al techo y hecha una fiera, dispuesta a matar y hacerse matar por atrapar y denunciar a alguien que solo quiere mirar.

Una vez me dijeron:

Uich, pero si las miradas embarazaran…

No obstante, como es una adicción, es algo que no se puede dejar. Vaya y deje el alcohol, la marihuana o de ser puto o puta. Además, la compensación hormonal de darle gusto a esta adicción particular es que es un antidepresivo y antiestrés natural. Ayer, se reunió una combinación de condiciones que hizo que mi tarde fuera super arrechadora: En casa, el estrés estaba de locos. Hacía una tarde muy soleada y hacía mucho, pero mucho viento, de ese que arranca tejas viejas o que no estén bien amarradas. Una fuerza que hasta entonces no entendía, me impulsaba a salir, y así lo hice, con tanto afán que ni siquiera me fijé en las cosas normales que uno se fija al salir de casa, como apagar aparatos o cerrar el gas. Quizá un ángel (en cuya dimensión no existe lo bueno ni lo malo) me estaba puyando para que no me quedara en casa y me perdiera de las maravillas que había allí afuera.

Tan solo en la esquina vi a una super-diosa de unos trece años, delgada, con uniforme de tartán verde y falda cortita. Esas piernas blancas y piel tan lisa que puedes imaginar muy nítidamente cómo se sentiría el lamérselas. Iba con una niña chiquitica, por lo que habría de agacharse cada rato. Ni corto ni perezoso me le fui detrás. Como hacía tanto viento, solo tuve qué suplicar mentalmente a los dioses del upskirt por un poco de misericordia para este pobre mirón. Mis plegarias fueron escuchadas y tuvieron efecto en menos de un miniuto. Viento ultra fuerte, falda levantada hasta voltearse, lycra negra que apenas le tapaba las nalgas. Era como si llevara el culo pitado de negro. Un corazón negro invertido debajo de esa falda. Le dije con mis poderes telepáticos: «Mami, con eso que lleva ahí, pasa las materias ¿para qué estudiar?». Además, en las tres veces que el viento me hizo el milagro, la nena ni se inmutó. Hay unas que andan, así no haga viento y tengan falda de monja, a cada paso pasándose las manos por la cola para verificar que la falda siga en su lugar. Y en el otro extremo están a las que se les voltea la falda mientras andan y simplemente las dejan volar, sin importar tampoco qué tipo de prenda llevan debajo. Supongo que tiene qué ver con la seguridad que tengan de ellas mismas y la educación feminista o no que tengan. Para uno de mirón, obvio es más rico que sean mostronas, independientemente de sus motivaciones. Hay otras que inlcuso se levantan sin premura el faldón en plena calle para sacarse la lycra que se les está metiendo entre el culo y/o la vagina. Claro, si yo fuera lycra de colegiala, también me metería por allá. Cuando se cansen, queridos lectores, de alguien entrometido y sapo, díganle:

Usted si es más metido que lycra de colegiala ¿no?

https://images2.imgbox.com/4f/7b/PVYQfLAW_o.jpg

Con la de la mitad me caso, le soy fiel, y hasta trabajo. ¡Uhy no, vade retro, eso último no!

Esta primera morra de ayer, día ultra ventoso, era así. Fresca. Me dejó verle hasta la línea que marcaba el fin de una de sus piernas e inicio de su glúteo, donde su pequeña lycra se le recogía. En un punto se agachó a recompensar con mimos a su acompañante bebé por haber saltado un escalón. Cada vez que la pequeñita brincaba, la colegiala le decía «úpale», se agachaba a celebrarle su proeza, el viento soplaba y yo le veía el culo entero. Con tan poco ya estaba como toro de lidia². Esta mina llegó a un coelgio que no era el suyo, a esperar a alguien. Pero no pude seguirla viendo, porque había cien colegialas más qué mirar. Ese colegio tiene las nenas más clasuditas de la localidad, y el viento bendijo mis ojos con dos culos más, de dos minitas como de trece, ambas carnosas y de carita todavía tierna. La visión de sus culos empacados al vacío en lycra, me hizo pensar en la sensual elasticidad de aquella prenda y como se siente el tocarla. Como es de chiquita cuando está tendida pero como se estira y adapta a las deliciosas formas de la colegiala cuando esta se la pone. Y qué rico ha de oler cuando se la quita. Me quedé hasta que se dispersaron. Ya se me iba a empezar a mojar el bóxer.

________
²Arrecharse con aparentemente tan poco responde a «compensación hormonal». No es diferetne de quien come compulsivamente (ejemplo Homero Simpson).
_______

Tuve un extra: Una mujer adulta llegó a un banco con su noviecito motociclista, y me quedé viendo porque la hembra iba en nylon y se le veían las piernas hasta arriba, hasta su nacimiento. No obstante podía estar en falda falsa o short. Me quedé para averiguarlo. Se bajó de la moto.  ¡Mierda! ¿Qué le pasa al mundo? Alguien dígame. Sí era una falda, así de corta y para ir en motocicleta. De la parrilla de la moto cayó al pavimento una maleta, y la señorita la recogió. Me mostró todo el culo. Tenía panties negros en V.

He ido a donde las putas unas cien veces a c*liar, y unas mil veces solo a echar caldo de ojo (en mi ciudad están en una zona determinada, en la calle, lo cual escandaliza a gente de otros países, ja-ja). Pero después de confirmar cómo salen las mujeres promedio un día soleado, creo que ya no tengo que ir hasta donde las putas para echar caldo de ojo.

Seguí mi camino, arrecho como tiranosaurio en ensayo de porristas, y me fui aguantando el ventarrón hacia un parque. No quería mirar más, no esperaba tanto. Pero había una morra de unos doce jugando con su perrito, revolcándose en el pasto. Además, fue la minita más hermosa de toda la tarde. Y era de esas que no tiene recato alguno con lo que hay bajo su falda. Volteretas y carcajadas en el prado y su falda y su melena negra volando como si el viento quisiera arrancárselas. Me quedé hipnotizado viendo sus piernas de blancura divina y el contraste total con el negro de su diminuta lycra negra. Y mi pobre próstata empujando, como diciéndome «Ah, maldita sea, esto me pasa por ser la próstata de un pobre mirón, que nunca hace nada». Llegó la madre de la niña y le dijo: «Venga, que ahí está su papá y la está llamando». El resto del mensaje fue claro, gracias a mis poderes telepáticos: «porque ese hijueputa que está ahí, está como raro, parece que le está echando el ojo».

¿Cuál hijueputa? Yo.

https://images2.imgbox.com/d4/0b/xQW6gpvT_o.jpg

Lindo ¿NO?

Me fui, andando lento. De vuelta al barrio, llegué a una cancha. Había un vendedor de helados y se quedó viéndome. Su mirada decía «Ya lo pesqué, puto pervertido, donde lo agarre con los ojos en la masa…». Lo más raro y paradójico, fue que este señor estaba en la parte baja de la gradería de una cancha. En la tercer grada, había una colegiala de unos catorce años, casi al pie de él. El viento le levantó el faldón y su culo de buen tono muscular se llenó de luz a pocos centímetros de la cara del tipo. Pero no se inmutó, siguió mirándome a mí, con tono amenazante. ¿Sería la hija? pero si lo fuera, ¡antes más rico!

Y seguí andando.

Para no hacer más largo el cuento, vi como cuatro colegialas más y (sus culos, claro). La arrechera me tenía fuera de control. A una la perseguí cuesta arriba, con pendiente cada vez más acentuada, a lo largo de tres cuadras. Llegué arriba sin aliento, lo cual me indicó que ya estoy muy viejo. Pero qué lindo verle tan de cerca a mi cara, el culo a una coelgiala como de 15 años, más importaculista que desprevenida. Era alta y aún así paticortica y regordeta. Tenía una lycra verde oscurísimo y muy buenas nalgas. Una vez volteó a verme y solo se haló un poco la falda hacia abajo, pero a los dos pasos volvió a subírsele y no le importó. Casi le puedo oler el ojete. Quería decirle algo sucio cuando terminamos de subir la cuesta, que culminaba con escaleras a 45º, pero no tenía aliento, literalmente, casi ahogado. En serio, yo venía detrás (casi debajo) de ella, por poco olíendole el culo.  Y camino de vuelta a casa vi otras tres o cuatro, con faldas demasiado cortas, de veras, demasiado cortas. ¿Van al colegio a putear o estudiar? Una jugaba con su novio, quien se hacía el que la halaba para llevársela con él. Esta mina tenía cabello negro elegantemente cortado y peinado. La falda era simplemente gris y tenía media cachemir azul oscuro. Y la HP falda era tan corta que en el jugueteo con su novio, mostró un par de veces la costura de la prenda en la unión de sus piernas. Yo estaba entre la espada y la pared, muerto de ganas por quedarme y seguir mirando pero también de irme a casa y quedarme seco a pajas.

Profesores ¿Cómo se aguantan? Yo fui profesor de bachillerato por cinco años y francamente no sé cómo me aguanté. Supongo que lo que me hace tan reprimido es justamente que sí soy decente cuando hay que serlo.

Hay días magnéticos para lo que a uno le gusta, unos cuatro al año, máximo. Bueno, esto tiene sentido solo cuando lo que te gusta no es algo que puedas comprar, porque si es algo que se puede comprar y uno tiene la plata ¿para qué carajos esperar un día con magnetismo para gozárselo?

Como corolario: Estaba pensando en esto último, dando gracias por el desestrés y dando por terminada la jornada de perseguir colecitas, cuando una moto pasó a velocidad media pero contra el viento fuerte. El tipo llevaba una colegiala como de 14 años de parrillera, y se le alzó toda la falda y le vi el culo apretado entre su cachetero de lycra negra, con las nalgas abriéndosele y el sapo aplastándosele contra la silla de la moto. ¿Ven? un día magnético (para lo que a uno le gusta) siempre es un día magnético.

Me pajeé unas cinco veces durante el resto de la tarde y la noche. Otra vez me gasté el papel higiénico de una semana en unas horas. Uff, qué niñas.

https://images2.imgbox.com/38/46/PIOwHUk9_o.jpg

Me tomó mucho tiempo encontrar esta imagen. En la época de oro de internet, había por millares. Ahora son como diamantes. Pero ahí está clarita la hermosura de la que hablo. 

El upskirt debería ser considerado un arte, y debería haber publicaciones especializadas, instituciones y festivales.

A las colegialas un beso justo ahí.

©Stregoika 2025

Origen de todas las imágenes: Búsqueda con duck-duck-go. Están disponibles online.

Ahí se ven, arrabandada de pervars. 

Addendum: 

Un día de estos, me sale una así:

https://images2.imgbox.com/3f/83/Vos5zzIf_o.jpg

Si salgo vivo, vengo y les cuento.

Nota editorial:

Ha sido un palcer compilar y compartir mis mejores relatos de mironeo y perseguir colegialas. Es hasta terapéutico ¿oiga? Mirá que me di cuenta que hacía años tenía la manía de «agarrar» pero se me quitó sin darme cuenta. Ahora tengo solo las fantasías.

Mejor.

Vean que la obsesión con las colegialas no es solo mía, ni solo de un puñado de hombres que bien pueden llamar «reprimidos». Es algo cultural. Si no, hablen con un hotaku (si no los son ustedes mism@s) y analicen en el género ánime cómo se le rinde culto a la imagen de colegiala estereotípica y específicamente a la sensualidad de su falda y lo que esta oculta. Los nipones no se reprimen en dibujar y animar upskirts. De cada 10 películas de ánime, unas 7 tienen de protagoniosta a una colegiala preadolescente o adolescente, y de entre ellas, al menos la mitad tienen un upskirt (se les ven los cucos blancos en una caída o en una soplada de viento). Los ejemplos de la fascinación por las colegialas fuera de Japón también son abundantes. Profusos, pero discretos. Por ejemplo, en The Pricess Diaries (2009), la primera aparición de Anne Hathaway, jovencita ella y en uniforme de tartan azul, es desde abajo de las escaleras y… provoca. No es accidente ni coincidencia. Otro buen ejemplo es The Flying Machine (2011), donde hay animación stop-motion. No hay manera de que una figurina de colegiala sufra un upskirt accidental en stop-motion. Solo puede ser 100% intencional. Es porque las colegialas son lo más deseado que existe, lo más erótico, y de igual manera, vende. Más que las enfermeras, azafatas, superheroínas, mucamas, porristas, góticas, las colegialas superan a todo otro esteretipo en calentar a los hombres. Es lo que hay.

En algún post les contaré el origen del uniforme de colegial femenino como lo conocemos. Imagínense cómo me tenía de intrigado, hasta que lo averigüé.

Bye

Stregoika ©2025

 

34 Lecturas/29 diciembre, 2025/0 Comentarios/por Orlok82
Etiquetas: amigos, colegio, gay, incesto, madre, mayor, minor, sexo
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