Alicia 19/25
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Alicia 19
La carne del asador estaba lista , Peñafiel llamó a los chicos y las nenas ya venían al sentir ese aroma que impregnaba la atmósfera.
Se estaban por sentar a comer así nomas pero el tío los retó, tenían que secarse antes.
Tomamos unas toallas con Alicia y a ella le tocó el varoncito.
Le refregaba la cabeza con poca delicadeza hasta que fue pasando por el resto del cuerpo y llegó al calzoncillo mojado.
Naturalmente se lo bajó y mientras pasaba la toalla dejaba escapar comentarios: "este pitito chiquito hay que secarlo bien".
Se lo agarraba de la puntita y estiraba como un chicle antes de soltarlo y vuelta a comenzar con el jueguito, parece que le divertía hacer sufrir al pobre pibito.
La hermanita miraba la función de reojo, pero yo le enderezaba la cabecita para secarle bien la cara.
Cuando llegué a la malla de la nena dudaba si sacarle eso, pero Alicia dijo que me dé prisa, que se enfriaba la comida.
No tuve más remedio que bajarle la prendita mojada y mis ojos se clavaron en ese tajito que antes mencionaba su tío.
Realmente eran gorditos esos labiecitos, o ese bultito de carne que serían sus futuros labios vaginales.
Mientras la refregaba por las piernas y la colita, se me había olvidado usar la toalla y secaba su rajita con el dedo solamente.
Al final le tuve que calzar la remerita que oficiaba de vestido, para qué quería una bombachita.
Creo que mi ángel desviaba un ojito para mirarme y sonreía pícaramente.
Esta vez había sillas de sobra y no pude sentar a mi chiquita en la falda, ella estaba usando todos los cubiertos y parecía una delicada princesita mientras todos nos devorábamos esa carne recién sacada del asador.
Estábamos terminado de chupar los últimos huesitos y se vino la nenita cumpleañera a pedirme más gaseosa, yo tenía los dedos grasientos, no era delicado como mi hijita que usaba cubiertos para todo.
No tuvo más remedio que treparse a mi falda y servirse ella misma, parecía cómoda estando a mayor altura sobre la mesa y se quedó sentadita allí nomás.
Yo buscaba con los ojos una servilleta para mis dedos, pero la chiquita me dijo que eso no se desperdiciaba, que estaba riquísimo lo que había preparado el tío, y me agarró la mano para chuparme los dedos.
El tío la miró fijo para amonestarla pero el ambiente fluía alegre y terminamos riendo todos, además estaba cruzando miradas con su hija y parecía que se estaban comunicando, Margarita había logrado abrir un canal para intercambiar mensajes con su papito !!
Mis dedos estaban quedando relucientes con esa lengüita, solamente un poco de saliva que sequé con mi camisa, y ya que tenía las manos abajo tomé de la cintura a la criatura para que no se caiga.
Al secarme atisbé por la espalda de la nenita para mirar bien ese tajito del inicio de su cola, recién había pasado una toalla por allí pero me daban ganas de secarla nuevamente.
Conversábamos de todo, con la risa de ciertas frases se me aflojaban las manos y sin querer aterrizaban en la piernitas que estaban colgando.
También podría sostenerla de las piernas, que diferencia hacia ?
Estaba tentado de pasarle un dedo por ese bultito, ese tajito llamativo como lo había llamado su tío, pero quedaba demasiado evidente.
Cuando estaba como dormitando le comencé a hacer cosquillitas para que despierte, se retorcía entre risitas y fue el momento ideal para pasarle el dedo por la ranurita, un accidente entre las garras del lobo que le estaba haciendo cosquillas.
Peñafiel dijo estaba algo mareado de tanto vino y que haría una siesta, que nos sintamos en casa y hagamos lo que quisiésemos.
Yo quería aprovechar el momento para ganar futuros contratos laborales, pero Margarita dijo que llevásemos los chicos a dormir al cuarto de visitas.
Ella caminaba por delante mostrando el recorrido enfundada en su espléndida ropita, era hermoso verla tan alta y meneando el trasero.
Alicia y yo teníamos en brazos un chico cada uno, se estaban quedando dormidos luego de tanto jugar en el agua.
Mientras caminábamos traté de rozar su brazo, quería sentir la tibieza de su piel, pero ella con su carita seria parecía decirme que me comporte correctamente.
Me tuve que conformar con la tibieza de una colita calentita que acariciaba con una mano para que no se le enfríe mientras los bracitos de la nena se aferraban a mi cuello.
Cuando llegamos, los metimos en una cama y tapamos.
Mi nena tenía el brazo metido bajo la sábana y parecía estar tironeando del sufrido pitito.
No quise decirle que se apresure mientras dejaba mi mano encima de una colita ya cubierta por las sábanas, solamente se adivinaba la silueta de una canaletita separando dos globitos.
Margarita nos llevó a su habitación para ver si esta vez lograba exhibirnos todas sus pinturas.
Con mi nena nos acomodamos en el borde de la cama mientras ella se sentaba en una silla enfrente.
La forma en que acomodaba sus piernitas dejaba ver pantallazos de su ropita íntima, debí tragar saliva al recordar su relato en que esas poses no lograban despertar los ojos del papá.
Se levantó para ir al baño y aprovechamos el minuto de soledad para darnos unos morreos con Alicia, mi mano ya estaba trepando por su piernita mientras le devoraba la boca, debimos estar muy concentrados ya que un carraspeo nos trajo a la realidad.
Esta chica era muy veloz para usar el baño.
Quedamos algo cortados, estábamos descubiertos infraganti pero su dulce sonrisa borró nuestros temores, ella estaba encantada con la situación y soñaba con el momento para poder repetirla con su papito.
Con una dulce mirada a mi angelito le dijo que por fin podía presenciar algo real, que las novelas ya no le satisfacían.
Yo tenía ganas de montarle todo el show para que observe bien, pero debía ser cauteloso.
Con carita ruborizada me preguntó si era cierto que los hombres teníamos muchos pelos allí abajo, que en las fotos que vió aparecían todos los miembros lisitos.
Estábamos por estallar en una carcajada con mi nenita pero nos apretamos la mano y Alicia le dijo muy seriecita que efectivamente teníamos, que era lo natural y que lo podía demostrar.
Nos quedamos un segundo quietos mientras auscultábamos los ojos de Margarita, hasta que apareció el "siiii !!!", pero sus labios solamente emitieron un "y bueno.
" que sonaba aburrido.
Me bajé el pantaloncito para hacer la demostración, tenía una ligera erección y traté de mantenerla así a medio despertar.
Mi nena pasaba los deditos entre la pelambre para peinar aquella desprolijidad, mientras yo sentía su tibia pielcita se me erizaban hasta los pelos de la nuca y el monstruo estaba despertando.
Margarita comentó que eso debería ser antihigiénico, que le gustaban más esas fotos donde salían sin pelos.
Sin pensarlo siquiera, mi hijita le contestó: "No hay problema, lo podemos afeitar ahora mismo".
Eso ya no me gustaba, la idea de verme como una gallina pelada me quitaba hombría, majestuosidad.
Pero los pies de Marga se dirigían a traer los adminículos necesarios mientras crucé una mirada con mi nena para recriminarle.
Me condujeron al baño privado y me bajaron el pantaloncito sentándome sobre el inodoro, yo parecía un prisionero siendo preparado para su ejecución.
Mi nena llenó de espuma la zona y empezó a pasar la maquinita, Margarita por ser medio cegata se arrodilló pegadita para observar la operación, se sostenía de mis rodillas para acercar bien la cara.
A mi cielito no le gustó que el miembro le quedase a centímetros de la boca y lo mantuvo apretado de costado mientras con la otra manita rasuraba.
Finalizando me hicieron parar al lado del lavabo y eran cuatro manitas enjuagándome, la curiosidad de la amiga llevaron sus dedos juntos con los de mi amorcito, pero era mi amorcito la que sostenía un chorizo pelado y lo apretaba con la manita.
Mi cielito estaba mostrando a su esclavo y por suerte no me vendería al mejor postor, me quería para ella solita.
Los ojos de Margarita no se podían despegar de esa carne latiendo, me dió un poco de vergüenza y me levanté el pantaloncito volviendo al dormitorio.
El bulto seguía latiendo y solamente se consoló un poco cuando Alicia puso la mano encima acariciándolo tiernamente mientras le contaba a su amiga que allí encima se sentaba, que era el mejor asiento de su vida y que necesitaba sentir esa dureza en su colita cada día.
Le preguntó si le pediría al papito que se afeite y Marga dubitativa susurraba que no sabía, no se lo había visto al padre, por más espiar la puerta entre cerrada del baño solamente quedaba a la vista un chorro de orín que salpicaba en el fondo de la loza.
Había visto la silueta de una dureza en su pantalón, y aunque se mordía los labios para agarrárselo no hallaba la oportunidad adecuada.
Alicia le dijo que aprovechase los años anteriores a su primer menstruación, que luego era peligroso quedar embarazada.
Esto no le quedó del todo claro a Margarita que fruncía las cejas sin animarse a preguntar.
Mi nena le explicó que la leche que escupía el glande era peligroso si estaba metido en la vagina de una mujer, que en un matrimonio hasta se buscaba eso pero con nenas tan chicas no se podría arriesgar.
Agregó que usando un profiláctico se perdía toda la gracia, que lo lindo era sentir carne contra carne.
Parecía que ese día me querían usar como muñeco de pruebas, le preguntó si quería ver como salía el líquido por la punta y allí nomas, sin esperar respuesta, metió la mano por el elástico y liberó al monstruo.
Parece que me quería ordeñar en un show público.
A mí me encantaba eyacular haciendo cositas con mi nena, pero así con ojos ajenos observando me sentía como el día que tuve que satisfacer a Mary y tenía espectadores animando.
Su manita inició una lenta cadencia, subía y bajaba, mientras Marga otra vez se arrimó a mirar de cerquita, esta condenada chiquilla debería recetarse anteojos y dejar de presumir.
Estaba demorando por esos ojos cerquita y hasta podía sentir la respiración de Margarita, mi amorcito decidió acelerar el proceso y se metió en la boca una buena porción, parecía que lograba tragar más que el otro día.
Ya estaba mejor la situación, podía sentir su lengüita y en esa posición hasta alcanzaba estirar la mano a su colita, le pasaba los dedos entremedio de sus montañitas y dejé ir un dedo, se lo enterré bien en el anito aprovechando que el secreto quedaba tapado por la prendita.
Duró poco el secreto ya que la buchona de mi hijita levantó la cabeza para mirar a su amiga susurrando: "me está metiendo el dedo por el culito.
"
Luego dudando le ofreció probar las sensaciones de sentarse sobre mi sufrido pito, explicando las posiciones que debería experimentar con su padre le aconsejó quitarse la bombachita para no ensuciarla.
Mi frustración anterior se convertía en entusiasmo ante el espectáculo de Margarita metiendo sus manos bajo la pollerita para bajarse la prenda íntima, yo le quería ver la puchita pero se giró avergonzada mostrando la cola, nada mal su parte posterior, daban ganas de agarrarle las nalguitas y lamerle todo el culito.
Claro que debería mantener una cara de piedra delante de nuestra alumna, no podía gritarle que se apresure para romperle el culo ya mismo, mi aparato estaba duro y babeante sintiendo como sus suaves piernas y colita se sentaban tímidamente acomodándose para que mi falo quedase bien entre sus pompis.
La pobre temblaba del susto, pensaría en algo entrándole furiosamente por la conchita pero se tranquilizó con la voz de mi reina que mientras le acariciaba dulcemente la puchita aconsejaba evitar que le entre por allí.
Mi barra de carne ya palpitaba al estar acunada y masajeada por esa colita tentadora y sabiendo que su propio padre sería quien disfrutase finalmente de sus agujeritos.
Marga ya se movía lindo por el placer de una mano habilidosa tocando su puchita, los deditos de mi reina chocaban con mi falo enhiesto hasta que tuve que frenar un poco al percibir un dedo que le estaba metiendo por el anito.
La amiga ya suspiraba fuerte y Alicia le preguntó si se animaba a estirar un poco su anillito con mi dedo sin uña, ella no contestaba pero tampoco parecía molesta al sentir que saliendo el dedo inquisidor se reanudaba mi paseo entre las nalguitas punteándole el asterisco marrón.
Por suerte había bastante humedad cuando le apoyé el glande con firmeza para metérsela en el culo, mi chiquita me dejó asombrado al bajar su cara y chuparle la conchita a Marga, nuestra alumna dió un brinco ante la nueva sensación de una lengua en su puchita y ese movimiento ayudó a que aflojase su esfínter entrándole por el culito mi barra de carne, la pobre jadeaba entre el dolor y el placer.
No pude metérsela más hondo al notar que se sacudía fuerte en medio su orgasmo, yo miraba a mi chiquita con cara de cordero manso pidiéndole permiso de acabar dentro su amiga, no aguantaba más la exitación y luego de su sonrisa cómplice le enterré otro poco de pito en el anito mientras llegaban los ríos de leche inundándole la tripita.
Espero no haberle hecho doler al encularla tan fuerte la primera vez.
Yo estaba despatarrado al borde la cama y parecía no importarle a nadie, ya me habían usado para sus jueguitos y a otra cosa, debí ir al baño solito para lavarme bien la barra de carne muribunda y pegajosa, luego entró Marga casi rengueando pero obsequiándome una sonrisa que derretía mientras le apretaba disimuladamente las tetitas.
Nos fuimos con mi chiquita para controlar a los nenes durmiendo, estaban desperezándose y haciéndose cosquillas mutuamente.
Imaginaba a mi hijita de adulta y teniendo unos hijos así, ¿podrían ser míos ? o la vista de un cuerpo crecido ya no lograría hacerme temblar como ahora ?
El nene le hacía cosquillas en la pancita a su hermanita y aveces bajaba la mano para jugar en la puchita de la nena: "Viste el hachazo de mi hermana ?" largó.
Yo no entendía el significado de sus palabras, pero me explicó que al preguntarle al padre porqué su hermana no tenía pitito, la respuesta fue que había recibido un hachazo allí dejando ese protuberante tajito.
Yo me sonreía por los ridículos nombres que le ponen los chicos a sus partecitas privadas, pero el nene seguía: "le debe doler pobrecita", mientras le acariciaba dulcemente la rajita.
Mi tesorito le dijo que con el dedo le haría doler más, que mejor le dé besitos y cure con la lengüita, creo que mi cielito estaba teniendo pensamientos que no eran acordes a su edad.
Muy solícitamente el nene se puso en posición para dar besitos curativos en el hachazo, la hermanita abría las piernitas y las cerraba apretando la cabeza del pibe, se reía fuerte con las cosquillitas que le estaban haciendo.
La posición dejaba el traserito masculino en pompa con el pitito colgando, la rápida manita de Alicia lo atrapó y lo tironeaba una y otra vez como un chicle, le encantaba ese jueguito.
Pensé que le estaba por meter un dedo en el culito, pero solamente apoyó una yema para masajear el fruncido agujerito.
Ya era hora para retirarnos, apareció el dormilón y mientras se estiraba nos dijo que era penoso no haber conversado más, que deberíamos repetir la visita un día de éstos y de paso que lleve a los chicos a su casa.
Nos estábamos despidiendo de todos y cuando me tocó decirle chau a Margarita, espié un poco sobre su hombro y nadie nos miraba, aproveché para darle un besito en la boca, eran demasiado dulces esos labiecitos: tuve que darle otro.
En el camino de regreso comentábamos de las lindas experiencias, de cómo Margarita aún yendo al colegio más exclusivo no tenía los conocimientos elementales para afrontar la vida.
Pero no importaba: le ayudaríamos en cada paso.
Realmente sería mi cielito la que ayudase, yo me conformaba con ser un espectador y adorar a mi reina, a mi reinita que seguía comentando cosas pero yo quería taponarle la boca con mis labios.
Los chiquitos que viajaban en el asiento trasero jugaban y la nena me pidió que detenga la marcha, que se estaba haciendo encima, había almorzado como una puerquita.
No tuve más remedio que meter el automóvil por una senda que apenas se veía por los salvajes pastizales.
Nos cruzamos una mirada con mi amorcito como diciendo que por ahora no podíamos besarnos, habría que esperar.
(continuará)
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