A mis dieciocho años
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Fray_Pendon.
Recuerdo en ocasiones aquel día como si fuese hoy, me gustaría describirlo tal y como lo viví pero en ocasiones mi mente alucina, y quizás mezclo momentos y lugares inconscientemente.
Solo fue un día de algunos otros que se suelen guardar en esos rincones del cerebro que de vez en cuando encienden la chispa, simplemente fue una tarde veraniega y calurosa como otras tantas que viví aquel verano.
Estábamos bañándonos en la piscina todo el grupo que solíamos juntarnos, Rafaela, Isabel, Carmen, Montse, Juanillo, Tere, Alejandro, y Yo; ¡A! ¿Que como es mi nombre?, eso no importa, me podéis llamar como más os guste jeje; decía que estábamos en la piscina, y yo esa tarde me inclinaba por Rafaela; Tengo que decir que Rafaela e Isabel eran hermanas, y para mi desgracia las dos hermanas estaban compitiendo por mí.
Recuerdo que me acercaba cada vez más a Rafaela cuando quería decirle algo, y ella siempre Sonreirá y me respondía con una ternura especial; Tengo que confesar que a mí me gustaba más Isabel pero quizás me asustaba un poco su seriedad, aunque de verdad ese asustamiento solo lo sentía cuando estábamos con otros amigos, a solas nunca me había asustado ni reprimido de nada; Isabel cada vez que me acercaba a su hermana me miraba y gritaba mi nombre para que me distrajese, y si tenía en las manos algo me lo tiraba o me salpicaba con el agua para que perdiese mi idea.
Ya llegado un punto me decidí y le dije a Rafaela:
Vámonos a la caseta que tengo ganas de morderte las tetitas.
Rafaela me miró fijamente, sabía que lo que le decía Hera cierto, sabía que no me cortaba, me saco la lengua mientras me agarraba del brazo, y acercándose a mi oído me dijo:
Y si quieres el chocho también.
Abrí los ojos quizás como nunca, jajajajaja, pero no vacile, aunque si reconozco que nunca me hubiese imaginado de Rafaela, que me diese esa contestación; Yo esperaba algo más misterioso, como por ejemplo: Espera que se marche mi hermana, o, la caseta está muy cerca y estamos todos, y hasta un NO jajajajaja. Pero eso me sorprendió jajajaja, así que le Pregunte:
¿Nos vamos ya, o esperamos que se marchen todos?
Aquí es donde ella se sorprendió también, quizás no esperaba que yo reaccionase tan rápida mente, puesto que solía ser algo tardío en las reacciones, tenía que pensar lo que me decían para ver la respuesta, y esto hacia que en ocasiones necesitara varios minutos para reaccionar así que en esta ocasión la pille fuera de juego yo a ella jajajaja.
Recuerdo que sus ojos se clavaron en los míos como creo que nunca lo había hecho, recuerdo que se mordía suavemente su labio inferior mientras sonreía levemente, y una de sus manos se agarró a mi bañador entrando un dedo hasta tocar mi pene mientras preguntaba.
¿Y esto me lo podre comer es que tengo hambre sabes?
Jajajaja, no sé qué paso, jajajaja, quizás oscureció, o tal vez es que se me cerraron los ojos al sentir su dedo tocando mí pene, jajajja, lo que si recuerdo es que aquello aun estando dentro del agua parecía que le habían conectado un compresor de aire y empezó a engordar hasta casi hacerme daño por lo estrecho del bañador, jajajaja; Pero tal como subió bajo, jajaja, su hermana Isabel se había acercado en ese tiempo a nosotros y rompió el encanto diciendo:
No penséis que me voy a quedar aquí mientras vosotros os marcháis de juerga.
Yo respire hondo, me conocía mucho, sabía que si quería comerme el chocho de Rafaela tenía que ser diplomático, ¡o al contrario!, tenía que ser grosero pero convincente.
Me retire dos o tres metros de las dos hermanas, ahora si necesitaba pensar, deje fluir mi timidez provocada, y me acerque a Tere y a Carmen que estaban con Juanillo, Alejandro y Montse hacía rato que no estaban, Juanillo dijo casi gritando:
¿Claro cuándo te dan calabazas bienes a que te consolemos no?
Jajaja pobre infeliz, pero dije:
Si claro, ya sabes que soy muy tímido, pero así es la vida.
Seguí mi camino puesto que veía que no podía hablar del tema con nadie, llegue a la escalerilla y me salí de la piscina, justo detrás salió Carmen, me senté en el césped junto a mi toalla, que utilice para secarme la cara y las manos, Carmen se sentó a mi lado, me miró fijamente, ella me conocía, sabía que yo no me inclinaba por ninguna de las chicas del grupo, que solo me alejaba de Montse porque sabía que ella lo tenía claro, pero después ninguna Hera más ni menos que yo, sabía que pensaba que los mismos deseos que yo podía tener, también los tenían ellas, simplemente nos diferenciaba, que yo los expresaba y ellas los callaban.
Mi gran victoria entre el grupo que nos juntábamos, Hera, que había conseguido que todos y todas se expresaban según pensaban, Carmen rompió el silencio después de observarme un rato diciendo:
Si te digo que no me gusta que me muerdas las tetas te miento, si te digo que no gusta que me comas el chocho seria hipócrita, y hasta me gusta que te corras entre mis tetas, y también me gusta que aceptes no metérmela, aun sabiendo que lo deseas y yo también lo deseo muchas veces, pero lo que de verdad no me gusta, es que tu NO responsabilidad te haga ser tan estúpido, te haga ser tan jilipollas.
Abrí los ojos sorprendido, no sabía que responder, le di la espalda y escuche su respiración profunda, pensaba rápidamente sin principio ni final, no encontraba palabras para rebatir a Carmen, en pocas palabras me había dicho que era un golfo adorable; Respire profundamente como buscando que el tiempo pasase en silencio, uno, dos, tres segundos, minutos, horas, qué más da, simplemente que el tiempo pase en silencio y calmado; Por fin me gire hacia Carmen, la mire a los ojos y sonreí, luego le pregunte:
¿Verdaderamente soy un golfo adorable?
Ella sonrió y me contesto:
Claro que sí, eres un golfo adorable y deseoso, pero sé que no estoy en tu lista.
Rabioso no sé por qué le pregunte:
¿Verdaderamente me deseas? ¿Quieres follar conmigo? ¿Nos vamos al bosque? ¿Has entendido la pregunta?
Sin mediar palabra se levantó y se dirigió al bosque, yo recogí la toalla y la seguí hasta un lugar donde nuestros compañeros no veían lo que hacíamos.
Carmen me miró fijamente mientras se quitaba el bañador, no le importó que el resto del grupo estuviese en la piscina, sabía que estábamos solos, aquellos quince o veinte metros de bosque de distancia hacia que no nos viesen, después se abalanzo hacia mí besando mi pecho mientras despacio me despojaba de mi bañador, siguió besando y besando, mientras mis manos acariciaban su cuerpo, sus pechos fuertes, sus muslos duros, la aparte de mí unos instantes, extendí bien la toalla sobre la pinaza, le pedí que se pusiere boca abajo, bese su espalda y después la lamí, a mordisquitos baje toda su espalda y me entretuve un poco en su culo, mordiéndoselo y lamiéndoselo, para después bajar por sus muslos hasta llegar a sus pies; Mi juventud e inexperiencia, hacía que a estas alturas ya me hubiese corrido, cosa que hice sobre su espalda y después utilice mi semen para masajearle un poco.
Insatisfecho o quizás joven ardiente, seguí lamiendo hasta llegar a su chocho, en ese momento sentí el placer más grande experimentado hasta ese momento con ella, escuchaba como Carmen gemía como nunca la había escuchado, me aparto y se dio la vuelta, me mantuvo apartado, me hizo tumbarme y entonces empezó ella a repetir casi lo mismo que había hecho yo, me mordía las tetillas, la barriga las piernas los pies, y muy despacio llego hasta la polla, empezó lamiéndomela, pero poco a poco se la fue metiendo en la boca, cada vez más profunda, le pedí que se girase para poder yo comerle el chocho, y cada vez me excitada más, hasta que el exceso de placer hizo que me corriese en su boca.
Algunos solo teníamos dieciocho años recién cumplidos, aunque habíamos jugado al sexo, nunca habíamos llegado hasta esos extremos, quizás lo máximo había sido manosearnos con más o menos placer.
Se retiró y se medió acostó a mi lado, después de un rato de charla se subió sobre mí y abierta de piernas sobre mi pecho, pero sin tocas mi cuerpo, me dijo.
¿Lo ves? ¿Lo ves bien? pues si quieres follar tienes que prometerme que te olvidaras de Rafaela y de Isabel.
Yo la aparte un poco, pues su chocho no me dejaba verle la cara, la mire, me sonreí, y le dije:
Quítate de encima que dentro de una hora me pienso comer el chocho de Rafaela.
Un Saludo
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