Anita
Jessy .
Era la primera navidad en la que mis padres venían a la hacienda sin mí.
Llegaron a medio día como siempre, sin ningún contratiempo.
Los estábamos esperando, cuando bajaron del auto los abracé, abrazaron a los abuelos a Anita y Jessy.
Con Jessy nos habíamos levantado temprano, nos bañamos y después del desayuno fuimos a comprar todo lo que Anita me había encargado. Devuelta Anita preparó el almuerzo y nosotros ayudamos en todo lo demás. Después hicimos una larga sobremesa, el abuelo no salió esa tarde, había dejado a los peones sólos.
En la noche se acostaron los abuelos en su pieza, temprano. Mis papás en su pieza, más tarde, conversando conmigo, yo en mi pieza y Anita y Jessy en la última pieza.
E
A media noche llegó Jessy a dormir conmigo.
Sigilosamente se metió a mi cama casi desnuda. Le hice señas de que no hiciera ruido. Nos besamos, nos acariciamos, hicimos el amor ahogando sus gemidos con mi boca, mientras la penetraba profundamente. Sería por el hecho de saber que estaban mis padres en otra habitación que me excitaba más. A ella le pasaba lo mismo y ahogaba su risa en mi boca, risa que salía por mis narices.
A la mañana siguiente, como Anita se levantaba temprano, la despertó y le dijo que se fuera a la otra cama, antes que despertaran mis padres.
Cuando me levanté, mis padres estaban tomando desayuno, me lavé un poco y fui a tomar desayuno con ellos.
Después salimos a caminar por el huerto, les mostré lo que estaba desarrollando para cuando estuviera listo trasladarlo al campo con un mejor sistema de cultivo.
Después fuimos a preparar el asado para esperar a la Pauly con Ariel y sus hijos.
Después de almorzar fui a dejar a Anita y Jessy a su casa para que pasaran la navidad.
No se si Ariel lo supo o lo sospechaba. Las dos veces que la Pauly se embarazó, estaba de vacaciones en la hacienda conmigo, los dos sólos. Cada vez fue sólo una semana. Una semana de sexo día y noche. Pienso que la Pauly sabía que esa semana estaría fértil y lo único que deseaba era estar embarazada. Pero no sólo era sexo, también había amor, era la hermana menor de mi mamá. Y cuando yo era chico, jugábamos juntos e íbamos a todos lados juntos.
Y como los niños lo amaban, él era féliz con sus hijos.
Un día se me acercó la Pamela a pedirme que quería andar a caballo. Ella tenía 5 años. La tomé de la cintura, la senté en la montura y me subí yo. Caminamos un poco y di la vuelta. La afirmaba de la cintura contra mí. Y pensar que es mi hija, me decía yo para mis adentros. Algún día la voy a llevar a que conozca la laguna.
En las noches conversábamos alrededor de una fogata, el abuelo, mi papá, mi mamá, la Pauly con Ariel y yo.
Tomando vino, cerveza y disfrutando la noche. Ariel era un hombre feliz y yo era feliz por éso.
Después que se fueron, quedamos solos de nuevo.
Y a disfrutar de las vacaciones de Jessy. Yo trataba de aprovechara el verano. Le enseñé a cabalgar, recorríamos la hacienda en las mañanas y en las tarde en la laguna. El la noche dormía conmigo toda la noche. Bueno eso lo hacía todo el año.
A medio año tuvo su primera regla. Dio toda clases de señales, yo ya sabía que venía.
Una tarde que veníamos de colegio en la camioneta, me dijo que le dolía el estómago.
Al llegar a la casa le dije que se cambiara ropa. Se puso un buzo y se acostó en la cama. Le bajé el pantalón y le toqué el estómago muy despacio, después fui bajando mi mano hasta su entrepierna.
– Ahí! Ahí me duele más – le estaba tocando su pelvis, le dolía todo pero a un lado le dolía más.
– Que rico, deja tu mano ahí –
Por la posición de mi mano, era sus ovarios y específicamente, el derecho.
– Que pasa? – preguntó Anita entrando a la pieza, Jessy acostada con los pantalones abajo y mi mano en la pelvis de ella. No era eso lo que le preocupaba.
– Te sientes mal hija? – preguntó.
– Le duelen los ovarios y específicamente éste – indicando mi mano sobre la pelvis de Jessy.
– Esperen – dijo Anita saliendo de la pieza.
– Más abajo – me indicó Jessy.
Comencé a acariciar toda su pelvis hasta su vulva.
– Está bien así ? – le pregunté.
– Si, así está rico –
– Tómate esta pastilla para el dolor y quédate acostada.
– Tóma – me dijo a mí, pasándome un par de toallas higiénicas.
– Pónselas por si acaso –
Me acosté al lado de ella haciéndole cariño. Ella me hacía cariño a mi.
Le puse una de las toallas entre sus piernas y le subí los calzones.
– Mañana vamos a pasar a comprar pastillas anticonceptivas, de acuerdo ? Al día subsiguiente le compré las pastillas y desde ése día comenzó a tomar anticonceptivas.
A la noche siguiente tuvimos un rico sexo. Al terminar tenía sangre en mi miembro.
Fuimos al baño a lavarnos. Y después nos acostamos a dormir.
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