Aleida Mini Ninfomanita IX.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
Cómo es de su conocimiento del capítulo VIII, de las situaciones que se siguen desarrollando en esa relación entre don José y Aleida, las cuales han derivado encuentros muy tiernos y a la vez morbosos, pero llenos de erotismo, por parte de los dos actores de esta saga, la cual para mi gusto la he ido confeccionando de una manera, que no caiga en el tedio, en el aburrimiento de leer, ¡lo clásico y directo del sexo entre “menor y viejo”!, lo hago con el fin de que se observe, qué; con un trato delicado, tierno, dulce y calmado, se puede lograr los mejores resultados en una relación, como esta, qué para mi gusto, es el objetivo más perfectamente sutil, que pueda existir:
La relación entre ambos seguía viento en popa, en el transcurrir los meses siguientes, al grado que la chiquilla, ya contaba con el permiso de su madre, para asistir de manera cotidiana después de clases tres veces por semana a esa escuela, por lo que se estabilizó esa relación entre ellos, cada tercer día se daban encuentros llenos de erotismo y morbo, los cuales desencadenaban, en largas horas de hacer clandestinamente ese hombre con la chiquilla “cosas”, que despertaron la inocencia completamente de Aleida, hasta que se fue metiendo, como un cuchillo a la mantequilla una tercera en discordia, misma que era Sofía, quien cómo se dieron las cosas con ella y sin que don José lo buscara, ya que cada viernes él se había comprometido de llevarla a otro pueblo a pasar los fines de semana con sus tías, esta otra chica, era muy melosa con él, tal vez por la gratitud, por llevarla, hasta que una ocasión de un viernes, se averió el auto en el camino y pues, como ya caía la noche y hacía un poco de frío, tuvieron que esperar un servicio de grúa, para llevar el vehículo a reparación, mientras en esas horas y cómo ya no pasaba transporte alguno, para que se trasladará Sofía, pues se tuvo que ir con él, en el servicio de traslado, y cómo no tenía problema alguno de llegar con las tías, pues se fue con don José a la capital y se quedó en la casa de ese hombre, todo el fin de semana, el que disfrutó de la estancia en esa casa, además de que paseó un poco y comió con él, en algunos lugares y la llevó al cine, para después; y por la noche de sábado se desató una fuerte tormenta con descargas eléctricas que iluminaban el hogar, la chica con miedo a lo que estaba sucediendo, por las inclemencias del tiempo, y como se había dispuesto una pequeña recamara, para que durmiera, pues se trasladó a la habitación de don José, y le dijo:
S.
–
¡Don José, tengo miedo de los truenos y de los relámpagos!, ¿me puede hacer un espacio con usted?
C.
–
No tengas miedo Sofía, lo que pasa qué, como las telas de las cortinas son claras, pues se reflejan los rayos de la tormenta, pero bien, ¿qué te parece si te traigo el reposet de mi sobrina y te duermes aquí en mi cuarto?
S.
–
Bueno, espero no se enoje su sobrina, ya ve que no está, y si se entera le puede decir algo a usted, ¿no cree?
C.
–
No tiene por qué enojarse, ese reposet yo se lo compré y casi ni lo usa, no te preocupes, Sofía, es más te traigo una cobija, para que te tapes, ok.
S.
–
Ay don José, nada más le doy molestias, pero si no hubiera sido por que se descompuso su carro, yo estaría con mis tías, ¡pero me siento bien con usted aquí en su casa!
C.
–
Eso es bueno Sofía, que te sientas en confianza conmigo, ¡ven vamos a la recamara de mi sobrina y sirve que te pones una batita de dormir! y así te quitas tu ropita y ya mañana te vuelves a cambiar, para que no se te arrugue.
S.
–
Bueno, está bien, pero me da pena, ya que es ropa de su sobrina y se puede molestar y decirle algo a usted.
C.
–
¡Tú ven conmigo, no pasa nada!, ¿para que veas que te pones?, ¡sígueme!
S.
–
Uy don José, ¡qué bonita ropa interior tiene su sobrina!, mire que bonitas pantaletitas, bien chiquitas, como de mi talla, y esas batitas de dormir son muy suavecitas y huelen a perfume, mmm, ¿a poco quiere usted que me ponga esta ropita?
C.
–
Claro mi niña, tu ponte lo que quieras, ¡¡¡y sirve que te veo, como luces de bella!!!
S.
–
Bueno, haber esta pantaletita chiquita y esta batita transparente, ¡voy al bañito!, ¿para que me vea y me dice como me quedan?
C.
–
Ándale, mientras llevo el reposet, para la otra habitación, es más ponte unas zapatillas, para que luzcas bien, de ahí toma unas altas, señalándole, ¡allá te espero!
Mientras don José trasladaba ese mentado reposet, Sofía pasaba al baño de la recamara de la sobrina y se cambió de ropa, se puso lo que había escogido y salió, pero algo faltaba más, para verse mejor y se sentó frente al tocador y se pintó ligeramente sus labios y se puso un poco de color en sus mejillas, se levantó el cabello a manera de hacer una colita de caballo y se dio a admirarse en el espejo de manera completa, ya que las zapatillas que estaba utilizando aparte de altas, tenían una plataforma transparente y se veía más atractiva y al caminar levantaba sus glúteos, que no eran como los de Aleida de frondosos, pero tenían lo suyo, ya que aunque ella era más alta que Aleida, le faltaba lo que a Aleida le sobraba, caderitas redondeadas, nalgas paradas y senitos en desarrollo ya de buen tamaño, y así vestida se fue al cuarto de don José, que escuchaba música en su modular y:
C.
–
¡Caray Sofía que hermosa te ves, me sorprendes con tanta belleza!, ven acércate ¡quiero verte junto a mí!
S.
–
Ay don José, ¡sí estoy bien flaca, no tengo cuerpo aún de mujer!
C.
–
Y para que quieres tener cuerpo de mujer, sí así te ves súper bien, es más, ¡date unas vueltecitas para verte mejor!
S.
–
Bueno, ¿pero usted me dice como le hago?, porqué quiero como hacer una pasarela, aquí, ya que estoy vestida así, muy coqueta.
C.
–
Claro preciosa, haber con calma, alza el rostro, y pon las manos en tu cintura y te vas dando vuelta muy despacio y caminas hacía la puerta.
S.
–
¿Así lo hago bien?, ¿no camino feo con estas zapatillas altas?
C.
–
No, lo haces bien, muy bien, ¡pon tus manos atrás de tu cabeza y camina lento hacía mí!
S.
–
¿Le gustó como me veo don José?, me siento como una de esas chicas del internet, que se desnudan en las cámaras de la web.
C.
–
Pues yo diría que, tú eres más bonita que esas chicas, ya que tú eres menor de edad y esas muchachas ya son de 18 años, para adelante.
S.
–
Bueno si usted dice, me lo voy a creer, ¿Qué música es esa, que está oyendo?
C.
– ah, es música romántica, para bailar abrazados con alguna pareja, novia, esposa o una amiga, ¿o tú?
S.
–
A que bien, ¡se escucha muy bonita, pero yo no sé bailar eso!, ¿me gustaría aprender a bailar, cómo lo hacen los grandes?
C.
–
Es muy fácil, sólo te debes de dejar llevar al ritmo que tu pareja te imponga y luego es cosa der unas vueltecitas muy despacio, ¿te gustaría aprender cómo se hace?
S.
–
Aja, sí un poquito, ¿a poco usted me enseñaría a bailar?
C.
–
Claro que sí, ¿y así aprovechamos ahora, que estamos solitos?, así nadie nos perturbara, ni el mal tiempo, lo haremos muy bien, juntos, ¿quieres?
S.
–
Bueno, está bien, pero usted me dirige, ¡cómo debo de moverme en eso de la bailada!
C.
–
Es más, para que no te sientas nerviosa, te voy a convidar un poco de vino con sabor a duraznos que tengo en refrigeración, ¡voy por el!
S.
–
Ya, está bien, usted sabe lo que me da, por mí no hay problema, ¡aquí lo espero!
C.
–
Mira, tómate una copita y yo otra, mientras platícame de ti, ya que te he visto últimamente pensativa, como distraída ¿Qué tienes?
S.
–
Ay don José, sí usted supiera, ya ve que yo huérfana, claro tengo tíos y parientes más lejanos, pero hace cómo un mes, uno de mis primos, que va a la secundaría llegó una noche a donde duermo y se puso a abrazarme y hacerme cosquillas, yo quería que se fuera ya que olía cómo a yerba quemada de su ropa y me daba asco, pero.
.
.
¿.
.
.
?
C.
–
A ver, ¡cómo qué pero!, ¿te hizo algo ese primo?, cuéntame sin pena, ¡haber te doy otra copita de vino!
S.
–
Me da pena don José, le tengo confianza y le voy a platicar lo que me hizo, espero usted si me entienda, ya que mis tíos los papás de ¿- – – – – – – -?, dicen que yo tuve la culpa de que el me haya desquintado, ¿qué yo le daba motivos, que era una p.
.
.
?, bueno usted sabe.
C.
–
Haber mi chiquita, ¡toma aire, respira profundo varias veces!, ahora sí, comienza a contarme, ven siéntate en el reposet y yo aquí y te escucho.
S.
–
Pues vera don José, cómo le había dicho, ese día llegó oloroso a yerba quemada y se metió al cuartito donde duermo y empezó a abrasarme y hacerme cosquillas, yo ya estaba acostada, para dormir y le dije que se fuera, que no me agradaba lo que me hacía y menos porque olía a yerba quemada, y me cruzó una bofetada y se me echo encima de mi cuerpo, y él me jalaba de mi cabello, yo grité para que me ayudaran, pero no había nadie, ya que mis tíos habían ido a un velorio y estaba yo sola.
C.
–
Bien ya me dijiste, ¿pero qué pasó en realidad, que te hizo ese primo?
S.
–
Pues, , , , , , me forzó y me hizo mujer, pero yo no quería, de verdad, ¡créame!, él abusó de mí, yo no pude evitarlo, él es más fuerte que yo y me hizo muy feo.
C.
–
¿Y esto lo saben tus tías del rancho donde te llevo los viernes?, ¿o no le has comentado nada al respecto?
S.
–
Pues, ¡sí les dije lo que me hizo!, pero me dijeron que no podían hacer nada, que mejor dejará las cosas así, ¡que es una perdedera de tiempo, hacer una denuncia!, y que ellas no tienen tiempo de andar de un lado a otro, que a lo mejor era yo la que provoque todo y que ahora me aguantara.
C.
–
Mmmm, y en la escuela ¿no le has comentado nada a tu maestra, a alguna vecina o a alguna compañerita?
S.
–
Sí, a la única que le dije, lo que me pasó fue a Aleida, ella sabe todo y quiere que me vaya a vivir a su casa, que ya tiene el permiso de su madre, para que viva un tiempo en ese lugar, mientras termina el ciclo escolar.
C.
–
Y porque no me habías dicho eso, ya vez que tengo ya un tiempo de estarte llevando al rancho, cada viernes, ¿o qué, no me tienes confianza?
S.
–
Sí, don José, pero me daba pena, yo creo que hoy, es porque estoy sola con usted y a lo mejor por este vinito, es que me di valor a platicárselo, ¡ya no soy una niña, ya soy una mujer!
C.
–
Bueno te entiendo, pero de que eres niña, aun lo eres, aunque ya no seas virgen, lo bueno que ya queda un mes, para que termine la escuela, déjame pensar que se puede hacer, mientras pásate a vivir este tiempo con Aleida, sin hacer comentarios de que te voy a ayudar, esto debe ser muy discreto, ya que Aleida es muy inteligente, y se te vaya a salir algo y vayas a tener problemas con ella, mejor cierra la boca, ya veremos que hago por ti.
S.
–
Ya hasta estoy pensando venir aquí a la capital a pedir trabajo de sirvienta y que me den permiso de estudiar aunque sea en las noches en las primarias nocturnas.
C.
–
No mi niña, terminas allá tú año escolar y hablaré con mi sobrina, para que estés aquí con ella y sigues estudiando, ya veré la manera que no te falte lo necesario, para que continúes la escuela, ¡pero de sirvienta, no!
S.
–
¿En verdad usted haría eso por mí?, gracias don José entonces será como usted diga, ¿pero no sé cómo podría pagarle lo que hace y haga por mí?
C.
–
Mira, ya deja de pensar en cómo me vas a pagar, mejor para que dejes de estar triste, ¡ven vamos a bailar!, que te ves muy hermosa así como estás y no quiero lágrimas.
S.
– sí, está bien, ¿haber dígame como lo hacemos?
C.
–
Así mira pon esta mano en mi hombro y con esta otra aquí en mi otro brazo y yo te tomo de la cintura y comenzamos el vaivén del baile.
Una vez comenzada la pieza musical, románticamente don José atraía a su cuerpo a Sandra, la cual se dejaba hacer por los movimientos que él le imprimía, al compás de ese ritmo suave, la pegaba a él, en una vuelta y la alejaba, hasta que llegó el momento que las dos siluetas estaban completamente pegadas con sus cuerpos, y ya no era una melodía de baile la que se daba en ese ambiente, más bien era un tallamiento que daba don José a Sandra y ella también se daba a frotar de una manera delicada y suave, subiendo y pegando su pelvis a la de don José, que le daba movimientos como si la estuviera encoxando por su monte de venus a esa damita y ella cerrando los ojos se dejaba hacer y cooperando ella, dando roces calientes que se notaban en la intimidad de ese cuarto.
Cuando la voz tierna y a la vez nerviosa de excitación, Sandra se dejó escuchar en el ambiente, ¿don José me está dando un calorcito muy extraño?, ¿quieres que apaguemos la luz?, es que es por la lámpara que guarda calor, espera ¡voy a apagarla!, ay don José esta oscurito, y me da más miedo los relámpagos que se ven por las cortinas, no pasa nada ven, concéntrate en lo que estábamos haciendo, para esto don José ya se había bajado un poco el pantalón de la pijama junto con su bóxer y poco a poco iba rosando la pelvis de Sandra, ¿ay don José con que me pica mi pierna?, ¡ah este, es un animalito que tengo y que quiere bailar pegadito a ti!, ¿ah, bueno pero no muerde ese animalito?, no ese animalito quiero dártelo, para que lo cuides un ratito, ¿ay don José y para que quiere que le cuide su animal?, bueno mamita yo te cuido de los relámpagos y los truenos de esta noche y tú me cuidas mi animalito en la oscuridad, mmmm, bueno está bien, pero cómo quiere que se lo cuide si estamos bien pegaditos a lo mejor lo asfixiamos ¡pobrecito!, ¡pues entre más nos peguemos mi animalito está más que cuidado!, ah, bueno si es así se lo voy a aplastar más, y la piezas musicales continuaban ambientado ese espacio morboso por la plática y lo erótico del momento y por lo que se hacía, pero en una de esos frotamientos el pene de don José se encajó entre el vértice de las piernas de Sandra y, ¡don José su animalito se metió entre mis piernitas lo voy a ahogar!, mmm, tu sigue moviéndote, ¡que ese animalito entre más apretado esté, él se siente mejor!, ¿ah, pero está ancho me estorba un poco en medio?, pues es que te estás acostumbrando a tenerlo un ratito entre tus piernitas, en eso se acabaron las piezas de música que ambientaba el lugar, y cómo si un silencio morboso se hiciera presente, los sonidos de los vaivenes de don José y de vez en cuando unos leves gemiditos ahh, ahhh, de Sandra empezaban a escucharse, en eso don José buscó la manera de estar a espaldas de su cama y se dejó caer con la chica encima de él, comenzando un movimiento rítmico de cadera de don José ya que su pene había quedado atrapado, entre esas piernas y el roce que hacía lo pasaba restregando en toda esa rajadita cubierta apenas con la tela de esa diminuta prenda íntima.
S.
–
Ahh, don José, ¿Qué bonito siento ese animalito?, ¿cómo que me da cosquillitas sus pelitos?, ahhh, ¿Qué animalito es?
C.
–
¿De verdad te gusta mi animalito?, es uno parecido al de tu primo, ¡cuando te hizo mujer!
S.
–
¡Noo, ‘este’, ‘este’, su animalito es más grande y lo siento muy ancho!, nada que ver con el de mi primo, ¿puedo verlo?
C.
–
¡Mejor acuéstate bien y así en la oscuridad lo sientes!, te va a gustar, ¿quieres?
S.
–
Ahh, bueno, ¿pero así con zapatillas o me las quito?
C.
–
Quédate así vestida y con esas zapatillas, te ves erótica, bueno sin luz no te veo, pero te imagino, haber sácate una parte del calzoncito, y la otra la dejas puesta, ándale así, mmm
Mmmmmm, ¿qué rico ha de saber esa cuquita Sandra?, te voy a comer mucho mmmm, mmmm
S.
–
Ahh, sí don José, ¿pero porque me chupa mi cuquita?, a de oler a orines ¿no cree?, ahhhhh
C.
–
Sí, huele a pipí, pero sabe rica, mmmm, aummmm, auuuuuuuummm, te voy a comer la conchita un ratito, ¿te gusta?
S.
–
Ayyyy, siiii, pero me da algo de pena, ahhh, que me bese ahiiii, ahhhhh, ahhhhhhh, ahhhh
C.
–
Estas mojadita de juguitos, me los voy a tragar todos, aummmm, aummmm, aummmmm
S.
–
Ahhhh, bueno, ¿siiii, le gustan tómeselos?, ahhhh, ahhh, ahhhhhhh, ahhhhhhh, auchhh
C.
–
Claro que me los estoy tomando, que ricos tus fluiditos Sandra, aummmm, ahora voy en camino a buscar el ombliguito, ahhh, mmmm, y sigo pasándote mi lengüita, ahhh, ya encontré tus chichitas ahmmm, aummmm, ¡bueno no nacen aún, pero aquí estarán pronto!
S.
–
Ahhh, ahhh, me raspa su lengüita, ahhh, ahhh, si todavía no salen mis chichitas, ahhh, me da muina que Aleida ya tiene y yo no, ahhhh, ahhhhh, está bien nalgona y yo ahhhh, tengo pocas, ahhhh, y ella está bien piernuda y yo estoy flaca, ahhhh, ahhhh, ahhhhhhhhhh
C.
–
Pero no hables de Aleida, ahhh, ella está así, porque se desarrolló, ahhhh, ahhh, antes que tú, ahhhh, ahhhhh, abre tus piernas, ahhhhhhhhhhh, ahhhhh, ahhhh, ¡vas a sentir rico!, ahh, vas a ver que tú también te vas a desarrollar, mejor que ella, ahhhh, ¿te gusta cómo te hago mmmm, o no? ahhhhh, ¿así te hizo tu primo o nada más te monto y se bajó?, ahhhh
S.
–
Ahhhh, nooo, usted me hace bien y siento bonito, ahhh, ¡me gusta cómo me pasa su pene en mi pepita!, ahhhh, ahhhhhhh, ¡siento que me mojo mucho de mí pipí!, ahhhhhhhh, ahhhhhhhhh, ¡Noooo, como cree!, ahhh, nada más se bajó el calzón se me montó y me lo metió de golpe y nada más entro un poco y me tiro sus mocos, se bajó y se fue, ahhhhh, ahhhhhhhh
C.
–
Ahhh, ahhhhhhhhh, si me imagino, pero te gustó lo que te hizo, o no, ya veo que te gusta cómo te hago, ahhh, ahhhhh, y te mojas bien, ¿te excitas verdad?, ahhhhh, ahhhhhhhhh,
S.
–
Ayyy, ahhh, sí me está gustando con usted, pero lo que me hizo mi primo noo, ahhhhhh, me hizo feo, ahhh, ahhhhhhh, luego en la madrugada de ese vez, volvió y me lo hizo igual, ahhhh, ahhhhhhhh, rápido y se volvió a ir, y me dejó mojada otra vez de sus mocos, ahhh
C.
–
¿Pero nada más fue esa vez, o te hizo más veces eso?, ahhh, ahhhhh, ¿tienes bien chiquita la cosita, la siento?, ahhh, ahhhhhhhh, dime, ahhhhhhhh, ahhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhh
S.
–
Hace una semana, ahhh, fuimos a cortar café y me ahhh, volvió a hacer eso, ahhhh, pero fue muy rápido, no me lo metió mucho, ahhhh, sólo se vació en mi calzón, ahhhhhhhh
C.
–
Ahhh, me calienta de oírte, ahhh de lo que te hizo, ahhhhhhh, a ver que sientes con este animalito, ya está en la ahhhhhhhh, entradita, ahhhh, abrázame con tus piernas, ahhhh
S.
–
Ahhhh, ahhhhh, don José, ahh, ayyyyyyy, ayyyyyyyyy, ayyyyyy, me duele don José, ayyyy ayyy, ayyyyyyyy, su animal me abre muchooo, ahhhhhh, dueleeee, ayyyy, ayyyy, ayyyyy
C.
–
Ahhhh, ahhhhhhh, ya entre un poco, ahhhh, ahhhh, ahí me quedaré unos minutos, para que se te acostumbre tu cosita a mi grueso animalito, ahhhhhh, ahhhh, ¡que rico me jala tu conchita!, ahhh, ahhh, yo creo que quiere un poquito más de mi carne, ahhhhhhhhhhh
S.
–
Ahhhhhh, don José le digo algo, ahhhh, ahhhhhh
C.
–
Si mi amor dime, ahhh, ahhhh, ¿qué apretadita estás?
S.
–
Usted lo tiene bien ancho y largo, mi primo es muy chico su bicho, apenas se parece a su dedo de grueso y usted uff, me está abriendo mucho, ahhhhhhh, ayyyyyyyy, ayyyyyyyyy
C.
–
Entonces, ¿no entro bien, como yo, o no llegó hasta donde estoy adentro de ti ahora?, ahhh, ahh, mmmmm,
S.
–
Noo, ahhh, ¡si entro en mí!, ¿pero no llego, hasta donde me la mete ahorita?, ayyy, ayyyyy ayyyyyyyyyyy, me duele, pero me está gustandoooooo, auuu, ayyyyyyyyy, ayyyyyyyyyyy
C.
–
Haber amor otro pedacito más, ahhhhhhhh, ahhhhhhhhh, ahhhhhhh, más ahhhhhhhh
S.
–
Ayyyy, ayyyy, ayyyy, despacitooo, ayyyy, ayyyyyyyyy, uff, que dolor, ayyyy, ayyyyy, ya don José, yaaaaaaaaa, no lo meta masssss, ahhhhhhhhhhh, me duele, ayyyyyy, ayyyyyyy
C.
–
Si mi amor, ¡ya no más adentro!, estás muy estrechita, ahhhhhhhhh, ahhhhhh, pero me quedaré dentro de ti, hasta que ya no sientas dolor, ahhhhhhhh, ahhhhhhhhhh, mientras dime aparte de lo que sientes, ¿te está gustando?, ahhhh, ahhhh, que rico aprietas mi animalito, ahhhh mamacita, ahhh, se parece a la boca de un bebé que está jalándole al chupón, ahhhhhhh
S.
–
Ayyy, pues no sé, si lo estoy apretando, pero ayyy, ya se me está pasando el dolor, ayyyy, ¿¿¿bien dice Aleida que usted lo tiene bien grueso y largo su animal???
C.
–
¿Cómo dijiste?, ahhh, ¿acaso te cuenta Aleida algo?, ahhh, ahhhh, ¿Qué te dice, haber platícamelo todo?
S.
–
¡Sí, dice que una vez se lo vio en el baño y que lo tiene bonito, bien gordito y bien larguito!, y que le gustaría vérselo bien, ¡ya qué por eso se lleva con usted y que quiere tocárselo!, ¿dice que hasta se le moja su papayita?, de acordarse cómo lo tiene, ayyy, ayyyy
C.
–
Y que más te dice, platícame bien, ahhh, ahhhhhhhhhhh, que más te cuenta esa cabrona chiquilla, vas a ver, la voy a nalguear, pero no le digas, eh, es un secreto, ahhhhhhhh
S.
–
Pues ya ve que Aleida es la más culona de la escuela, ¡ayyy, no empuje más, ayyy, ayyyy!, y una ocasión en educación física, el maestro la cargo, para que ensartará el balón de básquet, y la alzo de la cintura, y cuando la bajo, se la pego a su pene, todos vimos, y Aleida le dio una cachetada y le dijo que lo iba a acusar con su papi, ayy, ayyy, ya no más, ya hasta ahí por favor, ayyy, dueleeee, ayyyy, ya no lo meta massssssssss, ayyyyy, ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
C.
–
¿Y después que les dijo?, ¿sí acusó a ese maestro borrachín, o ya no dijo nada?
S.
–
Que yo sepa, ya no dijo nada, pero a Sandra y a mí nos platicó que usted le lleva de aquí cuando viene, obsequios cómo, chocolates peluches y otras cosas, y que lo quiere mucho, y por eso es celosa de usted y no quiere que le saludemos, por eso se enoja, pero si supiera en donde estoy y con quien estoy, uff, me madrea, ayyy, nooo, ya nooo, ayyyyyyy
C.
–
Pues sí, a veces le llevo una golosina, pero no más, y es que me llevo con su madre, es por eso, ahhh, ahhhhh, ya voy a terminar, ahhhh, está muy apretada esa cosita, y me jala muy rico, ya no aguanto, ahhh, ahhhhhh, tomaaaaaaaaaaaaaaa, tomaaaaaaaaaaaaaaa, ahhhhh
Ahhhhhhhhhhhhhh, mi amor tomateeeeeeee mi lechitaaaaaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh
S.
–
Ahh, don José, ahhhhhhhhh, mmmmmmm, que calientes sus jugos de su peneeeeeeee ahhh, ahhhhhhhhh, me esta quemandoooo, ahhhhhhhh, que ricoooooooooo, ohhhhhhh, auuuuu, mmmmmmmmmmmm, argggggghhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
C.
–
Mi chiquita, ahhh, que apretada estás, ahhh, ahhh, de esto ni una palabra a nadie, sólo entre tú y yo, ¿te gustaría darte un baño o quieres que te lave tu cosita?, lo bueno que a ti no te llega aún tu menstruación, lo podemos hacer sin precauciones, cuando te lleve los viernes con tus tías.
S.
–
Cómo quiera usted, don José, ¿pero que no me duela mucho?, ¡ya ve que hoy me lastimó y me hizo molestia adentro de mí cosita!, ¿pero sí, está bien, lo que usted quiera?, ¡yo no comento nada!
Desde esa vez, se comenzaron a dar encuentros eróticos, morbosos y sexuales, entre Sofía y don José, los viernes de cada fin de semana, pero sin que se notara nada entre ellos y ante la gente, ni la pequeña Aleida sabía de esos encuentros, hasta que terminó el ciclo escolar y don José se llevó a vivir a Sofía a la capital, pero ese ya es otro relato que próximamente se hará, con la anuencia también de mi buena amiga Sofía y del buen José, quienes los conozco y llevamos una buena relación de amistad.
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C O N T I N U A R Á.
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