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Heterosexual, Incestos en Familia

Aventura con mi sobrina

no tiene mi sangre así que no pude evitar querer corromperla y quizás en un futuro embarazarla.
Cuando el morbo llega a cierto punto la moral de una persona puede disolverse, recurriendo a métodos cuestionable o hacerlo con lo que se le antoje sin importar especie o edades. Al menos es lo que pienso tras corromper a mi sobrina. 

Años atrás vivía arrimado con mi hermano menor y su familia la cual estaba conformada por él, su esposa, su hijastra Camila de 6 años y su hijo de 1 año. Para la fecha yo trabajaba de taxista y tras varios años soltero sin contacto con el sexo opuesto me estaba frustrando sexualmente y pedir tales servicios no eran de mi agrado, realmente me da miedo hacerlo con una desconocida sin saber que pueda tener, pero tal abnegación era algo contraproducente porque consumía mucha porno, sin embargo, mi percepción cambió abruptamente por mera casualidad mientras jugueteaba en la cama con la pequeña Camila, ese día hubieron ciertos roces que despertaron algo en mí que me hicieron verla con otros ojos al punto que comencé a tener cierto hobby y fue el de observar a Camila mientras dormía y me masturbaba un poco, sabía que lo que hacía no estaba bien pero era lo más excitante que había experimentado. 

Tras un tiempo repitiendo aquella afición de mirar a la niña en pijamas mientras dormía cambió drásticamente tras ver a Camila dormir con su bata y la bata no fue el problema, sino que tras subírsela vi que no tenía nada bajo de ella que casi me hacía babear tras ver su rajita.
En más de una ocasión llegué a medio rozarle sobre su ropa interior más no llegué a más, no obstante, tras tenerla boquita abajo y con una de sus piernas medio abierta me hizo sentir que tenía el plato servido así que con mucho cuidado acerqué mi rostro y la olí, la sangre me hirvió en ese instante y por un momento me dolió la verga de lo duro que se puso; posteriormente comienzo a lamerle de a poco el ano y lo paso por su tierno por su tierno chochito. Ese cambio de sabores y sensaciones en mi lengua era de lo más embriagador, pero tampoco podía perder el control no podía despertarla de ninguna manera y pensar de ese modo me ayudaba a serenarme, aunque la niña me da tremendo susto cuando se mueve y se da la vuelta lo cual casi me da un infarto, pero afortunadamente continuaba dormida además que ahora la tenía boca arriba y aproveché de jugar un poco mientras observaba sus reacciones, pero luego de jugar un poco con su chochito me levante y me fui de inmediato en el momento que escuché al bebé llorar, una vez en mi habitación la adrenalina la tenía a tope y tras soltar una gran descarga me quedé dormido. 

Tras haber hecho aquello las ganas de volverlo a hacer eran insoportables que incluso contaba las horas esperando que anocheciera y todos estuvieran dormidos, llegados nuevamente la noche me volvía a admirar la vulnerabilidad de mi sobrina para luego comenzar a jugar, la niña se torcía y se podía notar los cambios en su respiración al jugar con su rajita para finalizar con unas buenas lamidas. Eso a lo largo de la semana se convirtió en rutina, pero con el pasar de los días había ciertos cambios y era que en ocasiones Camila estaba en posiciones bastantes cómodas para mí y era muy maleable, cosa que me hizo pensar más de una vez si estaba despierta más nunca tuve respuesta de su parte por lo que le metía lengua hasta dejarle babosita la rajita, lamentablemente y bueno a la vez por una temporada tuve que trabajar de noche lo cual no me permitiría disfrutar mi postre nocturno. 

De ese modo tras un mes entero apartado de tentaciones sentía que hasta me estaba purificando, pero una vez que tuve mi tiempo libre de siempre hizo que mi mentalidad de siempre volviera y es que como Sandra era muy cariñosa, pero también era descuidada; se sentaba de caballito en mi pierna, había momentos que se sentaba con las piernas abiertas y dado que tenía ropa algo suelta había momento que podía verle su ropita interior o su rajita en los casos que no lo llevaba puesta.  

Una tarde al llegar de trabajar la primera en recibirme es Sandra, se abalanza encima y me pregunta que le había traído o sea tuvimos la típica conversación de “si solo me quería si le traía cosas”, etc. La cosa es que en ese instante que la tenía cargada pude notar por el tacto que no tenía nada bajo su pantaloncito que incluso le di un pellizquito en modo de juego y a pesar de que su madre estaba presente no notó mis intenciones. Bueno, tampoco la culpo ya que siempre he mimado a su hija.
Luego de eso me baño y me acuesto un rato, una vez despierto lo primero que veo es que Sandra dormía conmigo y aprovecho para manosearla sobre su ropa y poco después ella se ríe: 

—me haces cosquillas—, lo dice entre risitas así que le hago cosquillas por todos lados y su abre la puerta. 

—¿Qué pasa? —, le pregunto. 

—no, nada—, y se va. 

No le presto atención y me abalanzo sobre Sandra haciendo que esta quede boca arriba y prosigo a darle mordisquitos por la barriga. 

—deja de comerme—, decía Sandra entre risas. 

—ñam ñam ñam, que niña tan sabrosa—, y fui bajando hasta que terminé por darle una mordidita en su entrepierna y como estaba usando ropa cómoda pude sentir levemente sus labios.
En ese instante Sandra se levantó y me aparta mientras se ríe y dice en voz baja: —me mordiste ahí—. 

—perdón, fue sin querer—, y continuamos jugando un poco más, pero de un momento a otro soy sorprendido en el instante que dejaba a Sandra tener un roll dominante y no fue por sus mordiditas sino por el hecho que puso su culo frente mi rostro e incluso me da un ligero sentón. Ese acto me produjo un corto en el cerebro, no sabía que pensar, pero ver su traserito tan cerca de mí solo una cosa pasó por mi cabeza: “si se vuelve a sentar, abriré la boca”.
No pasó mucho cuando veo que nuevamente su traserito se me acerca, pero esta vez la recibo con la boca abierta y se la muerdo con cierta suavidad. Sandra se ríe un poco más no se quita, deja que le continúe mordiendo su cosita, que mis dientes raspen su ropa de principio fin. 

—tío, me da cosquillitas—. 

Pero no le respondí nada y como ella no se apartó en ningún momento continué jugando en su entrepierna, aunque sí que me moría por saborearla directamente al punto que no pude aguantar más. 

—ya, jugaremos otro día—, me levanto y me meto en el baño, tenía que digerir lo que había sucedido y que mejor manera que con un buen pajazo. 

Desde entonces mis juegos con la niña cambiaron significativamente, ahora Sandra era más traviesa con cada juego y a pesar de que en un principio estaba nervioso por el hecho que pudiera decir algo, con el pasar de los días me fui calmando. Ella era consciente de que lo que hacíamos no era bueno sin embargo le gustaba tener la cara de su tío en su entrepierna y era obvio que a mí también que en el momento que Sandra se puso juguetona mientras usaba falda mi lengua se escurrió entre su tanga para lamerle directamente. 

—tío está sucio, fui al baño—. Pero no era algo que le diera importancia, lo saladito que llegue a saborear fue totalmente de mi agrado y de igual manera lo fue para ella el desliz de mi lengua por su rajita, de ese modo nuestro “jueguito” había subido otro nivel o se podría decir que llegué al punto de partida, pero ahora con su consentimiento y no solo eso. Sandra era una niña curiosa que no pasó mucho para que quisiera ver lo que ocultaba bajo mis calzones así que cuando quiso que le mostrara mi miembro, se lo mostré: “que raro y grande” era alguna de las frases que llegó a decir y sin decirle nada ella misma me la agarra sintiendo por sí misma que la vara que agarró estaba viva, con avances como eso no podía esperar los momentos que nos dejaban solos. 

Lo días que la llevaba a la escuela eran otros instantes donde aprovechaba en tocarla y con la confianza a la que habíamos llegado era inevitable que hubiera momentos en que quisiera llevarla a “pasear” a fin de cuentas a Sandra le gustaba salir conmigo, le gustaba que la hiciera sentir “bien” y por esa misma razón ella quiso hacer lo mismo. Si bien en un principio le desagrado el aroma de mi verga al final se terminó acostumbrando hasta que se animó a lamérmelo, estuve feliz cuando pude sentir su lengua deslizarse en mi verga y me esforcé para no presionarla, quería que satisficiera su curiosidad a su ritmo, aunque sí que había algo con lo que la medio presioné y era hacerle probar mi leche. 

Por suerte y perseverancia luego de un año mi sobrina la sabía mamar y tanto como mi hermano y mi cuñada no eran consciente de lo que hacía con su hija, no les importaba que ella durmiera en mi cuarto, desconocían que su niña de tan solo 7 años podía complacer a un hombre solo con su boca. 

Sandra era mi tesoro, era mi niña consentida a la que le daba casi todo lo que me pedía y ella se entregaba por completo, podía jugar con cada uno de sus hoyitos y dado que aún era muy pequeña como para que su coño probara mi verga desde el momento en que aprendió a mamármela ya le estaba preparando el culo. A ella no le gustaba que jugara con su culito, pero siempre le metía el dedo cuando me la chupaba hasta que le terminó agarrando el gustito, pero un día en que llevé a Sandra al colegio y esta no tenía clases fue el mejor momento para profanarle el ojete.
Hicimos lo de siempre, compré chuchería, refresco, pan y me la llevé al rio, pero no donde siempre, llevé montaña adentro hasta donde la carretera se separaba del río y subimos caminando aún más hacia un pozo bastante conocido, pero debido a lo lejos era muy raro que hubiese alguien. 

Llegados al sitio Sandra dice: —pensé que haríamos lo de siempre—. 

—sí, ¿pero no es aburrido hacerlo siempre en el mismo lugar? —, me desvisto y dejo ver mi erección, —ven, nademos un poco—. 

Sandra se ríe un poco mientras se desviste diciendo: —ya la tienes parada—. 

—es porque tengo a la mejor sobrina del mundo—, me le acerco y esta me la chupa a la vez que se termina de quitar la ropa, —que niña tan golosa—. 

A pesar de tanto morbo que había en el lugar había momentos para hablar de otros temas y Sandra disfrutaba de nadar hasta que en el momento que se queda flotando, me le acerco como cocodrilo hasta llegar a su entre pierna, ella se ríe y se relaja mientras le lamo su cosita no obstante su culito estaba más apretado de lo usual, luego Sandra por su cuenta me chupa la verga bajo el agua (“cuanto talento tiene esta niña”) llegué a pensar, tomaba aire y se sumergía para mamármela, después continúa haciéndolo en la orilla hasta comerse mi primera carga y miro como traga. 

—soltaste bastante—. 

—y tú me haces feliz—, y le acaricio la cabeza. 

y mientras ella come algún dulce para quitarse el sabor yo le vuelvo a comer el coño, aunque esta vez dedeándole sus hoyitos y así anduve un rato manteniéndola bien caliente, con el pasar de los minutos su culito ya estaba blandito y por la manera en que Sandra jadeaba al mirarme decidí tomar una toalla y tenderla en otra piedra más amplia. En esa situación nuestra comunicación era silenciosa que incluso parecía que ella se estuviese comunicando con mi verga porque tras haber puesto la toalla en aquella piedra previamente me dio una mamada para después ponerse en cuatro. 

—te amo bebé—, no había otra frase que expresara lo que sentía, mi niña consentida estaba pidiendo mi verga y quería entregársela con todo mi afecto, —hoy tu culito por fin será mío—, esta vez estaba más preparado para abrírselo bien. 

Saco un envase de aceite para bebés y lo aplico en mi verga, después se lo echo en su culo —¿te gusta? —, le pregunto mientras mis dedos aceitados se movían dentro de ella, Sandra asiente su cabeza mientras la tenía apoyada en la toalla. “está lista” pienso en el momento, tomo el aceite y lo aprieto en su culo prácticamente dejándolo vacío para luego proceder punzarle el ojete —si… que bien—, podía ver cómo mi lande iba desapareciendo y me quedo quieto tras la reacción de Sandra —¿estas bien? —, le pregunté mientras se la sacaba lentamente. 

Sandra asiente y me responde: —si—. 

—¿quiere que paremos? —, aunque mis intenciones decían lo contrario ya que se lo andaba metiendo. 

—está bien—, responde Sandra. 

Yo estaba feliz que quisiera continuar, su culito se sentía exquisito, pero fue un proceso lento. Cada vez que ella parecía tensarse yo lo sacaba y volvía a insertárselo, Sandra solo mantenía su fuerte respiración el cual en ocasiones se transformaba en un gemido.
no sé cuánto tiempo de preparación le di a mi nena, había momento que solo nos quedábamos quietos con mi verga dentro de ella y nos poníamos a divagar un poco, de ese modo su ano se estiraba sin lastimarla al punto que ya le cabía más de la mitad así que en el momento que vi que ya estaba en un nivel aceptable gradualmente fui penetrándola más rápido.
En ese entonces ya solo se escuchaban los gemidos y algunos “ay” de Sandra o alguno que pedo que se escapaba hasta que exploto dentro —si… por fin…—, lo dije prácticamente gruñendo. 

—¿te viniste? —, pregunta Sandra, pero no le respondí. Allí estaba dando ensartadas erráticas mientras me absorbían el alma. al acabar digo: —se te quedó abierto—. 

Sandra se toca y nota lo expandido que le quedó el ojete —¿no se me va a quedar así, ¿verdad? —. 

Yo me río ante su pregunta, a pesar de lo que habíamos hecho aún conservaba cierta inocencia —tranquila, al rato volverá a la normalidad —. 

Luego me percato en la posición del sol y de que ya iba siendo hora de partir así que nos paramos para lavarnos. Al meterse al agua Sandra se queja de que le duele su culito y le meto los dedos. 

—¿te duele mucho? —, le pregunto mientras saco algo de mi esperma. 

—no sé, me dolió cuando me metí al agua—. 

—entonces solo lávate, se te pasará—, pero seguía con mis dedos metido dentro de ella. 

—se te paró otra vez— 

—jajaja, si —, salgo del agua —ven, un rapidito—, apenas la puse en posición se la metí, —uf… que rico—. Allí estaba cogiéndome de lo más rico el culo de Sandra por segunda vez al mismo tiempo que jugaba con su cosita y como a los 7 minutos ya estaba soltándole la leche encima. 

—ah… ¿por qué lo echaste afuera? —. 

—porque si te lo echo adentro mancharás tus pantys—.  

Ahora si tocó irse ya que de lo contrario podría tener problemas así que nos preparamos rápido. En el recorrido de regreso tenía cierta inquietud o curiosidad y era de que si ella lo había disfrutado. 

—cierto mi culito raro—, dice Sandra mientras se toca el trasero —siento como si todavía lo tuviera dentro—. 

—jajaja, eso es normal. ¿y que, te gustó? —. 

Sandra alza sus hombros y dice: —no se—. 

—¿no te gusta? —. 

—no sé, es que es raro. Al principio dolía, parecía como cuando quiero ir al baño, pero no quería que te detuvieras —. 

—¿entonces repetimos otro día? —. 

Ella nuevamente alza sus hombros y me responde que sí. 

—por eso te quiero—. Ya en el auto cruzo miradas con Sandra y menciono: —mi hermano me mataría si se enterara — y me rio un poco, —ya sabes, no le puedes decir a nadie—, Sandra asiente. 

Para cuando llegué parecía que la suerte me acompañó porque la casa estaba sola, por lo tanto, no me haría falta inventarme la historia.  

Al final nadie noto nada, Sandra seguía siendo la de siempre y estaba feliz por eso. 

37 Lecturas/18 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Buzuk
Etiquetas: colegio, cuñada, hermano, hija, hijo, madre, montaña, sexo
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