Academia de baile, nenas al por mayor, relato I – Carlita
Con mi esposa abrimos una academia de baile, ella enseña danzas clásicas y yo doy clases de rumba, salsa, cumbia, bachata y demás ritmos caribeños, el tema es evitar tener el pene erecto durante todo el día, ya que las niñas me atraen sobre manera, y llegó el diablo a meter la cola. .
Soy Jorge, y mi esposa es Isidora. Ambos abrimos una academia de bailes, ella es profesora de danzas clásicas, y como escribí al principio, yo me especializo en ritmos caribeños. De hecho, vivimos en el caribe. Rápidamente logramos una veintena de alumnos entre femeninos y masculinos, de variadas edades. Habiendo llegado al segundo mes de impartir clases, se formó un lindo grupito de niñas de entre 9 y 13 años. Lo variado de sus etnias hacían que se formaran cuadros como un tablero de ajedrez, blancas y negras. Comento que no tengo ningún problema con las razas, ni con los colores de piel, ni problemas con ninguna ideología ni política ni religiosa.
Somos con Isidora una pareja joven, de 25 años, llevamos 2 años de casados. No tenemos hijos todavía. Ambos tenemos buenos cuerpos, bien formados, además de que nuestra profesión nos hace estar en actividad al menos 10 horas al día, por lo que la grasa no abunda en nosotros. Trabajamos en turnos diferentes ya que tenemos un solo salón disponible para bailar, y no podemos mezclar los ritmos. Isidora es una mestiza de piel café con leche suave, es Dominicana. Es preciosa. Yo soy una mezcla de latino con nórdico, por lo que soy un híbrido con ojos grises, pelo castaño muy claro, corte de cara romano, y contextura física mediana pero de músculos muy marcados. Y dentro de esos atributos de la naturaleza, he sido beneficiado con un pene de dimensiones más que aceptables. Diría que podría ser un poco más grande que el común denominador de los hombres.
Pero lo que estoy contando no es de gran interés, si lo es lo que a estado sucediendo los últimos quince días con mis alumnas. Todo comenzó por un pequeño accidente que sucedió en el estudio, una niña de 12 años, de nombre Carla, debo reconocer que para su edad ya tiene un hermoso cuerpo, delineado por el baile, con un hermoso par de piernas, unos glúteos importantes y sus pechitos ya comienzan a rellenarse por lo que se ha vuelto una señorita muy apetecible. Yo hasta aquí más allá de observar sus cuerpos, de tenerlos en mis manos, uno que otro roce producto de baile, hasta ese día nunca se me había pasado por la cabeza que una niña de esa edad podía tener deseos tan candentes. Bueno pasemos al echo, Carlita estaba bailando salsa con un compañero, al dar una vuelta se enredaron sus pies y por efecto de la inercia de la vuelta termina cayendo despatarrada, y se golpeó fuerte en una rodilla. Rápidamente la llevamos a la sala que tenemos para masajes y precalentamiento, la tendimos en una camilla, insté a los otros alumnos a seguir con la rutina para que no se enfríen, y yo me quedé con Carlita que seguía quejándose del dolor por el golpe. Cerré la puerta del cuarto con llave para que nadie molestara. Ella estaba vestida con una calza de lycra y un top de algodón, yo utilizo siempre un pantalón bombachudo muy suelto que me da amplia libertad de movimientos. Cuando quedamos solos con la niña, ella automáticamente cambió de actitud, ya no se quejaba tanto, y comenzó a reír, no se que le resultaba gracioso, pero indiscutiblemente su mente estaba procesando algo que yo luego me enteraría. Le comencé a revisar la pierna, y todavía no se bien el por qué pero al verla tendida en la camilla, con su calza marcándole bien sus labios vaginales, se le veía un monte gordito, comencé a tener una erección mayúscula, en dos minutos tenía mi pene totalmente duro. Al acercarme a la niña rocé con mi falo su pierna, ella lo sintió y abrió los ojos, inmediatamente su atención pasó de su rodilla a mi abultada entrepierna. Y se puso colorada, se mordía los labios y se puso algo nerviosa, no pude dejar de observar esos gestos, y como dije el diablo metió la cola. Mi lívido hizo el resto, sin pensarlo, le pido a Carlita que se saque la calza ya que quería masajear su rodilla con una crema que le calmaría el dolor y de paso ver como estaba su golpe, al principio dudó, pero luego con una pícara sonrisa en su cara, bajándose de la camilla, y poniéndose de espaldas a mi se bajó la calza, gran sorpresa me llevé al observar ese hermoso culo que era apenas contenido por una finísima tanga de hilo dental, me nació el decirle te ayudo, y aproximándome desde su espalda, la tomé de las caderas y le apoye la verga bien de punta entre sus cachetes. Ella se quedó quietita, no se movía, yo seguía presionando mi badajo contra su culo, la solté y la di vuelta quedando ella de frente a mí, su cara llega a la altura de mis tetillas, sus tetitas casi a la altura de mi palo duro, la abracé y mi pija quedó entre sus tetitas, me agaché y le di un beso en la boca, ella no lo rechazó, me adueñé de sus pechitos, le apreté sus pezones y ella gimió, poniendo mis manos sobre sus glúteos, la alcé y ella abrazó mi cintura con sus largas piernas, y pi pija quedó bien encastrada entre sus labios vaginales, la comencé a sobar contra mi pija, ella solo suspiraba, la senté sobre la camilla, me retiré un poco, bajé mi pantalón y el slip, dejando al aire mi verga, Carlita no sacaba la vista de mi enervado palo. Me aproximé, la tomé suavemente de la cabeza y aproximé la pija a su boquita, suavemente le pedí que me la chupara. La niña al principio medio se negó, luego tímidamente abrió sus labios y tomó en su boca la cabeza de mi rabo. No sabía como hacerlo, a lo que le sugerí que hiciera como cuando comía un helado de barquillo, solo con los labios, y ella rápidamente lo entendió y comenzó a mamarme la verga, se esmeraba en hacerlo, cada vez se la metía más adentro, y naturalmente con la manito sobre el tronco, inició el clásico movimiento de una paja, realmente lo hacía muy bien. Luego de un ratito, me decidí a penetrarla, coloqué sus piernas sobre mis hombros, corrí hacia un costado su pequeña bombachita, y apareció su virginal canal, con los labios externos gorditos, brillando por los fluidos productos de su excitación, ella no pronunciaba palabra, tenía los ojitos cerrados y las manitos apoyadas en mis piernas, tomé mi palo y lo presenté en su canal, pincelee arriba y abajo con el fin de lubricar bien todo, puse bastante saliva sobre el glande de mi verga , lo mismo en la entrada de su cuevita y apoyé directamente el glande sobre su virginal agujero, la comencé a penetrar, ella gimió fuerte, yo seguí adelante sin prisa pero sin pausa, llegué a su himen y lo perforé sin perder tiempo, y lentamente me fui hundiendo en las profundidades de esa hermosa y apretada conchita juvenil, aterciopelada, casi un guante para mi palo, finalmente con tres cuartas partes de mi pija dentro de la niña llegué a su fondo, yo no quería hacerle daño, por lo que lentamente seguí yendo y viniendo, cada vez más profundo y con más, de repente con un largo gemido y un gran suspiro sentí como Carlita llegaba a su primer orgasmo producto de una buena verga dentro. Seguí copulando, y unos minutos después al llegar la niña a su segundo orgasmo, llené su cueva con potentes chorros de semen, realmente una abundante acabada. Saqué mi tripa y su cueva estaba totalmente inundada de sus flujos y mi semen, le chorreaba hasta el agujerito del culo, estuve tentado de metérsela por ahí, es más, le apoye la verga, y cuando lo hice, su ano se dilató un poquito, pero dije que ya estaba bien para una primera vez, y alzándola en brazos nos fuimos a las duchas donde la bañé a conciencia, y ella también se aplicó a lavar mi falo y mis testículos, cuando nos estábamos secando, Carla tenía una gran sonrisa en su cara. Se aproximó a mi y tomando la verga en sus manos le dio un gran beso a boca abierta de despedida. Al salir Carla se da vuelta, me mira a los ojos y sonriendo me dice que posiblemente mañana se vuelva a caer, ya que la rodilla le quedó muy adolorida. Sus compañeras del grupo no entendieron mucho, pero siguieron bailando. En el relato dos les contaré que las compañeras de Carlita comenzaron a caerse o a torcerse los tobillos con el fin de ir a la salita de recuperación con el profe. Yo encantado. Ahora soy paramédico también.
Que buen relato, lleno de morbo ojalá haya segunda parte
buen relato me encanto