AGUSTINA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando yo era niño, los chicos mayores, de 13 0 14 años, pillaban a los más jovencitos, y al grito de: ¡A salar! Uno cogía tierra del camino.
Dos o tres te agarraban, te bajaban los pantalones cortos y el de la tierra la frotaba con tu pequeña polla.
La reacción era siempre la misma, acababas empalmado.
Una vez que me la habían salado, Agustina, una niña que viniera de Asturias , de camino a la tienda, me vio la polla, delgadita, de unos 7 o 8 centímetros, sonrió y se fue.
Mi abuela tenía una burra y yo, que tenía 7 años la llevaba a apastar.
Aquel día de verano había llevado a la burra a apastar a una cantera abandonada donde había hierba verde y que no se veía desde el camino.
Estaba tumbado boca arriba mirando pasar unas nubes cuando llegó Agustina y me preguntó:
-¿Qué haces?
Me senté y le dije:
-Ya ves, Tina, aburrirme.
Agustina tenía trece años, era morena, llevaba el pelo recogido en dos trenzas.
Aquel día llevaba puesto un vestido rojo que le daba por encima de las rodillas, una blusa blanca y calzaba unas sandalias.
Me sorprendió al proponerme un juego del que nunca había oído hablar
-¿Jugamos?
-¿A qué?
-A la mamá y al hijo.
-Vale.
Se sentó mi lado.
-Enséñale a mamá la pichina.
Saqué el pito, empalmado.
Agustina lo cogió con dos dedos y se lo llevó a la boca.
¡Me encantaba que me la chupara!
Al dejar de chuparla, me preguntó:
-¿Quieres verle las tetas a mamá?
-Sí.
Desabotonó la blusa y vi dos tetas grandotas y triangulares, con una gran areola y un pequeño pezón
-¿Quieres que mamá le de la teta al nene?
Le seguí el juego.
-Sí, mamá.
Con una mano me llevó la teta izquierda a la boca.
Se la chupé.
Después me dio la otra, y mientras se la chupaba me preguntó:
-¿Quieres verle la cuevita a mamá?
-Quiero.
Quitó las bragas.
Vi que estaban mojadas.
-Mete un dedito en la cuevita de mamá.
Le metí un dedo en el agujero y me pringué la palma de la mano con aquel pequeño chochito.
-Mete y saca, mete y saca, mete y saca, nene.
Hice lo que me dijo.
Agustina comenzó a gemir.
Me volvió a coger el pito con dos dedos y me masturbó.
Yo echaba aguadilla sin parar.
Ella la vio, me quito el dedo y me volvió a chupar el pito.
-¿Quieres que mamá moje con su agüita tu pinchina?
-Sí, mamá.
Agustina subió encima de mi, y parecerá imposible, pero mi pequeño pito le entró apretado.
Una vez que lo tuvo todo dentro, se volvió loca.
Me folló como si le debiera algo.
Cabalgó sobre mi agarrando sus tetas como si fueran bridas De repente se quedó quieta, Me miró.
Sus ojos se quedaron en blanco.
Sentí como un torrente de agua caliente iba mojando mis huevos.
Agustina apoyó sus manos sobre mis mamilas.
Quiso cogerlas.
Sus puños se cerraron y exclamo:
-¡¡¡¡Aaaaaaa!!!!
Se derrumbó sobre mí.
Sentí como su cuerpo se sacudía mientras gemía sin parar.
Al final, con el placer que sintió, se desmayó.
Me asusté.
Pensé que la había matado de gusto, pero al momento me di cuenta que no era así, ya que podía sentir los acelerados latidos de su corazón sobre mi pecho.
Aquel día nos hicimos novios.
Secreto que guardamos cuatro años, hasta el día en que estando Agustina chupando mi polla se encontró con un chorro de leche.
Ella ya tenía 17 años.
Le jodió tener que abandonar mis 16 centímetros, pero no podía arriesgarse a quedar preñada.
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