Anita de 6to grado (parte I)
Anita es la hija de la empleada que limpia en casa, es muy bella, ya tiene un cuerpecito precioso, sus nalgas pujan por mostrarse. .
Me llamo Gabriel, soy un pibe común, no sobresalgo por nada, hasta mi verga es bastante común, 16cms x 5cms. Tuve un par de novias, pero la que me quitó la virginidad fue nuestra empleada, la madre de Anita, Jorgelina, ella tiene 25 años y es una hermosa morocha, con un buen par de pechos y un rotundo culo, con el cual me sedujo y obtiene de mi toda la leche que quiere. Con la empleada hace al menos un año que tenemos sexo seguido, al menos tres veces a la semana. Es una excelente mamadora, y la verdad que el sexo con ella, que es con la única mujer que tuve sexo hasta ahora, es genial. Siempre me hace acabar dos veces, y ella logra al menos tres orgasmos seguidos. Pero este relato tiene que ver con Anita, su hijita. Hacía varios días que venía observando el cambio de actitud hacia mí de la niña. Buscaba estar más rato conmigo o cerca mío cuando no estaba en la escuela. Jorgelina y Anita viven en casa, está contratada por el sistema de cama adentro. Son de un pueblo muy lejano. Una tarde, estando solos en casa, la empleada, su hija y yo, se dio algo particular, Jorgelina me comenta que se va al supermercado, que deja a Anita para que haga los deberes y que ya vuelve. La niña sonrió ante la noticia, se puso muy contenta. Apenas la madre sale, ella viene corriendo, salta hacia mí para que la alce y abrace, rodeando mi cintura con sus piernitas. Me tomó de sorpresa esta reacción, y también me sorprendió la reacción de mi cerebro y cuerpo, ya que inmediatamente se me paró la verga, con lo que la piba sintió la barra de carne directamente sobre su conejito, sus ojitos picarones mostraban que no tenía miedo a lo que pasaba. Tampoco es creíble que una nena de su edad, ya supiera sobre sexo y las reacciones que generaban en el sexo opuesto. Pero lo cierto es que mi pija se puso a mil, bien dura, y estaba encastrada entre sus piernitas. Contra lo que se pudiera pensar, la niña apoyó la cabecita contra mi pecho, y lentamente se movía arriba y abajo, resbalando sobre mi rabo, se estaba masturbando con el tronco de mi verga. Yo la tenía tomada de ambos glúteos, para sujetarla, y sin muchos miramientos estirando mis dedos, le piqué el agujero de su culito. Ella solo me miró y sonrió, hice a un lado su bombachita y metí medio dedo dentro de su ano, ella pegó un saltito, pero no se corrió de lugar, yo la comencé a coger con el dedo, ella, feliz. Yo ya excitado, la apretaba contra el tronco de mi verga, y de repente me corrí con largos chorros de semen, la niña no se dio cuenta, pero seguía acompasando mis movimientos con sus caderas, con el dedo ensartado en el culito. Aproveché y le di un besito en la boca, ella no sabía que hacer, pero se dejaba. La bajé, la hice arrodillar frente a mí y sacando mi verga todavía medio morcillona y rellena de semen, se la puse frente a su boca y le ordené, que la chupe, ella mirándome a los ojos y sin dudar, abrió grande la boca y se metió media verga dentro, comenzó a chupar y a morder despacio, le enseñé que solamente con los labios, yo estaba totalmente desconcertado y dispuesto a todo, la verga nuevamente dura, totalmente excitado, y en ese entonces se abre la puerta de calle y entra la madre de Anita, al ver a su hija de rodillas frente a mí, con media verga en la boca y sus manos en mi tronco, pegó un grito, Anita se asustó, y solo contestó que estaba jugando. Jorgelina despedía fuego por sus ojos, yo estaba muy asustado por las consecuencias de mis actos, la única que parecía no saber que pasaba era Anita, que se paró y se fue a su habitación a jugar con las muñecas. Yo con mi verga afuera, semi erecta, Jorgelina arrebolada por lo que había visto, tomé mi pija desde el tronco y con mi desparpajo de juventud, la revolee y se la ofrecí. Ella no supo que hacer, pero se arrodilló y tomándome en sus labios me produjo una tremenda mamada, que en cinco minutos me permitió llenarle la boca de semen, y saben qué? Anita estaba parada en la puerta del living mirando como su madre me la mamaba. Luego huyó a su pieza, y Jorgelina, todavía medio ofuscada, me mira y me dice, pedazo de cabrón, a la nena la cogerás cuando yo lo permita. Y así terminó este día, pero convengamos que a la semana, volvimos a quedar solos Anita y Yo, y eso es para la parte dos.
Muy excitante y tiene morbo.
Muy buen relato, erótico