Acelerando con mi cuñada
Como una ruta en auto juntos hizo que su deseo vaya a alta velocidad.
Este viaje, era uno de esos tantos viajes que solemos hacer con mi esposa en los que, algunas veces, se nos suma mi cuñada.
Cecilia, en pareja, aun en sus 20s, es unos 8 años más joven que mi mujer, con un cuerpo menos voluptuoso pero más delineado y marcado. Flaca, pechos firmes, pelo rubio larguísimo, suelta de cuerpo pero cautelosa, labios que inspiran y una mirada traviesa. No es la persona que uno espera que se atreva a mucho, su actitud y sus palabras no delatan mucho.
Nunca intenté ni avancé nada con ella ya qué, de complicarse, podría tener resultados catastróficos para todos. Pero eso.. bueno, sabemos que eso puede hacer todo mas interesante, no?
En este viaje a mi mujer la llaman de último minuto para atender un negocio, pero no se iba a perder el viaje, por lo que me pidió que vaya con Ceci en el auto por la mañana, que a la noche nos iba a alcanzar al departamento de la playa. Con mi cuñada siempre nos la llevamos super bien, compartimos el mismo humor y siempre me celebra que sea un poco maleducado y atrevido.
Salgo al mediodía con el auto y voy a buscar a Ceci a su casa, se sube sonriendo al auto con esa sonrisa fresca y despreocupada y me dice “parece que nos toca irnos solos!”, con una ansiedad poca frecuente. Me da un beso en la mejilla y arrancamos. No pude evitar ver su cuerpo al sentarse a mi lado: tenia puestas unas calzas largas que dejaban ver como se marcaba su tanga y tenia un top demasiado corto que dejaba mostrarse un poco de su sostén de encaje, rosado, como su tanga y sus calzas. El toque final siempre se lo da una gorrita que le gusta usar al revés.
Encaramos hacia la ruta y, mi atención, estaba en el camino, aunque en cada oportunidad que tenía estiraba la mirada para ver como su top se subía, mientras ella veía reels e historias en IG. En uno de esos videos, se escucha un grito de placer de una mujer, que ella intenta silenciar rápidamente.
“Esa sos vos?” Le pregunto entre risas, a lo que ella se sonroja, me pega ligeramente en el hombro y me dice “Noooo, yo no grito asi en la ca..”, frase que no termina pero se sonroja y se ríe. Los dos nos empezamos a reír fuerte y, al ver como sus pómulos se ponían rosas podía ver como sus pezones estaban marcados. Quizás por la temática, quizás por vaya uno a saber en qué venía pensando. Yo podía sentir mi deseo encendido y a flor de piel. Se que se podía ver en mis ojos, en mis manos agarrando con fuerza el volante. Se podía ver claramente entre mis piernas y en mi voz acelerándose.
Ella, se me acerca y dice “que atrevido sos.. como vas a querer saber si grito o no en la cama?”. Su gesto y su voz eran una combinación de sorpresa, curiosidad, vergüenza. Acerca su rostro al mío para decírmelo, entre atrevimiento y familiaridad. Le respondí sin sacar la vista de la ruta, pero prestando atención a todo lo que hacía, intentando seguir alimentando su curiosidad apoyando -riesgosamente, lo se- mi mano en su pierna mas cercana a mi cuerpo. Esto pareció no molestarle, porque agarró mi mano con sus dos manos y la apretó mas fuerte contra sus piernas.
“La verdad es que no soy de gritar.. al menos nadie me hizo gritar”. Mi cara debe haberme delatado de como me calentó que ella me cuente de su intimidad. Me la puso dura. Mi sangre empezó a correr con velocidad, caliente y pulsante, por todo mi cuerpo. Se volvió a acomodar en el asiento, pero sin soltar mi mano, acercándome a ella en ese movimiento. Hubo un minuto de silencio, pero no fue incomodo. Sus manos acariciaban la mía. Mis dedos, cómodos en esa situación, se extienden abarcando cada vez mas lugares de su muslo izquierda. Puedo sentir como ella lo abre levemente, pero no me acelero.
Lo que si se aceleró, fue el auto. Al hacerlo ella abrió sus piernas, como un reflejo de peligro. Mis dedos, al abrirse, pudieron bajar aun más por sus muslos. “Es peligroso eso.. pero me gusta” me dice. “La velocidad con la que vamos?” Le respondo. Asintió con su cabeza. Asintió abriendo aún mas las piernas. Asintió agarrando mas fuerte mi mano. Asintió dejándose llevar, arrastrando mis dedos a su zona mas caliente. A su zona mas húmeda. Pude sentir toda esa humedad desbordando a través del lycra de sus calzas.
Mi cabeza y morbo iban más rápido que el auto.. y podia ver en su cara, de ojos cerrados y lengua relamiéndose, que ella también iba a mil. Ahí, perdido en el deseo y la situación, subí mi mano y ella, como leyéndome la mente, abrió su ropa con lo justo para que mi mano pueda deslizarse bajo ella, para hundirse entre los labios empapados y calientes de mi cuñada. Labios calientes, húmedos, dispuestos, ansiosos que se abrían y mojaban cada vez mas mientras mis dedos se movían regalándole placer y morbo.
Sus gemidos eran mas potentes, sus piernas abriendose mas, sus manos intentando agarrarse de alguna parte del asiento, porque ella sentía que su orgasmo era imposible de frenarse. Un mar de jugos chorrea por mis dedos mientras llega al punto máximo de placer.
Y si gritó o no al acabar? Bueno, eso me lo quedo para mí
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