Abuelo nudista caliente no pierde tiempo 2
Lista la madre, ahora sigue la hija de 12.
Esa noche cenaron con tranquilidad todos desnudos (como les había indicado en mi relato anterior, en esa casa todos debían andar desnudos por requerimiento de Juan al ser nudista), la cogida que Juan le había dado a Ana fue descomunal y ella estaba agotada; entre la cogida, el trabajo que le demandaba cuidar a Juan y algunos quehaceres de la casa, la tenían muerta, sin embargo, Juan aún tenía la bestia sexual adentro, a pesar de su edad, su potencia sexual era desbordada y su verga parecía de hierro porque la tenía parada, lubricada y como si nada.
Al terminar de cenar, Ana (la madre de las nenas) se dirigió a sus hijas y le dijo a la menor (9 años) que se fuera a lavar los dientes y que fuera acostarse a la cama, era hora de dormir; a la mayor (12 años) le dijo: «Susan, ven ayúdame a levantar la mesa, necesito que te quedes a lavar los platos, los secas, los guardas y luego te vas a dormir por favor, estoy exhausta y necesito ir a dormir ya», su hija afirmó asentando con la cabeza y le dijo «ve mami, no te preocupes yo lo hago». Mientras tanto, Juan se levantaba de la mesa con su erección y su verga lubricada con esos guevotes peludos que le colgaban, se sirvió una jarra de café para hacer la digestión y se puso a leer un libro en la sala, volteó un sillón y se sentó en un ángulo donde tenía la vista hacia la cocina donde se deleitaba con la espalda y el culo de Susan lavando los platos.
Estaba ya la casa a media luz, la nena pequeña y su madre ya estaban en sus dormitorios durmiendo, Susan ya guardaba los últimos platos limpios pero repetidamente volteaba su mirada hacia Juan, éste, a propósito, se masturbaba con el fin de que la nena lo mirara, el libro ya lo tenía en la mesa de sala cerrado y el café lo tenía a medio terminar. Susan, al terminar de guardar los platos, apagó la luz de la cocina quedando solo encendida una luz muy tenue que salía de una lámpara de pie en la sala ubicada a lado del sillón donde Juan leía y que ahora se masturbaba.
Susan, pasó al lado de Juan muy lentamente dirigiéndose hacia las gradas que conducen al segundo piso donde están las habitaciones, Juan notó que la hermosa nena de 12 años tenía un cuerpo deseoso de ser probado (la descripción está la primera parte de este relato), se veía radiante, al ir caminando ella no dejaba de verle la verga, Juan notó miraba sus tetitas y estas tenían los pezones bien grandes, parados y duros, era una clara señal de que Susan estaba excitada al ver al viejo. Juan, aún sentado en el sillón, soltó su verga y tomó la mano a la nena mientras esta pasaba al lado de él, la nena se detuvo y sintió mojada la mano, era todo el lubricante natural de Juan, la nena se soltó, lo quedo viendo y sin quitarle la mirada de sus ojos se lamió la mano embarrada de líquido preseminal; Juan se dijo así mismo «este es mi momento, te jodiste putita».
Juan se levanto del sillón, apagaron la única luz que quedaba encendida en toda la casa, la de la lámpara de pie de la sala; volvió a tomar la mano de Susan y salieron al jardín. Juan cerró la puerta corrediza que dividía la sala del jardín y se llevó a Susan, sin soltarle la mano, a un costado de la piscina. El jardín estaba silencioso y todo apagado, lo único que iluminaba el mismo era la luz de la luna llena que se reflejaba en el agua de la piscina; Juan y Susan se acostaron sobre una toalla super grande que tendieron en el césped al lado de la piscina. Juan colocó de lado a Susan y el también de lado pero detrás de ella, le levantó la pierna dejando ver tanto el culo como la panocha de la nena un poco mojada; Juan sin meterle la verga, restregaba el glande en su panocha combinando los fluidos de ambos, la sensación tan húmeda y resbaloza daba una sensación deliciosa que provocaba que la verga de Juan se ensanchara cada vez mas resaltando las venas de esta.
Susan nunca había tenido ese tipo de sensaciones por lo que el placer la llevo a gemir y gemir, Juan le preguntó «¿ya habías hecho esto antes putita?, Susan le respondió «no señor, usted es el primero, pero desde que le vi la verga me gustó», Juan le dijo «me alegra oír eso, quiero que seas mía esta noche pero seguro te va a doler un poco, pero servirá para que te hagas mujer y tu cuerpo se ponga mas lindo, así como el de tu madre», Susan gimiendo le dijo «quiero esa vergota señor, no importa, métame su verga y si le caben los guevos también», Juan le dijo «eso quería escuchar mi cerdita bella, esta verga será tuya cada vez que quieras, si la quieres ya, tómala»; Juan no había terminado está última frase cuado tomó su verga y le metió la cabeza dentro de su pancoha, Susan pegó un grito llevándose las manos a la boca y Juan le dice «no grites putita, me dijiste que querías verga, pues aquí la tienes, aguanta un poco mas y en un momento ese dolor se convertirá en placer». En un mete y saca leve, Juan le iba metiendo poco a poco la verga a Susan, en esa posición de lado, Juan le logro meter la verga solo hasta la mitad, faltaba la otra mitad y la parte mas gruesa; entonces Juan le saco la verga a la nena y la puso boca arriba, le abrió las piernas y comenzó a chupar la panocha, Susan se retorcía de placer y Juan le dice «ves como te gusta cerdita», Juan puso las piernas de Susan sobre sus hombros y de un solo golpe Juan le clavó la verga logrando pegar sus guevotes colgantes hasta llegar al ano de Susan. En ese momento, Susan pegó un alarido indescriptible, Juan rápidamente, sin sacar la verga, le tapó la boca con sus manos; con un poco de temor de que, en el silencio de la noche, Ana, la madre de Susan, haya escuchado el grito, o bien Mili, su hermana menor, se quedaron quietos unos segundos, Juan dirigió su mirada hacia los ventanales del segundo piso, donde estaban los dormitorios, para ver si se incendia alguna luz o se abría alguna cortina.
Al percatarse de que todo seguía con normalidad, Juan siguió en su faena de disfrutar ese cuerpito de 12 años. A los 20 minutos de estar cogiendo en esa posición, Juan tenía cansadas las rodillas por lo que sacó la verga de la panochita de Susan dejando salir fluidos de ambos con un poco de sangre, Juan había desvirgado a Susan. Juan, al ver esa imagen se prendió mas y aún con su verga como mástil, le dijo a Susan: «metamonos a la piscina y cojamos un rato mas ahí, te va a gustar, la sensación del agua y su temperatura va a relajar nuestros cuerpos y en especial a ti para que no sientas tanto dolor», Susan asentó con la cabeza de manera positiva e ingresaron. Juan al ser muy alto pues ingresó a lo profundo y Susan le dijo «Señor no se vaya tan al fondo que no logro sacar mi cabeza fuera del agua», Juan le dijo «tenemos que meternos profundo para que nadie nos vea, ven yo te cargo»; Juan se devolvió y cargando a Ana la metió en lo profundo y le dijo «no te preocupes, no te voy a soltar, vas a ver que rico vamos a culiar». Al llegar a la parte profunda de la piscina, Juan arrecostó a Susan contra la pared, tomo su verga y la introdujo dentro de la panocha, Susan, ya con menos dolor, lo que expresó en su rostro fue una sensación entre dolor y placer y dijo «que ricoooooooo», Juan le dijo «viste que delicia putita y apenas estamos comenzando»; y de esa manera estuvieron culiando por otros 2o minutos, Juan en sus envestidas golpeaba con su panza el torso de Susa y ésta a su vez, su espalda contra la pared de la piscina, Susan abrazaba fuertemente a Juan presionando sus tetas con las tetas de gordura de Juan.
Desde que comenzaron a culiar, llevaban ya 40 minutos y Juan le dijo «que rica estás nena» y sin soltarla, con la verga adentro, fueron saliendo de la piscina por las gradas que esta tenía, así se fueron abrazados y unidos como uno solo a un pequeño corredor que tenía el jardín con muebles de estar y ahí continuaron culiando hasta altas horas de la noche, la niña no parecía cansarse y Juan con el potencial sexual de un hombre de 25 años continuaron cogiendo en todas las posiciones inimaginables y en todos los rincones del jardín existentes. Al ser las 2am, Juan ya había eyaculado 4 veces en la panocha de Susan y está con muchos orgasmos, ambos extasiados y sudados a mas no poder decidieron parar y Juan le dijo: «ven vamos a dormir, pero lo harás en mi cama, puede que a rato me vuelva a despertar y tengamos otra sesión de sexo», Susan le dijo «señor, estoy muy cansada, tengo mi panochita irritada y siento que me duele muy adentro de mi vagina», Juan le dijo «por eso vamos a ir a descansar, además aguanta, esto no es nada y casi que acabamos de comenzar», Susa le dijo «bueno, voy a ir a bañarme y ya llego a su cuarto», Juan le dijo «no, acostémonos así, sucios, sudados y embarrados de semen y fluidos tuyos, quiero ese olor a sexo desenfrenado, que nos despertemos cerdos para seguir culiando». Dicho esto, se fueron sucios y sudados a la habitación de Juan y descansaron.
Al ser las 5am, Mili, la hermana menor, se levantó desnudita a orinar y escucho ruidos, gemidos y golpes de la cama pegando contra la pared que provenían del dormitorio de Juan; Mili extrañada, abrió la puerta lentamente y abriendo sus ojos de manera asutada vio a su hermana de cuatro sobre la cama, Juan la tenía clavada por el culo y le decía «que rico perrita, ya perdí la cuenta de cuantas preñadas te he dado durante toda la noche y la madrugada», Susan sin fuerzas le decía «señor, usted dijo que íbamos a descansar, no he dormido nada», Juan le dijo «si dormimos preciosa, dormimos unas 2 horas pero me desperté con ganas de mas»; Juan en un momento, volvió a hacia la puerta y miro a Mili desnudita viéndolos coger, Juan la quedo mirando y, excitado bombéaba mas fuerte a Susan, y con su mirada y sonriendo le dijo a Mili «¿te gusta? mañana te toca a tí».
Continuará…….
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!