Aleida Mini Ninfomanita VI.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
Como recordaran en el anterior capítulo de las nuevas aventuritas que se da Aleida con el conserje de la escuela, donde estudia la chiquilla y de lo que comienza a vivir y a experimentar, como si fuera un juego que le satisface relacionándose con don José, quien la trata muy tiernamente, y ¡cómo la despierta a esa tierna edad! y ¡cómo va perdiendo su inocencia poco a poco!
Al siguiente día en la escuela y a la hora del recreo, fue al cuarto de utilería “a traer el balón”, y encontró a don José leyendo el periódico y fue y lo abrazo y le dio un beso rápido en la boca y le dijo que vendría por la tarde, que quería estar con él, como el día anterior, tomó el balón y salió a buscar a sus inseparables compañeritas, las cuales ya la esperaban, para ir a la cancha a rebotar el balón en el tablero de básquet unos minutos antes de regresar a sus deberes escolares, cuando de momento cayó de espaldas Sofía y se golpeó la cabeza al caer y fue llevada a la dirección por ellas mismas, pero como no había quien le diera auxilio, pues Aleida fue por don José, ya que él era enfermero jubilado, para que le diera los primeros auxilios, mismos que se los brindó al momento y de manera profesional, y dijo que se había desmayado porque no había desayunado y el sol la atonto, pero que estaba bien y que no había problema alguno, y la dejó ahí al cuidado de Aleida y Sandra, y se retiró a su cuarto de utilería, para después ser alcanzado por su pequeña damita Aleida.
Quien le regresó el balón y le dio un beso en la boca y se salió corriendo de ese lugar, amenazándolo de que vendría por la tarde, y así fue; como relojito muy puntual la chiquilla llegó por la tarde, ya sin uniforme escolar, sus patines cruzados al hombro y vestida con un short muy pegado a su cuerpo y sus tenis, y se fue directo al cuarto de don José, quien se mantuvo unos minutos afuera de la escuela, para observar por si acaso alguien de su familia o su madre la viniera siguiendo, ya que ya eran tres veces continuas que se regresaba a la misma hora, por el mismo lugar y pudiera crear sospecha alguna en su hogar, pero no, nadie se aparecía por los alrededores, que su vista alcanzará a ver, cerró la puerta como siempre y se fue a alcanzar a la chiquilla que ya sabía, que estaba en su dormitorio esperándolo.
Hola mi amor, ¿cómo te fue hoy? No hay tareas, ¡mira qué bonita te ves de short!, no nos dejaron hoy, sólo estudiar para el examen, ¡pero ya me sé, de lo que van a poner!, por eso me vine para acá, muy bien Aleida, yo también quería que llegaras, mira te compre un pastel, puedes comer lo que quieras, oiga don José gracias por el pastel, yo le quería decir que Sofía le manda a dar las gracias, por haberla ayudado en la mañana y quiere platicar con usted, a la hora del recreo, en el cuarto de las utilerías, ¿Qué si puede verlo ahí?, pues sí claro no hay problema, que me busque ¿y tú sabes que quiere?, no me dijo, pero dice que, como usted se lleva bien conmigo y me presta los balones ella quiere darle las gracias en persona, ah bien, sí dile que la espero, pero que no hay necesidad, bueno amorcito ven con ¿tu papi aquí en mis piernas?, vamos a jugar, ¿quieres?
A.
– ¿Cómo dijo, mi papi?,
C.
– si mi amor, no te gustaría decirme así, en lugar de don José, ya ves que ya somos novios y debes de tutearme, para que vayas tomando confianza.
A.
– ay don José, no sé si podré decirle así, ¿a poco a los novios se les dice papi? Ji ji ji
C.
– bueno, de cariño y de amor y si tú quieres puedes decirme así, a mí me gustaría que así me dijeras, ¿podrías decirme así?
A.
– bueno sí está bien don José, perdón digo papi, ji ji ji.
C.
– eso mi amor, ¡acostúmbrate!, desde hoy a decirme así, cuando estemos aquí solitos y cuando me veas que no hay nadie cerca de mí, me lo puedes decir, sin pena que yo te quiero mucho y me estoy enamorando mucho de ti ¡mi pequeña!
A.
– ay, papi no me hables así, me pones como nerviosa, pienso que me veo como una mayor y todavía soy chiquita, ¡mira ni las chichitas me crecen bien!
C.
– bueno, bueno tú me dices así y ya, ¡vente, súbete a mis piernas!, que vamos a jugar juntitos.
A.
– ay papi, mejor trae la maquinita, mira que siento aquí en mi pancita como unas maripositas de que quiero .
.
.
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, bueno jugar con ella, no seas malo.
C.
– no mi reina, ya no quiero que juegues con la máquina, ya vi que te hace sentir cosas raras y mejor te voy a enseñar a que las sientas de manera natural y no inducidas por esas vibraciones que hace en tu pancita, ¡vente con tu papi!, que te extraña.
A.
– a, ¿bueno, pero si no me gusta me das la máquina, eh?, voy, ¿pero como quieres que me siente en tus piernas?, ¿como si fuera bebé, sentadita o de a caballito’
C.
– pues, tu siéntate en mí, ya vemos cómo te acomodas, para jugar mejor y te sientas bien y yo también, para jugar mejor.
A.
– aja, sí, y ¿a qué vamos a jugar, a las cosquis o a qué?, ¡dime papi!
C.
– haber, déjame ver oye ¿Qué bonita colita tienes, está bien acojinada?, te voy a poner unas nalgadas por traviesa, ¡¡¡plaf, plaf, plaf, plaf, toma, toma por traviesa!!!
A.
– ahh, papi, no sea malo me arde, ¿Qué hice de malo, para que me nalguees?, ayy, ayy
C.
– te parece poco lo que haces con la máquina esa, y más nalgaditas tiernas le daba a la chiquilla, que lejos de llorar, se reía de ese juego.
A.
– ah, es por es eso, ya no la tomaré desde ahora, pero ya no me pegues, papi, ja, ja, ja.
C.
– bueno, si es así ya no te pego, pero te voy a dar un castigo, ahí quédate cómo estás.
Y se dio don José a darle unas sobaditas al trasero que lo tenía empinado Aleida, hasta que le bajo el short con su prenda íntima y le daba más masaje al culito de la niña, que nada más se quedaba quieta, sintiendo nuevas sensaciones, cuando de vez en cuando don José le pasaba dedo en toda la zanjita hasta llegar a palpar la aberturita de su vulvita de la niña, por la parte de atrás, a la que masajeaba muy delicadamente, sin siquiera intentar meter el dedo entre sus labiecitos vaginales, sólo lo hacía por encima, mientras una serie de sensaciones se dejaban notar en Aleida, ya que sus gemiditos lo indicaban, hasta que la mano invasora del conserje sintió unos pequeños efluvios que mojaban sus dedos, de una manera espasmódica, ¡¡¡es que la princesita estaba orgasmeándo pausadamente!!!, y sentía como de a poquito, hacía un pequeño riachuelito, que le llegaba a la palma de la mano, cual océano espera la llegada de ese afluente de un manantial virgen.
A.
– ayy, papi, ¿qué me haces, con tus de…?, me estoy orinando de a poquito, ahh, ahhh, ahhh, sigue papi, sigue, así, asii, despacitooo, despacitooo, ahhh, que rarito siento, ahh, papi, ¿no te enojas que te moje la mano?
C.
– noo, mi amor, tu dame todo lo que te salga de tu fuentecita, ya casi voy a tomármela de tu cosita, ahh, mmmm, ¡que rico huele esa colita mami, mmmmm!, ¿cómo mojas bebé?
A.
– a poco me está saliendo muchooo juguitooo, ahhh, ahhh, papi ¡quiero que me metas la puntita de tu cosota en mi hoyito, cómo ayer!
C.
– sí, mi amor, espera un poco, no seas impaciente, esto es con calma, para que nos siéntamos bien los dos,
A.
– ahh, ahhh, es que tengo ganitas de que me hagas bonito en mi cosita, como ayer, ahhh, ahhhh, ¿verdad, que si me vas a hacer, lo que te digoo?, ayy, ayyyy, ya, yaa, yaaa, para papi, para papi, me estoyyyy mmmmm mjuuu, orinandooo, ohhhh, ohhhh, papiiiii, ya, yaa, uff ¿me mojé mucho?
C.
– vente acomódate en la cama, y quítate tú ropita, voy a comprarte jugo para que tomes, has de tener la garganta seca, por tus gemiditos.
A.
– sí papi, tengo sed, ¡no te tardes mucho, aquí te espero!
Salió don José de la escuela, para ir al centro del pueblo, el cual estaba sólo a 300 mts.
, de distancia, a buscar la única farmacia que hay en ese lugar, y compró unas cajas de jugo, unas bolsas de chatarra y un gel lubricante y de inmediato salió de regreso, para retomar lo que estaba haciendo con esa diablilla de niña.
C.
– ya regrese amor, mira te traje chatarra de la que te gusta y jugos, para que se te refresque tu garganta y se te quite ese calor que está haciendo.
A.
– gracias papi, eres muy lindo, ¡dame jugo! Y al rato como la chatarra, y vente aquí, ¡mira ya estoy encueradita cómo ayer!, ji ji ji,
C.
– a que mi chiquita tan impaciente, bueno pues, como hace calor yo también me voy a encuerar, arrímate para allá, para estar juntito a ti.
A.
– sí papi, ¿Qué me vas a hacer hoy?, ¿pero que no me duela eh?, ya vez que me da mucho miedo tu ¡ese!, pero me gusta sentirlo, a porfis no me eches tu caldo en mi cosita eh, te haces a un ladito, ¡sí!
C.
– mira mi amor, veré qué puedo hacer, para que no te caiga nada de mi lechita, en, ti ok
A.
– bueno, está bien, ¡pero ya abrázame!, para jugar pegaditos, ¡orale!
C.
– ya mi amor, ven súbete encima de mí, ¡para que hagas upa, upa, upa!
A.
– ah sí, ¿quieres que haga caballito, verdad?, bueno pero tú te mueves y yo te empiezo a ordenar, por donde tenemos que ir, ¿sale?
C.
– bueno, está bien, pero tienes que saltar un poco, como si fueras cabalgando en un caballo de verdad, aquí en mi panza y te sostengo para que no te vayas a caer, ¿vas a ver que la vamos a pasar bien divertido, con este jueguito?
A.
– ya estoy arriba papi, uy me raspan tus pelitos de tu panza, me dan cosquis, ji ji ji
C.
– ya concéntrate en que soy tu corcel, también esos animales tienes pelos y raspan más, ¡ya muévete!
A.
– ah papi, vamos al pueblo de ¿¿¿- – – – – – -??, a cobrar las cosechas, arre, caballo, arre
C.
– salta más despacio, sino te vas a caer, eso es mi amor, ¡vamos!
A.
– ah caballo me rozas mi colita, pero vamos, arre, arre,
Y los saltos que Aleida hacía encima de don José, más que brincos, eran fricciones y frotamientos que se daba en la panza de don José, y de a poco se la iba acomodando a modo de que la chiquilla se sentara en su pene y se lo remoliera con su breve intimidad que dejaba escapar, esos líquidos del delirio de ese hombre, y así se mecía y tallaba esa escuincla, hasta que por fin llegó al encuentro del aparato masculino que estaba en dirección a la panza de ese hombre y la chiquilla sin darse cuenta, de que lo aplastaba con su conchita y su traserito apetecible, y se daba más a frotar a una velocidad lenta, pero muy erótica, en eso abriendo la boca y jalando aire, dice: papi que cosquillitas siento ja, ja, ja, me da mucha risa, este caballo tan brusco, me da, ja, ja, ja, y las risas de Aleida se intensificaban más a cada momento, ya que efectivamente sus labiecitos externos de su vulvita estaban abiertos y se daba roces en su clítoris con el tronco del pene que estaba siendo machacado por esa tierna vaginita, pero al pasar los minutos esas risitas se iban transformando en unos gemiditos intercalados, ¡entre la risa de euforia que daba a los oídos esa princesita!, mientras pasaba de atrás para adelante su chochito babosito en casi todo ese tronco que también dejaba escapar una muy buena cantidad de precum, por ese roce erótico, que disfrutaba en ese momento.
Ahh, papi, ja, ja, ahhh, me sientooo como que me hagoooo, ayyy, que bonito te muevesss, eres un caballito, muyyy, ahhh, ja, ja, ja, ahhhhh, ahhhhhhhh, papiii, me voy ahhhhhhhhh orinarrrrrrrrrrr, ahhhh, ahhhhh, no dejes de moverteeee caballlitoooooooooo, ahhhhhhh, ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhh, mmmmmmmmmmmm, yaa yaaaa caballito, yaa me hiceee, pero no dejess de moverteee, sigue, sigueeee, ahhhhh, quieroooooooo, quieroooo otraaa vezzzzzzzzz orinarmeeeeeeeeeeeeeeeee, ahhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh ayyyy que sientoooo, ahhhhhhhh ayyyyyyyyyyyyyy papiii, papiiii, estoyyyy mareadaaaa, siento caermeeeeeeeeee, agarraaameeeeeeeeeeee, ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ¿ ? ? ? ? ? ? ? ? ? .
Desde luego que no se iba a caer, ya don José la tenía sujeta de su cintura, sólo la hizo a un lado y la dejó suavemente acostada en el colchón, para caer en un profundo sueño y respirando agitadamente, mientras él se pasaba una toalla desde el ombligo para abajo, ya que la chiquilla, aparte de marcar un par de orgasmitos intensos, se dio una buena orinada, y eso le daba una felicidad enorme a don José, de que esa tierna criatura le allá regalado una copiosa lluvia dorada que se dejaba a oler en ese cuarto junto con los aromáticos fluidos orgásmicos de Aleida, que pareciera que eran de una joven mujer, por lo fuerte que se aromatizaba ese ambiente.
Mientras don José estaba erecto completamente, ya que él no había alcanzado a vaciarse y se fue a meter su cabeza entre esas roízas piernas de la niña y se dio a lamer como un perro esos fluidos mezclados con orina que había vertido al exterior su noviecita, los cuales absorbía y degustaba directamente de esa fuentecita de jugosidad interminable, hasta no dejar rastro alguno, sólo su saliva brillaba en esa partecita y sus muslitos claritos ligeramente velluditos y apetitosos y por ver esa estampa que la pequeña daba, se excitaba más, y fue por ese lubricante que había comprado minutos antes, limpió una mesa de los objetos que había allí y le colocó un cobertor con una almohada, se lavó las manos perfectamente y se puso alcohol en ellas y esperó a que el ambiente se las secara, mientras abrió el tubo de gel y pasados unos minutos, se dio a poner de manera muy delicada en esa conchita y con su dedo meñique y con mucho cuidado lo metió un poco en esa diminuta abertura y embarró ese orificio vaginal perfectamente, y él también se puso, sólo en el glande una buena porción de esa sustancia, y tomo a la diva en miniatura, para colocarla suavemente en la mesa que ya había acojinado, la acomodó a modo de que él estuviera a una altura apropiada, y se ubicó entre esas piernas y le fue pasando muy suavemente el glande en esa zona íntima de una manera cuidadosa y tranquila, y él mismo se daba cuenta de la desproporción que existía entre su miembro y esa vaginita tierna, pero la excitación era tal en él, qué comenzó a forzar la entradita con mucho precaución y sin precipitación alguna, hasta que llegó a hundir un poco su glande, mientras que veía de ese ángulo cómo se expandía esa vulvita, ya que sus breves labiecitos vaginales internos de la nínfula comenzaban a abrirse como el centro de una orquídea, y se mantuvo un tiempo prudente quieto, hasta que volvió con suavidad a empujar más adentro y en eso, estaba con su maniobra, cuando por fin, ¡¡quedó el glande dentro de la vulvita!!, y a la vez sudaba de la frente, ya que no podía imaginarse como logró entrar su cabezón, sin rasgar, lastimar y sangrar en esa chiquita, pero hermosa flor que abrazaba el invasor que estaba un poco dentro de ella, mientras Aleida completamente dormida, ni sintió que era allanado su templo de adoración, por esa vía y con mucho cuidado y muy delicadamente don José, fue moviendo de atrás para adelante su pene su cadera, sin entrar más, y a la vez sin salir, ya que por la estrechez lógica de la vulvita lo tenía aprisionado, ya que sí metía un poco más, iba a romper el virguito de Aleida por forzarlo, y eso él no lo quería, y así estuvo en un vaivén muy suavecito, por un buen rato, hasta que sintió la llegada de los impulsos por votar su esperma, y se vino dentro de la muñeca de hentai abundantemente y ahí se quedó quieto, hasta que su erección bajo y así con facilidad se despegó, sacando su glande el cual revisó inmediatamente, pero estaba limpio de sangre, no llego a romper nada de Aleida, sólo invadió un poco esa cuevita sin haberla lastimado.
Fue al botiquín escolar y sacó gasas y con ellas limpió muy delicadamente esa partecita que estaba inflamadita de sus labios mayores, ya que se veían más gorditos y un poco irritados por la intromisión que fue objeto, la cargó y la llevó de nuevo a la cama y espero a que despertara, para ver su reacción y saber si le dolía o le ardía ¿algo?, mientras él se vistió y se sentó a detallar a su muñequita y pensando en el suceso vivido minutos antes y de cómo disfrutó esa hazaña y las que viviría próximamente con su infantil noviecita de 10 añitos.
C O N T I N U A R Á.
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