A mi maestra, con cariño.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La señorita Blanca era una maestra siempre vestida de pantalones y con sus amplios guardapolvos, que pasaba totalmente desapercibida a los ojos de los varones más grandes, porque además estábamos atraídos por nuestras compañeras y las maestras, para nosotros eran viejas. Yo cursaba 7º y tenía casi 14. Con mi familia vivíamos en el campo, por lo que ir a la escuela era todo un trastorno. La señorita le ofreció a mis padres darme clases los sábados por la mañana, así que según convinieron, yo quedaría en su casa.
Es así que terminé alojado en una habitación muy amplia, frente al dormitorio de ella, en la planta alta. En la planta baja de la casona, había más dependencias y en una de esas estaba el dormitorio de su madre una señora algo mayor. El viernes por la tarde acompañé a mi maestra a hacer algunas compras para la casa, cenamos y temprano a dormir. El sábado, como de costumbre, me desperté temprano. Oí cuando ella salió de su dormitorio e ingresó al baño, que estaba al final del pasillo.
Por curiosidad salí en calzoncillos de mi dormitorio y fui a ver si podía ver algo. Necesitaba un motivo para masturbarme, a esa edad necesitaba hacerlo al menos dos veces por día. La cuestión es que por la cerradura pude ver a mi maestra en bombacha y corpiño, ahí me percaté que estaba muy buena. De talla mediana, no muy alta, cabellos largos negros y con un flequillo muy lindo, tenía unos pechos no muy grandes, pero sí bien parados y su cola nada espectacular, pero armoniosa con su cuerpo. Su edad era 28. De repente verla así, me excitó y comencé a tocarme, cuando quise darme cuenta me estaba masturbando mientras ella se quitaba la ropa para ingresar a la ducha. En un momento me concentré en darme placer con la imagen que me había quedado y no presté más atención a la cerradura. Repentinamente se abre la puerta, mi maestra estaba en una bata de toalla blanca y me agarró haciéndome una terrible paja al lado de la puerta. Me miró y yo sin decir nada salí corriendo a mi dormitorio y me encerré. Qué vergüenza!!! Y ahora? Mis padres me matarían cuando se enteraran. Además cómo mirar a mi maestra. No sé qué tiempo habrá pasado. Para mí fueron siglos, golpeaban a mi puerta. Yo ni respondía. Era mi maestra. Roberto, estás ahí? Yo no respondía, de vergüenza. Después de un momento me dice que va a entrar. Me tapé hasta la cabeza y me quedé inmóvil.
Ella se acercó y se sentó en el borde de la cama. Pensé que me diría las peores cosas. Comenzó a hablarme y decirme que estuviera tranquilo, que no pasaba nada. Que era natural que esas cosas pasaran, que mis padres no se enterarían, ni lo sabría nadie. Ufff, eso era lo más importante para mí en ese momento. Me hizo destapar la cara para hablar. Ya más tranquilo pude observar que traía puesta otra bata, de tela tipo raso rojizo. Mientras me hablaba comenzó a acariciarme la cara y decirme que yo tampoco tenía que contar a nadie que la había visto desnuda. Que sería nuestro secreto. Tras prometerlo, ella siguió acariciándome y comenzó a bajar su mano por mi cuello, hasta llegar a mi pecho. Miento si digo que me provocaba una erección, porque todavía me duraba el susto. Se acercó a mí y diciéndome que estuviera tranquilo, empezó a besar mi torso y a chuparme las tetillas. Yo inmóvil total. Con su mano tomó la mía y la llevó a su teta. Era la primera vez que tocaba una tena. Ahí ya sí, comencé a liberarme y ella lo percibió. Siguió besando mi torso y bajó hasta mi abdomen. Eso comenzó a calentarme y ya me había olvidado de todo. Estaba tocando a una mujer.
Ella por su parte bajó hasta mi zona pubiana con su boca y empezó a besar mi verga, mientras acariciaba mis pequeños huevos. En un momento se quitó toda la ropa y me quitó el calzoncillo. Me puso su concha en la boca. Muy bien rasurada, era hermosa, chiquita, sin labios prominentes y estaba muy mojada. Por primera vez sentí ese jugo tan suave en mi lengua. Ella me decía, Síiiii!!! Siiiiii!!! Así!!!! Mientras me hacía agarrar sus tetas. Su cara estaba colorada y por momentos se arqueaba hacia atrás, evidentemente eran terribles orgasmos. En un momento salió de esa posición y bajó a penderse de mi pene, que por entonces no era nada llamativo. No pasó mucho tiempo cuando sentí que se me estaba escapando la leche sin control. Ella la tomó toda y sin dejar de chuparme, me limpió todo. Se acostó a mi lado y no dejó de acariciarme.
Comenzó a besarme con lujuria y pasión. Para mí todo era nuevo, hasta sentir esa lengua dentro de mi boca, que me buscaba frenéticamente. Enseguida pude entender lo que hacían sentir esos besos y yo también seguí esa forma apasionada, caliente. Ya ahora yo comencé a acariciar su cuerpo, tocar sus tetas y a acariciarla toda. Enseguida bajó mi cabeza y fui nuevamente a su hermosa fuente. Ahora estaba más lechosa que antes. La recorrí toda, era hermosa esa sensación de estar con una mujer por primera vez. Sé que había torpeza en mí, pero ella lo disfrutaba mucho. Sentí como explotaba en terribles acabadas. Me pidió que le pasara la lengua por el culo. Mmmmmm no me gustó mucho la idea al principio, nunca había imaginado hacer eso. Medio con asquito, se la pasé muy por arriba. Ella, bien abierta y con las piernas levantadas, empujó mi cabeza pasa que no me saliera y siguiera chupándole el ojete. A decir verdad comenzó a gustarme, no tenía sabor a lo que yo pensaba, ni olor. La piel de alrededor era muy suave, así que empecé a lamérselo a gusto. Se notaba que estaba totalmente caliente, excitada, descontrolada. Gemía sin temor alguno a que su madre subiera y nos oyera. Se subió a mí y comenzó a cogerme. Por primera vez mi verga estaba dentro de una mujer, que sensación inolvidable. Pasamos toda la mañana cogiendo. Antes de irme, volvió a mamármela y se tomó mi leche. Cuando se percató del horario, me hizo bañar, mientras ella ordenaba mis cosas. Al rato llegaron mis padre y volví a mi casa, súper feliz. Antes de irme me dijo que la semana siguiente sería mejor. Que pasaríamos la noche juntos.
Cuando llegaron mis padres les comentó que me faltaba mucho para llegar al nivel de los demás alumnos. Que debería trabajar mucho conmigo. De vuelta mis padres me quitaron ciertos beneficios, como penitencia, “por burro”. Durante ese año no falté un solo día a la escuela y tampoco ningún fin de semana a la casa de Blanca. Ese año fue especial en mi vida, me hizo descubrir cada punto neurálgico en el cuerpo de una mujer, me enseñó cómo tratarla, cuándo ser suave y cuando bien cavernícola. Cuando empecé la secundaria, su mamá había fallecido, así que Blanca acordó con mi madre darme pensión en su casa para no tener que ir y venir del campo. Así de paso ella me ayudaba para ese nuevo ciclo. La cuestión es que terminé la secundaria y viví con Blanca hasta mi 2º año en la facultad; pues ella comenzó a celarme cuando debía ir a casa de compañeras, para realizar trabajos prácticos.
Debo decir que en esos casi 8 años, ambos fuimos muy felices, ella será siempre una mujer importante en mi vida y podría contar cientos de cosas que hicimos. Con ella he tenido el mejor sexo de mi vida. Hoy, pasado el tiempo, es la madrina de mi hijo mayor. Ambos tenemos muy en claro lo que fuimos, por lo que no transgredimos nuestra vida actual. Ella, por siempre será mi gran maestra.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!