A su orden, mi Mayor.
—¡Jesús, santo! … ¡Todavía tienes esta cosa dura! ….
Me había recién duchado, había regresado a mi dormitorio y me senté al escritorio en pijama; tenía que terminar algunas tareas de la escuela para la mañana siguiente. Sentí llamar a mi puerta, era mi padre que asomó su cabeza y sin decir nada entró y cerró la puerta detrás de él, tenía en sus manos cuatro o cinco páginas escritas a máquina.
Mi padre había siempre tenido un carácter autoritario, pero no impuesto por la fuerza. Todos quienes lo conocíamos, reconocíamos en él un carisma y un derecho al respeto. Por otra parte, él es un Mayor de ejercito acostumbrado a la rectitud, organización, comportamiento estricto, disciplina férrea y, sobre todo, a comandar y ser obedecido.
—Andrés … tengo que decirte algo muy importante … aquí podemos tener la tranquilidad necesaria …
Inmediatamente imaginé que fuera una admonición y una bronca por mis deberes escolasticos, que seguramente no le satisfacían. Esperé entonces que comenzara con su reprimenda.
Por fortuna, no era eso. Había recibido la comunicación de su partida a reemplazar al jefe de la comandancia Antártica por un período de seis a ocho meses. Estaba preocupado por el largo tiempo ausente, era una misión difícil y arriesgada, pero se estaba preparando y en mí iban a caer algunas obligaciones anexas. En una de esas páginas escritas, había hecho un “Elenco de deberes”.
La depositó delicadamente en el ángulo de mi escritorio, esta fineza contrastaba con su carácter autoritario y fuerte, pero, aparte de todo, yo lo quería mucho porque era un buen padre; me dijo:
—Andrés … como yo no estaré para supervisar tu obligaciones … te he preparado esta lista con tus tareas diarias … debes cumplirlas y actuar responsablemente …
Comencé a hojear la pagina y me recordaba mis tareas: Tener limpia y en orden mi pieza; sacar la basura los lunes, miércoles y viernes; ayudar a mamá en la cocina; y todas las noches debía controlar que la puerta de casa esté bien cerrada y bajo llave. Después me extendió una segunda página diciéndome:
—Estas serán tu tareas semanales …
Había listado las cosas que debía hacer semanalmente, tal como: Cortar el pasto del jardín; limpiar el garaje; acompañar a mi madre a las compras al supermercado. Luego llegó el turno de las tareas mensuales, otra pagina ordenada y pulcramente escrita: Podar los setos que rodeaban la propiedad, controlar el nivel de aceite y el aire de los neumáticos de nuestro auto. Finalmente, estaban las tareas estacionales: limpiar las canaletas antes del invierno y revisar los desagües del techo; revisar el anticongelante del auto; fertilizar los árboles y plantas, y otra cosas más.
¡Increíble!, todavía no se iba y ya me tenía lleno de pega para todo el tiempo que iba a estar ausente. Después estaba una lista de “Debes” y “No debes”. Por ejemplo: Puedes salir todos los días y “debes” regresar a casa no más tarde de las nueve; Puedes salir los fines de semana y “debes” regresar a casa no más tarde de las once. “No debes” traer chicas a casa. “No debes” dejar embarazada a ninguna chica; Etc. Etc. Etc.
No podía creerlo, mi padre me trataba como una unidad más del ejército. Estaba acostumbrado a su autoridad, pero esto de llenarme de órdenes, era simplemente el colmo.
Mi amado padre se quedó conmigo a repasar las listas con sus “directivas”, como la llamaba él. Esto porque quería estar seguro de que yo había comprendido a cabalidad la misión que se me encomendaba. Naturalmente que había entendido todo. A mis diecisiete años tendría que haber sido un simio para no entender todo sus dáctilo escritos. Me miró con el ceño fruncido y me dijo:
—Andrés … tengo que confiar en ti … tú estarás al mando de todo … tienes que comportarte a la altura … debes cumplir mis directivas a la letra y no fallar en la misión …
¡Carajo! No tenía ninguna intención de cumplir sus estúpidas órdenes, bueno, no todas. Además, él no iba a estar presente para controlarme, ¿verdad? Él iba a estar a representar al ejército en el lejano continente blanco, en defensa de la soberanía del país. Por supuesto que iba a ayudar a mi madre e iba a hacer todo lo posible para no procurarle problemas. Pero estaba más que decidido a follar con todas las chicas que me abrieran las piernas el tiempo suficiente. No tenía ninguna intención de limpiar el garaje todas las semanas y tampoco ir a cortarme el pelo cada dos semanas.
Me disgustaba esta manía de mi padre de dictar órdenes; esto estaba bien para el regimiento o para su comando en la Antártica, pero para mí era a veces insoportable vivir con él en esta especie de regimiento chico como si fuese un militar bajo sus órdenes. Estaba constantemente impartiendo órdenes a mamá y a mí, y se enfurecía como un loco, cuando no ejecutábamos sus órdenes en el modo que él había dispuesto
Yo ya había crecido mucho para ser un muchacho de solo diecisiete años; medía un metro ochenta y tres, y pesaba setenta y cuatro kilos; pero él era mucho más grande que yo: un metro y noventa y cinco con ciento diez kilos de puros músculos. Para tratar de asemejarme a él, asistía al gimnasio tres veces a la semana, levantaba pesas y hacía body building.
De todas maneras, debo confesar que me complacía su partida por un periodo de tiempo extenso. De este modo no habría atormentado ni a mi madre ni a mí con sus continuas órdenes de militar.
La tarde antes de su despedida, vino a mi habitación de nuevo. Esta vez entró silenciosamente y se aseguró que la puerta estuviese bien cerrada. Se sentó a mi lado al costado del escritorio con un aire muy serio, yo me volteé hacia él por respeto y para escuchar cual era la novedad que me iba a ordenar. Nos mirábamos con cierta tensión. Suspiró hondo y levantó sus cejas absorto en sus propios pensamientos, estaba en silencio.
Al cabo de un rato volvió a posar sus ojos sobre mí, posó sobre el escritorio una botella de whisky y dos vasos. Lo miré sorprendido. Sabía que nuestro mueble bar estaba bien provisto de vinos y bebidas alcohólicas, pero muy pocas veces había visto a mi padre beber, yo mismo nunca bebía licores de ningún tipo. Luego el hizo algo que continuó a sorprenderme; llenó ambos vasos y me pasó uno a mí:
—Toma, hijo … bebe una copa con tu padre …
Me quedé asombrado; ¡Ese hombre lleno de normas estrictas que era mi padre me invitaba a tomar con él una copa de un super alcohólico! ¡Realmente increíble! Por un momento pensé que podía ser una especie de ardid suyo para ponerme a prueba, para comprobar de que era un bebedor. Bebí un sorbo cortito, me dieron escalofríos y dejé el vaso sobre el escritorio con una mueca de asco. Nunca me había gustado el alcohol. En cambio, mi padre vació el vaso de un solo trago y luego mirándome con solemnidad dijo:
—Hijo … “Los instintos sexuales son una emoción demasiado fuerte” …
Me sorprendió su afirmación, qué, viniendo de él, parecía algo eclesiástico y sagrado, un dogma y una revelación. Para mí resultaba agradable su dicho. En realidad, mientras crecía no pensaba mucho en ello. Pero cuando alcance la adolescencia, se convirtió en algo fundamental en mi vida que cambió radicalmente. Mis compañeras de clase habían sido muy colaboradoras en mi período de “destete”. Lo miré atentamente porque esta temática me interesaba particularmente y él prosiguió:
—Lo he pensado mucho, ¿sabes? … ahora más que nunca, cuando estoy por partir por largo tiempo … quedaras solo con tu madre … tú ya eres un hombre y tienes tu pulsiones sexuales … yo lo sé y lo entiendo … tal vez te parezca extraño, pero también yo tuve alguna vez tu edad y sé muy bien lo que sucede a los adolescentes …
Esta forma auto irónica de hablar por parte de mi padre me pareció hasta tierna, nunca lo había escuchado expresarse en este modo. Acercó su rostro casi a mi mejilla y me dijo a baja voz:
—También tu madre tiene fuertes pulsiones sexuales …
No cesaba de sorprenderme. ¿Qué querrá decir con esto? No lograba relacionar a mi madre con el sexo. Era una idea bizarra. Tal vez ridícula. No podía creer que mi madre pensara al sexo, de esto estaba totalmente seguro, ella era la mami; santa, casta, púdica, pudorosa, recatada. La expresión de perplejidad en mi rostro hizo que mi padre tratara de explicarse un poco mejor.
—Todas las mujeres tienen fuertes pulsiones sexuales …
Ciertamente esto no era una novedad. Las muchachas de mi colegio las tienen; por Dios Santo que sí las tienen. Me hubiese gustado contarle mi experiencia personal. Decirle de la vez en que Angela se sentó en mi pierna y restregó su panocha hasta correrse. ¿Pero mi madre? ¿Todas las madres? ¡Estupideces! Las chicas tienen estos deseos ardientes hasta cuando crecen y se transforman en madres, entonces olvidan todas las perversidades de juventud y toman un voto de castidad. Él seguía mirándome en forma interrogante y misteriosa, y continuó explayándose:
—Soy muy reacio a irme y dejar ciertos problemas sin supervisión, y sobre todo sin una solución … no estoy acostumbrado a eso … soy una persona formada en una férrea disciplina … si debo tomar decisiones, siempre estoy preparado para ello … para mí … no existe problema sin solución … si es necesario ser practico yo lo soy … sé ser muy pragmático cuando es necesario …
Continuaba a fijarme intensamente, yo no sabía que responder, ni siquiera sabía hacia donde iba su conversación. Mi cerebro llegaba a humear funcionando a la velocidad de la luz tratando de entender el significado verdadero de lo que mi padre trataba de transmitirme. No sabía ni siquiera las implicaciones que esta situación iban a acarrear para mí.
—Papi … no tienes que preocuparte de nada … puedes contar conmigo …
Traté de tranquilizarlo, pero todavía no entendía de que cosa estaba tratando de calmarlo. Evidentemente no era la respuesta que esperaba papá, movió enérgicamente la cabeza en sentido negativo y me dijo:
—No … no … no … te equivocas, hijo … esta situación es grave y me preocupa mucho … estaré lejos del hogar por cerca de un año … si no sigues mis instrucciones a la cabalidad, toda tu existencia podría ser afectada … Por ejemplo: sí metes encinta a cualquier chica … es tu deber casarte con ella … esto tendrá como consecuencia que terminarán tus estudios escolásticos … tendrás que buscarte un trabajo y tendrás que hacerte cargo de mantener a tú familia por el resto de tu vida …
Miré su vaso de licor vacío. ¿Es posible que el alcohol haya afectado su cerebro así tanto? Sospeché que había venido a mi cuarto a decretarme otra de sus estúpidas órdenes: “No debes follar nunca más con una chica” … Pero a pesar de todas sus advertencia con catastróficos presagios; yo no follaba muy a menudo, a decir verdad, casi nunca, o mejor dicho, nunca. No tenía ninguna intención de meter mi polla dentro de cualquier muchacha, especialmente si no tomaba algún anticonceptivo. No confío en los condones. Hasta ahora no he encontrado una chica que quisiera follar conmigo y que tomara la píldora, pero continuaré a buscarla, por ahora he solo obtenido pajas y mamadas por parte de las muchachas. Pensé que sería propicio comunicárselo a mí padre, buscaba las palabras justas. Y justo cuando iba a abrir la boca me dijo:
—Eso jamás deberá suceder, hijo …
Me tranquilizó hablando con ternura y firmeza a la vez. No sé porqué me imaginé yo mismo como un hombre de cuarenta con una mujer embarazada, trabajando en una bomba de combustibles, con una media docena de hijos pequeños tirando de mi cinturón. Una visión horrenda que trate de olvidar de inmediato. Mi padre se versó otro vaso de licor y se lo sorbió en un segundo; luego me miró y prosiguió con su perorata difícil de entender.
—Si consideramos a tú madre … esto es todavía mucho má serio …
Dijo mi padre en tono calmo y tranquilo. Yo todavía no lograba entender su propósito.
—También ella está sujeta a las tentaciones … tu ni siquiera imaginas lo que es capaz de hacer un hombre adulto … no se diferencian mucho de un muchacho de tu edad … tal vez peores … entre mis colegas de armas, habría al menos una docena que no dudarían en tratar de hacerle la fiesta a tu madre … sé que ella me es fiel … en un principio no los tomaría en serio … estoy seguro de eso … pero las tentaciones crecen y se hacen insoportables con el pasar del tiempo …
Lo miré y restregaba su puño contra la palma de su otra mano nerviosamente; luego continuó:
—Ella estará sola … ningún hombre a hacerle compañía … ninguno que hable con ella … ninguno que pueda apreciarla o descubrir su belleza … las mujeres aman que se les diga que son bonitas y deseables … ¿Qué sucedería si ella se tienta y cede? … la familia entera sería destruida …
Declaro mi padre enfáticamente moviendo su cabeza apesadumbrado.
No podía entenderlo. ¡Él estaba hablando de mi madre! ¡¡¡Mi Madre!!! ¿Existía esa posibilidad que mi madre pudiese cambiar su conducta irreprochable solo porque no se le decía que era hermosa y deseable? Realmente me parecía estúpido, pero si mi padre consideraba seriamente que eso era un problema, yo podría decírselo a mamá. No tenía que hacer ningún esfuerzo, tampoco mentirle, mi madre es muy atractiva, mucho más atractiva que cualquier madre que yo conociese.
Me disgustaba pensar en mamá en términos sexuales, pero ella es realmente hermosa. De cuerpo esbelto, un rostro angelical, grandes ojos verde claro, labios rellenos como si se los hubiese hecho un cirujano plástico; senos preciosos y exuberantes, un culo simplemente torneado a cincel con esa forma de pera, espectacular. Cuando iba por la calle con ella, los hombres se giraban a mirarla con un claro propósito carnal.
Pero continuaba mi padre a mirarme un poco desilusionado por el resultado de nuestra plática. Yo estaba entendiendo que había que mantener a mi madre calma y tranquila diciéndole que era hermosa y muy atrayente; y yo estaba dispuesto a hacerlo. No tenía ningún problema de decirle a mi madre algún cumplido de vez en cuando para tenerla contenta. Se lo iba a decir, pero él me interrumpió diciendo:
—Este problema me ha tenido muy preocupado, ¿sabes? … y creo que he dado finalmente con la solución que se ajusta estratégicamente a mis planes … será como darle a dos pájaros de un solo tiro … así solucionaría ambos problemas y podría irme en completa tranquilidad a cumplir con mi deber de soldado de la patria … tal vez mi solución parecerá poco convencional, pero en momentos delicados del combate, hay que buscar soluciones plausibles y tácticamente razonables …
Con ese vocabulario de militar, renuncié a tratar de comprenderlo, no sé si el alcohol se le había ido a la cabeza o no. Pero esa jerigonza militar era muy difícil de interpretar. Se quedó en silencio asintiendo con la cabeza y me miraba como si yo hubiese entendido toda su perorata, luego en forma solemne y seria concluyó:
—Andrés … hijo … quiero que duermas con tu madre mientras yo estaré en el polo sur …
Casi me caigo de la silla, alcancé a aferrarme del escritorio. ¿Había escuchado bien? ¡Él quería que yo durmiera con mamá! Yo lo miraba incrédulamente. Mi mente giraba vertiginosamente. Luego me tranquilicé. Me di cuenta de que le había entendido mal. Para mi dormir con una persona del sexo opuesto era para hacerle el amor. Pero para mi padre cuadrado como un militar profesional no era posible que significara lo mismo; seguramente él le daba el sentido literal a esas palabras. Pero quise más precisión al respecto, un asunto delicado que necesitaba aclararse:
—Quieres que de tanto en tanto duerma en la habitación de mamá, ¿eh? … de acuerdo, papá … dormiré en el diván cercano a su cama … si esto te deja tranquilo, para mi no es un problema …
—¡Santísimo Jesucristo, Andrés! …
Dijo de repente mi padre mirando hacia el techo.
—No quiero que duermas cerca de ella … quiero que te acuestes en la cama con ella … te lo diré sin medias palabras … ¡quiero que te folles a tu madre! … ¿me entiendes ahora? …
Me quedé atónito, estupefacto, sin palabras mientras miraba profundamente sus ojos. Él se dio cuenta de que estaba desconcertado con su petición, entonces siguió aclarando la situación:
—Quiero que le hagas el amor al menos dos veces a la semana … todos los miércoles y los sábados por la noche, dos o tres veces … ella está acostumbrada a ese ritmo y le gusta … y debes prometer que lo harás por todo el tiempo que yo estaré ausente …
Realmente no podía creerlo. Continuaba a mirarlo con asombro. Me preguntaba como es que no me lo incluyo en una de sus extrañas listas de deberes. Tal vez porque era una misión que habría retenido en mi mente y cumplido a cabalidad. Los militares a veces usan códigos reservados y secretos para dar a conocer sus planes estratégicos.
—¡Mírame, hijo mío! …
Dijo mi padre exhalando un respiro profundo, como si se hubiese liberado de un peso enorme y tener otra vez todo bajo su estricto control:
—Entiendo tu asombro y tu shock, Andrés … te estoy pidiendo algo inusual … pero puedo asegurarte de que lo he pensado y planificado muy bien para defender la integridad de la familia … tu eres parte del team familiar y debes afrontar tu deber … es por la familia, ¿entiendes? … no creo que te esté pidiendo demasiado … y estoy seguro de que sabrás cumplir con tu deber … debes estar a la altura de la misión que te estoy encomendando … estadísticamente, los chicos fantasean con follar a sus madres … cuando yo tenía tu edad, mi fantasía preferida era pensar en follar a tu abuela … en ese tiempo ella era una mujer llena de vida y exuberancia y yo fantaseaba con ella … por eso mismo … sé que no resultará difícil para ti follar con tu madre … pero si tu no lo haces … nuestra retaguardia será vulnerable y podría aparecer un don Juan que incite a tu madre a hacer cosas que una mujer sana, ardorosa y vigorosa como ella no podrá rehusar … entonces cuando yo vuelva seré obligado a divorciar de ella y nuestra familia habrá sido destruida … ciertamente ni tu ni yo queremos que eso suceda, ¿verdad? …
Traté de protestar pensando en la santidad y castidad de mamá.
—Pero, papi … no creo que ella fuese capaz de hacer algo así … jamás …
Mi padre movió la cabeza en sentido negativo:
—Andrés … tu lealtad y confianza hacia tu madre son encomiables … pero tu no la conoces tan bien como yo … ella es una mujer muy sensual y ardiente … con fuertes necesidades sexuales … ahora te lo pido de nuevo … ¿Quieres follarte a tu madre en defensa de la integridad nuestra familia? …
Su rostro estaba muy serio y me miraba atento a mi respuesta y un poco angustiado le dije:
—Bueno, papi … si la pones así … probaré …
—¡Probar! … ¡Solo probar! … pero hijo, ¿te das cuenta de la delicada misión que te estoy asignando? … ¿hay algo que no te funciona sexualmente? …
—¡No papi! … ¡Nada de eso! … estoy bien … pero no sé como lo tomará ella … no sé como me debo acercar a mamá … no sé cómo va a reaccionar a mis pretensiones …
—Andrés … no tienes nada de que preocuparte … tu madre y yo hemos planificado todo en conjunto … ella está de acuerdo y está convencida de que serás una óptima solución …
—¿Sí? … ¡uhm! … co-cómo … ¿ella acepta? …
Pregunté en un tono de absoluta incredulidad. Sentí que todo me daba vueltas, mi cabeza era un torbellino. Me parecía algo demencial, pero en mis pantalones inició un cosquilleo conocido.
—Es lógico y natural, ¿no? … ¿o piensas que habría podido venir a hablarte sin el consentimiento de ella? … hemos discutido y analizado todo los aspectos logísticos y estratégicos del escenario táctico y llegamos conjuntamente a la conclusión de que esto era el mejor modo de resolver el problema … ahora ella está allí en su dormitorio … te espera a ti, hijo … anda … anda con tu madre …
Me dijo con una paternal sonrisa.
¡Oh, Dios mío! Ella me espera en el lecho matrimonial. Justo ahora, para hacer el amor con ella. ¡Jesús, Jesús! ¡Que situación más bizarra! Mi padre se percató de mi estado confusional y me habló con mucha tranquilidad:
—¡Mira, hijo! … he puesto sobre tus hombros una inmensa responsabilidad … defender la integridad de la familia …por años te inculcamos el respeto por tu madre … por eso … nunca la debes considerar un objeto sexual … vas a estar con ella porque es tu deber … va a hacerle el amor y proteger nuestra integridad familiar … sé que es una cosa compleja, pero metete en mente que esta en juego nuestra familia así como es … además, yo no puedo partir sin saber que todo funciona … no puedo irme sin haber dejado todo bajo estricto control … tu serás el encargado de que esto funcione … entiendo que es una empresa ardua … debes estar muy atento al enemigo … no distraerte … dar lo mejor de ti … debes tener temple, brío, carácter y entereza … como si tu vida dependiera de ello … compórtate a la altura … tu madre, yo y la familia nos ponemos en tus manos …
Asentí con una mirada ausente, lo sentía, pero no lo estaba escuchando. Mi mente estaba concentrada en lo que él quería de mí. Tenía que juntarme con mi madre y follarla. Y al parecer, ella estaba sobre su cama a esperarme para hacerlo conmigo, ¡¡su hijo!!
—Bueno … bebe un poco y anda donde tu madre … metete en la cama con ella … eso es todo lo que tienes que hacer … ella ya tiene todas las directivas sobre la misión … yo esperaré aquí … tu madre vendrá a rendirme un completo informe una vez que hayan terminado …
Me levanté un poco cabizbajo y todavía impresionado, él agregó:
—¡Ah! … no te preocupes de embarazarla … tu madre no puedes tener otros bebés …
Casi sin darme cuenta aferré el vaso de super alcohol y me lo mandé de un solo trago, tal vez para darme coraje y mi padre me empujó hacia la puerta suavemente, pero con firmeza. Lo miré por última vez para ver si él me detenía, pero me hizo señas con su mano de seguir adelante, hacia el dormitorio donde me esperaba mí madre.
Sudaba por completo, como si recién hubiera salido de la ducha. Quienquiera pensar que iba a salir corriendo de mi pieza con la verga dura y pronta a clavársela a mi madre, está totalmente equivocado.
Como en un trance comencé a bajar las escaleras. Reflexionaba sobre lo que me estaba sucediendo. Estaba claro que mi padre hablaba en serio. Él quería realmente que yo le hiciera el amor a mamá y, que continuara a hacerlo por todo el tiempo en que él estaría ausente, ¿ocho meses? ¿un año? Me parecía una locura. De seguro mi madre nunca habría aceptado algo así, esto debe ser solo para dejar contento y tranquilo a mi padre. Apenas él se vaya todo regresará a ser normal como siempre. No, mi madre no iba a abrir sus piernas para mí e invitarme a follarla. ¡Obvio que no! Estaba seguro de que mi madre mantendría la cordura en todo este asunto. Además, yo nunca tuve la fantasía de follar a mamá. Es cierto que cuando tenía nueve o diez años, más de una vez traté de verla desnuda, pero era una curiosidad meramente científica y nada más.
Pero ¿Qué es lo que ella se esperaba de mí? Me lo preguntaba mientras descendía los peldaños de las escaleras llegando casi a su fin. ¿Qué iba a suceder entre ella y yo, si ella estaba de acuerdo que la idea de mi padre era una gran idea? ¿Qué entrara en su habitación e hiciera el amor con ella? Claro está que era un pensamiento excitante. La imaginaba extendida sobre la cama desnuda y esperándome. Este pensamiento me provocó una instantánea erección de dimensiones estratosféricas. La tela de mi pijama se levantó como una carpa de circo. Me armé de coraje y atravesé la sala de estar hacia el pasillo donde estaba la puerta del dormitorio de mis padres. La puerta estaba cerrada. Me temblaban las rodillas, mí respiración agitada. Me detuve frente a la puerta para calmarme un poco, mi respiración se normalizo y mis rodillas se quedaron quietas, pero mi pene pulsaba furiosamente contra mis pantalones de pijama. Giré el pomo de la puerta y esta se abrió. Mi mente se llenó con otras preocupaciones. Decidí que no iba a hacer el amor con ella, a menos que no fuese estado absolutamente necesario y que ella quisiera hacerlo. Obviamente ella no querrá. Di unos suaves golpecitos a la puerta y escuche la dulce voz de mamá:
—Entra, Andrés …
Di unos pasos al interior de la habitación en plena oscuridad. Gracias a la luz que se filtraba del exterior, reconocí el contorno del cuerpo de mamá recostada sobre la cama cubierto hasta el cuello por la sábana.
—Cierra la puerta, hijo …
Lo hice y me pareció que la oscuridad era mayor. No veía casi nada.
—Ven aquí a la cama, Andrés …
Me dijo dulcemente. No veía absolutamente nada, pero sabía la disposición de los muebles y me desplacé en la dirección de su voz hasta que mis piernas tocaron el borde de la cama.
—Tengo que hablarte … desnúdate y ven aquí …
Me quité el pijama y no sabiendo donde apoyarlo, lo dejé caer al suelo. Ahora me sentí contento que la pieza estuviera totalmente a oscura y que ella no pudiera ver mi prominente erección. Sentía que de un momento a otro mi pija iba a explotar. Me dije que mis dudas eran reales, mi madre quería solo hablar conmigo y nada más. Me subí a la cama, mi pene se puso todavía más duro que antes; mi madre retiró un poco las sábanas y yo me tumbé a su costado, pero a distancia, no quería ningún contacto que pudiera complicarnos y llevarnos a equívocos. Ella de una parte y yo del lado opuesto.
—Así que tu padre te ha explicado todo, ¿verdad? …
Dijo mamá en un murmullo de voz, el tono de ella era diferente, nunca la había escuchado así.
—Sí …
Respondí escuetamente.
—¿Qué piensas de ello? … ¿Has pensado a lo que queremos hacer? …
Me dijo en una voz amorosa y casi maternal.
—Mami … no estamos obligados a hacerlo … es solo si tú lo quieres … podemos fingir que lo hacemos … metamos un poco de ruido con la cama … después tú vas y le dices que lo hemos hecho …
Dije a baja voz. Mi madre se quedó en silencio sopesando mis palabras; luego con voz firme y decidida dijo:
—¡No! … no podemos hacerlo … no puedo mentirle a tu padre … nunca lo he hecho y no entiendo comenzar ahora … jamás digo mentiras … y él se daría cuenta inmediatamente si le dijera una mentira … tu padre es excepcional y está acostumbrado a descubrir quien miente … si le digo que lo hemos hecho, es porque nosotros lo habremos hecho …
Se quedó silente, sentía su respiración tranquila, se enderezó en su codo izquierdo y me preguntó:
—¿Tu no quieres hacerlo? …
Me preguntó un poco sorprendida, pero sobre todo molesta, tal vez ofendida. Sí, eso es, ofendida, y agregó:
—La única razón por la que accedí, es porque tu padre me convenció de que era importante para ti y que era una de tus fantasías … me dijo que todos los chicos soñaban con follar a sus madres …
¡Santo carajo!, pero que chifladura es esta: “Todos los chicos”, porque los adultos generalizan tanto.
—Mami … yo quiero hacerlo contigo …
Se me escapó todo en un respiro para pronunciar estas palabras solemnes. Me di cuenta de que quien hablaba por mi era mi polla endurecida al máximo. Mi madre se mantenía sobre su codo, mis ojos estaban acostumbrándose a la oscuridad, trataba de percibir si ella llevaba su camisón o si estaba desnuda bajo las sábanas. Entonces continué:
—Lo que no quiero, mami … es que tu te veas obligada a hacer algo que no quieres, solo porque papá te ha dicho que es importante para mí …
Si mi polla hubiese tenido brazos, de seguro me hubiera llegado una guantada a la boca.
—Hijo … no es solo por ti … es también por mí y por tu padre … él está convencido de que mientras será en ese maldito continente blanco, yo podría traicionarlo y ponerle los cuernos … no creo que lo haría, pero tampoco puedo excluirlo … solo que no quisiera que él se fuera preocupado por todo este tiempo … y al regreso me aflija con pregunta sospechosas sobre mis presuntas traiciones … tu padre es muy posesivo y piensa que yo soy débil e influenciable … quizás un poco lo soy, pero jamás le he dado ocasión para que dudara de mí … he siempre cumplido sus órdenes al pie de la letra …
Me dijo mi madre con una voz recatada y circunspecta; luego prosiguió.
—De cualquier modo … si no lo hacemos, él se convencerá de que yo le he sido infiel … y nuestro matrimonio y nuestra familia se destruirán … no creo que tu quieras que esto suceda, ¿verdad? … pues ni a tu padre ni a mi nos gustaría … creo que la mejor de las soluciones es la que él ha trazado y planificado para todos … ¿no te parece? …
No supe que responder y ella me preguntó:
—¿Lo has hecho ya algunas vez antes? …
Me dijo con una voz ronca y sensual:
—¿Has tenido sexo con alguna chica? …
—Bueno … no realmente … las chicas lo hacen con sus manos y con la boca … solo eso …
Mamá se volvió a enderezar en su codo, pude ver que estaba desnuda debajo de las sábanas, y me preguntó sorprendida:
—¿Te han chupado la polla algunas chicas? …
—Sí …
Le confirme tratando de no mirar demasiado sus senos desnudos.
—¿En serio? … yo nunca lo he hecho … tu padre no aprueba ciertas conductas sexuales … son para pervertidos, dice él … entonces hay cosas que tu me enseñaras a mí y también yo te enseñare a ti otras …
Luego metió su mano bajo la sábana y la posó sobre mi vientre, enseguida la deslizó un poco más abajo, hasta que chocó con mi maciza erección, lo tomó delicadamente en su cálida mano; me di cuenta de que estaba tan excitado que podría haberme corrido casi de inmediato, afortunadamente no fue así y me ahorré otro bochorno.
—¡Oh, mi Dios! …
Exclamó mamá en un placentero murmullo, agarrando mi pene y envolviéndolo con sus dedos.
—¡Cierto que lo quieres hacer! … ¡Tengo en mi mano la evidencia de que lo quieres hacer! … ¡Jesús, Jesús! … ¡Es verdaderamente grande! …
Se acercó a mi oído y mordisqueando mi lóbulo me dijo:
—Muchas veces he pensado a tu polla, ¿sabes? …
Comenzó a masturbarme dulcemente haciendo movimientos con su mano arriba y abajo, deslizando mi prepucio afelpado y presionando mi gruesa polla.
—Me preguntaba que tan grande podía ser tu pija cuando erecta … nunca me imaginé que fuera así de grande … hijo, tu polla es más grande que la de tu padre … ¡ehm! … ¿quieres tocarme? …
Me preguntó y sin esperar mi respuesta, tomó mi mano y la puso sobre su seno desnudo, ella estaba totalmente desnuda bajo la sábana. Moví mi mano sobre su pecho, eran las tetas más grande y esponjosas que jamás haya tocado. Mi mano temblaba, pero me atreví a meter entre mis dedos su duro pezón y lo apreté delicadamente.
—¡Oh, sí! … así, Andrés … es fantástico … ¡uhm! … ¿te gustaría chuparlas? …
Me preguntó con cierta ansiedad. Me pareció una fabulosa idea, quería desesperadamente sentir esa teta en mi boca, era como estar en un maravilloso sueño erótico con mi madre. Estaba claro que su pregunta era retórica, ella quería que yo me comiese sus melones tanto como yo. Acerqué mis labios a su teta gordinflona y suave, probe esa dureza prominente con mi lengua y luego mi boca atrapó ese duro pezón y comencé a chupar las tetas de mamá. Lo chupé ligeramente haciendo círculos con mi lengua a su alrededor, delicadamente probé a morderlo entre mis dientes y luego le pase la lengua todo alrededor, su pezón parecía crecer y hacerse más duro. Mamá puso su mano en mis cabellos y me apretó contra su seno gimiendo de placer, entre susurros y gemidos me dijo:
—Prueba a morderlo delicadamente … me gusta como lo haces … ¡Hmmmm! …
Mientras yo besaba su teta, ella movía su mano que aferraba mi pene cada vez con mayor rapidez. No sé como no me corrí en su mano, mis piernas estaban tiesas como así también mis glúteos, mi excitación era un paroxístico frenesí. Le detuve la mano y alejé mi pene de ella.
—¡Mami! … si sigues así vas a hacer que me corra …
Entonces ella tomo mi mano y la puso sobre su vientre y la empujó suavemente más abajo, entendí que era su matojo de vellos púbicos, mucho mas tupido y peludo que los coños de mis amigas. Entonces ella separó sus piernas para darme mejor acceso a su panocha, así deslicé mis dedos en esa maraña de pelos y encontré su rajita húmeda y caliente. Estaba realmente empapada y mis dedos se deslizaron fácilmente dentro de su coño mojado. Mamá soltó un gemido y presionó sus tetas a mi cuerpo. Me detuve un instante pensando en haberle causado algún mal, pero me di cuenta de que lo estaba disfrutando y continué a mover mis dedos en su encharcada vagina. Mojé bien mis dedos en sus fluidos y los deslicé a esa zona donde a las chicas les gusta más, lo encontré. Encontré su delicado clítoris y lo presione sobajeándolo suavemente. Mi madre se estremeció y gimió. ¡Oh, Dios! ¡No podía creer que estaba masturbando a mi propia madre! ¡Pero lo estaba haciendo! Apretando sus muslos y gimiendo, mamá me dijo:
—Esta no es la primera vez que lo haces, ¿verdad? …
—Sí … es verdad … ya he tocado a algunas de mis compañeras de colegio …
—Y ellas te han chupado la verga, ¿verdad? …
Trague saliva escuchando las preguntas de mamá en su sensual voz de terciopelo y respondí:
—Sí, mami … me la han chupado más de una vez …
—Y tú … ¿le has chupado sus coños? …
—Sí, mami … también lo he hecho …
—¿Te gustaría chupármela a mí, hijo? …
—¡Oh, mami! … por supuesto que sí …
Le respondí y comencé a moverme hacia su deliciosa rajita bañada, pero ella me detuvo.
—¡No! … ¡No! … ahora no …
Mientras movía desesperadamente sus caderas como si estuviese follando mis dedos y agregó.
—¡Oh, Dios mío! … no puedo hacerlo ahora … no por ahora, Andrés …
—Ok … esta bien …
Respondí un podo defraudado y ella me dijo casi implorante:
—Pero prométeme que lo harás … nadie me ha chupado mi panocha nunca … me lo tienes que prometer, Andrés …
—Sí, mami … te lo prometo …
—Bien … hagamos ahora lo que ha ordenado tu padre …
Habría podido besarle hasta el culo si ella me hubiese dejado, pero estaban las directivas de papa y teníamos que ejecutar sus ordenes como buenos soldados y al pie de la letra.
La bese en los labios, nunca pensé que los labios de mi madre pudiesen ser tan suaves e invitantes, en la oscuridad de la habitación ella era solo una esplendida mujer, con su panocha que se derretía, me apretó a ella y recambió mi beso ansiosa, nuestras lenguas se encontraron sin que nos dijéramos nada, yo se la lamí y chupé y traté de tenerla dentro de mi boca lo más prolongado posible.
Después de unos instantes, mamá me empujó suavemente y me dijo:
—Hijo … pienso que llegó el momento de que lo hagamos … estoy muy excitada … hacerlo contigo me tiene demasiado caliente … no resisto a esperar ni un momento más … acuéstate sobre la cama … yo subiré sobre ti …
Me montó con agilidad con sus rodillas a mis costados, tomó mi polla en su mano y la guió hacia su surco empapado, restregó mi cabezota en sus abundantes fluidos y se empaló todo de un golpe:
—¡Argh! … ¡Jesús, mío! … ¡Mmmmm! … ¡Aaaahhhh! … ¡Mmmfff! …
Mamá se quejaba y gemía engullendo mi gruesa y larga polla en su cuevita del placer.
—¡Hmmmm, Dios! …
Gemí yo también sintiendo esta exquisita sensación por primera vez. Era como una cosa hirviente y la misma vez fresca. Los músculos de su vagina me presionaron y atraparon mi polla. Esto era una cosa diferente. Ni siquiera la boca de una de las chicas más bellas de mi colegio podía compararse a la delicia del coño mojado de mi madre. Me parecía que había descubierto un tesoro nuevo e intenso. Lo había encontrado sin siquiera dar un paso fuera de mi casa.
Mamá comenzó a moverse rítmicamente y sus tetas seguían su compas y mis ojos no se podían despegar de ese cadencioso movimiento y rebote. Trate de concentrarme en cosas que no me hicieran correrme tan rápido. Pensé a los problemas económicos del país. A los últimos acontecimientos debido a la ebullición global. A la última votación en el senado. A la gira del presidente a la ONU. Los ataques de Israel al grupo Hamas. Hice lo imposible para no correrme, pero esas tetas tenían un poder hipnótico sobre mí y muy luego me vi aferrando las alocadas caderas de mamá que no cesaba de rebotar, chillar y gemir sobre mi polla.
Ella aumentó su velocidad, siempre más rápido y enérgico, sus glúteos golpeaban mis muslos ruidosamente, su panocha estrangulaba mi polla cada vez más apretado, sentía mi pija golpeando algo muy caliente en el fondo de su chocho. Mi verga llegaba cada vez más profundo dentro de ella y yo no entendía ya nada de nada, mi cabeza estaba a punto de explotar junto a mi polla, escuché la voz de mamá:
—Tócame las tetas …
Dijo en un chillido gimiendo de excitación. Sus tetas rebotaban ante mis ojos, hubiese querido tocarlas, besarlas, chuparlas, pero sabía que si hacía eso me iba a correr en ese mismo instante.
—Tócame las tetas …
Dijo mamá en un tono de voz enérgico, casi militar, era una orden castrense inequivocable, había solo que obedecer. Mientras estiraba mis manos hacia sus globos que rebotaban, me concentré en Putin, Biden, Zelinsky, Netanyahu, Hezbollah, y las aferré entre mis manos, las amasé un poco, apreté sus pezones y los chupe alternadamente, estaban duros y vibraban con los chillidos de mamá.
—¡Oh, Dios mío! …
Gritó mi madre mientras metía su mano sobre su vientre y luego más y más abajo, sentí que me tocaba mi pubis, entendí que estaba dedeando su clítoris ardorosamente y al mismo tiempo balbuceaba incoherencias soeces e incomprensibles:
—¡Que verga más rica! … ¡Qué madre tan puta que soy! … ¡Que guarra! … ¡Que guarra de madre que se folla a su propio hijo! … ¡Tan puta que estoy gozando como una vaca! …
Jamás había escuchado a mamá expresarse así, pienso que ni siquiera ella sabía lo que estaba diciendo, estaba como poseída por un espíritu cachondo, pensé. Me esforcé de verdad en concentrarme en Cristina Kirchner, Evo morales, Lula da Silva, el Papa Francisco, Alberto Fernández, Gabriel Boric, pero mamá lanzó un chillido tremendo, gimió y su respiración se entrecortó, entonces comenzó de nuevo:
—¡Oh, Ssiii! … ¡Fóllame, hijo mío! … ¡Folla a tu madre! … ¡Fóllame fuerte! … ¡Destruye mi coño con tu poderosa polla! … ¡Oh, ssiii! … ¡Me muero! … ¡Ummmm! … ¡Oooohhhh! … ¡Me corro, hijo! … ¡Me corro! … ¡Ummmm! …
Sentía las contracciones de su vagina que apretaban mi pija como tratando de morderla y estrujarla, no pude resistir más, pero sentí una sensación muy extraña, mi esperma no salía a borbotones, era ella que lo succionaba de dentro a mis cojones con poderosos aprietes de su panocha y a cada apriete, succionaba un chorro de mi semen; Uno, dos, tres, cuatro contracciones de su vagina y luego otras cinco, seis, siete; eran chorros que ella bombeaba directamente dentro de su coño que se llenaba con mi esperma caliente. Perdí el control de mi mismo mientras empujaba con fuerza mi verga dentro de ella.
Cuando todo terminó, ella posó sus tetas en mi pecho y escondió su rostro en mi cuello abrazándome con fuerza y murmurando a mi oído:
—¡Oh, Dios mío! … ¡Que hermoso que ha sido! … ¡Tal vez demasiado breve! … ¡Pero bellísimo! …
Decía casi sin aliento y continuó:
—Podría haberlo hecho más lento, pero estaba demasiado excitada … lo había pensado muchas veces antes … había fantaseado con tu polla, Andrés … ¿Sabías que tu polla me volvía loquita? … ¿Te gusto follar con tu madre, hijo? …
—Sí, mami … ha sido estupendo … Y tu habías pensado a esto antes de que papá lo sugiriera, ¿eh? …
Le pregunté un tanto sorprendido.
—¡Ehm, sí! … no puedo negarlo … sospecho que muchas madres fantasean con tener sexo con sus hijos de vez en cuando …
Me dijo acariciando mis cabellos con maternal dulzura y luego agregó.
—… muchas de ellas no lo admitirán jamás … pero lo piensan … estoy segura de eso … también yo lo pensaba mucho tiempo antes de que tu padre me lo propusiera … pero lo consideraba solo una fantasía mía que jamás se iba a realizar … hasta que tu padre comenzó a hablarme al respecto … desde ese preciso momento que comencé a alucinar de que mi sueño se convertiría en realidad … además, tu lo has hecho maravillosamente bien …
Me dijo acariciándome un muslo:
—… es difícil creer que esta haya sido tu primera vez … yo pensé que tu vendrías, me follarías, me darías las gracias y te habrías ido con tus amiguitas … me pareció que tenías mucha experiencia … supiste acariciarme, besarme y te controlaste para hacer que me corriera antes que tu … tu padre nunca hubiera hecho eso … ¿estás seguro de que no lo habías hecho nunca antes? …
Me pregunto con aires de sospecha:
—¡No, mami! … te lo juro que esta ha sido mi primera vez … y ha sido muy hermoso estar contigo … gracias …
—Entonces lo haremos otra vez … después que tu padre se haya ido, lo volveremos a hacer … nos divertiremos un poco tu y yo … y dime una cosa: ¿Qué tenían que ver la Kirchner, Putin y Alberto Fernández? … cuando me estabas rellenando de leche dentro te escuché nominarlos …
—Ja-ja-ja … es solo una estrategia y una táctica … papá siempre me enseña que debo hacer todo pensando en eso … la estrategia para no correrme tan de prisa … es usar la táctica de pensar en cosas viejas, sucias, corruptas e inmorales … ¿Y que más sucio, cochino e inmoral que la política y los políticos? …
Mi madre se echó a reír y me dijo:
—Y no te olvides de nuestro presidente …
—Pero yo voté por él, mami … no puedo meterlo en el mismo saco …
—Bueno … eres joven y puedes permitirte el ser ingenuo … para mañana hazte una secuencia de todos los presidentes del mundo … quiero que me hagas gozar tanto, tanto, tanto …
Así diciendo metió su mano bajo las sábanas y me tocó la pija haciéndola vibrar de lado a lado:
—¡Jesús, santo! … ¡Todavía tienes esta cosa dura! …
Exclamó sorprendida aferrándola firmemente en su mano. En cuanto sentí su apriete, mi verga dio un respingo y se estiro aún más, se puso más gruesa y más duro.
—¿Podríamos hacerlo otra vez? …
Dijo casi en un susurro mientras sus tetas resbalaban por mis pectorales. Pero de inmediato me dio un beso en la mejilla y se respondió así misma:
—No … tal vez sea mejor que no lo hagamos … tu padre está esperando … no lo podemos dejar sin noticiarlo … podría angustiarse, o lo que es peor: ponerse celoso … no debemos darle oportunidad de cambiar su estrategia … ¿verdad? …
Pensé que bromeaba, pero lo decía muy en serio. Ella conocía a papá a la perfección. Después calmadamente agregó:
—Lo volveremos a hacer … ahora es mejor que tu regreses a tu dormitorio … yo iré donde tu padre … le debo referir que todo ha funcionado bien … ¡Carajo!, ¡sí que ha funcionado bien? …
Dijo con una exuberancia y alegría que nunca la había escuchado en ella. Se giró y encendió la lampara de la mesita de noche. La habitación se inundó con una tenue luz, vi las redondeadas curvas de mamá. Nunca había logrado verla desnuda completamente, era maravillosamente hermosa. Solo a mirarla me quedé sin aliento.
—Mami … ¿es normal todo esto? …
Le pregunté mientras me levantaba en un codo para poder observarla mejor. Se quedó inmóvil y callada, luego respondió:
—No … madres e hijos que follan no es una cosa normal … pero no es inusual … muchas veces sucede, pero no es normal … creo que no sería tan excitante si se tratara de una cosa normal y de rutina … el hecho que no sea normal, lo rinde más excitante … ¿no crees? …
—¡Oh, cielos! … creo que tienes razón … ha sido muy excitante …
Respondí con una risa espontanea, ella se rio conmigo y dijo:
—No logro recordar de haber estado tan excitada antes de esta vez … ciertamente no me habría sentido tan caliente si se hubiese tratado de una cosa simple y normal …
—¡Uhm! … sí … pero yo quería decir … cuando otros oficiales como papá son enviados a misiones en lugares lejanos o al extranjero … ¡sus hijos y sus esposas se comportan al igual que nosotros? … ¿todas sus esposas hacen el amor con sus hijos? …
—No lo sé en realidad, hijo … sé que esta no es una idea nueva y exclusiva de tu padre … he oído que otras familias también se protegen en este modo … ¿acaso te estás sintiendo culpable? …
—No, mami … me he sentido muy bien contigo … bueno … en dos días más es miércoles y podemos volver a hacerlo …
—¿El miércoles? … ¿Y por qué esperar tanto? … yo pensaba de hacerlo mañana después de ir a dejar a tu padre …
—Pero ¿y las directivas de papá? …
—Cuando él se vaya, yo estaré a cargo de esta unidad “casa” … deberás seguir mis directivas …
—¡Oh, sí! … está bien … mejor dicho … “a su orden, mi mayor” …
FIN
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Increíble, maravilloso y muy excitante relato. 5 estrellas