Apoyo familiar
Mi tío, desde su adolescencia, ha atendido con mimos a varias de mis primas y a una hermana de él. Quiero contar cómo inició con su hermana y la hija de ella..
A los quince años desfloró a mi hermana, y a mí me tocó recibir su amor muchos años después, ya que, desde hace casi dos años, él me añadió a su lista de “sobrinas consentidas”. Desde entonces, he recibido su amor unas diez veces.
Pero no voy a hablar de mí, pues ya escribí dos relatos sobre ello. Aunque la información proviene de mi prima, se refiere a ella y a su mamá, ya que mi tío no me quiere contar nada de los apoyos familiares que da. Sólo lo había hecho en el caso de mi hermana Mague, y eso ya lo conté, porque yo pensaba que fue conmigo y él aclaró la situación.
Una vez que descansábamos del primer palo, aún estábamos ensartados y yo sentía cómo escurría en mis nalgas la mezcla de flujo y semen del amor que se desbordó de mi pepa, se me ocurrió preguntarle sobre la frecuencia con la que se cogía a mi tía Ofelia, su hermana menor.
–¿Quién te dijo que ella y yo cogemos? –preguntó extrañado de que yo lo supiera.
–Lo supe por ahí, de una prima que se parece mucho a ti, incluso tiene un lunar como el tuyo, en el mismo lugar… –le contesté acariciándole el lunar de la entrepierna, pues ya se había bajado de mi cuerpo.
–Seguramente varios de la familia tenemos ese tipo de lunares en forma de diamante –señaló moviendo la cabeza negativamente, sin decir más.
Me subí en él para besarlo y acariciarle melosamente la cara al insistirle “Cuéntame…, quiero saber por qué somos tan calientes e incestuosos en la familia”.
–Yo no sé. Mientras estuve casado, me la pasaba cogiendo con mi esposa y disminuí mucho con las relaciones de incesto. Después de que murió Saraí, volví a atender a Ofelia de manera regular y ella me confesó que era muy probable que Gaby fuese hija nuestra.
–¿No lo habías sospechado ni lo confirmaron? –pregunté.
–No le veo sentido. El marido cree que es el padre de Gaby. Pero desde entonces, Cuando Gaby viene a verme, yo uso condón con ella. Con Ofelia los coitos son esporádicos, sólo eran frecuentes cuando fuimos niños y antes de que ella se casara. ¡Y ya no me hagas preguntas de eso! –expresó tajantemente, antes de meterse uno de mis pezones a la boca, y pasar así al segundo palo…
Seguramente, mis tíos Ofelia y Efraín cogieron mucho al vivir bajo el mismo techo ya que comenzaron desde su niñez. Alguna vez le pregunté si se había cogido a mi mamá y me contestó que no, porque ella era más grande y su interés estaba en los hombres de su edad o un poco mayores. Nada que ver con él.
Mi prima me contó que vio a su mamá y a mi tío coger todas las noches en que ellos fueron de vacaciones a Guadalajara para la boda de otro pariente. El marido de mi tía tuvo que regresar intempestivamente a la Ciudad de México y ellos se quedaron en el hotel Aránzazu, recientemente inaugurado, mientras se llegaba el día de la boda.
Mi prima Gaby tenía entonces unos cinco años, y los tres durmieron en el mismo cuarto. En las noches, cuando ella ya dormía, mi tía se pasaba a la cama donde mi tío reposaba desnudo, y la tía Ofelia iniciaba chupándole el pene. A Gaby no se le hacía extraño el rito sexual que seguía su mamá, porque era similar al que, en ocasiones, veía con sus padres, pero fue entonces que comenzó a sentir el cosquilleo en su rajita y se la comenzó a frotar. Los tíos disfrutaban el coito sin apagar los gemidos y Gaby se emocionaba.
Al parecer, esas cogidas eran más ardientes que las que se daban sus padres. Mi tía Ofelia gustaba del 69, el cual concluía con la venida de mi tío en la boca de Ofelia quien gritaba “¡Qué rico sabe…!, algo que Gaby no había escuchado de su mamá decirle a su papá. Mi prima es hija única pues al poco tiempo que ella nació, el exceso de miomas obligó a los médicos quitarle la matriz a mi tía. Otro dato interesante es que mis tíos se casaron porque ella estaba embarazada, y mucho tiempo después la tía sospechó que el tío Efraín era el padre de Gaby, pero eso es otro asunto.
Unos seis años después, cuando se dio una fiesta de Año Nuevo en la casa de los abuelos, Gaby y sus padres se tuvieron que quedar a dormir, porque a mi tío se le pasaron las copas. También durmieron allí mi tío Efraín y su esposa Saraí. Cuando todos dormían, por la trasnochada y el exceso de bebida, Gaby, quien dormía en otra cama, vio que mi tío Efraín entró al cuarto y, sin más preámbulo que una mamada de chiches, la tía Ofelia echó las sábanas a un lado y abrió las piernas para recibir el mástil crecidísimo. Ni el movimiento trepidante ni los jadeos despertaron a su papá, quien estaba borracho en la misma cama donde ellos cogían, pero mi prima, quien al inicio se hizo la dormida, quedó marcada y convencida de que la sangre llama. Al parecer, mi tío Efraín, quien amaba y disfrutaba mucho del cuerpo de su esposa, era más feliz entre las piernas de mi tía Ofelia.
Mi prima se masturbó tan frenéticamente que mi tío se dio cuenta, pero ella continuó con su placer, dejando al descubierto su maniobra. Una vez que se calmaron las respiraciones agitadas que causaron los intensos orgasmos de los tres, mi tío se levantó tapando con la sábana a mi tía, al voltear, Gaby miraba, con los ojos muy abiertos la verga de Efraín goteando esperma. Mi tío le hizo una seña de que callara, tomó una gota de semen y la puso en los labios de Gaby, la cubrió con la cobija y se fue.
Cuando mi prima me contaba esto, ambas estábamos con una mano en la panocha, le pregunté “¿Y qué hiciste después?” “Me la unté en los labios disfrutando el olor y luego me volví a masturbar relamiéndome los labios”, contestó; y yo imaginaba que era mi padre quien me hacía eso después de haberse cogido a mi mamá. Pero nunca supe que ellos se hubiesen dado cuenta que los espiaba y deseaba que mi padre también me cogiera a mí.
Meses después de aquella fiesta, mi tío Efraín acompañó a mi prima Gaby a ver jugar a su papá. Era usual que los sábados hubiese partido del equipo de fútbol llanero al que pertenecía el papá de mi prima y ella y su mamá fueran a verlo. Pero ese día mi tía no pudo ir, pues la requerían en su trabajo para atender unos pedidos urgentes y le pidió a su hermano que acompañara a Gaby a ver jugar a su papá. Mi tío Efraín traía un short muy holgado de las piernas.
–Siéntate, hija –le ordenó señalando la única banca libre que había para el público a orillas de la cancha.
–No, tío, siéntate tú y yo me siento en el piso, entre tus piernas –respondió ella y así lo hicieron.
Al poco tiempo de estar así, mi prima empezó a sentirse arrecha porque le llegó el olor a sexo que despedía el tío Efraín, ya que, antes de pasar a recoger a Gaby y a su papá a su casa, se echó el mañanero pues Gaby pudo ver húmedo el prepucio en la oquedad entre la pierna y el short. Yo supongo que además había cogido a su esposa Saraí durante la noche un par de veces, como él lo acostumbraba y lo constaté cuando me tocó pernoctar en su casa. Probablemente el coito mañanero se prolongó y mi tío ya no tuvo tiempo de bañarse y salió corriendo para no llegar tarde al compromiso de llevarlos al juego sabatino.
Gaby recordó el olor dulzón de las cogidas que tuvo oportunidad de ver entre el tío y Ofelia, su madre, dándose cuenta que esa era la razón de la calentura que sentía. No lo dudó más, y, mientras todos estaban atentos al desarrollo del partido, ella metió la mano para acariciar el pene de mi tío Efraín, el cual se puso rígido creciendo hasta casi salir el glande del short. Gaby, con el pulgar repartió el presemen en el glande y luego sacó la mano para chupárselo, volteando a ver la cara de Efraín que manifestó placer y otorgó una sonrisa en señal de aprobación para que ella continuara las caricias durante el encuentro deportivo. El tío Efraín la sentó en su regazo, tomándola de las tetas, no tan pequeñas a sus doce años, y ella se regodeó moviéndose con lujuria sobre la erección del tío.
El equipo de su papá ganó el encuentro y todos fueron a festejarlo a un restaurante. Allí, su papá, sabiendo que seguirían tomando, le pidió a su cuñado que llevara a la hija a casa ya que él se quedaría festejando la victoria. Al llegar a casa, la tía aún no llegaba, por lo que ellos continuaron con las caricias que habían iniciado…
Gaby tuvo que suspender las mamadas que le estaba dando al tío Efraín para contestar el teléfono. Se trataba de su mamá quien avisaba que llegaría hasta la noche y que pidieran unas pizas para comer. “Ya comimos”, explicó ella. “Qué bueno, adiós, y dile a tu papá lo que te conté”, dijo la tía. Gaby ya no pudo explicarle que su papá no estaba, pero le dijo al tío Efraín lo que pasaba, mientras lo comenzaba a desvestir.
–Quiero sentirte completamente. Hazme lo que le haces a mamá –exigió antes de ponerse a chupar el pene.
El tío Efraín, ante tanto masaje que le había dado Gaby en el partido y, acariciándole las chiches y la panocha, no pudo evitar eyacular en la boca de su sobrina-hija. Mi prima se tragó lo que pudo de semen y lo saboreo, recogió con sus dedos lo que le escurría en las mejillas y en la barba y lo metió en la boca. Sin soltar la flacidez del falo, besó a mi tío para compartirle su propia leche. Durante el beso, el miembro de mi tío revivió lentamente. Gaby volvió a meterlo en su boca y con los labios jaló el prepucio hasta que éste se contrajo al tronco que ya estaba rígido.
Ella supo que esa era la oportunidad para ser desvirgada. Tomando a Efraín de la verga llevó al tío a su recámara. Extendió una toalla sobre la colcha y se acostó bocarriba.
–Ven, quiero dejar de ser virgen… –dijo al abrir las piernas.
En ese momento, el tío se turbó un poco al ver el lunar en el interior de la pierna de Gaby, dos centímetros más debajo de la pepa y, arrodillado, lo besó y lo lamió. Cuando se hincó entre las piernas de mi prima, Efraín tenía la verga al tope, pues le quedaba claro que se iba a coger a su propia hija.
–Tu lunar es igual al mío –dijo Gabi acariciándole la pierna y subió la mano hacia los huevos.
–Es de familia –contestó mi tío, iniciando el ritual: mezclar los flujos tallándole los labios interiores y el clítoris con el glande; introducir poco a poco el pene acompañando la maniobra de besos y caricias, apachurrones de teta y pellizcos de los pezones con las yemas de los dedos.
–¡Métemelo todo! –exigió Gaby liando las piernas en las nalgas del tío para empujarlo hacia adentro.
Mi tío sintió la pared del himen y Gaby un ligero ardor, luego, se fue hasta el fondo extrayéndole a mi prima un grito de satisfacción. El movimiento se intensificó pronto y los orgasmos de mi prima fueron acompañados de gritos. “Dale más rápido tío, como lo haces con mamá”, pedía mi prima abrazando y arañando la espalda de Efraín. Hasta que ella perdió el conocimiento, quedando con los brazos en cruz y las piernas abiertas. Al despertar, unos minutos después, sintió mojada la piel del abdomen. Pensó que era sudor, pero, al pasar su mano por la zona, supo que Efraín había eyaculado fuera de su vagina.
–¿Por qué no lo hiciste dentro de mí? –preguntó metiendo los dedos en su boca, luego tomó más esperma y los metió en la boca del tío.
–Porque pudieras embarazarte, y estás muy chica para ello –contestó Efraín.
–¿Cuándo me case, si lo harás dentro de mí? –preguntó insistente mi prima.
–No conviene, la genética podría hacerle una mala pasada al crío… –contestó el tío.
–¿Soy tu hija y sobrina? –preguntó con curiosidad.
–No lo sé, pero usaremos condón si hay otras oportunidades de hacer el amor –sentenció.
Me pajeé muy rico cuando me lo contó mi prima, y disfruto recórdándolo cuando beso el lunar de mi tío Efraín. Ha pasado casi cuarenta años de la primera vez, y siguen cuidándose. Gaby ya va a entrar en la menopausia y pronto podrá sentir en el útero la eyaculación de su muy probable padre sin perniciosos efectos colaterales…
Se me figura que el tío Efraín es el más activo de tu familia, y por eso el más querido. ¿A cuántas parientes se habrá cogido?
No sé si el más activo. Mis padres cogían todos los días, al menos dos veces: una en la mañana y otra en la noche.
Tampoco sé si el más querido, algunos esposos de las primas no les cae bien. A mi marido le es indiferente.
No sé con cuántas primas y tías coja, pero somos varias, nunca falta alguna que esté caliente, yo incluida, y se acuerda de él.
Lástima que no tuvieras hermanos, Ishtar. Ese es el amor que dura toda la vida, desde niños. Además es fácil realizar el coito, hay muchas oportunidades. No han de ser pocos los casos donde ocurre un embarazo, pero si ya se tiene un novio o esposo que la haga de papá, no hay tanto problema.
¡Anda, eso ha pasado por acá, pero no sé cuántas veces! Sólo sé de dos casos que tienen el hijo-sobrino, pero sé de tres abortos, uno de hijo-nieto.
Quizá no sea tan frecuente el sexo entre hermanos, pero lo que sí sé es que conozco a dos que desde adolescentes han tenido fantasías con sus hermanas, pero que no se atreven a cogérselas.
A mí no se me dio tener hermanos, ni primos o tíos que me cogieran, aunque sí recuerdo que, siendo niña,,,,, varias veces sentí en las nalgas algo duro de los mayores, y descarado movimiento de los de mi edad con su pubis en mis nalgas, pero nunca imaginé de qué iba el asunto. En fin, tiempo perdido en la niñez…
Tiempo perdido para ti, Vaquita, pero seguro que más de uno se vino con el masaje en tus nalguitas, los hombres son más calientes.
Eso queda fuera de mis acciones, aunque sí tengo tíos que fueron muy cogelones y embarazadores. Pero, hasta donde yo sé, con mujeres que no eran de la familia.
Ráscale un poco, y verás… Tú misma con Roberto, primos de primos, y hubo embarazo con tu marido como padre oficial y Roberto biológico. Sí, eso no es incesto, pero…
Cierto, las hermanitas y primitas, fueron un rico entretenimiento en mi infancia y un poco después.
¿Verdad que sí se disfrutaban? ¡Ah, qué ricas calenturas infantiles!
Que rico uff, yo disfrutaba de mi primita, fue la mejor experiencia que he tenido en mi vida.
Esa complicidad es algo irrepetible.