Baño de Mar a Media Noche
Una ola nos atrapa y comienza nuestro amor..
De vacaciones con mi familia en el litoral.
Mis padres arrendaron una cabaña muy acogedora cerca de una playa en la costa central. Estaba a 10 o 15 minutos del pueblo, en medio del bosque.
Provengo de una familia de clase media a la que nunca le ha faltado nada.
Mi padre tiene tiene un buen trabajo y mi madre tiene un local de modas y otras cosas.
Él, un tipo guapo de 43 años al que adoro, mi madre de 37 muy bella. Y nosotros, mi hermano un galán de 17 al que las chicas lo persiguen y yo de 14 años en esa época.
Esa noche habíamos ido al pueblo, en realidad es mucho más que un pueblo, pero no alcanza a ser una ciudad. Es un balneario. La noche estaba fresca por lo que andábamos abrigados, con parkas inclusive.
Después de recorrer las calles y caminar por la playa, de la mano de mi hermano, mi mamá siempre le exigió que nunca me soltara de la mano a donde fuéramos. Así que de la mano y con los dedos entrecuzados caminábamos como novios. Al menos eso creían los que no nos conocían y no sabían que éramos hermanos. Por lo general en esos grupos nos presentábamos como novios. De esa manera los chicos no me joteaban y laa chicas tampoco a mi hermano. De manera que vernos de la mano o abrazado no causaba extrañeza y no teníamos que dar explicaciones a nadie. Demás está decir que mi hermano era todo para mi, el me quería, me cuidaba, me atendía y yo lo amaba.
Nuestros padres deciden jugar al Bingo en un local con mucha gente, nosotros decidimos caminar por la costanera.
Hay un punto en el cual la calle se angosta, por un lado hay un murallas de roca y por el otro una baranda de cemento y después las rocas abajo donde chocan las olas.
Esa noche en particular, había marea alta o pleamar creo que le llaman y el mar estaba picado.
Las olas rebentaban en las rocas y una brisa húmeda llenaba la calle, aveces con alguna llovizna y también espuma.
Había varios chicos mirando y cuando la ola venía ellos corrían hacia atrás, hacia la roca, que no estaba a más de 4 metros de la baranda.
Nosotros fuimos a mirar también, no era peligroso para nada, todo lo contrario, era divertido, todos corrían y se reían. En un momento comienza a formarse una ola mayor que todas, parecía ser muy grande, y al momento de reventar, corrimos con mi hermano, pero no, no alcanzamos a correr. Detrás nuestro había otra pareja distraída y no se dijeron cuenta de nada. Chocamos contra ellos. mi hermano me abrazó y la ola nos cayó encima. Era tan grande que si no fuera por mi hermano que me sostuvo, me hubiera arrastrado.
Después del susto nos pusimos a reír. Todos reían porque todos se mojaron, yo estaba entera mojada, hasta los calzones. Nos fuimos caminando y chapoteando hasta el Bingo donde estaban nuestro padres.
– Qué les pasó! – exclamó alarmada mi mamá.
– Nada, sólo nos pilló la ola en el mirador – dijo mi hermano riendo.
– Pásale las llaves de la camioneta y que se vayan a cambiar ropa, no se pueden quedar así –
Mi padre le pasó las llaves a mi hermano mientras se reía de vernos.
Después de 10 minutos manejando por un camino de tierra por donde no transita nadie, llegamos a la cabaña. Nos fuimos directo al baño a sacarnos la ropa mojada. Nos desnudamos y mi hermano dijo que nos diéramos una ducha caliente. Nos metimos a la ducha y el agua estaba muy rica. Nos quedamos abrazados bajo la ducha tranquilamente, cuando de pronto comienzo a sentir su erección. Levanto la cara y lo miro a los ojos.
– Perdona, no puedo evitarlo – me dijo.
– No importa, lo entiendo – dije y seguimos abrazados.
La verdad es que se sentía muy rico la presión de su miembro en mi vulva. Como era más alto que yo, su pene quedaba hacia abajo, no había forma de que me penetrara, lo que me tenía tranquila. Otras veces nos habíamos duchado juntos y no había pasado nada.
Pero ahora, la presión contra mi clitoris me hacia temblar. Me moví lentamente desde adelante hacia atrás y volví a pegarme a él. Eso estuvo delicioso. Lo hice nuevamente y el me siguió el movimiento.
– Sólo es un juego – le dije al oído.
– Si, juguemos un ratito – me respondió.
El ir y venir estaba de maravilla, los movimientos aumentaron en velocidad y en intensidad. Y de pronto me sentí muy agitada, quejándome de placer y teniendo un orgasmo como no había tenido nunca.
– Acabaste? – me preguntó mi hermano. No pude responder, estaba abrazada a él fuertemente, las piernas se me doblaban. Si no fuera porque me sostenía hubiera caído al piso. Recién en ese momento me di cuenta de que estaba dentro de mí. Sentía su miembro duro que me llegaba al estómago.
– Acabaste tú? – Le pregunté.
– No, no quiero hacerlo –
– Por qué no ? –
– No quiero que quedes embarazada –
No había pensado en éso, en realidad no había pensado en nada, todo fue espontáneo.
– No te preocupes, no estoy en mi etapa fértil –
– De verdad? –
– Sí, acaba adentro, quiero sentirlo –
Comenzamos a movernos despacio, sus estocadas eran muy profundas y se sentía genial. El ritmo aumentó, el choque de nuestras pelvis era como un aplauso que retumbaba en el baño, junto con mis quejidos, gruñidos de el y mis pequeños gritos cuando estaba teniendo mi segundo orgasmo. Traté de dilatarlo pero no pude, el sentir sus eyaculaciones en mi útero mi hizo acabar totalmente feliz. Estuvo mejor que la primera vez.
– Te gustó? – le pregunté. No sé para qué si ya sabía la respuesta
– Sí, mucho, te amo hermanita – mientras me besaba el cuello y los hombros, lo que me producía choques eléctricos.
Nos quedamos abrazado un rato.
– Tenemos que volver – dijo mi hermano.
– No quiero, quiero que nos vayamos a la cama, quiero dormir contigo – le dije sin soltarlo.
– Yo también quiero dormir contigo, siempre lo he soñado. Pero tenemos que ir a buscar a los papás –
Recién me acordé de ellos y me asusté. Lo solté y terminamos de ducharnos. No vestimos y fuimos al pueblo.
– Aquí están las llaves – le dijo mi hermano a mi papá.
– Están bien? Den una vuelta mientras terminamos aquí – dijo la mamá.
Salimos caminando abrazados con dirección a la playa. Nos tumbamos en la arena en silencio y nos abrazamos.
– Hasta esta noche era virgen – le dije muy despacio al oído, no había nadie cerca que pudiera escuchar. Pero era algo tan íntimo, tan profundo y con mucho amor.
– Siento haberte quitado tu virginidad – me dijo él al oído como un susurro.
– Tonto, yo te la regalé – le respondí dándole un suave beso en su oreja.
– Yo también te regalé la mía – besándome en los labios, le respondí el beso y nos besamos como enamorados.
– Te amo – le dije mirándolo a los ojos.
– Yo también te amo y siempre te amaré – nos besamos nuevamente, ahora estaba encima de el y sentía su erección.
– Podríamos coger aquí en la playa – le dije mientras pasaba mi bulto por su bulto.
– Crees que nos puede ver alguien? –
– No y no me interesa, sólo somos dos enamorados cogiendo en la playa – le dije.
– Pero estamos con pantalones, quedarías con tu potito al aire, y si pasa alguien se puede entusiasmar – me dijo con una risilla.
– Y qué? Me van a coger entre los dos? – le pregunté riendo.
– Te gustaría? –
– Tonto, qué pregunta es ésa, acaso no me conoces? –
– Perdona hermanita, no quise ofenderte – ! RAÚL !
! EUGENIA !
Escuchamos gritar, eran nuestros padres que nos llamaban. Estaban frente a nosotros pero fuera de la playa. Nos levantamos, nos sacamos la arena y nos fuimos tomados de la mano como enamorados que éramos.
Esa noche, a media noche, frente al mar comenzó nuestro amor.
Un amor de verano que dura hasta hoy, 30 años después.
Sí, dos hermanos, que son primos míos, y otros dos más que son tíos, cogen desde niños y, aunque se casaron con otras personas, siguen amándose. Mis tíos tienen una hija, pero el esposo cree que él es el padre…