Adán y Eva 2
Enamorada de mi » primo «..
Nos escribimos con Adán durante el año, no muy seguido pero continuamos nuestro amor por cartas.
Era la envidia de mis amigas, era la única a la que le llegaban cartas.
A fin de año me decía en una de las cartas que había encontrado un trabajo de verano y que no podía venir.
No le respondí la carta, sólo la guardé. Estaba furiosa, amargada, resentida, infeliz, no quería saber nada de nada.
– Pero el te ama – me dijo una amiga que me preguntó por él y le dije que no vendría.
– Si me amara hubiera venido como fuera – le dije.
– Y porqué no vas tú? – me preguntó.
– Si, me gustaría, pero no puedo, qué va a hacer una chica de 13 años, viajando sola, a un lugar que no conoce y sin saber la dirección? –
– Puedes preguntarle a tu tío el debe tener la dirección –
– Tu crees que me la va a dar? –
Y si me busco otro novio? – Me pregunté una noche mientras me acariciaba pensando en él.
– No, no me interesa nadie más, es él o ninguno – me respondí a mi misma. A media que fueron pasando los días, fui saliendo de mi ostracismo.
Me escribió un par de veces durante el año, besé sus cartas, las guardé y no las contesté.
– Mientras menos sepa de él, menos sufrimiento – me dije.
– Mentira ! Si te masturbas por las noches pensando el él –
Me estaba volviendo loca, tenía largas conversaciones conmigo misma y aveces con él.
El 3 de enero tocaron a la puerta. Seguramente es mi amiga que viene a buscarme pensé. Abrí la puerta y allí había un joven alto, hermoso, con su tierna sonrisa y sus profundos ojos. Tapé mi boca con la mano para ahogar el grito que salió de mi boca. Abrió los brazos y me tiré contra él.
– Hola mi amor, qué hermosa que estás – me dijo besando mi cabeza, mi frente y mi boca. No podía decir nada, tenía un nudo en la garganta. Sólo me apretaba fuertemente a él.
– Viajé toda la noche para estar contigo – me dijo.
Todo lo que había pensado decirle, todas esas conversaciones nocturnas, todas desaparecieron. Sólo lo besaba y lo apretaba. Soñé tantas veces con éste momento, que parecía un sueño del que no quería despertar.
– Quien es? – preguntó mi mamá desde adentro.
– Adivina quién llegó – le dije soltando a Adán y haciéndolo pasar.
– Hola tía – le dijo él.
– Hola, cómo has crecido. Pasa, tienes hambre? –
– Venía sólo a saludar, viajé toda la noche y ahora sólo quiero una ducha. Así que me voy a la casa de mi padrino –
– Pero date la ducha aquí – dijo mi mamá.
– Hija, indicale dónde está el baño – dijo mi mamá.
Lo llevé a mi pieza, dejó la mochila y la mayoría de la ropa que tenía puesta, le ayudé a desnudarse y vestido con una poler y slip lo llevé al baño. Obviamente entré con él, lo abracé, tomé su miembro y como andaba con falda, lo puse por debajo de la falda y lo abracé fuertemente. Sentía su dureza entre mis piernas. Primera vez que estaba completamente desnudo abrazándome.
– Espera que puede venir tu mamá – me dijo soltandome. Era todo un hombre, en todo sentido, guapo, hermoso, y me amaba. Sé metió a la ducha y salí del baño. Fui a mi pieza a recoger su ropa y olía cada una de sus pendas. Hasta en mi mano tenía el olor de su miembro, que olía con la mano casi cerrada para no perder su aroma. Después llegó de la ducha envuelto en una toalla, la que había en el baño, una toalla chica, de la cintura hasta medio muslo y entreabierta porque no lo cruzaba completamente. Se sacó la toalla y allí estaba, como la estatua de David.
– No puedes entrar – le dije a mi hermana de 9 años parada en la puerta mirando.
– Porqué tu si y yo no? –
– Porque es mi pieza y es mi novio – le respondí cerrando la puerta en su cara.
Cando me volví, Adán se había puesto una polera y slip limpios que traía en su mochila. Terminó de vestirse, a pesar de mis manos que lo tocaban por todo lados.
– Ya, vamos – dijo dándome un beso. Lo abracé y puse mi mano sobre su bulto por encima del pantalón. Él metió la mano por debajo de la falda y me acarició.
– Eva! – gritó mi mamá de la cocina. Nos soltamos y fuimos al comedor. Mi mamá había puesto un individual con un sándwich y un café en la mesa. Adán se sentó dando las gracias.
– Tu quieres comer algo? – me preguntó mi mamá.
– No mamá, gracias, no tengo hambre – respondí.
– Me lo imaginaba – dijo de la cocina.
Ella sabía de todos mis sufrimientos, entendía que ganas de comer no tenía ninguna, salvo a Adán, era lo único que me apetecía por el momento.
Después de comer dijo que iba a ir a la casa de mi tío a saludar y dejar sus cosas.
– Mamá, lo voy a acompañar –
– Está bien hija, cuídese – cada verano que Adán venía, pasábamos todo el día juntos, de la mañana hasta la noche. Así que sabía que este verano no iba a ser distinto.
– Hola tía! – le dijo a mi tía.
– Hola tía! Mire quien llegó.
– Hola Adán, hola mi niña, pasen. Tienen hambre ? – la gente ofrece cariño con la comida.
– No, gracias tía, comimos en mi casa le dije.
– Cómo está mi tío ? – preguntó Adán. No es raro llamar » tío » a personas que no lo son. Todas mis amigas y amigos le dicen » tía » a mi mamá y » tío » a mi papá.
– Está bien, trabajando. Está lista tu pieza Adán, tu tío me dijo que vendrías este año, pasa a verla – dijo mi tía.
Llegamos a la pieza de Adán y dejando la mochila en el suelo nos acostamos en la cama. Que rico se sentía estar acostados juntos y abrazados.
El había cumplido los 18 y yo 14, en estricto rigor él era un hombre adulto y yo una niña menor de edad.
– Sabes que por acostarte con una niña menor de edad, te pueden meter preso? – le dije con una sonrisa maliciosa.
– Pero no estamos haciendo nada – dijo
– No te da miedo ir preso por acostarte conmigo? –
– No, me iría al infierno si fuera necesario – dijo
– Entonces qué esperamos? – le pregunté subiéndome arriba de él, de su dureza moviéndome suavemente y besándolo. Yo estaba con falda y la tenía levantada, pasaba mi vulva debajo de mis calzones, sobre su miembro debajo del pantalón.
– Chicos? – llamó mi tía.
Rápidamente me bajé, Adán se paró y salió del dormitorio, lo seguí y escuché cuando mi tía le preguntaba si nos íbamos a quedar a almorzar.
– No tía, gracias pero no le avisé que no iba a almorzar, me debe estar esperando – dije detrás de Adán.
– Ah, bueno, lo entiendo. Y tú Adán vas a almorzar allá o acá? –
– Yo creo que mi mamá cocinó para él también, Adán tomó desayuno con nosotras – le dije.
– Antes de que se vayan, podrían comprar pan ? –
– Si, claro – dijo Adán.
La panadería quedaba a tres cuadras, es la misma donde compro yo. Fuimos y volvimos tomados de la mano. Todas mis amigas sabían que éramos primos y novios. Ya no servía dar explicaciones. Le entregamos el pan a la tía y nos fuimos a mi casa a almorzar. Efectivamente mi mamá nos estaba esperando para almorzar. Nos sentamos los cuatro a almorzar. Mi mamá, mi hermana la intrusa, Adán y yo.
Después nos fuimos a mi dormitorio y nos acostamos a descansar.
– No, tu no, anda a tu pieza a dormir siesta – le dije a mi hermana que venia entrando a la pieza con nosotros.
– Pero no me puedo acostar con ustedes un rato? –
– No, no puedes, es mi novio, cómo te vas a acostar con nosotros – le dije.
– Van a hacer el amor? –
– Porqué? Acaso quieres mirar? – se quedó mirando como si esperara un consentimiento.
– No tonta, de dónde sacaste éso? Que no te escuche la mamá, va pensar que hacemos el amor –
– Y no lo hacen? –
– No, y para que sepas, soy virgen igual que tú. Ahora deja de decir tonterías y ándate a tu pieza – no podía cerrar la puerta por lo que podía pensar mi mamá. Desde ése día pasábamos todo el día juntos, todos los días. Cuando nos quedábamos en la casa de mi tía en la cama de Adán, también dejábamos la puerta abierta, sólo que allá no llegaba mi hermana a mirar.
– No la trates mal – me decía Adán. Él la saludaba con cariño, con un beso en la mejilla y hasta algunas veces se sentaba al lado de él en el sofá.
Me molestaba que lo abrazara ya que yo lo tenia abrazado. Sentía que era como compartirlo con ella. Además de que siempre andaba mirando, lo que fuera. Si Adán iba al baño, también iba ella.
El caso es que le dije a mi mamá que Adán y yo éramos novios.
– Ya lo sabía – me dijo.
– Pero cómo, si nunca te lo había dicho ? – le pregunté.
– Tengo ojos y oídos, tampoco soy tonta y sé lo que es estar enamorada – no era de extrañar, mi mamá siempre sabía como me sentía, lo que me gustaba o no
– Todavía eres virgen? – me sorprendió la pregunta.
– Si, respondí con timidez.
– Es mejor así, pero si en algún momento pasa lo que siempre entre los novios, toma estas pastillas, son anticonceptivas. No quiere decir que te estoy dando permiso para coger, pero no quiero que resultes embarazada, aveces las cosas pasan y es mejor prevenir.
Aunque no era una autorización expresa, si era una autorización tácita. Lo que me dejó muy aliviada y feliz.
– Lo voy a tener en cuenta – la abracé y la besé en la mejilla dándole las gracias. Eso me permitió cerrar la puerta de mi dormitorio a los ojos inquisitivos de ella. Al final siempre tenía una excusa para mirar. Era lógico por lo demás, yo a su edad era igual, tenía 10 cuando comencé a besarme con Adán.
– Y cuanto tiempo se va a quedar Adán esta vez? – me preguntó un día mi mamá. Seguramente pensando en que Adán tenía que irse.
– No se va a ir, se va a quedar conmigo –
– Cómo que se va a quedar? No va a volver a su casa? –
– No, este año va a la universidad y va a estudiar aquí –
– Entonces lo de ustedes va en serio? –
– Siempre mamá, desde que lo conocí, a los 8 años me enamoré de él y el de mí, fue un amor a primera vista, como dicen – y era cierto, tuve una sensación agradable, de cariño, ganas de abrazarlo, como si fuera lo que estaba esperando sin saberlo.
– Cómo, tan chica? –
– Si, mamá, a los 10 sólo quería estar con él, éramos una pareja. A los 12 y sin saber cómo y porqué, comencé a sentirme protegida, a mojar mis calzones y a tener » sueños húmedos » –
– Si hija, lo entiendo, a ésa edad una se está volviendo mujer y las hormonas llenan nuestro cuerpo –
– Pero me pasa sólo con él. Nunca ningún chico me ha llamado la atención, en cambio con él siento la necesidad de ser suya, por eso te agradezco mucho tu comprensión y tu amor – le dije, la abracé y le di un beso en la mejilla.
– Una cosa más, cuídate de tu hermana, ella es chica y está entrando a la pubertad, no quiero que vea cosas que no corresponden a su edad –
– Si, mamá, lo entiendo y se lo he dicho –
– Pero no seas brusca, trátala con cariño –
Después de ésa conversación sentí un gran alivio, mi mamá estaba de acuerdo. Tampoco era cosa de dejarse llevar por las pasiones, pero tenía luz verde y quería darle mi virginidad a Adán.
La oportunidad se presentó a la puerta. Cada mañana llegaba a tomar desayuno conmigo y después todo el día juntos hasta la noche. Y si no venia él, iba yo, saludaba a mi tía y preguntada por Adán.
– Está durmiendo, anda a ver que despierte y tomen desayuno. Yo tengo que salir, tengo una hora en el consultorio – dijo.
Entre a su pieza muy despacio, pero en lugar de despertarlo, me dieron ganas de acostarme a su lado. Me quité la ropa dejando sólo mis calzones. Abrí la ropa de cama, me metí y lo abracé. El estaba vuelto hacia la pared. Me pegué a él y lo abracé por la cintura, pero mi mano tropezó con su miembro, caliente, duro y suave. Una ola de calor me invadió y toda la ternura que tenía se transformó en pasión. Tomé su miembro, lo apreté e hice lo que siempre hacía cuando lo tenía en mi mano, lo agite suavemente, sentía esa sensación en mi estómago, en mi pelvis y en mi vagina.
– Hola – me dijo dándose vuelta.
– Hola – le respondí y nos besamos, con cariño, con ternura y con pasión, mis calzones salieron rápidamente, y el se instaló entre mis piernas.
– Y mi tía ? – preguntó como reaccionando.
– Salió, tenía que ir al consultorio – le dije mirando sus ojos.
– Entonces estamos sólos? –
– Si, pero es mi primera vez, soy virgen, trata de tener cuidado – yo conocía su miembro y lo encontraba grande. En realidad nunca había visto uno como para hacer la comparación. Pero de sólo pensar que éso iba a entrar por mi vagina me asustaba un poco.
Después de unos besos y cariños, sentí su pene rozar mi clitoris, sólo mis dedos lo habían hecho antes y era algo completamente diferente. Lo sentí a la entrada de mi vagina, instintivamente levanté mis piernas para darle una mejor posición. La penetración fue lenta y suave, salvo un pequeño tirón, todo fue suave y sin dolor. Aunque siempre soñé con ese momento, la sensación que sentía era indescriptible. Sentía una ganas de gritar de gusto, de placer, de que nada fuera más importante que ése momento. Cada salida y entrada me producía lo mismo elevando cada vez más alto todos mis sentidos, sus embates, uno tras otro me hacían gemir de placer, su respiración forzada, el crujir de la cama y el sonido del impacto de su pelvis contra mi vulva mojada, que sonaba como un aplauso, me excitaba cada vez más. Hasta que todo estalló, mi mente y mi cuerpo, casi perdí el conocimiento, sólo sentía sueño y que flotaba. Eso era un orgasmo, no lo que yo tenía cuando me masturbaba. Después de unos minutos para recuperar la conciencia y el aliento, sentí que me besaba y su duro miembro aún dentro de mi.
– Estas bien? – me preguntó. Me dió risa la pregunta tonta, cómo no iba a estar bien, nunca había estado mejor.
– Siii – le dije riendo y lo abracé y besé.
– Quiero más! –
No sé cuánto tiempo pasó antes de mi primer orgasmo, ni del segundo ni del tercero. Tampoco recuerdo de cuántos fueron. Sólo recuerdo que él me llevó a la ducha y me sostenía mientras me lavaba. Después me secó y me acostó en su cama. Me sentía mareada, como ebria, ebria de amor. No sé si dormir o no, solo que me encontré sola y me levanté desnuda y fui a la cocina. No pensé que alguien pudiera verme desnuda, ni en mi tía ni en mi tío, la verdad es que me daba lo mismo.
– Amor, estás desnuda –
– Si, y qué tiene de malo ? –
Se sonrió, me abrazó y me besó.
– Nada, no tiene nada de malo, eres una chica hermosa y te amo –
– Yo también te amo – él andaba sólo con slip por lo que sentí su bulto contra mí y sentí la sensación de que me mojaba y el deseo de tenerlo dentro. Bajé mi mano y tomé su pene duró.
– Quiero más! –
– Bueno, pero tomemos desayuno primero – en ése momento me percaté de la mesa servida y me dió hambre.
– Sí, tengo hambre – comí como si estuviera muerta de hambre.
Después, con el estómago lleno, nos fuimos a acostar y me quedé dormida en sus brazos.
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