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Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, mi nombre es Raúl, por ese tiempo yo había cumplido mi mayoría de edad, dedicado al estudio, hijo único de madre soltera que trabajaba de enfermera, había experimentado el sexo desde temprana edad con mis primos, primas, amigos de las ciudadelas donde antes vivía, en ese tiempo era flaco y arrendábamos en una ciudadela próxima a la prepa donde estudiaba, todos los que me conocían me consideraban de carácter tranquilo y servicial, vivíamos en el piso alto de una edificación rodeando el patio interno, el horario de mi madre era variado, había mañanas, tardes noches que las pasaba haciendo guardia, ella confiaba en mí por mi obediencia; me hice amigo de todos los vecinos que con humildad les hacía mandados y trataba bien a sus hijos, esos comentarios me gustaba oír y decirme mi madre que estaba orgullosa de mi, bueno, algo cierto es que a pesar de todo me gustaba mucho el sexo y me aproveché de ese buen comentario para satisfacer mis deseos.
Al lado de mi cuarto de arriendo vivía una señora llamada Mónica casada con un camionero gruñón que la pasaba más tiempo manejando y la visitaba una o dos veces por mes, de vez en cuando le daba golpes a su mujer, tenía una preciosa hijita morochita de casi ya cuatro años y se llamaba Eunice, piernitas rellenitas de buen semblante, labios gruesitos y pelo crespo, una dulzura de niña en todo, en el piso de abajo vivía una señora de nombre Ariana casada con un comerciante que la pasaba muchos días fuera de casa, se rumoraba que este señor tenía un hogar formado y Ariana simplemente era la amante del tipo muy huraño, tenían un hijito de cinco años llamado Jonás, un niño blanquito de labios finos muy bonito de cejas y pestañas que con piel y carácter había salido a la madre, Jonás tenía la misma dulzura y timidez de Eunice, fue así que empezó todo, las madres de los niños se hicieron muy amigas de mi, en especial más Mónica que dejando el recelo conversábamos de su intimidad llegando a algo más que amigos, su cuerpo no era agraciado como el de Ariana pero me encantaba su forma de caminar tan sexi, de alguna manera Mónica me gustaba, por timidez y miedo al escándalo en esos días no me le declaraba y no me dejaba llevar por sus insinuaciones femeninas aunque nuestra confianza iba en aumento, a veces se iba a realizar diligencias y me dejaba al cuidado de la niña, yo la llevaba al parque y fue aquella sentida tarde que la miré a esa niñita morocha con otros ojos cuando me pidió que la llevase a un rinconcito entre matorrales porque deseaba orinar, con recelo le bajé el calzoncito y la braguita y de pronto vi esa vaginita con labios gruesitos rosados botando ese líquido, estaba con sus manitos apoyadas en sus muslitos abiertos y esos deditos tan lindos que se agarraban del vestidito alzado y esos piececitos en los que se golpeaban las gotitas de orina, de un de repente se me vino la erección en mi verga viendo aquella vaginita tan linda y olorosa a orina, traté de calmarme para que no se note mi verga abultada llevando de la mano a la niña de vuelta a los juegos, de ahí en el camino aproveché para que su bracito frote mi verga tiesa, entre otros niños estaba Jonás muy vigilado por su madre como siempre, ese era un niño amanerado, delicadito al momento de decir palabras con sus manitos que las doblaba en sus gestos por hablar, afeminado con su caminar andaba de puntas, parecía hembrita en cuerpo de niño bien aseado, creo que esa tarde vi a Eunice muy diferente, me fijé en su culito y su manera de caminar igual que su madre, poco a poco en los días se incrementaba mi deseo, por esas noches pensaba en Eunice, más cuando leía las revistas porno que mis amigos me prestaba, me fijaba en las fotos y me imaginaba que era yo culeando a esa morochita preciosa.
La oportunidad se me vino a los pocos días cuando tocan a la puerta y abro viendo a Mónica y Ariana con sus hijos, ellas estaban muy arregladas, eran muy intimas de amistad, me dijeron que cuide a sus hijos que regresarían a la noche, acepté pero me imaginé lo que iban a hacer pues un auto en la esquina como de costumbre las esperaba para sus citas clandestinas, en eso habían hecho una gran amistad cómplice, dejé entrar a los niños, justo mamá había salido minutos antes a hacer la guardia vespertina y nocturna, Jonás estaba pintando una revista acostado en la sala, la tímida de Eunice estaba sentada jugando con su muñeca abierta de piernas en que se veía claramente su braguita, le hice señas con la mano estirada que se me acerque sin que Jonás lo notase, la llevé a mi cuarto con pretexto de ver golosinas y juguetes, mientras yo me hacía el que buscaba ella puso sus rodillas en el piso apoyándose con sus codos en el colchón dejándose ver ese culito y ese pechito apoyado en el extremo de mi cama, entre mí dije ahora es el momento y me acerqué a ella acariciándole la espalda llevando mis dedos al coxis, ella seguían indiferente viendo a su muñequita, yo simplemente deslizaba mis manos metiéndola por la braga de muñequitos estampados y comencé a rozarle mis dedos hasta tratar de metérselo en el ano, me miró algo extrañada y le dije que hiciéramos un jueguito en el que a cambio de premio no dijera de esto a nadie, ella aceptó y la acosté boca arriba, la desvestí por completo, quería verla desnuda a plenitud, le vi esa deliciosa vaginita abriéndole los labios con mis dedos índices, me acerqué a olerla, tenía el olor característico de niña virgen, eso me calentó cuando le introducía mi dedo índice, ella se retorcía riéndose y le pedía que se calme y haga silencio o el juego no funcionaba, seguí metiéndole el dedo después lo olí y ella seguía retorciéndose viéndome cómo olía mi dedo, le di la vuelta y le metí el dedo por el culito, ella daba pequeños gemidos, se lo metí hasta donde ella aguantaba, me pasé el dedo por la nariz oliendo ese olor característico de anito virgen,
su carita estaba apoyada entre dos almohadas y ella no vio el momento en que me deslicé el short y la trusa, puse mi verga bien tiesa y caliente de deseo entre la rajita de ese precioso culo morocho, mi verga de piel morena clara empezó con el roce, abrí su culito de cuatro años hasta donde más se podía e introduje el glande de mi verga, ella suspiraba fuerte diciéndo que le dolía, yo le decía que así era el jueguito que aguantase, reaccioné por miedo a desvirgarla aunque mi verga había entrado algo en ese precioso culito voluminoso, le hice que se diera la vuelta abriéndose de piernas, con el dedo índice y meñique le estiraba, le frotaba y le apretaba suavemente sus tetillas ella simplemente en silencio miraba mi verga bien tiesa que rozaba su vaginita, la llevé a mi cintura rodeada por sus piernitas, mi verga tenía liquido pre seminal que se pegaba en los labios vaginales, ella se reclinaba viendo mi verga rozar su vaginita, con el dedo índice le movía y apretaba estirando suavemente su clítoris haciéndola retorcer, le preguntaba si le gustaba el jueguito y ella me decía un si moviendo su cabeza, eso me alegraba y así le introduje apenas parte de mi cabeza en su vaginita, no quise ir a más y me limité a rozarle mi verga hasta que ella vio mi semen mojando su vaginita y su barriga, ella quedó viendo mi verga tiesa, seguramente era la primera vez que sentía ese roce, fui su primer culeón, y desde ahí hicimos muchas veces eso en mi cuarto, a ella de a poco le iba gustando más porque aumentaba nuestra confianza, Mónica la madre pensó en el afecto paternal que le daba a su hija y nuestra confianza también fue en aumento hasta que una noche en la que estaba solo en mi cuarto viendo tv ella llegó con el pretexto de regalarme una jalea casera que había hecho, yo estaba en bóxer y su mirada fija en el bulto de la tela del bóxer, sonriente con mirada erótica posó su mano en mi verga, sin decir palabras nos fuimos a mi cuarto, pregunté por s hija y me dijo que la dejó dormida, nos desnudamos y esa fue la primera vez que vi a Mónica desnuda para mí,
se arrodilló a mamarme la verga por un buen rato, luego la acosté al extremo de la cama poniéndome una de sus piernas en mi espalda mientras yo le lamía el clítoris haciéndola retorcer del placer, luego ella tomó mi verga y se la puso en la entrada de su vagina, yo lo que hice fue introducir mi verga, qué placer, que deseo tan lindo, mi verga entraba y salía por esa vagina, ella estaba tan caliente que rápido la hice acabar, yo la seguía disfrutando oyendo el sonido de verga y vagina culeandose, me pidió que acabase dentro de su culo, metí mi verga mojada abriendo su culo y de un solo impulso toda mi verga estaba dentro de su ser, estaba dándole verga bien concentrado en mi eyaculación dejándole semen dentro de su ano, complacidos nos dimos de besos apasionados y por lo general eran dos veces en la misma noche que hacíamos el amor aprovechando los turnos nocturnos de mi madre, una de aquellas noches visité el cuarto de Mónica y en la que estaba montado encima de su cuerpo dándole verga por la vagina que entraba y salía, en eso nos vio Eunice, su mirada fija en el movimiento de los genitales, viendo nuestros cuerpos desnudos, como pudimos nos cubrimos con sábanas, se me salió decirle que estábamos jugando, Mónica que no atinaba a decir algo se limitó a seguir mi comentario aprobándolo, la tímida niña simplemente salió del cuarto cerrando la puerta, de un impulso Mónica fue detrás de su hija encerrándose en su cuarto, entendí que en ese momento era adecuado marcharme.
Con el pasar del tiempo la amistad entre Eunice y yo no cambiaba a fin de cuentas me estaba culeando a madre e hija, cuando Mónica me la dejaba al cuidado no esperaba a más tiempo y la llevaba a mi cuarto, a ella le parecía normal el jueguito pues yo también le decía que se lo hacía a su madre, ella aceptaba mi jueguito y aceptaba que le pase un banano por la vagina dejándole restos que los pasaba con mi lengua y le lamía el clítoris, yo también me ponía banano en el glande de mi verga y le decía a Eunice que me pase la lengua por el glande, ella lo hacía de buen modo hasta que el enseñé a mamar bien y le preguntaba si le gustaba el sabor, ella me decía que sí, otras veces le pasaba leche condensada por su tetillas y vagina y le gustaba que se las lamiese, me ponía en el glande y me lo mamaba, ya ensalivado iba con mi glande a la entrada de su vagina para meterlo, para mí era la gloria ver apretado mi glande entre los labios vaginales de Eunice haciéndola gemir, lentamente mi glande entraba y salía abultando y reduciendo esos labios vaginales, ya por ese tiempo ella ya estaba para cumplir los cinco años, su cuerpito había crecido, recuerdo aquella tarde en que le abrí el culito y le pasé leche condensada que se lo chupaba y mordisqueaba ese precioso culito morocho a mi disposición, llené de saliva esa cuevita y empecé a penetrarla, ella aguantaba, me decía que ya no porque le dolía mucho pero esta vez fui más allá y se lo metí otro tanto, sentí que se lo había abierto más, dejé por un instante mi verga latiendo dentro de su ser que correspondía a mi piel con su calor interno, fue la primera vez que la hice llorar del dolor, me asusté, le dije que comprendiera que así era el juego en unas veces es rico y en otras se hace desagradable pero pasa, Eunice quedó sentada en la cama pensativa con su dolor en el culito pasándose los deditos, al rato se quedó dormida y al despedirme de ella y de su madre lo hicimos con sonrisas aunque Eunice en sus adentros seguía pensativa.
Jonás jugaba poco con los chicos de su edad, como ya lo dije, tenía un carácter y gestos de afeminado, por lo general cuando se quedaba Eunice conmigo él llegaba a mi cuarto al poco rato a jugar con ella, una vez que fui a comprar me tomé un poco de tiempo y al regresar reí por la ocurrencia de verlo a Jonás vestido con las prendas de mi madre, Eunice arreglándole cejas y pestañas, parecía hembrita aquel precioso niñito blanco, esos juegos se repetían haciéndose modelajes, de todo aquello que hacían, los tres habíamos quedado en acuerdo de guardarlo en secreto, como aquella vez que Jonás y Eunice rebuscando en mi cuarto mientras yo hacía mis deberes encontraron una revista pornográfica, los tres nos divertimos viéndola; unas semanas después yo estaba encerrado en mi cuarto teniendo en cuatro sobre la cama a Eunice rozándole mi glande por el culito cuando escucho a una vecina llamándome desde el piso de abajo a que le arregle un canalón a punto de caerse, me vestí de mala gana y vi que Eunice hacía lo mismo llamándolo a Jonás a jugar con los cosméticos; me demoré buen rato ayudándole a la vecina y al retornar la puerta de mi cuarto estaba con seguro, abrí y para mi sorpresa vi a los dos desnudos acostados en mi cama, Eunice encima de Jonás frotándose los genitales, ambos muy asustados temerosos de que dijera algo malo pero no dije nada simplemente me sonreí, les dije que no diría nada de esto como siempre sería nuestro secreto,
ellos se calmaron, me miraban que me quitaba la ropa, vi por primera vez el penecito de Jonás, me atrajo mucho su piel al desnudo tan blanca y tan bien cuidada como hembrita, aunque estaba pintada su cara, los tres desnudos jugamos en la cama a las cosquillitas, lentamente la puse a Eunice a filo de cama como cuando los había descubierto, mi pene rozaba aquella vagina ella se dejaba con amplia sonrisa viendo el roce de nuestros genitales, Jonás miraba atento el movimiento alzado y bajado de mi cuerpo sobre el de Eunice, estaba a punto de botar mi semen cuando escuché el golpe de la puerta, era la voz de la madre de Eunice que venía por ella, la vestí y salí con ella, Jonás se quedó encerrado en mi cuarto, conversé por unos minutos con Mónica y luego me despedí, me había quedado con las ganas de eyacular, fui donde estaba Jonás, aquel niño afeminado, estaba vestido sentado en mi cama, aún su carita estaba pintada, le hice gestos de que me acompañase al baño para asearlo, lentamente me siguió, le pasé abundante agua, le dije que de esto yo no diría nada, mientras lo aseaba vi su culito rellenito, mi verga se entiesó y comencé a frotársela por detrás, Jonás sonreía, le pregunté que si quería hacerlo, sólo me contestó agachando la cara sin dejar de reír, rápidamente le fui deslizando el short y la trusa colgándola en el sitio de las toallas igual hice con su remerita, le hice sacar sus tenis, lo quería ver completamente desnudo, lentamente lo conduje de los hombros a mi cama, me desnudé en su delante viéndome la verga sin perder detalle, le pasé mis manos delicadamente por sus piernas, su verga y su culito,
se dejó que le mame la verguita, deliciosa piel suave blanquita, se le entiesó, parte de su pelito lacio cubría su frente y su cara bonita, algo que me gustó de su inocencia fue el decirme de forma espontánea que se lo hiciera como le hace su primo, me asombré y le pregunté cómo y él se dio la vuelta quedando boca abajo, con sus dos manitas abrió su culito y daba a entender que por ahí, sonreí y se lo fui metiendo, sorpresa la mía que mi verga entraba más por ese huequito que por el de Eunice, meti más y más, ya estaba casi media verga adentro, me sorprendí al sentir que mi verga entraba más en ese culito de casi seis años, metí más hasta hacerlo gemir, pensé que ya le habían roto el culo pero no tanto, así que comencé lentamente el mete y saca hasta que se la mandé mi verga a lo más profundo, escuché un gemido desgarrador de Jonás que tuve que taparle la boca, saqué mi verga pero no había sangre, mi verga dilatada latente pero tibia aún, Jonás quieto acostado en mi cama con su culo abierto igual que sus piernas, Eunice me había dejado con el deseo de terminar, abrí el culo de Jonás pese a su negativa e hice un rápido mete y saca tapándole la boca hasta que dejé mi semen dentro de sus entrañas, saqué lentamente mi verga tiesa que se iba haciendo flácida, del culito de Jonás salía semen, lo llevé al baño limpiándole el culito con bastante agua eso le calmó un poco y vi que le vino un gustito cuando le pasé el dedo por la verguita, se la mamé y le complacía sentir rico, me decía que su primo no le hacía eso, sonreí, al rato vino su madre a llevárselo, me quedé inquieto pensando que a esa edad ya lo habían desvirgado a ese precioso niño.
A los pocos meses Eunice se fue con sus padres a vivir a otra ciudad, nunca la desvirgué por temor a ser denunciado, Jonás ocupó su lugar por un par de años más hasta que mi madre y yo nos fuimos a vivir a otra ciudadela por lo caro que ya cobraban ahí los arriendos, durante ese tiempo, encerrados en mi cuarto, Jonás se pintaba en mi delante, modelaba como hembrita y así vestidito me lo culeaba, con tanta pasión que su culito era siempre mío dejándole mi semen siempre dentro de sus entrañas, era un niño esplendido, difícil de olvidar, fue así que pasé uno de los cuatro años más lindos de mi vida.
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