Anécdotas y reflexiones sobre haber sido docente de secu
Tributo a las desaparecidas 💗 Diosas Colegialas💗.
©Stregoika 2021
Tengo por ahí un sin número de relatos, casi todos sobre colegialas. Tonto de mí si ahora negara que las amé, casi a todas, en cada curso, cada año que duré ejerciendo.
Me he percatado de que mi estilo de relato se ha vuelto cada vez más soft y romántico. Supongo que el haber dejado la profesión y peor todavía, que los colegios ya no funcionen y ya no haya colegialas por ahí para deleitar la vista y suspirar; son hechos que mellaron mi espíritu. Entré en la edad de la nostalgia. Por eso quiero condensar aquí algunos pensamientos y anécdotas sobre la profunda atracción y amor por las colegialas, por esa magia poderosa que ejerce una morra en corta falda tartán y tableada, pantymedias o calcetas hasta la media pantorrilla, corbatín, coletas con cintones y unos libros en la mano. Sin temor a equivocarme, afirmo que la colegiala es lo más erótico que existe.
𝚂𝚌𝚑𝚞𝚕𝚖𝚊̈𝚍𝚌𝚑𝚎𝚗 𝚁𝚎𝚙𝚘𝚛𝚝 𝟹 – 𝟷𝟿𝟽𝟸
Una vez, una profesora me mandó llamar para que le ajustara un TV que ella no comprendía, para poner un video de un baile. Eso me solía pasar porque yo era el típico “bueno con los aparatos”. Sin imaginarme nada más allá de lo rutinario, fui al aula múltiple donde me dijeron que ella esperaba. Pero estaba cerrada, aunque era obvio que estaba allí dentro con su grupo de estudiantes. Toqué. La profe desajustó la puerta y la abrió sólo unos centímetros para asomar un ojo. Cuando me identificó, me saludó gratamente y abrió la puerta, pero solo lo suficiente para que yo entrara y, prácticamente me haló dentro. De inmediato descubrí la razón de su recelo: Estaba solo con las niñas de su grupo de grado sexto, unas 20 morras de entre 10 y 11 años. Estaban todas casi empelotas, porque estaban cambiándose. Se pondrían su traje típico para bailar. Es obvio que la profesora supuso que como yo era “un profesor”, las nenas no tenían de qué preocuparse. Y tenía razón, yo no podía hacer ni haría nada. Ni siquiera mirar. Solo ese primer vistazo al fenomenal panorama y nada más. Si veía más, arruinaría mi reputación. Lo que hice fue ver un poco más a través del reflejo negro de la pantalla del TV apagado.
Pero controlarse ante semejante tentación tiene un alto precio emocional. Para controlar al ‘animal’, se hace uso de una fuerza de voluntad inmensa. Solo otro profe podrá entenderlo. Digamos que esa fuerza es de magnitud x, y gastarla deja una horrible ansiedad. Pero controlar esa ansiedad también es posible, aunque el proceso dura horas y cuesta otra enorme cantidad de energía, el doble de la que se usó ya, o sea 2x. La ansiedad se controla, en efecto, pero el precio es que uno queda existencial. Pero con más horas de trabajo mental y más fuerza, 3x, puedes quitarte el existencialismo. Pero quedas terriblemente deprimido y sin más fuerzas para luchar. Todo, por controlar al animal. Todo, por no mirar. Luego empecé a escribir relatos porno sobre colegialas y descubrí cuán reconfortante es el ejercicio, sobre todo cuando son leídos y gustan al público.
«…Arruinaría mi reputación», dije líneas arriba. Déjenme hablarles de la reputación de un profe varón. Una vez, durante una de mis horas disponibles, fui a leer a una banca del parque. Allí había unas estudiantes de octavo con otro profe, pero estaban , como decían ellas: “desparchadas”. Varias fueron a sentarse frente a mí, en el piso delante de la banca. Estaban en uniforme de diario, obvio. Imagínenlas sentadas delante vuestro apuntándote a los lados de tu cara con las rodillas. Varias dejaron que la gravedad les recogiera la falda, supongo que para que el sol tocara sus muslos. Inclusive una de ellas se puso a arrancar motas y hebras que se pegaban eléctricamente a su pantymedia, desde las rodillas hasta el nacimiento de la pierna. «Dios, dame fuerza» supliqué mentalmente.
—Profe ¿tú sigues el otro año?
—Sí —mentí.
—Ay ¡qué bueno! Tú nos caes re-bien.
—¿Por qué? ¿Cuál profe les cae mal?
—Por ejemplo ese Mr. Ortiz, es todo morboso ahí… —repuso otra y las demás lo confirmaron.
—¿Cómo así morboso?
—Nos mira que ya nos viola —explicó una.
—A veces hasta se le para dando clase —anotó otra.
«Momento, momento» Pensé «¿Y yo qué? ¡Aquí estoy que me les tiro encima!».
Pero la explicación es muy simple: Reputación. Por mi reputación, ellas se sentaban con las piernas abiertas frente a mí. Pero también por mi reputación, yo no podía hacer nada, ni siquiera mirar más de un segundo fijamente. Y la reputación se paga con toneladas de ansiedad.
Muchas de las situaciones detonadoras de excitación en mis relatos fueron absolutamente reales. Como la chica que se cambiaba de blusa en pleno salón (en “así se conquista una de trece”) y tenía un brasiér muy pequeñito para sus lindos y enormes senos. Que, cuando alguien la delató y volteé a verla, hizo mover sus senos con los brazos para que se tocaran el uno con el otro, varias veces. Además, la blusa que ella desenvolvía para ponerse, estaba como enredada, por lo que tardó más de la cuenta. Pudo ser intencional, no sé. Fue de las veces que peor me puse. Yo fumaba “como puta presa”, para mitigar la ansiedad. Y hablando de putas, jamás encontré una que si quiera se acercara en magnificencia a una colegiala. De seguro las había, pero no de mi conocimiento ni a mi alcance.
Los eventos que inspiraron “Ay profe, me haces igual que mi papá”, están narrados en ese mismo relato. Lo del disfraz transparente de brujita. Fue algo tremendo, de verdad.
Creo que en un par de relatos dejé colar la anécdota de cuando una estudiante de undécimo, Natalia, me llamó a gritos desesperados a su camerino para que la ayudara a desenvolverse de sus harapos de su disfraz de momia. Tenía otro número que presentar y no tenía tiempo. Ella se desenvolvía los brazos mientras yo le desenvolvía nada menos que la cintura. Pronto salió a la luz el nudo lateral de su tanga negra. No sé como no me infarté.
A los macho-man, desvirgadores, machos-alfas, sementales y reproductores, les envío un caluroso saludo. Pero a los hombres que estén del otro lado del espectro, les envío más que eso, les envío una reverencia: O sea, a los varones quienes, aunque eso esté mandado a recoger, veneren la feminidad y se pongan nerviosos ante su esplendor.
Esta chica era de ese nivel de hermosura que yo no me sentiría digno ni de beber una meada suya. Máximo, que me llevara en cuatro, como perro, con collar y todo, y que me pateara cuando levantara la cabeza para verle las piernas. Inspiraba lo que inspira la artista Selena Gómez a muchos hombres. Otro buen ejemplo es la actriz Chloë Grace Moretz.
𝙲𝚑𝚕𝚘𝚎̈ 𝙶𝚛𝚊𝚌𝚎 𝙼𝚘𝚛𝚎𝚝𝚣.
𝚂𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊 𝙶𝚘́𝚖𝚎𝚣
La experiencia de la desenvoltura sensual terminó abruptamente con la entrada de la rectora, que se ocupó de terminar de pelar a Natalia.
Los relatos “Mariana”, “La mejor paja que me he hecho en la vida” y “Tina” son reales. Sin más qué añadir.
En un blog que tuve dedicado a la adoración a La Diosa Colegiala, puse algunos micro-relatos. Hoy reciclaré aquí un par:
»La remodelación de una de las sedes del colegio estaba terminando, solo quedaban unos obreros alisando el hormigón en la última planta. Yo, cruzaba el parque junto a dos portentos de muchachas de grado undécimo. Uno de los obreros se percató de la presencia de esos ángeles y detuvo impertérrito sus movimientos, limitándose exclusivamente a acomodarse descansando sobre el mango de una pala clavada en el piso. Entonces llamó descaradamente la atención de su compañeros, que a continuación hicieron lo mismo. Los caballeros resoplaban sin parpadear, mirando a Brenda y a Andrea. Una parte de mí se molestó por el desvergonzado comportamiento de los albañiles, pero otra, más sensata, pensó que dicha molestia era de lo más hipócrita: Yo ya había publicado mis primeros relatos porno de colegialas. Las chicas, al descubrir cómo las veían, se emocionaron y actuaron pedirme auxilio, abriendo mis brazos y envolviéndose con ellos. Se sintió demasiado bien.
—¡Profe, sálvenos que nos quieren violar! —dijo Brenda, casi riendo.
«¿Salvarlas? ¿Las quieren violar? ¡Pero si yo soy el primero!» pensé.
Años después, ya habiendo dejado la profesión pero antes de la desaparición de las clases presenciales:
»Yo andaba por la calle un día soleado y coincidí con la salida de clases. Mi región es montañosa, por lo que abundan los desniveles. En un andén muy alto, pasaba una colegiala espectacular de falda corta y piernas de ataque. Sin reparo, aceleré el paso para alcanzar a verla por debajo, antes que llegara a nivel de la calzada, donde había un cruce. Lo logré. Vi sus nalgas asomadas por el pequeño cachetero de lycra brillante, que iba estirándose y contrayéndose a cada paso que ella daba con esas tremendas piernas blancas y ligeramente musculares. Le grité ¡MAMAS…ITA! Y le tiré besos a dos manos. Ella aligeró el paso y yo con ella. Al llegar al cruce, sin quitarle todavía el ojo de encima, recibí un empujón con formidable fuerza. Era un taxi que bajaba a poca velocidad. Miré hacia dentro del vehículo, dispuesto a escuchar y contestar la puteada, pero adivinen: El conductor también tenía sus ojos puestos en la colegiala.
Cuando se es profe de secundaria por algunos años, como mínimo, también es absolutamente normal que al menos una alumna se enamore de uno, por feo que sea uno. Ocurre sobre todo cuando la nena tiene una maldita familia narcisista (y generalmente es la menor) y encuentra el afecto del profesor como un aliciente sin igual. La combinación explosiva tiene lugar si el docente en cuestión también proviene de una familia narcisista, y también encuentra en el afecto de la estudiante un bálsamo para el alma. Ahí es donde las prohibiciones se van por el drenaje. Es lo que traté de ilustrar en “confesión de un ex-profesor de secundaria” y en “Camila y el karma”, las historias menos porno y más románticas de mi humilde repertorio.
Una vez hice un índice de relatos sobre colegialas, de otros autores, que me parecieron demasiado buenos pero desafortunadamente el material suele desaparecer. Todo queda en “Error 404”. Maldita persecución. A los profes que haya leyendo, los animo a escribir sus aventuras eróticas y románticas y a publicarlas. Y a las profes aún más, que sospecho no serán tantas pero que las hay, las hay. Quiero exaltar este género bello y prohibido porque en la horrible nueva realidad, corre el riesgo de caer en el abismo del olvido.
Bueno, quería echarles esa carreta, sobre todo a quienes sean educadores y claro, si se cuela por ahí alguna colegiala, ya sabe de sobra que la amo.
Stregoika
𝙾𝚛𝚒𝚐𝚎𝚗 𝚍𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚊𝚜 𝚕𝚊𝚜 𝚒𝚖𝚊́𝚐𝚎𝚗𝚎𝚜: 𝙶𝚘𝚘𝚐𝚕𝚎.
Bibliografía de Stregoika: https://lektu.com/a/stregoika/10071
Eso de cuidar la reputación, me tiene mal, me hice una reputación tan buena, que cualquier cosa la mancharia y tengo que andarme con cuidados, ahora que más oportunidades tengo de ser un cabron jajaja triste.
He sido profesor, aunque de 10 a 12 grado y también de universidad. Es cierto, las colegialas inspiran muchas cosas y siempre hay que saber guardar distancia y respeto. En el caso de las universitarias es distinto. Incluso puedo decir que como profesor he sido acosado y las chicas me han querido follar en distintas ocasiones. En una ocasión varias de ellas me invitaban a que tomáramos alguna clase en casa de una de ellas, yo iba y se ponían demasiado relajadas y querían que tomáramos. Siempre guardé la compostura, comenzaron siempre a más las insinuaciones, pero me aguanté. Cuando ya terminaron los cursos y dejé de ser su profesor, una de ellas (bastante buena por cierto) me mandó mensaje y me dijo que si ahora sí ya me iba a dejar, que me invitaba a su departamento a tomar algo, solamente ella y yo, que ya no era su profesor. Efectivamente, yo dejé de dar clases ese último semestre por un tiempo en esa escuela y no me quedó al final otra que aceptar …y vaya que lo disfruté.
El primer gif tiene nombre? Es de alguna peli? Por cierto es muy agradable leer algo que se nota se hizo con muho gusto.
Hola
Gracias por sus comentarios, caballeros. El gif tiene un pie-de-foto. por favor confírmenme si no lo ven porque sospecho que solo personas con navegador en PC pueden ver los textos en caracteres especiales. Yo los uso mucho, y si no se ven, mis cuentos quedan jodidos.
Es de la película Schulmädchen Report 3 – 1972. Rico ¿cierto?
Siempre tener reputación buena suele costar mucho hacerla pero por lo contrario se necesita poco para que todo se vaya al garete