Adán y Eva 4
Terminado el verano, de vuelta a clases. .
Eramos como primos aunque no éramos primos. Yo sentía un grado de amistad que iba más allá de la amistad. Tampoco éramos » amigos con ventaja » éramos más que eso. En fin de cuentas éramos novios, aceptados por todos.
El verano lo vivimos juntos, de la mañana hasta la noche. Tomábamos desayuno juntos, salíamos juntos, íbamos a la playa, a comprar, almorzabamos juntos, aveces nos duchabamos juntos, cenábamos juntos, pero no dormíamos juntos que era lo que más queríamos.
Sin embargo y a pesar de todo, las oportunidades para hacer el amor no faltaron.
El verano terminó y de vuelta a clases, yo iniciaba la enseñanza media y Adán su primer año de universidad.
Durante el tiempo de clases nos veíamos todos los días pero muy poco. Yo tenía que estudiar mucho, pero Adán mucho más y cada día menos, incluso habían días que no nos veíamos a pesar de vivir tan cerca.
Los fines de semana teníamos más tiempo, pero tampoco era mucho. Pero alcanzaba para tener sexo a lo menos una vez por semana.
Con Adán eramos pareja, reconocida así por mi familia, pero no podíamos casarnos hasta cumplir los 18 años. Pero inexplicablemente quedé embarazada a los 17. Adán estaba terminando su carrera y dijo que nos casariamos.
Mi mamá estuvo de acuerdo, ella amaba a Adán, mi padre también estuvo de acuerdo.
Pero mi tío dijo que no, que no podíamos casarnos. Le pregunté porqué, me dijo que quería conversar conmigo. Mientras Adán estudiaba, nosotros fuimos a conversar al dormitorio.
– Te voy a contar algo que tú no sabes, ni tu ni nadie. Quiero que me prometas que no se lo dirás a nadie.
– Me asustas tío.
– Tu madre quedó embarazada a los 15 años, a los 16 tuvo un hijo, lo tuvo en el sur, con un matrimonio amigo, ellos lo inscribieron como hijo de ellos y tú madre volvió sin su bebé.
Me imaginaba para donde iba y no quería saberlo. Me paré y salí del dormitorio. Me devolví y mirando a mi tío fijamente le pregunté:
– Entonces, Adán es mi hermano?
Mi tío no respondió nada, sólo bajó la cabeza. Fui al comedor donde estaba Adán estudiando, lo miré y si, algo había en él que me atrajo de un principio. Mi corazón, mi estómago y mi vulva me dieron la señal, era parte de mi. Mi hermano, pensé mientras lo miraba. Me acerqué a él y lo besé en la boca, como un beso de despedida.
– Tengo que irme, después conversamos.
En mi cama me devanaba mis sesos pensando que todo este tiempo estuve teniendo sexo con mi hermano. Y ahora estaba embarazada, iba a tener un hijo de mi hermano.
Las jugadas del destino.
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