ATRAPADOS SIN SALIDA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Jotaene.
¿ Ya estas aburrida de mi, Angy?.
— Sabes que no— rio y le dio un ligero puñetazo en su musculoso hombro y le pregunto — ¿Estas perdiendo peso?.
Habia parecido mayor los primeros dias despues de su enfermedad. Habiendo perdido peso o no, era ciertamente espectacular con su espeso pelo negro y sus vibrantes ojos verdes. Nunca habia visto un hombre mas atractivo.
— Pero tu puedes cansarte de tenerme todo el dia alrededor. No estas acostumbrado a tener a alguien pegado a tus talones aqui, en medio de ningun sitio.
— Nunca podria cansarme de tu compañia, no importa cuanto estes pegada a mis talones.— sus palabras fueron bromistas y ligeras, pero sus ojos estaban oscuros con una profunda pasion.
Los ojos de predador se deleitaron en ella, devorandola por completo. En la semana pasada despues de su recuperacion, Angela habia permanecido con Leo, esperando porque la temprana e inesperada tormenta de nieve se agotase. No habia telefonos ni electricidad alli, y aunque Leo le habia dicho que vivia solo a unas pocas hectareas de distancia del pueblo mas cercano, estaban practicamente incomunicados del mundo exterior. Al menos hasta que la nieve del camino se derritiese un poco.
Habian disfrutado de una rapida y comoda amistad, y ninguno habia mencionado las caricias y los besos robados entre ellos aquella primera noche. A veces Angela se preguntaba si todo habria sido un sueño apasionado y casi podria llegar a creerlo asi. Hasta que en momentos como aquel, cuando los ojos esmeralda de Leo ardian y resplandecian con un hambre reprimido. Entonces recordaba cada beso, cada toque y se estremecia con renovado deseo.
Aquel hombre que estaba ante ella le gustaba muchisimo. Podia ser amable y gentil, tanto como divertido y pensativo. Leo era un misterio para ella de muchas maneras, pero aun despues de un tiempo tan corto junto a el se sentia como si lo hubiese conocido durante toda una vida. La hacia reir, la hacia pensar, y nunca pedia nada a cambio mas que su amistad.
Leo le habia salvado la vida y ella estaba muy contenta por ello. De otro modo, nunca lo podria haber conocido. Pero a veces… la intranquilizaba.
Como la manera en que podia quedarse sentado de forma inmovil durante horas, sin apenas parpadear. La habia observado de aquella forma durante los ultimos dias en que habia estado postrada en cama. Excusaba su fija y vigilante mirada recordandose a si misma que era un verdadero hombre del bosque, aislado de la sociedad civilizada y no acostumbrado a otras personas, y habia intentado acostumbrarse a su mirada.
La forma en que se movia la intranquilizaba mas que cuando estaba quieto. Sus musculos eran tan fluidos que se movian con gracia casi inhumana. Y era rapido. A veces ni siquiera podia ver sus movimientos. En aquellos momentos, volvia a recordarse su duro estilo de vida, uno que seguramente le habia vuelto mas fuerte y rapido debido a un agotador trabajo.
Aquellos recuerdos la ayudaban a ignorar cualquier inquietud que sintiese cuando parecia un poco… extraño. En aquel instante, la estaba mirando tan fijamente que casi olvido de que estaban hablando. De pronto quiso saber mas sobre el de lo que su chachara acogedora le habia revelado. No se atrevio a preguntarle.
Mas tarde, recogieron leña para la larga tarde que tenian por delante. El pesado abrigo de Angela, cogido prestado del armario de Leo, la cubria desde la cabeza hasta los pies, pero el viento seguia siendo frio y cortante. Cuando se habia caido por el barranco, su mochila contenia dos mudas de ropa, aunque ninguno de los articulos era lo suficientemente abrigado para aquel clima nevado. Le alegraba que el fuese un hombre tan grande, y que su abrigo mantuviese la mayor parte del viento fuera. Tuvo el deseo de tirarle una bola de nieve y escapo corriendo, pero el la alcanzo enseguida.
— ¿Por que has escapado?
— Queria que me persiguieras, tonto.
Con aquellas palabras todavia sonando en el aire entre ambos, descendio subitamente y la beso. Era el primer toque intimo entre ellos desde la noche en que habia despertado de la fiebre. Recordar y soñar con aquellos primeros besos habia consumido cada pensamiento y la realidad era aun mejor. El sabia al aire salvaje del bosque y a oscuro deseo.
El beso aumento en calor y pasion. Sus respiraciones se estremecieron en el interior de la boca del otro, mientras sus lenguas se batian en un baile tan viejo como el tiempo. El pelo de Leo le hizo cosquillas en la cara, su suavidad era como la de un pelaje exotico. La nieve y el frio quedaron olvidados cuando los brazos de Angela se enredaron a su alrededor para atraerlo mas cerca. Las caderas de Leo se pegaron contra las suyas. El gruño dentro de su boca, un sonido animal de necesidad. Apartandose de ella, miro profundamente dentro de los ojos de Angela; aquella quietud repentina que poseia se abatio sobre el. Pasaron algunos minutos mientras jadeaban sobre la cara del otro, la respiracion vaporizando el humo alrededor de ellos.
— Te deseo— Su voz fue un sonido gutural.
—Yo… yo tambien te deseo— admitio ella.
— Entonces, te tomare.
Sus ojos resplandecieron con las palabras, se puso rapidamente en pie con ella asegurada en sus brazos. El era muy, muy fuerte. Ella no era ningun peso pluma, pero la llevaba como si lo fuera. Su corazon se acelero con excitacion. Veloz y seguro la llevo hasta su casa de madera, abriendo la puerta con el pie, sin parar hasta que llegaron a la cama. Con tierno cuidado la dejo sobre sus pies delante de esta.
— Deberiamos quitarnos estas ropas mojadas — susurro el, luchando por controlar su urgencia desmesurada.
Pronto seria suya. Unicamente suya. Estando de acuerdo incondicionalmente, se apresuro a quitarse su abrigo, sus guantes y botas. Sus manos temblaban de ansias, y se sentia tan mareada como una virgen. Oyo un sonido de rasgadura y alzo la cabeza para ver a Leo rasgando sus ropas con el mismo abandono ansioso. Sus dedos se movieron para desabotonar su camisa de franela, pero de pronto las manos de el la detuvieron. Elevo los ojos para encontrarse con los suyos, que brillaban con tal fulgor que era casi alarmante.
— Deja que lo haga yo— dijo.
— Si— suspiro ella.
Con dolorosa lentitud la desnudo. Con manos tan tiernas y gentiles que apenas podia sentir su toque, respetuosamente acaricio cada nuevo trozo de piel mientras la iba dejando al descubierto. Era como ser seducida por mariposas, sus suaves y halagadoras caricias jugando sobre su piel como alas sedosas. Podia ver el hambriento deseo en los ojos de el y supo que estaba ejerciendo un gran control contra sus pasiones para seguir siendo tierno con ella.
Cuando descubrio sus pechos, se arrodillo ante ella y lentamente, muy lento, movio su boca para presionar un beso contra su pezon. La atrajo hacia el y enterro su cara contra la suavidad de sus pechos e inhalo profundamente. Sus instintos mantenian una lucha en su interior, y su control resbalo por un desfiladero cuando cayo sobre ella con fervor renovado. Acuno y apreto sus pechos en la mano y se movio para sorber ruidosamente un protuberante pezon en su boca.
Su lengua y sus dientes lo acariciaron antes de que abriese mas la boca y tomase dentro tanto de ella como pudo. Se alimento de ella con un hambre oscura e interminable. Liberandola con un audible pop, en el ultimo alejamiento, sus dientes rasparon sobre su pezon y el solto un irregular gemido de sus abiertos labios. Entonces se desplazo hasta el otro pezon y le dispenso la misma atencion.
Leo alzo la mirada desde el pecho que estaba succionando para ver la cabeza de Angela echada hacia detras, su respiracion estremecida en sus abiertos labios. Ella sabia dulce y suculenta, y el resistio la repentina urgencia de morderla. Queria imprimirse a si mismo en ella, para que asi nunca pudiera verse en el espejo sin verlo a el tambien. Era algo primitivo, una tentacion contra la que tenia que luchar por miedo a lastima tan fragil figurilla.
Con manos inestables le desabrocho los pantalones, bajandolos con infinito cuidado por sus caderas y muslos. Las manos de ella descansaron en sus hombros para sujetarse mientras salia de su ropa.
Permanecia ahora desnuda ante el, como la habia imaginado tantas veces las pasadas noches. El se inclino hacia delante y presiono un dulce beso contra la suave turgencia de su estomago, incapaz de resistir el deseo de mordisquear su tierna carne con sus dedos. Ella contuvo la respiracion, y el pudo oir su corazon martilleando en su pecho.
Aspirando su fragancia profundamente, elevo una de sus piernas sobre sus hombros, con cuidado para mantenerla equilibrada cuando vacilo. Las manos de Angela se dispersaron por su pelo y sus ojos descendieron para encontrar los de el. Sabia lo que el queria hacer, pero ningun hombre se habia ofrecido a hacer por ella una cosa asi. Los ojos de el estaban tan verdes cuando se hundieron en los suyos que la hicieron temblar en sus brazos.
— Quiero saborearte — dijo con su oscura y sexy voz.
Jugueteo sobre ella como el roce del terciopelo negro. Interpretando sus gemidos y suspiros como un si, el la abrio con sus dedos y la lamio. Su lengua deambulo desde su abertura hasta su clitoris donde se demoro para presionarlo y darle golpecitos. La lamio repetidas veces, haciendo una pausa unicamente para succionar la carne de sus labios y su clitoris. Se demoro en su clitoris con calientes besos y lametones, sus labios, sus dientes, y su lengua la estaban volviendo loca.
Ella gimio y se contorsiono, pero las manos de el eran firmes y la mantuvieron contra su hambrienta boca. Humedos sonidos llenaron la habitacion. El chasquido y la succion de sus labios sobre su vulva y su clitoris la hizo aullar de deseo, apresurandolos a el. Leo gimio contra ella, y las vibraciones jugaron a lo largo de ella como un terremoto. Sus paredes vaginales se apretaron, y el parecio sentirlas. Lanzo pecaminosamente su larga lengua profundamente en su humeda abertura y la empujo en ella como si fuese su pene.
Dentro y fuera su lengua la penetro, y sus dedos se unieron al juego sobre su hinchado y palpitante clitoris. Ella gimio mientras la sangre se apresuraba por su vagina, hinchandola aun mas y llevandola muy cerca del orgasmo.
— Oh, Dios— jadeo.
Rompio sobre ella con la fuerza de una explosion. Ella se sonrojo de las mejillas hasta el pubis, su cuerpo ardiendo a punto de ebullicion. Se le doblaron las rodillas, y habria caido si no fuera por su enorme fuerza que la sujetaba. Alzo la voz en un alto y entusiasta gemido. Los temblores la sacudieron por lo que le parecio una eternidad, oscureciendosele la vision con su fuerza.
Leo sintio los temblores de su orgasmo encerrando su lengua como un apretado puño. Supo que mientras viviese nunca olvidaria su sabor. Su tacto y su olor, su mujer. Cuando su orgasmo disminuyo en pequeños y profundos temblores, bajo su pierna y se levanto. Permanecio quieto por un largo momento, sin decir nada, solo mirandola a los ojos sin parpadear. Aquello la desestabilizo antes de ver sus hombros temblar con el esfuerzo de abstenerse de saltar sobre ella.
Una fuerte emocion de anticipacion silbo a traves de ella. Sus ojos ardieron en los de ella, y sus manos la tiraron con fuerza contra su duro cuerpo.
— Saboreate en mi lengua — gruño y la beso. Fue un beso ardiente, de posesion y obsesion.
Sin saber como llego alli, se encontro repentinamente bajo el en la cama mientras la besaba. Su boca y sus manos estaban en todas partes, era como hacer el amor con un huracan. Las manos de ella le recorrieron libre y desesperadamente, jugueteando sobre sus tensos musculos, demorandose cuando gruñia o suspiraba por una caricia en particular. El empujo para abrir sus piernas, manteniendo sus tobillos en sus grandes manos.
Angela vio su miembro, listo y esperando por ella. Por un instante sintio una fuerte sensacion de excitacion y sorpresa al ver su longitud y anchura. Seria un encaje forzado. Observo como situaba la gran y redonda cabeza contra su carne mojada y jadeo cuando comenzo a hundirse en ella. La estiro y la hizo arder, su carne tan caliente, como si estuviese resbalando un hierro de marcar dentro de ella. La lleno mas completamente de lo que nunca lo habian hecho.
Cuando estuvo a medias enfundado en ella paro, y ella gimio. El tenia la mandibula apretada, sus ojos eran mas intensos que nunca antes.
— Ahora eres mia— juro.
— No te detengas— imploro ella, sin vergüenza.
— Dilo— exigio el — Di que eres mia.
El lo deseaba tan fervientemente que supo que tomaria sus palabras como una promesa. Pensando en los pasados dias con el, supo que estaba comenzando a quererlo de verdad.¿ Pero podia prometerse a el? Sabia que si decia las palabras no habria vuelta atras para ninguno. Jamas.
— Dilo— gruño otra vez, retirandose de ella lentamente, haciendola sentir privada y vacia.
—Soy… soy tuya— su voz temblo.
— Dilo otra vez.
— Soy tuya ¡Soy tuya!— prometio, sintiendo como si su alma se enhebrara de alguna forma a la suya.
— Mia— suspiro el, obsequiandola con un dulce beso antes de empujar por completo dentro de ella.
Ambos gimieron ante la exquisita sensacion. Incapaces de esperar mas, comenzaron a mecerse el uno contra el otro. Angela coloco sus piernas alrededor de sus caderas, enganchando sus tobillos al final de su espalda. El empujo dentro y fuera de ella, de alguna forma alcanzando mas profundo y mas profundo en su interior con cada golpe. Pronto ambos estuvieron sudorosos por sus esfuerzos, el embriagador perfume a sexo y lujuria flotaba en el aire.
Atraparon los gritos del otro con sus bocas, gimiendo y jadeando, temblando y retorciendose en la cama. Leo gruño y clavo agudamente los dientes en su hombro, sus dientes sujetandola bajo el a medida que empujaba aun mas ferozmente en ella. Angela se quedo sin aliento por el dolor, pero su pasion subio hasta un tono febril. Llegaron juntos, el cuerpo de Angela corcoveando bajo el, gritando en su salvaje extasis.
El cuerpo de Leo salio del tenso interior del de ella mientras echaba hacia atras su cabeza en un atronador rugido. El cuerpo de ella le exprimio su semilla, su vagina apretando su pene como si de una boca avida se tratara. Leo se derrumbo sobre ella, su peso aplastandola en la cama. Le dio la bienvenida, aferrandole a ella mientras su corazon desaceleraba. Su resuello
resono a traves del cuarto, lentamente fue calmandose hasta que Angela floto suavemente hacia el sueño.
Antes de que el sueño la tomara completamente oyo el aullido de un lobo en la noche y a Leo murmurando:
— La luna esta creciendo, mi amor.
Antes de dormirse noto que el gigantesco pene la penetraba de nuevo. El placer fue exquisito para los dos, pero no impidio que se durmieran placidamente abrazados.
La voz resono en su oido
— Te deseo otra vez. Ahora Angela se desperto de su agotado sueño mientras la gruesa verga de Leo la empujaba desde atras
— Lo hicimos cuatro veces anoche, Leo. Estoy cansada— protesto, aun cuando al mismo tiempo su cuerpo despertaba a la pasion que el apetito de el provocaba dentro de ella.
Los dientes de el mordieron tiernamente la blanda carne entre su cuello y el hombro. Parecia disfrutar mordiendola, y a ella ciertamente le gustaba tambien. Ella se humedecio aun mas, y luego termino por mojarse, mientras el le levantaba una pierna y la ponia por sobre sus caderas. Esto la abrio completamente para el, y la cabeza de su verga resbalo en ella.
— Puedes descansar mas tarde. Te necesito ahora. Sus palabras fueron rudas como si luchase por controlarse. Sabia que ella probablemente estaba demasiado delicada luego de haber hecho tantas veces el amor la noche anterior, pero su control se le iba escapando cada vez mas, y no podria contenerse a si mismo por mas tiempo.
La semana anterior habian pasado los dias y noches el uno en los brazos del otro. Habian explorado sus deseos mas profundos y mas oscuros y se habian alimentado el uno al otro como dos glotones. En cualquier momento en que ella se le acercaba, su verga se ponia dura como el marmol, y su corazon corria a mil por hora. El sabia que era lo mismo para ella, que estaba tan hambrienta como el.
Sus oscuros ojos llameaban y se calentaban en cualquier momento en que estaba junto a ella. Cuando no hacian el amor pasaban su tiempo hablando y aprendiendo el uno acerca del otro. Mientras mas aprendia Leo acerca de Angela, mas crecia su amor por ella.
Amor, era una descripcion demasiado palida para la emocion que sentia por ella. Ella se preocupaba por las mismas cosas que el, le gustaba la misma musica y compartian muchas de las mismas aficiones. Era inteligente, amable, y apasionada. Era su compañera, la mujer de sus sueños. Su pareja en todos los aspectos. Algunas veces encontraba dificil compartir con ella todos los secretos que habia guardado durante toda su vida.
Pero lentamente se los habia ido revelando, preparandola para el conocimiento de lo que sabia que debia conocer (mas que conocer, debia aceptar) para que pudieran estar realmente emparejados. No quedaba mucho mas tiempo para introducirla en el conocimiento o en la aceptacion, pero iba tanteandola con cada nueva revelacion compartida entre ellos. No era como otros hombres.
Esperaba que ella lo pudiese aceptar, y pudiese ser capaz de amarle por ello y no a pesar de ello. Al sentir su humedo calor rodeando la cabeza de su verga, empujo en ella, deteniendose en la entrada de su vagina. Trato de calmar su respiracion, para enfriar su ardor, pero fue inutil. Ella era una tentacion demasiado grande, y el pronto se encontro empujando dentro y fuera de ella, con firmes embestidas.
—¿ Te estoy lastimando, pequeña?— le pregunto dulcemente.
El dio un suspiro de alivio cuando ella le aseguro que no lo hacia. Gimio bajo el, y el no pudo detener un gruñido de satisfaccion. Leo se chupo el pulgar y el dedo indice, usando la humedad en su pezon, que se puso tan duro como un diamante bajo su atencion. Empujo en su interior, sintiendo como su humedad los empapaba a ambos. Sabiendo que estaba proximo a su orgasmo, su mano se movio contra el pezon de Angela.
Movio su mano mas abajo, y encontro su empapado clitoris, y comenzo a masajearlo de la forma en que sabia que a ella mas le gustaba. Sintio los pequeños y debiles temblores del climax de ella y permitio que su control de hierro se hiciera trizas. Angela sentia su cuerpo inflamado de pasion y necesidad. No importaba cuan a menudo o cuan a fondo se amaran, todo se sentia totalmente novedoso y excitante cada vez.
Gimio mientras su mano deambulaba sobre ella con un toque genial. La tocaba como si ella fuese un instrumento, sabiendo exactamente cuando presionar y cuando retirarse para hacer que sus nervios cantasen de placer. Su verga la lleno y la hizo estirarse. En los ultimos dias, se habia sentido vacia y privada si el no estaba en su interior. Su cuerpo se sentia separado, como funcionando con piloto automatico, unicamente feliz cuando estaban el uno en los brazos del otro.
Ella no le podria haber negado ninguna cosa. Era tan atemorizante como magico. Mientras sus dedos apretaban y masajeaban su clitoris, se corrio, apretando como con abrazaderas su verga mientras el bombeaba su semilla en su interior. Leo grito, un sonido roto, desigual, que la conmociono aun mientras ella gritaba al unisono. Despues de algunos momentos sus respiraciones se habian calmado.
— Duermete, mi niña. Hare algo para que desayunemos— dijo dandole un beso en la oreja. Ella lo sintio levantarse de la cama y una idea la golpeo.
— No sera otra vez carne de venado, ¿verdad? No creo que mi estomago pueda soportar mas carne de venado, no importa como la prepares — dijo con una sonrisa, recordando todos los platos diferentes que el habia preparado con carne de venado como el ingrediente principal.
El le sonrio.
—¿ Que me dices acerca de liebre salvaje, entonces?
—¿ Por que todo debe ser carne?¿ Por que no huevos o cereal? Demonios, comeria harina de avena y yo detesto la harina de avena — se rio.
— Los huevos no nos mantendran por mucho tiempo, y no puedo tener pollos en la casa. Hay lobos, en caso de que no te hayas dado cuenta. — Su amplia sonrisa fue positivamente fiera.
— Ademas, este es el mejor tiempo del mes para cazar, justo antes de la luna llena.
— Uh. Supongo que te has dado cuenta de que hablas como una mujer con Sindrome Premenstrual, mencionando las fases de la luna y tonterias a cada rato— se rio, pero el permanecio extrañamente quieto y silencioso.
Ella lo ignoro, no gustandole la desagradable sospecha de que si intentaba explorar la cuestion con mayor profundidad seria como abrir la mitica caja de Pandora.
—¿ Por que no me das una sorpresa, entonces?— le pregunto con una gran sonrisa.
— Creo que puedo ingeniarmelas con eso— le dijo con una sonrisa tan amplia como la de ella.
Con una risa y un chillido propio de una chiquilla se escondio bajo los cobertores sintiendo entre sus muslos la caricia de su boca hambrienta a la que se entrego estremecida de deseo.
Autor: Jotaene
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