A escondidas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde la ventana de mi cuarto miraba a la calle el manoseo a sus genitales que se daban sentados con las piernas abiertas mi hermanito pequeño Felipe con mi vecinita Aurora, entraban a mi casa, escuchaba los pasitos que daban con dirección a la habitación de Felipe, miré con cuidado por la ventanita de ventilación estaban desnudos ambos peques dándose vueltas en la cama sobre las sábanas, manoseándose torpemente, Felipe estaba encima del cuerpito de Aurora que tenía las piernas abiertas, el pene de mi hermanito se movía encima del estómago de Aurora, se hacía a un lado, ella se lo ponía en dirección a sobarle su vaginita sujetándole de la cintura para que se mueva adelante y atrás, en dicho movimiento las caderas de mi hermanito se movían también a los costados, mi pene se enduró haciéndome pajas, les eché un silbido que de inmediato miraban a donde estaba, se vistieron y salieron corriendo de la habitación, los vi jugar en la sala yo me sonreía, no se atrevían a mirarme estaban con pena de que los había descubierto, observé con detenimiento esas nalguitas hermosas de Aurora, me propuse acercarme para que me tuviera confianza, la escena que vi me hizo desearla, fue con el tiempo que le fui haciendo perder el recelo regalándole dulces o pasteles que le gustaban
Cuando iba a la cancha de futbol ellos dos se quedaban en casa mientras mi mamá hacía los quehaceres, los peques jugaban a la comidita o a la mamá y al papá encerrados en el cuarto de Felipe, allí continuaban con sus tocadas de juegos sexuales, después de cogerse a escondidas los dos salían del cuarto y se separaban, mi hermano salía al jardín y ella se quedaba en la sala, creo que les invadía el recelo de haberse cogido pero lo olvidaban porque después se encerraban a cogerse en mi ausencia.
Una tarde que la vi salir del cuarto de Felipe, me percaté de que mamá había salido a la modista, tomé a la pequeña por la cintura, le hablé al oído que tenía un buen premio para ella esperando en mi cuarto pero antes debía jugar conmigo en la cama, gustosa aceptó, le dije que corriera y entre a mi habitación y que allí me espere, llamé a Felipe y me puse a arreglar las piezas de la pista de juguetes que tanto le gustaba, le dije a mi hermanito que iba al cuarto a buscar más herramientas, que no se moviera de allí, corrí a mi cuarto la encontré sentada en la cama me senté junto a ella me preguntó dónde estaba el premio yo le dije que después se lo daba que primero teníamos que jugar a algo que a ella le gustaba, me recosté estirando las piernas corriéndome la trusa, le mostré mi pene grueso que latía del deseo de poseerla, la primera impresión de ella fue de sorpresa, agachó la cara con sonrisa picara, le pasé mi glande por sus suaves piernas, ella no dejaba de ver mi pene creo que le gustaba el tamaño, le dije que lo sobara con sus manos, al principio no quería pero le recordé lo del premio también que era nuestro secreto que nadie lo iba a saber, poco a poco tomó mi pene con esas delicadas y suaves manos lo sobaba tan rico que ya me salía liquido pre seminal mi pene estaba a full calor como toda mi piel, deslicé totalmente mi trusa hasta sacármela, la recosté deslizándose suavemente su calzoncito hasta sacárselo completamente, pasé mis dedos por aquellas deliciosas piernitas las besé en repetidas ocasiones, le sobé el clítoris haciendo que abriera las piernas, le gustaba mucho a pesar que se contraía de sentir algo nuevo eso veía en su cara extrañada, me senté en el filo de la cama la senté sobre mis piernas, le hice abrir más las piernas rodeándolas a mis muslos, su espalda quedó sobre mi pecho, mi pene sobresalía por debajo de su vaginita la hacía cabalgar le gustaba mucho ese movimiento que le hacía, mi pene rozaba la vaginita y el culito no dejaba de mirar mi pene en el movimiento de culeo que teníamos
La hice tomar mi pene con las manos al momento me hizo venir boté gran cantidad de semen algo me quedó en el glande y otro poco le quedó en sus manos, le limpié las manos con mi trusa, la acosté sobre el colchón le abrí las piernas y su conchita deliciosa parecía una flor de rosadita, moví el pene circularmente sobre sus labios vaginales, le sobé el clítoris delicadamente, ella se contraía, le gustaba, botaba mucho aliento, me dijo que deseaba orinar, le dije que se tranquilizara que después lo haría porque el juego terminaría ahora y pronto tendría su premio, mi glande empezó a sobar y a entrar en medio de los labios vaginales, un pedacito de mi glande entró en su vaginita la hice pujar puso una cara agestada de dolor yo también sentí incomodidad en mi glande, de inmediato le hice dar vuelta, abrí las piernas con los dedos le abrí el culito le moví mi glande con la intención de penetrar su anito Aurora de nuevo pujaba, gemía por mi metida de glande, se escucha tocar la puerta de inmediato me puse en pie y me subí la trusa, se escuchaba la voz de mi hermanito que quería entrar, le dije a Aurora que se metiera debajo de la cama y que no hiciera ruido, abrí la puerta mi hermanito preguntó por las herramientas, le dije que esperara en la sala, cuando cerré la puerta Aurora salió acomodándose el vestidito, la abracé por detrás dándole besos en el cuello, la acosté de boca al colchón le bajé suavemente el calzoncito le pasé las manos por el culito suave de nuevo le metí el glande entre las nalgas, al principio le gustaba que se lo pase a medida que le iba entrando cambiaba de actitud y me decía que ya no porque le estaba doliendo, le dije que se vistiera y corriera a esconderse a la cocina que ya yo iba para allá que allí estaba su premio, le di galletas con mermelada y queso que tanto le gustaban, desde ahí pasaron muchas tardes en que la encerraba en mi cuarto para sobarle mi pene por el cuerpo y penetrar su vaginita poco a poco al aguante de ella.
Una media tarde sombría mi mamá decidió llevar a Felipe al dentista para que le extraiga una muela, mi papá como de costumbre llegaba del trabajo en la noche, estaba cambiándome de ropa para salir a jugar pelota y dejar cerrada la casa cuando escucho que tocan la puerta, era mi vecinita Aurora con la intención de jugar con Felipe, la hice pasar, de pronto me vino una angustia acelerando mi corazón mi pene se entiesó tanto que no podía contener el bulto que se me hacía en la trusa, de eso se dio cuenta Aurora cuando metí mi mano por dentro de la trusa para acomodarlo, sin pensarlo dos veces le mostré mi pene masturbándome en su delante, lo acerqué para frotárselo por las manos y después por las piernas, me encantó que se lo dejara pasar por los labios diciéndole que cierre los ojos, se dejaba que le baje el calzoncito la senté y le abrí de piernas sobre el sillón le moví el clítoris con los dedos, me gustaba olerle la vaginita con resto de orina, acerqué mi glande con la intención de metérselo entre sus labios vaginales, se movía mucho al tratar de penetrarla estábamos incómodos, la marqué llevándola a mi cuarto, la abrí de piernas recostándola a filo de cama tomé mi pene y lo puse en su vaginita, me gustó contemplar por algunos segundos mi glande entrar lentamente por esa húmeda conchita virginal, Aurora sentía molestia, pujaba sus manos me apretaban las muñecas de mis manos que estaban apoyadas al colchón, sentí un gustito de delicia al penetrarla, sacaba el glande por un ratito, con lentitud y suavidad se lo volvía a meter deliciosamente milímetros más y más adentro, ella gemía decía que ya, yo uní mi pecho al de ella haciéndola acostar, entrelacé mis manos a las de ella, no quería dejar de cogerla me gustaba esa sensación de penetración, era mi primera vagina virgen que me estaba comiendo
La irracionalidad del deseo se apoderó de mi por eso con afán le metía más adentro mi glande, seguía sintiendo ese gustito de deseo por eso de un empujón le rompí el himen con el glande, ella gritó fuerte agarrándome las manos, le dije que hiciera silencio pero no me obedecía, algo le tapé la boca para que no hiciera ruido, rapidito le sacaba y le metía mi pene, ella no paraba de llorar, me vino el gusto por dejarle el semen dentro de su conchita, quedé rendido encima de su cuerpo con mi pene fuera de su vaginita, sus lagrimas corrían por mis mejillas, me miraba acusadoramente, reaccioné levantándome de su cuerpo con algo de culpa, miré que parte de la sábana quedó con restos de sangre y semen, ella seguía abierta de piernas tapándose la cara quitándose las lágrimas, pensé lo peor aunque dentro de mi tenía conciencia que había sido su primer hombre el que le había roto su virginidad, como pude muy despacio me dirigí al baño llevándola lentamente, sus piernas estaban tiesas, la sangre le corría por las piernas Aurora no dejaba de llorar, la limpié despacito me decía que le dolía mucho de inmediato le di unas cápsulas para el dolor le puse otras en el bolsillo para que se las tomara al dormir, le puse crema pero la sangre seguía corriendo, estaba asustado le pasaba agua por la vaginita, le pedía que se calmara que ya le pasaría el dolor, quiso orinar haciéndolo con dificultad le salía sangre todavía, el resto de la tarde la pasó sentada junto a mí en el jardín en compañía de algunos vecinitos del lugar, de lejos me miraba con tristeza y temor
A cada rato se tocaba la vaginita su ánimo estaba decaído, aunque le pedí de favor que no dijera nada yo sentía temor de que hablase con sus padres por lo que hicimos, esa tarde no pude comer por temor a que en cualquier momento a que abrieran la puerta los padres de Aurora a reclamarme, los días siguieron con mi angustia, Aurora no venía a casa, las tardes yo las pasaba jugando o en casa de amigos, llegaba en la noche, a veces la observaba de lejos en cuanto me miraba agachaba la cara, Felipe iba a casa de Aurora a jugar, ella no venía a casa.
Pasó un buen tiempo, tuve un poco de alivio porque Aurora no dijo de lo nuestro, mi hermanito Felipe llegaba a casa después de jugar en casa de Aurora, entraba al baño, observaba de lejos que estiraba su trusa con las manos dentro viéndose su penecito, en una ocasión lo vi orinar tenía el pene muy rojo, comprendí que Aurora y Felipe seguían haciéndose sexo. Pasados algunos meses regresaba a casa luego de jugar pelota y me puse muy contento cuando vi en la sala a mi pequeña Aurora, mi hermanito tenía desarreglada la camisa, con la cremallera abajo, Aurora estaba abierta de piernas se podía ver claramente su calzoncito algo manchado de orina, me calenté mucho, me dieron ganas de cogerla me acerqué a ella que me miraba agradablemente, me agaché con la intención de rozarle mi bulto por el bracito, le pregunté a Felipe por mamá me dijo que fue a visitar a la vecina enferma, rato después Felipe salió a ver a mamá con Aurora, al poco tiempo la chiquilla jugaba en la acera de mi casa me miraba risueña, me animé a hacerle señas para que entre, al principio no quería, le dije cordialmente que le iba a regalar lo que ella quisiera, me dijo que una muñeca, le dije que sí y ella aceptó, Aurora y yo corrimos a mi cuarto, estaba consciente de que mamá pronto podría llegar, eché seguro a la puerta, la abracé uniendo nuestros genitales vestidos, me gustó que se dejara bajar el calzoncito, rapidito la acosté en la cama me bajé la trusa ella observaba que me tomaba el pene llevándolo a su vaginita, mi glande sintió la humedad de su conchita jugosa y deliciosa se lo metí despacio con placer, ella gemía me decía que no le hiciera doler, la penetré con amor besándola apasionadamente, cada vez que le metía más el pene me dijo que todavía sentía dolor la penetré con intención de que no gimiera pero era difícil, con maña le hice rozar mi glande en su clítoris la volví a penetrar con gusto, la puse de cara al colchón le rocé mi pene en su culo, mi semen recorrió la espalda y nalgas, fue una cogida inolvidable, de vez en cuando lo hacíamos en mi casa, le enseñé a mamar mi pene, dejamos de cogernos al cumplir ella los doce años cuando se fue a vivir a su casa propia, todo ese tiempo que estuvo cogiendo conmigo ya hacía el amor también con otros niños del sector encerrándose con ellos en su casa, pasaron los años y recientemente siendo adulta quise algo con ella pero me hizo ver que era feliz con su esposo y con su hijito que irónicamente el pequeño lleva el primer nombre de su esposo y su segundo nombre… el mío.
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