Alicia 24/25
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Alicia 24/25
Mi diosa tenía la vista fija en el cuchillo que rápidamente preparaba la picada, no levantaba los ojitos para que pueda interrogarla con la mirada, hasta que largó:
Durante el recreo le estaba preguntando a Martita dónde compraba esos modelos de pollerita tableada, que ella quería una también ya que le quedaban muy bien haciendo juego con la bombachita rosada.
En ese instante se quedaron congeladas, ¿ cómo podría saber mi hija el tipo de prenda que usaba Marta ?
Reparó su descuido diciendo en tono de confesión que estaba lavando los platos y accidentalmente miró hacia el sillón donde estábamos viendo televisión, que Martita tenía las piernas separadas y se le veía la bombachita mencionada.
Para hacer más creíble su relato agregó que yo la miraba enamorado y que agaché la cabeza muchas veces para darle besos en la boca, que su papito parecía un novio embelesado con esos labios dormiditos.
Al menos no le había contado toda nuestra experiencia, pero me sentí en evidencia.
Martita ni se inmutó y con carita dulce quiso saber porqué no la había besado estando despierta, que ella miraba novelas y era normal ver gente besándose, que aveces ella imaginaba estar entre los brazos del galán televisivo mientras la besaba apasionadamente.
Sus palabras casi hacen que me arroje sobre ella para besarla despierta, pero mi cielito aceleró su trabajo con el cuchillo, con saña convertía un chorizo colorado en finas rodajas y me miraba de reojo.
Yo pensaba que podría ser otro chorizo el que estaba recibiendo su furia, un chorizo que se guardaba en la heladera abotonando la puerta.
Parece que mi chiquita me permitía participar en todo tipo de juegos, pero siempre ella debería ser el centro de atención.
El notar mi desesperación por besar la boquita de Marta no le gustaba mucho.
Alicia llevó el plato a la oficina pidiendo que vayamos picando hasta que esté la comida, salió con pasitos rápidos sintiéndose incómoda con mi mirada fija y de rodillas, esperando abrazar a una muñequita rubia.
Esta vez no quiso treparse a la silla, se puso cerquita y casi susurrando me dijo que era lindo lo que le había hecho, pero que la había privado de sentir mis besos al atacarla dormida.
No sabía si abrazarla fuerte estrujándola entre entre mis brazos o dedicarme a su boquita, me decidí por lo último y tomé suavemente su carita para besarla, estaba entornando los párpados y le mordí la punta de la naricita para que abra bien los ojitos.
Esbozaba una sonrisa con esos labiecitos mientras recibían a los míos.
Un fuerte carraspeo nos trajo a la realidad, no sé cuánto tiempo estuvo mi hijita parada en la puerta esperando que terminásemos y se estaba impacientando.
Martita jadeaba recuperando la respiración que le había cortado de tanto besarla mientras mis dedos aún estaban entrelazados con la rubia cabellera.
Le dediqué una mirada a Alicia como implorando su perdón, creo que ella comprendía el irresistible magnetismo que ejercía la cara de su compañerita.
Nos sentamos a la mesa y Alicia conversaba de cosas del colegio pero yo quería desviar el tema, le pregunté a Martita si ya había besado a muchos novios.
Yo sabía que dada su temprana edad hasta el número uno sonaba una cifra elevada, pero la hacía sentirse mayorcita, reconfortada.
Contó algo avergonzada que no, que recién fue su primera vez, que serían dos pero no contaba si estaba dormida.
Yo pensaba que debería contar tres veces como mínimo.
Estaba temeroso que mi cielito la pusiese al día con nuestra situación familiar y la motivé para que cuente cosas de su vida ya que apenas la conocía como compañerita de mi hija.
Relataba que aveces ayudaba en el negocio, vivían al fondo de una tienda con su hermanita menor, la madre se la pasaba en la calle entregando pedidos y el papá era alcohólico, casi siempre durmiendo la borrachera y no ayudaba mucho en las tareas.
Cuando terminamos de comer nos dirigimos al sofá para relajarnos y mirar un poco de televisión.
La nena estaba por sentarse pero con una mirada le indiqué que mejor use mis piernas como asiento, con una sonrisa pícara se subió y tuve que abrirle bien la pollerita tableada para que no se le arrugase.
Ahora tenía bien despierta a esta muñequita y sintiendo la tibieza de sus piernitas que se balanceaban buscando el contacto peludo de la mías mientras decía gustarle la sensación de cosquilleo.
Apenas la aferré por la cintura estaba por enterrar la cara en su cabellera para aspirarla y mi hijita se levantó diciendo que usaría la computadora aprovechando que yo ahora estaba en otra cosa.
Ese "otra cosa" sonó enojado pero lo olvidé al instante de meter la nariz sobre el pelo de Martita, qué delicia de perfume tenía esta niña.
Soltando su cintura la tomé por ambas manitas mientras ella se recostaba en mi pecho haciéndome sentir como si fuese el sillón más dichoso del planeta.
Dejé el dorso de las manos sobre sus piernas mientras ardía en deseos por acariciarlas, tuve que doblar la cabeza para besarle la mejilla y mordisquearle la orejita dicéndole bajito que era una nena preciosa, que me pasaría la vida dándole besitos.
Ella se movía nerviosa como afectada por mis palabras y mis manos que apretaban las suyas, ese movimiento trajo a la vida al monstruo que me estaba esforzando por mantener dormido.
Ella estaba sintiendo bajo su colita el lento crecimiento mientras trataba de acomodarse mejor, entre risitas decía que eso que le apretaba por detrás debía ser como lo que le contaba su hermanita.
Me quedé extrañado y le pedí que se explicase mejor:
La chiquita se trepaba al mostrador quedando con las piernas colgando sostenida de la barriguita mientras jugaba con los botones, broches y otras cosas que vendían allí.
Tenían un empleado y éste venía solícitamente para evitar que la nenita se cayera sosteniéndola por detrás mientras le apoyaba algo duro en la colita.
Martita contaba que en el colegio habían explicado las diferencias anatómicas, que sabía que los varones tienen un pitito y aveces se les pone grande y duro, hasta había visto el del papá.
Con tono paternal le contesté que efectivamente era mi pene lo que estaba sintiendo, que yo no pensaba hacerle nada a ella pero que la reacción era inconsciente.
Le dije que teniendo a una niña tan hermosa en la falda, tocándole las manitas y recordando que nos habíamos besado, era algo inevitable que se me pusiese así de gruesa.
Se giró con la cintura ofreciéndome su boquita y lógicamente me abalancé a comerme esos tibios labiecitos, era imposible dejar de besar a esa nena.
Lentamente le acariciaba las piernas mientras Martita bajaba la mano para palpar eso que le punzaba la colita.
Estábamos escalando la temperatura de nuestras mutuas caricias y decidí llevar las cosas con mayor lentitud.
La tomé de la mano yéndonos a la oficina para ver qué estaba haciendo Alicia.
Tecleaba frenéticamente y se notaba muy concentrada, aprovechando la distracción me arrodillé ante mi muñequita para comerle la boca mientras ella ya respondía con más experiencia, notaba más apasionados sus labiecitos.
Esta vez le acaricié las piernas por detrás subiendo las manos por debajo de la pollerita tableada, quedé con los dedos sobre toda su cola mientras tanteaba la tela como adivinando si sería parecida a la que usaba el otro día.
Estos toques aceleraban su ritmo respiratorio y casi sonaba a suspiros, la tuve que soltar antes que lo advirtiese mi amorcito.
Le pregunté qué cosa escribía con tanto entusiasmo, solamente se veía una pantalla con mucho texto pero cuando movía el puntero del mouse ese texto se convertía en garabatos ilegibles dejando solamente un par de renglones bien.
Me contó que su página favorita se había esterilizado quedando insulsa, que allí habían muchas nenas relatando sus vivencias mientras permanecían ocultas tras un nick que disfrazaba su identidad.
Dijo que ahora había hallado otro foro y allí dejaba sus relatos esperando que otros respondan con sus experiencias.
Yo sonreía pensando que hubiese hallado uno donde me hago llamar evloger.
Martita manifestó preocupación por la hora, ya debía volver a su casa ofreciéndome a llevarlas.
Alicia dijo que estaba ocupada escribiendo algo y que vaya solito.
Yo también me preocupé por mi reina pensando que podría estar celosa por el cariño que le demostraba a Martita, luego debería explicarle claramente que mi única reina se llamaba ALICIA, que mi lealtad hacia ella era incondicional aunque aveces me pusiese a jugar con sus súbditos.
En el trayecto conducía con una sola mano, la otra se aferraba de la manita de Marta.
Cuando llegamos me estaba preparando para darle el último besito pero ella insistió que me bajase para saludar a su familia.
Salía la madre para llevar un pedido recriminándole por la hora y pidiéndole que siempre la llamase por teléfono para saber dónde estaba.
Al presentarme como el padre de una compañerita del colegio que la había invitado para almorzar, enseguida recobró la compostura y con una sonrisa se fue demostrando urgencia.
Entramos por la tienda y estaba la hermanita trepándose al mostrador para alcanzar su montón de juguetes, un muchacho joven se estaba acercando para auxiliar a la pequeñita pero se frenó al vernos llegar.
Le dije que era un antiguo amigo de la señora y me dispuse para ayudar a la pequeñita.
Cuando le vi bien la carita pude observar que era un calco de su hermana, era una copia más chica con ese pelo dorado y todo.
Le planté un besito en la mejilla mientras la sostenía por la cola para que pueda treparse al mostrador.
Pasamos al fondo pudiendo ver a un hombre acostado en su sillón, estaba en camiseta y calzoncillos, roncando y se le asomaba un trocito de carne muerta por la prenda inferior, Martita tomó una sábana para taparlo bien.
Pasamos a otra habitación, la de las nenas.
Allí me hizo sentar para que la esperase mientras preparaba café.
Cuando volvió yo hablaba casi susurrando pero me dijo que no me preocupase, ni un cañonazo despertaría al borracho.
Se puso a buscar una ropa de entre casa y mientras se quitaba la blusa escolar se miraba los pezoncitos.
Se lamentó de no tener tetitas aún y la consolé explicándole que algunos hombres las preferimos así, planas y sin pelitos allí abajo.
Sonreí recordando que yo tampoco tenía, que Alicia me había rasurado dejándome como una gallina pelada.
Seguía diciendo que todas las mujeres tenían tetas pero ella no, que era injusto.
Poniendo las manos en sus pezoncitos le dije que así estaba hermosa, que no necesitaba las mencionadas tetitas y que esos pezoncitos alcanzaban para disparar las ganas de chuparlos.
Para demostrarle me agaché mordisqueándole un pezoncito mientras con la mano le apretaba el otro, terminé chupándole bien las dos tetitas, sus dos futuras pechitos, mientras ella suspiraba fuerte.
Cuando se fue corriendo a la cocina para que no se le hierva el agua, la vista de esa espaldita desnuda rematada con una pollerita tableada era hermosa.
Al volver con las tazas humeantes se sacó la pollerita y se enfundó en una remera larga, algo que parecía un camisón suelto.
Mientras sorbía su café le dije que tenía una linda colita y unas piernas fuertes que hacían notar sus ejercicios de baile, que no necesitaba para nada unas tetitas para verse preciosa y que además era hermosa de cara, tanto que daban ganas de besarla.
Se conmovió parándose a mi lado buscando que la abrace.
Separando mis rodillas para que se arrime bien le dí un tremendo beso, se podría decir que nos besamos mutuamente un rato largo.
Sosteniéndola con una mano en su potito le confesé en tono susurrado que a mí me fascinaban las colas de las nenas, no de todas las nenas, solamente aquellas que tenían el traserito bien destacado pero que su carita era más hermosa que todo eso y moría por besarla nuevamente.
Nos fundimos en un abrazo y mi mano ya apretaba bien esa parte trasera, le pasaba la mano por toda la colita para apreciar esas robustas formitas preguntándole al oído si ahora vestía la bombachita que mencionaron durante el almuerzo.
Ya se la había visto, ahora tenía una celeste con las mismas transparencias, pero yo no podía decirle que a la otra la conocía bien.
Toda coqueta se levantó el ruedo del camisón exhibiéndome la parte delantera de la prenda: "ahora tengo una parecida, la anterior era rosada"
La tela le apretaba bien el bultito y la transparencia hacía evidente la marca del hachazo, le pasé un dedo por la rajita mientras alababa su buen gusto para comprarse ropita interior.
Me dió un escalofrío al tocar esa puchita recordando que ya le había chupado la conchita estando dormida y el recuerdo ayudó para que mi herramienta mostrase un gran bulto en el pantalón.
Martita se reía avergonzada indicando que se me había puesto gorda nuevamente.
También me daba un poco de vergüenza hasta recordar que ya me la había cojido por el culito y ahora le estaba acariciando la puchita, al preguntarle si deseaba verla sus ojitos se iluminaron y me quité el pantalón.
Su boquita se abrió del asombro haciéndome pensar que tenía la forma justa para que me chupase el pito, pero su dulce carita me sacó los pensamientos libidinosos mientras le pasaba un dedo por la puchita enfundada explicando que eso se metería por aquí, ese "aquí" debería ser bien explícito por lo que corriendo la tela acaricié en carne viva su tajito.
La pobre ponía los ojos en blanco y decidiendo mejorar sus sensaciones acerqué la boca, a la primer lamida lanzó un suspiro trastabillando por lo que la alcé para depositarla en el sillón, le comía la boquita mientras estiraba los brazos tratando de bajarle la bombachita pero la pícara comprendió bajándosela ella misma.
Poniendo sus piernitas sobre mis hombros zambullí la cara sobre su jugoso bultito procediendo a chuparle suavemente la conchita.
Sus deditos amasándome el cabello incrementaron mis ansias de comerle la puchita con furia y apenas al meterle un dedo en el ano se sacudió con grititos de placer, había logrado que la rubiecita hermosa llegase a su clímax.
Yo estaba con unas ganas locas de metérsela y llenarla de leche pero esta dulce criatura era demasiado hermosa para no besarla siempre, al preguntarle si deseaba sentir la puntita adentro le aclaré que no se la metería toda desvirgándola, solamente ofrecerle la sensación del glande entrando un poco.
Martita pedía que se la metiese toda pero yo deseaba tratarla con mucho amor sin hacerla sufrir, acomodándome le dejé el glande apoyado en la vaginita haciendo leves movimientos sobre toda su puchita, sus ojitos pedían que se la enterrase yá pero apenas hice presión para sentir cómo se le abría la conchita mientras se acostumbraba al tamaño del invasor.
Su respiración agitada demostraba las hermosas sensaciones de un pito entrándole por primera vez y demoré varios minutos solamente para meterle el glande en la puchita deleitándome con su rubia cabellera desparramada y su labiecitos abiertos suspirando.
Al sentir el freno de su himen dejé de empujar iniciando un lento retroceso, para iniciar el suave bombeo.
Sus gemidos cobraron volumen y nuevamente tenía a este ángel rubio desarmándose entre estertores, tuve que comerme su boquita acallando los grititos mientras sentía llegar el hormigueo de mi venida, quise aguantar con el pene quieto dentro de ella pero ya chorros de semen le estaban entrando en la conchita inviolada.
Estábamos saliendo al local cuando se frenó en seco y puso un dedo cruzándose los labios, clara señal de que me quede silencioso y pegado a su espalda como nos dejó el frenazo.
La hermanita de Marta estaba trepada al mostrador con las piernitas colgando sostenida por la pancita, el empleado venía para ayudarla.
Nos quedamos un instante reproduciendo la sensación de algo duro apoyado en sus nalguitas.
(continuará)
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