Ahorrando y economizando para poder comprarnos una casa.
Una recién casada, decide acostarse con el arrendador con el fin de ahorrarse el pago de la renta, y poder comprarse una casa..
Mi esposo y yo somos recién casados, y actualmente vivimos en un piso, pagando renta, con la idea de en un futuro cercano, comprarnos una casa, por lo que yo buscó la manera de gastar el dinero, lo menos posible, así que espero que me comprendan, y no me juzguen.
Recién mudados al piso en el que vivimos, me di cuenta que el casero, un hombre mayor como de unos sesenta y tantos, calvo, y flaco como una vela, no ocultaba su interés por mí.
Ya que cuando venía a cobrar la renta, siempre esperaba que, mi esposo, saliera a trabajar. ¿Qué cómo lo sé? Porque desde el balcón siempre lo veo llegar, y ahí esperar, hasta que mi esposo sale.
Luego al cobrar la renta, con la excusa de que no ha preparado el recibo se me quedaba viendo, como queriendo desnudarme, de una manera, que cualquier mujer como yo, se da cuenta.
Además de que demoraba haciendo el recibo, siempre me pedía que le sirviera un vaso con agua, que de paso se tomaba, muy lentamente, sin dejar de verme.
Al principio no lo tomé en cuenta, pero cuando me volvió tocar pagarle la renta, y me puse a contar la cantidad de dinero que debía pagarle, lo cierto es que me pareció un asalto a mano desarmada, ya que el piso donde vivimos, no es precisamente un palacio, es caluroso, se escuchan todos los ruidos de la calle, y por lo general no recogen la basura de manera apropiada, en fin, es un peor es nada.
Fue cuando salía de darme una ducha que, al verme al espejo, me dije en broma, a mí misma. “¿Y si te acuestas con el pendejo ese, para no pagarle la renta?” Por unos instantes, me reí sola de la loca idea que había tenido.
Pero cuando me acordé de la cantidad de dinero que representaba el pago de la renta, como que comencé a pensar en serio, eso de acostarme con el casero.
Como se darán cuenta, yo no soy una Santa, pero tampoco soy una tonta, mi marido sabe muy bien con quien se casó, y jamás me ha puesto límites, ni yo a él.
Por lo que se me ocurrió recibir a mi casero, vestida o mejor dicho casi desvestida, ya que la falda que me puse, además de ser extremadamente corta, nada más basta que respire, o camine para que se me vea todo, pero además no me había puesto mis pantis, y la blusa no tenía botones.
Por lo que cuando el casero tocó la puerta, la abrí de inmediato, pero a diferencia de otras ocasiones que me quedaba parada con el dinero en la mano, dejé al casero parado en la puerta, y mientras caminaba hacía la sala le dije que me hiciera el favor de entrar, que deseaba hablar con él algo muy importante.
Pero a medida que lentamente fui caminando en dirección a la sala, lo hice de la manera más lenta que pude, y moviendo mis caderas, de la forma más provocativa que pude hacerlo.
Al darme vuelta, por su manera de mirarme, supe que había logrado mi objetivo, solo que tuve que volver a pedirle que pasara, ya que se quedó boquiabierto, parado en la puerta, mientras que yo, le mostraba mis nalgas y parte de mi coño, sin mucho esfuerzo.
Ya en la sala y después de cerrar la puerta, tomando asiento frente a él con mis piernas ligeramente abiertas, le dije. “Mire, lamento mucho decirle que no voy a poder pagarle la renta este mes, ya que mi pobre madre, se encuentra muy enferma, y he tenido que tomar el dinero de la renta, para pagar los medicamentos.”
A todas estas él, no quitaba la vista de entre mis piernas, fue cuando le dije. “Así que yo estoy dispuesta hacer lo que usted me pida, con el fin de que de esa manera le pueda pagar, la renta de este mes que está corriendo. “
El arrendador, se rascó la cabeza, sin dejar de ver entre mis piernas, pero no se atrevió a decirme nada, fue cuando yo de manera zalamera le dije. “Le tengo una proposición, yo sé que le llamo la atención, cierto o falso.”
Él sudando como un caballo, me respondió que sí, por lo que continué diciéndole, dejando que al mismo tiempo la blusa, se me quedase abierta, mostrando mis paradas tetas. “Que le parece si me acuesto con usted, y saldamos la deuda.”
Él, abrió los ojos, y me de inmediato me respondió, pero tendría que ser todos los días, yo que me esperaba que me saliera con algo como eso, poniéndome de pie, le dije en un tono autoritario. “No, si acepta será una vez a la semana, durante este mes, o sea que, si lo llegásemos hacer ahora, luego le tocarían dos veces más. Que me dice.”
El viejo se me quedó viendo, de pies a cabeza, deteniendo su mirada en mis tetas. Y tragando en seco me respondió. “Bien trato hecho.” Así que lo agarré de la mano y lo llevé a nuestra habitación y tras ayudarlo a desnudarse, por pasar el rato, saqué unas esposas, y se las coloqué.
Sin que él me dijera nada, luego lo llevé a la cama lo acosté, era como si tratase de un muñeco de goma, comencé a agarrar su miembro, el que a los pocos segundos se le paró, al tiempo que, colocando mi coño sobre su cara, hice que comenzara a mamar mi peludo coño.
De eso a dejar que me penetrase no demoró mucho, lo graciosos era que en cierto momento le coloqué una de mis pantis usados en su cara, y él no tan solo las olía, sino que hasta las continuó chupando.
El viejo, resultó ser todo un niño obediente, tanto que hasta hice que me besara y lamiera el culo, cosas que hizo sin decir nada, así pasamos parte de la mañana, teniendo sexo como locos, y yo disfrutando del placer de tener una especie de esclavo a mis servicios.
Al terminar, se retiró sin decir palabra, no sin antes de darme en recibo de pago de la renta, a los pocos días me enteré que supuestamente ese mismo día, y saliendo de mi casa, al pobre lo asaltaron, y que según le dijo a la policía y a su madre que es la dueña de los pisos, se le llevaron el pago que yo le había dado. Ahora me pregunto con qué cuento saldrá el próximo mes.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!