Adrenalina en las escaleras
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lovelittlegirls.
Disponía de pocos minutos para subir a la habitación de mi hijastra y volver antes que alguno de los presentes en la fiesta notara nuestra ausencia.
Celebrábamos el cumpleaños número 11 de mi amada Francys quien subió a cambiarse por que otro niño vació un refresco sobre su ropa.
Subo y la intercepto justo en las escaleras, sin chance de escapar, contra la pared busco besarla metiendo la mano bajo su vestido.
Moviendo la cabeza de un lado a otro evita mis besos y con el tono caprichoso que sólo usa conmigo me reniega que la deje ir, sin dejar de intentar encontrarme con sus ricos labios le susurro suplicándole que acepte; mis dedos habían logrado llegar a su cosita y luego de un par de minutos, Francys cede y nuestras bocas se funden en un intenso beso mientras saco mi pene y bajando sus calzones froto la punta en su ya húmeda vaginita.
La diferencia de estatura complicaba un poco la fricción pero no me detuve; su rechazo cambia a resignación y termina entregándose a mis besos y a la sensación que le producía la fricción de nuestros genitales, sus brazos rodean mi cuello y levantándola un poco, me entrego al victorioso momento de hacerla mía.
Mi boca callaba sus ricos gemidos, cuando su cuerpo me dice que ya va a correrse, espero hasta el último instante; sus brazos me aprietan con fuerza, deja escapar un gemido producto de su orgasmo y la sorpresa de sentir que la penetro lo suficiente para que todo mi semen llene su interior.
Aún contra la pared, subo sus calzones mientras trato de besarla, rechazándome y molesta susurra:
– Por qué hiciste eso? Yo no te di permiso!-
– No me molestes si? Perdóname, prometo compensarte-
La dejo seguir y voltea para decirme: Quiero un iPad, y sigue.
Vuelvo al patio trasero, todos en lo suyo, miro a todo lados buscando a mi esposa y por la espalda escucho a mi amigo de infancia que ofreciéndome una cerveza me pregunta si logré mi cometido.
Bebo de la cerveza y evitando eructar le digo: No sólo eso, al fin pude correrme dentro.
Mi amigo suelta una carcajada y con perversidad me dice en voz baja:
– Pues me debes una, tu esposa quería subir a buscarlos-
– Y qué hiciste?-
– Pues la llevé al cuarto de lavado y le di su merecida cogida-
– Gracias, eres un gran amigo-
– De nada, un día de esto tendrás que compartir la nena conmigo-
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