Alfredito mi alumnito preferido
Una buena docente de alumnos especiales .
Alfredito mi alumnito preferido
Mi nombre es Marcela, cariñosamente me suelen decir la Negra una cuarentona morocha de ojos negros y de tez ligeramente oscura.
Soy asistente social y maestra, dos profesiones que amo profundamente a pesar que en las áreas en donde trabajo la realidad suele ser muy triste.
Doy clases en una escuela de discapacitados y mi asistencia social es para la mayoría de sus familias o para adolescentes de muy bajos recursos Por esta razón, la escuela donde trabajo está ubicada en un sector alejado y pobre de la ciudad y cuando el clima es lluvioso el acceso se vuelve difícil.
Una mañana lluviosa llegué a la escuela y ahí me esperaban un pequeño grupo de mis alumnos, los pocos que habían podido llegar a la escuela con ese clima.
Poseo un autito muy modesto por decirlo de alguna forma y llegar o el viaje en sí mismo es a veces también una odisea.. jaja
La cuestión es que llegué y mis alumnitos estaban ahí, debo decir que mis alumnitos son chicos discapacitados en su mayoría con trastornos neuronales o chicos Down, algunos más severos y otro no tanto adolescentes mayores, Anita de 26 años, Juana de 22, Abel de 28 y Alfredito de 29 años por citar algunos.
Di la clase sin problemas, jugamos e hicimos trabajos manuales y recreativos y la verdad es que fue una jornada perfecta divertida y amena, dado que eran pocos fue sencilla ya que son todos muy obedientes. Una característica de estos chicos es su forma de demostrar afecto y cariño que casi siempre es excesivamente amorosa y de contacto muy físico, cuestión que los abrazos interminables, las caricias y los mimos son cosas absolutamente habituales para ellos.
Llego la hora de salida y todavía llovía mucho, todos los chicos se fueron y yo fui al salón a juntar mis pertenencias y mi abrigo lista para irme también.
Salgo y apuro el paso por la lluvia, subo rápidamente al auto arranco salgo y llego a la esquina de la otra cuadra estaba Alfredito en la parada del micro, absolutamente empapado y me dio pena porque sé que sus papás son gente muy mayor y es posible que no hayan podido venir a buscarlo.
Me acerco a la parada y le pregunto si no quiere que lo lleve hasta su casa que quedaba camino de la mía, y él accede así que sube al auto.
Fuimos charlando alegremente todo el camino, llegamos a su casa, al bajar no había nadie en ella y al vernos una vecina de enfrente se acerca y al oído me dice que a la mamá la había llevado su padre al hospital porque estaba descompuesta y al parecer tenían que internarla.
El tema es que Alfredito no podía quedarse solo en la casa y no era bueno que se enterase que su mamá estaba mal cuestión que no me dejó demasiadas chances, le dije a la vecina que yo me lo llevaba a casa y que mañana lo traía de nuevo para la escuela así ellos podían ir a buscarlo. Arreglamos con la vecina que ella les avisaba que se había ido conmigo.
Seguimos para casa charlando de cosas triviales todo el viaje. Cuando llegamos Alfredito me dio un abrazo interminable agradeciéndome que lo haya llevado a casa, es muy afectuoso, a veces demasiado.
El seguía empapado entonces le dije que le preparaba el baño para que se bañara y pudiera entrar en calor y yo mientras secaba su ropa para que pudiera ponérsela nuevamente. Le di una vieja bata mía y un par de pantuflas para ponerse mientras su ropa se secaba.
Era una risa porque una vez listo se paró frente al espejo y hacia monerías y desfilaba, nos reímos mucho ambos.
Para que no se aburra nos sentamos en el sillón a mirar la televisión, cosa que a él le encanta y ni bien nos sentamos se acercó y me abrazó para ver la peli.
Su abrazo fue sumamente tierno, tal como él realmente es, pero no sé por qué me dio la sensación de estar simultáneamente cargado con algo más, lo noté en sus ojos y mientras me miraba con ternura me dijo
-“ te quiero profe, y yo te voy a hacer bien “
Lo dejé mirando una película en la televisión y me fui a bañar. Cuando salí del baño con mi pijama y pantuflas puestas él me llama para que vaya nuevamente a ver la peli cosa que hice, y en su afán de abrazarme nuevamente quedamos sentados en el sillón de otra manera, me quedé sentada de lado entre él (con las piernas abiertas) y el borde del sillón y así vimos un poco de la película.
Es muy observador y en un momento me dice que le gustaban las uñas de mis pies pintadas, ya que había puesto mis pies sobre el sillón dejando las pantuflas en el suelo. Acto siguiente toma mis pies con su mano y los acaricia muy tiernamente, separaba mis dedos y los miraba uno por uno, y juro que me resultó muy placentero lo que hacía, me despertaba mucha ternura.
La pierna de mi pijama es ¾ y deja a la vista parte de mi pantorrilla y además de tocarme los pies comenzó a acariciar mis pantorrillas, más placentero aún era eso y debo confesar que tuve ciertos pensamientos excitantes.
Siguió muy mansamente con sus caricias en mis pies, y piernas y sumó mi cabeza y mis hombros en su recorrido.
En un momento se mueve un poco de costado acomodándose y un lado de la bata se desliza fuera de su pierna, miro hacia ese lugar y veo que parte de su miembro sobresalía, era venoso y a decir verdad bastante grueso.
Me incomodé sola y pensé en terminar llanamente esta absurda situación saliendo del sillón y sentándome en una silla, pero algo me llevó a quedarme y lo peor, a pensar en acercar mi mano ahí y quitar lo que quedaba de la bata solo por curiosidad.
Sin saber porque, lo hice y finalmente pude apreciar su miembro de costado en estado de reposo. Inconscientemente puse mi mano sobre él y comencé a acariciarlo, él me miro sorprendido, pero con una sonrisa hermosa.
Sin dudas le había gustado mi acto porque en menos de diez segundos su verga estaba inflada, realmente era muy grande. Mantuve mi vista en Alfredo y veía como su respiración cambiaba a jadeos.
Decidí que era ese momento o nunca, abrí los botones de mi pijama y me bajé la parte superior, mis senos quedaron expuestos y sus ojos se iluminaron.
Me miraba extasiado y sorprendido y más aún cuando tomé su mano y la coloqué en mis pechos, él comenzó a acariciarlos y yo seguí acariciando su miembro.
Cuando noté que la cosa iba aumentando redoblé la apuesta y me arrodillé, tomando su verga con mis manos metiéndola en mi boca, su sabor era fuerte, penetrante e intenso y antes de pensar que podría correrse en mi boca me levanté.
Me paré al borde del sofá me quité todo el pijama y mis bombachas y nunca olvidaré su cara cuando vio a su profesora absolutamente desnuda delante de él.
Se iluminaron sus ojos y me sonrió con incredulidad y amor, le pedí que se levante y se quite la bata cosa que hizo rápidamente, me tumbé de espaldas en el sillón y lo guie para que se acomodara entre mis piernas, no sé si lo sabía o simplemente su instinto le indicó lo correcto el tema es que levantó mis piernas y suavemente comenzó a penetrarme.
Sus primeros centímetros me hicieron temblar, me di cuenta que su grosor era importante porque inmediatamente sentí como ocupaba mis espacios más íntimos, su pene se deslizaba dentro de mi muy lentamente con lo cual yo estaba en total paroxismo.
Sus manos sujetaron firmemente mis pantorrillas cuando comenzó a entrar y salir de mi lenta y acompasadamente, y en cada bombeo generaba un espasmo en mi cuerpo que yo no podía controlar.
Luego de unos segundos mis ojos se cerraron y no pude evitar un orgasmo como hacía años no tenía, sentí contracciones desde los pies hasta mi garganta, grité sofocando con mis manos el sonido para que no se asustara, gemí y balbuceé durante unos segundos hasta quedar exhausta, fue interminable.
Alfredo mientras seguía entrando y saliendo sin parar y al mirarlo veo que las venas de su rostro se inflaban y ahí me di cuenta que no teníamos condón puesto y yo no estaba tomando ningún anticonceptivo. Me apresuré a sacarlo de mí y tirarlo contra el sofá de espaldas, intuyo que no entendía nada lo que pasaba, tomé su verga con las manos y en una tremenda y profunda mamada logré llevarlo al orgasmo.
Fue un tsunami de esperma gruesa y espesa, apenas podía tragarla porque salía en cantidades increíbles y llenaba mi boca continuamente, él gemía y jadeaba continuamente y esto duró varios segundos hasta que terminó.
El con sus manos me acarició la cabeza y el rostro y me miró con esa ternura de siempre, yo luego de chupar lo que quedaba en su miembro, subí lo besé y me tiré al lado de él, me abrazó y ahí quedamos un buen rato.
Me levanté, fui a lavarme y como ya estaba anocheciendo comencé a pensar en la cena para los dos, volví para preguntarle que quería cenar y lo veo en el sillón que dormía acurrucado así que lo tapé con una manta.
Preparé la cena puse la mesa y fui a llamarlo para comer, lo despierto y como no podía ser de otra manera me sonrió dulcemente. Comimos alegremente riendo y luego de la cena lo mimé un poco en el sillón con un helado que yo tenía en el freezer mientras mirábamos otra película que él quería.
Faltaba casi una hora para medianoche y ya era tarde, pensé en irnos a dormir porque a decir verdad no se bien a qué hora suele acostarse en su casa. Tomé su rostro con mis manos para que me prestara atención y al hacerlo él me dio un hermoso beso en la boca, me sorprendió y se ve que mi cara reflejó la sorpresa porque se puso serio como asustado. Para que no se asuste devolví el beso lo más dulcemente posible y metí despacio mi lengua dentro de su boca él respondió automáticamente al beso y me abrazó.
Nos besamos durante unos minutos hasta que ambos no aguantamos más porque nos quitamos la ropa al mismo tiempo, lo empujé sobre el sillón mamé su verga unos instantes humedeciéndola y subí a cabalgarlo un rato.
Sentí como su verga hinchada entraba dentro mío y comencé a moverme con ritmo, él sostenía fuerte mi cintura mientras yo ponía mis pezones en su boca, estaba delirando realmente, cada movimiento de mis caderas deslizaba su miembro dentro y yo temblaba de placer tan así que creo que en no más de 10 minutos tuve cuatro orgasmos.
Nuevamente cuidando de que no acabara dentro mío salí de encima y le pedí que me esperara, corrí al baño y busqué una buena crema que guardo, lubriqué muy bien mi ano metiéndome los dedos y me guardé un poco en la mano. Volví corriendo y repasé con crema su miembro completo, me miraba azorado, lo hice levantar y me puse en cuatro patas en el sillón, abrí bien mis piernas y le pedí que se acercara.
Una vez posicionado tomé su verga con mis manos y apoyando su glande en mi agujero anal, le dije que empujara muy lentamente. Sentí como su herramienta ingresaba deslizándose dentro de mi culo que se abría cual flor. Confieso que nunca pensé lo que estaba haciendo, fue inconsciente, el dolor y la sensación de parálisis que me produjo su ingreso eran indescriptibles.
No sabía si gritar o correr, pero al mismo tiempo sentía cierto placer que no puedo explicar. Cuando lo creí todo adentro le pedí que se moviera y empezó a actuar, error mío porque aún faltaba que entrara la mitad. Esa mitad entró como si nada y yo pensé que moriría ahí mismo porque sentía mis entrañas repletas.
Luego de unos cuantos movimientos me fui acostumbrando a su gran tamaño y ya ahí comencé a disfrutarlo en todo su esplendor a Alfredito. Se dice siempre que las personas Down tienen una potencia sexual mucho mayor que cualquier mortal, cosa que no está para nada confirmada científicamente, lo que sí puedo dar fe es que son incansables y que podés tenerlos dentro una hora sin que acaben y que cuando lo hacen te inundan.
Y así fue, porque en un momento en que su cadencia de movimientos era rítmica comenzó a apurarse, entrando cada vez más profundamente, llegó a dolerme un poco porque internamente estaba por mis confines y en un momento que gemí dolorosamente porque sus caderas golpeaban mis nalgas con fuerza sentí que se aquietó, su pene se infló y empezó a convulsionar dentro de mí mientras sentía un líquido caliente invadirme internamente, él jadeaba casi a punto de llorar y su cuerpo se retorcía en espasmos alternados.
Luego de varios segundos se calmó y se desparramó sobre mi cuerpo en silencio. Me abrazó y permanecimos en esa posición varios minutos, mi esfínter anal latía continuamente después de tal paliza a pesar de seguir teniéndolo dentro, y su peso me inmovilizó sobre el respaldo del sofá.
Luego de un buen rato logré correrlo de costado y sentí el “plop” que produjo al salir su verga de mi culo, me ardía absolutamente todo, pero era fantástico.
En el baño me percaté de la cantidad de semen eyaculado, nunca terminaba de salir hacia el inodoro. Finalizó y me lavé, volví al estar y me vestí de nuevo y le pedí a Alfredito que se acostara porque era hora de dormir y sin dudarlo me hizo caso, le di un beso y me fui a mi dormitorio.
A la mañana siguiente lo llevé a la escuela como si nada hubiera pasado, fuimos hablando y riéndonos.
Continué con la rutina de la escuela, con las clases y mis cosas, con Alfredito y sus tonterías, el resto de los chicos y todo lo demás como siempre.
Un día de la semana siguiente, creo que era martes, vino a verme a la salida el papá de Alfredito. Me esperó a la salida del colegio y estaba solo, se me acercó cuando iba a subir al auto y se presentó amablemente, un señor bastante mayor de unos casi 80 años, canoso bajito y muy agradable y de un hablar muy pausado y cansino.
Luego de presentarse me habló de la enfermedad de su esposa que afortunadamente estaba mejor y había logrado regresar a casa, me dice que estuvo hablando mucho con Alfredo (así lo llama), y que le contaba de lo buena que yo era como maestra y lo mucho que me quería. Y me dice que como él es su referente, Alfredo le contó todo con lujo de detalles.
En ese momento quise que la tierra me tragara, sentí un calor asfixiante que subía desde mi panza hasta mi cara que se puso roja de vergüenza, no podía articular nada, se cerró un nudo en la garganta, cerré mis ojos bajando la cabeza esperando la bofetada y una sarta de insultos absolutamente justificados, quería morirme lo juro.
Y luego de unos segundos interminables de silencio siento sus manos tomar las mías entre ellas, las aprietan con cariño y acariciándolas escucho su débil voz agradeciéndome por lo que hice.
Que nunca nadie se había interesado por Alfredo y yo era la única persona que lo había hecho feliz y me había preocupado por su bienestar. Que más allá de mi enseñanza como maestra lo que había hecho los otros días era una enseñanza de vida para siempre, y que finalmente solo yo en el mundo lo había tratado como lo que Alfredo era, un hombre.
Obviamente me largué a llorar y él me abrazó, me besó en la frente y me dijo que ojalá hubiese más ángeles como yo para personas como su hijo.
Al rato me dijo que si no me parecía mal y no lo tomaba como una locura o un compromiso le gustaría que siguiera frecuentando a Alfredo, lo miré sorprendida y le juré que sí, lo haría.
Me fui a casa y a partir de ese día el pequeño Alfredito que ahora es Alfredo, se viene los martes conmigo a casa y regresa conmigo al colegio los miércoles.
Se ha convertido en mi amante de los martes, y mi sexo y mi culo están sumamente agradecidos….
Parte 2