BOSQUE DE PINOS, LA NIÑA DE LA PLAYA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por danitzcastro99.
Al cumplir mis 55 años, mi esposa de 45 me había abandonado para vivir con un joven de 22, mi única hija ya estaba viviendo con un holgazán que no le gustaba trabajar.
Yo, solo por completo, decidí comprar una cabaña en la playa, en una pequeña caleta de pescadores, y pasar allí mis últimos años viviendo en paz.
Me tocó de vecina una mujer alcohólica que vivía con su pequeña hija.
Era una mujer que tenía 30 años, pero el alcohol la tenía muy envejecida, se notaba que en su juventud había sido muy hermosa pero, de eso no quedaba nada.
Toda esa belleza la había heredado su pequeña hija, Lupe, de 8 años.
Era una muchachita con una postura esbelta, los hombros atrás, el cuello largo, la cabeza en alto y la mirada orgullosa, por eso había recibido el apodo de “El Cisne”.
Tenía un cabello rizado de color castaño claro, unos grandes y expresivos ojos color azul cobalto, una nariz fina y respingada, los labios gruesos y un bonito tono de piel tostado avellana, fruto del sol, la playa y el viento salino del mar.
Su cuerpo era delgado y fibroso, como siempre usaba ropas coloridas, cortas y ajustadas, pude ver que su abdomen era musculoso, tenía unas piernas largas dotadas con muslos gruesos y bien torneados y… un bonita cola, un poco grande para su cuerpo, con forma de corazón invertido y nalgas gorditas, mullidas y redondas.
Su madre trabajaba como prostituta en el pequeño y triste prostíbulo del lugar durante la noche, durante el día dormía y se emborrachaba, su casa y terreno estaban sucios y muy mal cuidados y la niña vagaba sola por la playa y el poblado.
Yo, en tanto, pasaba mis días remodelando mi nueva cabaña y limpiando el terreno.
Obtuve una cabaña pequeña, adornada rústicamente, rodeada de un frondoso prado y ordenados jardines.
Una tarde de verano tocaron a mi puerta, al abrir ví a Lupe “vestida” con un bikini rosado gastado y muy pequeño.
La mandaba su madre, pedía ayuda para limpiar su terreno, hacer unas reparaciones en su casa y crearle un jardín.
Me pagaría, claro está.
Acepté, pensando que así pasaría un verano menos aburrido.
Con los días me gané la confianza de la mujer y el cariño de Lupe, quien me coqueteaba cómica y descaradamente frente a su madre.
Se paseaba por la casa en calzoncitos, me bailaba, se maquillaba, me hacía cosquillas, etc.
Dos meses después, casi al finalizar mi trabajo, Lupe me llamó a su dormitorio.
Como el calor era insoportable, Lupe sólo estaba vestida con un viejo calzoncito rosado, recostada sobre su cama.
Con una mano palmeó sobre la colcha, invitándome a sentarme a su lado.
Y así lo hice.
No hubo provocaciones, ni lenguaje lascivo, ni actitudes eróticas, no era una niña con personalidad de adulta o de puta…no, nada de eso.
Simplemente y en silencio, la niña me miró a los ojos durante unos segundos, sonrió, se quitó los calzoncitos, se puso a horcajadas, levantó sus caderitas y, con sus manos abrió su conchita, mostrándomela y ofreciéndomela.
Yo quedé aturdido de la sorpresa, sin saber qué hacer, pensando en que su madre estaba en la pieza contigua, durmiendo una borrachera, con todo el peligro que ello representaba pero … era una oportunidad única, un verdadero regalo del cielo.
Mi pene estaba durísimo, caliente y palpitaba debajo del pantalón.
Le dije que me esperara un poco, mientras iba a ver a su madre.
La mujer estaba acostada boca abajo, el pijama todo desordenado, una mano aún sujetaba la botella de ron casi vacía…roncaba plácidamente, un hilillo de baba le corría desde la comisura labial hasta la sábana, los ojos estaban medio abiertos, las pupilas idas hacia arriba… la mujer estaba borracha hasta las orejas… no había peligro de momento.
Volví al dormitorio con Lupe, quien estaba botada en la cama, con las piernas muy abiertas, esperándome.
Le dije que debíamos estar callados, como ratoncitos, pues su mamá estaba durmiendo y no había que despertarla.
Ella asintió con la cabeza, se acomodó de mejor manera, usó sus manitos para volver a abrir sus orificios y esperó.
Yo liberé mi pene del pantalón, y con lo duro que estaba, me costó sacarlo.
Hacía tiempo que no lo veía de esa manera: duro, terso, gordo, largo, venoso, la piel henchida, el tronco rosado, el glande de color púrpura coronado por el líquido pre- seminal.
Creí que habría alguna reacción de la niña al verlo, pero ella se mostró imperturbable.
Cogí un frasquito con vaselina que estaba encima del velador y embadurné la punta de mi pene, hasta dejarlo bien lubricado.
El silencio se había hecho tan profundo, que escuchaba sin problemas los latidos de mi corazón, las manos me temblaban y contenía mis fuertes jadeos.
Mi intención era abrir los labios vaginales y refregar mi verga sobre ellos y su clítoris hasta eyacular sobre ella.
Y lo hice.
_”No… así no… métemela”, me ordenó la niña con un tono de voz fuerte y perentoria, abriéndose la vaginita con los dedos.
Al separar bien los labios vaginales pude ver, nítidamente, su himen roto y algunos centímetros del interior.
Se veía muy rojo, mojado y estrecho.
_”Te va a doler… no quiero lastimarte”, me excusé.
_”Dale… que no me duele… me entra bien… se siente más rico cuando me lo meten y me llenan de lecha”, dijo ella con una extraña sonrisa en su lindo rostro.
Medí ambos genitales y no me cuadraban los cálculos pero, aún así decidí intentarlo.
Con infinita delicadeza, posé mi lubricado glande sobre su vaginita abierta, empujé hacia abajo y después hacia adentro.
La conchita se dilató fácilmente, acogió mi glande y se lo tragó enterito.
Lupe cerró los ojos, se mordió los labios y echó la cabeza para atrás, gimiendo bajito.
Yo, no cabía en mi sorpresa y felicidad.
Hundí un poco más hasta que entraron unos 3 cms mas después del glande, la parte mas gruesa de mi herramienta; entonces se quejó fuerte y con su manito detuvo la penetración.
_”Lo siento… ¿quieres que te lo saque?”, pregunté preocupado.
_”No… déjalo adentro… sólo métemelo despacito”, me dijo ella con una tierna sonrisa, que me desarmó por completo.
Lo retiré un poco, lo dejé inmóvil para que su vaginita se acostumbrara a mi tamaño y después, empecé a sacarla por completo y volverla a meter, muy despacio, como ella me lo había pedido.
Sentí como si un paño de seda mojado y muy caliente envolvió mi glande, lo estrujaba y ahogaba, todo a la vez.
La presión que hacía la punta me producía un intenso cosquilleo que me recorría la espalda en oleadas, sumado al morbo de hacerlo con una niñita de apenas 8 años, en el dormitorio contiguo al de su madre, conteniendo los jadeos y silenciando nuestros gemiditos, daban como resultado la mejor culeada de mi vida hasta éstos días.
Mi glande entraba y salía sin descanso, al salir veía su conchita bien abierta y su interior mojado y al rojo vivo, escuchaba el sonido que nuestros fluidos producían al frotarse y, de vez en cuando, unos sonoros “pedos”, que se producía por la succión de su vaginita con mi gorda cabeza.
Lupe no se quedaba quieta, pues se semi-sentaba y agarraba mi tronco con sus manitos, apretándolo rítmicamente, sonriendo, su mirada caliente fija en mi verga.
Mis ojos iban desde su vaginita, subían por su musculoso vientre, se deleitaba con sus pezones rosaditos y sus pezones erectos y oscuros, su pechito subía y bajaba agitadamente, su lengüita se paseaba por su boquita abierta y presionaba el labio superior por dentro, hinchándolo y levantándolo.
_”mmmmhhh…ahhh…ahhh…ohhhh…iiiiyahhhh…nnnhhh”, gemía despacito, mientras sus caderas se habían acompasando al ritmo de mi pene, y los dedos de sus pies se encogían y estiraban.
Yo también gozaba pues, con cada suave clavada, el placer se hacía mas intenso y me ponía cada vez mas duro.
Estuvimos así creo yo, por unos quince minutos.
Lupe, entonces, se sentó y sacó mi pene desde dentro de su conchita, se puso en 4 patitas, levantó su culito y abrió sus nalgas con sus manitos, abriendo y cerrando su orificio anal a voluntad.
“_Ahora…métemelo aquí”, me susurro, mientras que con un dedito apuntaba a la rosa de su ano.
_”No.
no te va a entrar, te va a doler mucho”, le respondí
_”Dale no más… mete sólo a punta”, me ordenó la niñita, cosa que me dió un poco de gracia pero, estaba TAN caliente que no se me ocurrió desobedecerla; aunque mi glande estaba muy mojado por los fluidos de Lupe, igual le eché mas vaselina hasta dejarlo chorreando.
Lo acomodé sobre su orificio y, con toda precaución, presioné hacia adentro.
La rosa de su ano se dilató y mi glande se metió limpiamente,…enterito.
Lupe lanzó un gemido TAN rico, que casi eyaculo en ese momento, y ella solita comenzó a mover sus caderas hacia mí, bombeándose con mi glande adentro, a la vez que, con los dedos de su manito, se masajeaba la conchita.
ESE ERA EL PRIMER SEXO ANAL DE TODA MI VIDA.
Sentí como los músculos de su esfínter apretaron la punta de mi glande, como un reflejo incondicionado, como tenazas calientes que lo ahorcaban.
“_aaaghhh…hhnnnnghhh…aaaaayyyyy…ayayayyyy…ayyyyhhiiiiIIIIIIIIiiiiii…que rico papito…eso…asi…mmhgghh…dale…asi…” susurraba Lupe, mientras iba y venía por sus entrañas.
_”uffff…ahhhh…ohhhh…gha…gha…gha…”- resoplaba yo, conteniendo mi placer- ”¿te duele?, le pregunté, por cortesía.
_”un poco, si … pero… me gusta”… respondió ella, girando su cuello para alzar su cabeza y mirarme.
Su carita estaba colorada y sudada, su boquita estaba abierta, hinchada y roja, el pelito que rodeaba su cara estaba mojado… y me sonrió mordiéndose los labios.
Seguimos culeando así, bien rico por unos 10 minutos, hasta que el placer en mí, comenzó a hacerse muy intenso e incontrolable.
Sentía que el desesperante cosquilleo en la punta de mi pene, se deslizaba por mi columna y me inundaba el cuerpo… tenía unas ganas locas de metérselo todo y refregarle mi pedazo dentro de su cuerpo hasta estallar y vaciarme por completo, pero todo eso debía contenerlo en un ritmo suave y constante que era tanto, o más enloquecedor.
Lupe comenzó a moverse extraño, paró aún más su colita y comenzó a moverla en círculos, empujando hacia mí, como buscando una penetración más profunda.
Sus manitos estrujaron las sábanas, los dedos de sus pies se recogieron de golpe, frunció el ceño y se mordió los labios con rabia… entonces… en un segundo… se levantó quedando en 4 patitas, agarró mi tronco y empujó hacia adentro, echó la cabeza hacia tras, la boca abierta, la lenguita afuera, los ojos bien abiertos, el esfínter anal contrayéndose fuerte y desordenadamente.
_”OOOOOOOOOooooooohhhhhhhhhhh”, gimió bajito, mientras se dejaba caer sobre la cama, resoplando y jadeando como una leona cansada, hasta quedar en la posición inicial mientras, su manito aún sujetaba firmemente mi pedazo.
Una enorme y preciosa sonrisa se dibujó lentamente en su rostro.
Lupe había alcanzado su orgasmo.
Dejé a la niña gozarlo de manera adecuada, quedándome inmóvil.
Su culito aún se abría y cerraba de forma espontánea, y dejó de hacerlo pasados unos dos minutos.
Lupe entonces me miró.
Una mirada media ida, pero penetrante y decidora.
_”No me has echado tu leche en mi culo”, me susurró con un tono de voz que me dijo, claramente, que eso era lo que debía hacer ahora.
Sonreí torvamente y empecé a pajearme el tronco mientras le bombeaba delicadamente el culo.
No pude resistir mucho, prácticamente tenía mi orgasmo y mi eyaculación en la entrada de mi uretra, sólo bastaron unos cuantos manoseos para sentir que todo mi cuerpo se derretía, que mis piernas perdían fuerza y que mi pene estallaba.
Lancé un fuertísimo y abundante chorro dentro de sus intestinos, lo que hizo que Lupe diera un fuerte y agudo gritito, sacando su culito de mi pene.
Al salirse, el semen salió disparado a presión desde su culito hasta mi vientre, para después chorrearse sobre su conchita y sus muslos.
Otros chorros que yo aún seguía lanzando, se le unieron.
Lupe sonreía como una niñita caprichosa que había conseguido hacer su travesura, mientras que, con una manito recogía un poco de mi semen desde su Monte de Venus, y se lo llevaba a la boca, y con la otra se desparramaba el resto por todo el cuerpo, riendo con picardía.
En eso estábamos, cuando escuchamos unos ruidos en el dormitorio de su madre, por lo que tuvimos que vestirnos rápido, Lupe se colocó la ropa sobre su cuerpo cubierto de mi semen y yo, terminé colocándome la ropa al revés.
Justo en ese momento, entra su madre, aun mareada y con un terrible aspecto.
_”Y Uds…¿Qué han estado haciendo?”, preguntó con voz aguardentosa.
_”Jugando mami…¿me preparas algo rico?, preguntó Lupe, jovial y picaresca.
_”Vete a la mierda, si quieres algo rico te lo haces tu sola”,- le respondió agriamente- ya es hora de que te acuestes, mañana tienes clase”, le ordenó.
Yo me levanté, me despedí de Lupe con un tierno besito, y ella me guiñó un ojo, procediendo a acostarse tal y como estaba.
Su madre cerró la puerta y apagó la luz.
Una vez afuera, María me dio las gracias por cuidar de Lupe, me pagó lo convenido y me dio un portazo en las narices.
Era, un desastre de persona.
No me era difícil suponer la historia de Lupe: hija de una prostituta, con una madre negligente, sin educación, con escasa vigilancia y muchos hombres jóvenes y fuertes a su alrededor.
Al día siguiente, Lupe volvió a mi casa y repetimos la revolcada.
Como toda niña, Lupe gustaba de las redes sociales, sobre todo whatsapp; también gustaba a Lupe de sacarse fotografías y compartirlas con sus amigos y novios, …se creía una modelo Playboy, ponía caritas coquetas y poses provocativas y pornográficas…le tomé pocas pero buenas fotografías.
Muy bueno excelente sigue contando que se me paro …