Aimée Cachorrita Precoz. III.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
Pasados dos años de que el tío la disfrutaba a su antojo y ella aprendiendo de la exquisitez de cada encuentro, pero a la vez con cierta ignorancia, por su edad obviamente, el tío se empezó a alejar y pues los encuentros se fueron dando ya esporádicamente, hasta que llegó el momento de que los encuentros llegaron a su fin, entre ellos dos y pues la necesidad y falta de medios económicos por los que pasaba ella y su padre, ya grande de edad, tuvo la necesidad de trabajar, y fue a parar a la casa de un señor viudo de más de 70 años, el cual vivía sólo, en un casa enorme, con animales y una finca enorme, en la cual, el honorable señor la contrató, con el fin de que le apoyará en la limpieza de esa casa, en hacer a veces labores de cocina, lavar la ropa del anciano, y pues también ver a los animales que no les faltara su alimento, llegaba todos los días a las 8 de la mañana y se iba pasadas las 6 de la tarde a su humilde hogar, así transcurrieron los meses, se acostumbró tanto a sus obligaciones de trabajo, así como al buen trato que le proporcionaba ese hombre, ya que aparte de que le pagaba bien, le apoyaba para que estudiara sin hacerlo, y le compraba una que otra prenda de vestir, a veces la llevaba con el de compras en algunos de sus vehículos y la hacía que ella lo tomará de la mano, como si fuera algo así, como su padre, abuelo o algún familiar cercano, siempre con un trato de respeto hacia una niña, ya que ya tenía un poco más de 13 años, pero su complexión era bajita, delgada y cara muy infantil, pues parecía que era una biznieta de ese hombre, la costumbre de llevarla a diversos sitios se hacía ver de la buena comunicación que existía, hasta que una mañana llegó a sus labores y vio a una joven mujer, que salía de la recamara del patrón, medio desnuda, para meterse al baño, y Aimée le pregunto que quien era, y que hacía en la recamara con el patrón, y se entabló una plática común y corriente, hasta que salió el patrón envuelto en una bata y le dijo que ella era su sobrina que había venido unos días a estar con él, pero que le daba miedo quedarse sola y se iba a quedar a dormir con él por las noches, mientras estuviera en esa casa.
Pasaban los días y Aimée veía que a toda hora, esa sobrina del patrón se metía a la alcoba del viejito, cuando él se encontraba en ella y se pasaba las horas dentro, hasta el día que se regresó a su lugar de origen, los días continuaban su curso, y el anciano se veía triste por la partida de esa “sobrinita”, un día le dijo a Aimée así, oye chaparra, ¿qué tú no tienes novio?, no, señor estoy chica para tener, y mi papá no creo que me dé permiso de tenerlo, ¡es que te veo, qué ya estás en tiempo de tener uno!, aunque sea a escondidas, mira yo estoy solo y a veces se necesita de una mujer, para que lo atienda a uno, no digo como tú con tu trabajo, ¡a otra forma, así como para jugar un poco a cosas bonitas!, ah sí ya me imagino a que cosas, bueno lo dejo ya me voy, mañana regreso temprano, no se vaya usted a salir, ya le dí de comer a los animales, y ya su cena está en el horno, ya nada más de calentarla, hasta mañana.
Los días pasaban, sin que se tocara lo de esa pequeña plática, hasta que una tarde el patrón le dijo a Aimée, oye que bonita licra traes, desde en la mañana que llegaste, te la vi y te queda muy pegadita, a ver quiero verte de cerquita, eso, haber date una vueltecita, ¡qué bien te queda!, no te molesta aquí en medio de tus piernitas, ¡se te clava mucho en tu, bueno ya sabes dónde!, ay patrón no me diga eso, ya que sino ya no me la pongo, de eso me estaba dando cuenta, de cuando venía para acá, ¡se me quedaban mirando los hombres mucho en medio de mis piernas!, pues no es para dejar desapercibido esa visión que das a nosotros los que adoramos esas lindas “cositas”, ay patrón ya no siga, que me da cómo vergüenza, ah pero te gusta andar enseñando, no, fíjate que desde hace unos días ando trayendo un dolorcito aquí mira, debajo de la costilla, y quiero que me des un masajito, con esas manitas chiquitas, ¡ya sabes que te consiento mucho y tú eres de mis confianzas!, pero patrón yo no sé dar masajes, ¿pues tienes que aprender?, ven vamos a mi recamara, hay tengo aceite de aromas que me trajo la sobrina y con ese te pones en las manitas y te digo como me haces, vente vamos adentro. . .
Ya una vez en la recamara del patrón, él se acostó sin la camisa puesta y le dijo cómo debería ponerse el aceite en sus manitas y cómo comenzarle a masajear, además de cómo hacerle presión con las mismas, pero Aimée se cansó de sus brazos ya que cómo era bajita de estatura tenía que hacer esfuerzo extra, para presionar lo dicho por el patrón, entonces él la tomó por su breve cinturita y con ambas manos la alzó, ya que no pesaba mucho, y la hizo sentarse con las piernas abiertas encima de su cuerpo, para que así lo masajeara más cómodamente y así lo hacía, pero el patrón la tenía circundada con sus manotas a su cintura y conforme ella le daba masaje, él la iba bajando, muy suavemente, hasta que la ubicó encima de su paquete, en lo que ella estaba entregada al masaje de sus “costillas”, este hombre se dio a la tarea de frotar rítmicamente a su panochita su erecto pene, que ya estaba duro, en eso Aimée sintió y le dijo, ¡ay patrón que tiene debajo de mí que me da molestia?, nada mija, nada, ahh, sigue con el masaje, que siento bien, entrecortadamente le decía, pero ella ya estaba empezando a calentarse, por los movimientos culiatorios que le estaba dando el patrón, ya que tenía un buen tiempo de que no se dejaba hacer nada y eso fue un detonante, para qué. . .
Y ella también dejo a un lado ese famoso masaje que le estaba dando a él, y le dice patrón ya se le puso como durito su pilili, ah, sí no es para menos teniéndote encima de mí y tu panochita encima bien calientita, pues cómo no va a estar así, ¡haber quítate la licra y te vuelves a montar!, pero patrón me va a dar vergüenza que me vea, no pasa nada, además yo soy de confianza tuya y tú de la mía, bueno a ver, ¡ya patrón!, ¿me subo otra vez?, si mija, como estabas y haber sí puedes mover un poquito tu colita, para que me machuques mi macanita, ay patrón esa cosa no es “macanita”, es como remache de las vías, se le siente muy grande, tosco, hasta la cabezota gorda, bueno pues no veas, nada más mueve la cola, ahh, sii, se siente duro, ahhh, sí ¿te gusta cómo se siente?, pues no sé, pero me da cosquillas sentírselo en mi panochita, pero se siente bien, ¡ah, pues muévete bonito, para que yo sienta también igual!, ¿ay patrón a poco esto le metió a su sobrina, cuando estuvo aquí?, mmm, ahhh, ¡sí un poquito, ya que no se me dejó mucho!, pero sí le dí varias veces con un pedazo de mi verga, ya que es bien chillona, ¿tú ya has probado carne?, ahh, ahhh, sí un poco, con un chamaco que me desvirgo, ahhh, ahhhhhhh, y un tío que me llevaba a unos hoteles, hace como un año, pero ahora desde que estoy aquí con usted no he hecho nada, ahhhh, ahhhhh, ¿te gustaría probar mi verga Aimée?, pero me da miedo, se ve que lo tiene bien grueso, lo intentamos un poco, sino te cabe me dejas terminar en tus labiecitos de tu puchita y ya, ahhhh, ahhhhhh, ¡bueno, pero no me vaya a lastimar mucho eh, no mija ya te dije, haber quítate el calzoncito y te vuelves a subir en mí, ahhh, ahhhh, sí patrón sí, uy me dan nervios, de verle su vergota, está bien enorme, ¡qué bonita puchita se te ve!, le vamos a poner aceitito, para que se coma mi macana, ay patrón no me vaya a lastimar, si no me entra, mejor no, ¡no quiero andar como charrita abierta de piernas!, ya te dije mija, sino entra pues, ¡no te lo meto!, ah, bueno póngame de su aceite en mi puchita, ahh, que bien se siente, así bien aceitadita, ahhhh, ahhhh, a ver Aimée álzate para acomodártelo bien, uy patrón ¡que cabezota, parece una ciruela de las grandes!, hasta me fuerza mí, ayyyy, ayyyy, despacio patrón, despacio, ayyy, ayyyyyy, ayyyyyyy, ahh,
Ya va entrando, mmmm, mmmm, ayyy, ayyy, patrón, noo, duele, duelee, ahhh, ahhh, ayy ¿pero te gusta verdad?, sii, se siente biennn ahhhh, ahhhhh, no muy fuerte, ayyyyyyyyyyy, ya mija ya va entrandoo, mmmmm, mmmmm, ¡ya entró la cabezota!, ahhh, mmmmmm, ayy patrón me rompe, me rompeeee, ayyyyyy, ayyyyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, ya con eso, ya con esoooo, yaaaaaa, yaaaaaa, no aguantoooooo, no aguantoooooo, ayyyyyyyyyyyyy, ¡ya entró, ya te entró la cabeza!, quédate quietita, a que se acostumbre a comer bueno, ya patrón, ya no lo meta me está abriendo mucho, ayyyy, ayyyyy, ayyyyyyyy, pasados unos minutos él le empezó a forzar más, hasta qué un buen trozo de pene le alojó más a Aimée, quien nada más abrió los ojos de asombro, y otro pedazo más adentro, ayyyyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyyyyyyyyyyy, ya nooo, ya nooooo, ahhhhh, ahhhhhhhhhhh, espérate mija, ya casi entra toda mi vergota gorda, mmmmmm, mmmmmmmmmggggg, mmmmmmggggggggg, mmmmmmggg, ya vez ya está, ¡ya entró todo?, ayyy, ayyyyy, ayyyyy, que dolorrr, auuuu, auuuuuuuummm, me duelee, me duelee, ya quédate quietita, ya se acostumbrará, ahhh, ahhhhhhhh, ahhhh, ahhhhhhhh, minutos después.
Aimée comenzó a rotar sus caderitas, así montada y bien penetrada hasta sentir el tope de los testículos de su patrón bien pegados a su partecita que estaba engullendo el tosco ariete de su patrón, mientras el anciano le decía, mija tu sí que sabes comer verga, yo creí que me iba a quedar sin entrar aunque sea un poco, pero ya veo que tragas muy bien, ¡mejor que mi sobrinita!, ahhh, ahhhhh, mmmmm, sigue, sigue, muévete, muevetee, ahhhh, mm, mmmm, mmmmm, así la tuvo por espacio de 15 minutos ensartadita y meneándose los dos, hasta qué, ya Aimée, ya no pudo seguir, tirándose a la cama, ya que había tenido una corridilla de ricos orgasmitos, que bañaron internamente el pene de ese hombre, hasta mojarle los huevos y los pelos canosos de su pubis, pero aun así el hombre no había terminado y se le fue encima, alzándole sus pequeñas piernas y la volvió a penetrar, hasta el fondo, mientras Aimée, sólo se quejaba de las estocadas que ese viejito le daba, ayyyy, ayyyyy, ya nooo, ya noooo, ayyyyyyyyy, ayyyyyyyyy, me duele muchooooooooo, noooooo, ya pasados unos minutos el vejestorio le regó una cantidad de chorros de esperma, en su interior, hasta la cabecita de Aimée se alzaba y se hacía a ambos lados, cómo pidiendo auxilio de esa enorme cogida que su patrón le había dado, ya pasadas las sensaciones de esa calentura de los dos, el anciano la llevó cargando a su baño, le llenó la tina del mismo, con agua calientita y la baño, como a una bebé, con mucha ternura, mientras a Aimée se le escurrían las lágrimas del dolor y ardor que sentía, ya que ese anciano si le había llenado muy bien esa puchita peladita.
Después de ese evento inesperado para Aimée, se dieron otros encuentros con su patrón, había ocasiones, que desde que llegaba a trabajar, era llamada a la habitación, llevándole su opíparo desayuno, para después enviarla a cerrar muy bien las puertas de acceso a la casa y pues a comenzar a juguetear con ella en la cama, hasta desvestirla y luego a penetrarla en varias formas de una manera muy decidida, sin llegar a ser salvaje, pero eran horas de buenas penetraciones, siempre Aimée terminada irritada de su puchita y llena de semen, hubo ocasiones, que toda la semana era penetrada hasta en tres eventos al día, siempre andaba llena de leche en su pucha, ya se estaba convirtiendo en la putita personal del anciano, eso sí, la mimaba mucho, ya no era la mujercita del aseo de la casa, ya era como una especie de ama de llaves, ya que su atención se centraba al patrón y había una señora que se hacía cargo de la limpieza y comida de ellos.
Pasó un año de estar al lado del patrón cumpliéndole sus caprichos sexuales, hasta que un día llegando dizque a trabajar, junto con la señora de la limpieza, ya que eran vecinas y llegaban juntas a laborar, Aimée tenía llaves y entraba como si fuera de la familia a esa casa, pero encontraron al patrón tirado al lado de sus caballos herido de la cabeza, ya que uno de ellos lo había pateado y lo llevaron de inmediato a un hospital, pero por la gravedad de esa herida en la cabeza, el anciano falleció, pero dentro de su testamento dejó la herencia de los bienes mayores a uno de sus hermanos y a Aimée le dejo un dinero, para que viviera un tiempo, el cual se lo entregó una compañía aseguradora a su padre de ella, ya que era menor de edad, de ahí en adelante el padre de Aimée utilizó la mayor parte de dinero, para comprar animales y llevar a cabo ventas de los mismos, obteniendo ganancias, pero las cosas llegaron al momento que no marchaban bien, y el dinerito se fue esfumando por la poca experiencia en el manejo de las compras y ventas, y pues Aimée tuvo que irse de nuevo a trabajar, pero fuera de su pueblo, y hay conoció a un hombre que le prometió matrimoniarse con ella, pero esa promesa nunca llegó, sólo quedó en relaciones sexuales y adiós, para luego otras cosas muy calientes le pasan, pero eso en el siguiente capítulo, que espero lo lean, un saludo de Aimée quien es la autora y de un servidor el escritor de este relato, SEXIGALENO, hasta pronto.
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