CADA VEZ ES MEJOR… AUNQUE ME GUSTA, ME PREOCUPA 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
CADA VEZ ES MEJOR… AUNQUE ME GUSTA, ME PREOCUPA 3
NO SÉ POR QUE OCURREN LAS COSAS QUE UN DÍA NOS CAMBIAN LA VIDA DESPERTANDO AL ANIMAL DORMIDO QUE LLEVAMOS DENTRO
Hace más o menos seis meses me cambiaron el destino en que hacia mi trabajo.
Me mandaron a hacer un reemplazo de un comisario a casi 250 kilómetros de mi lugar de origen, a un pueblito de casi dos mil quinientos habitantes.
No conocía las características ni los hábitos sociales de la gente del lugar.
Es una zona rural que no voy a describir en demasía porque no es el eje del relato.
Sí diré que era bastante predominante en la zona la costumbre de practicar el incesto.
Tan es así que en ese pueblo hay un dicho o adagio popular “si queres romper un virguito, apenas nace llevátela”.
Tal pareciera ser que tan pronto pueden tolerar un miembro en la vagina ya las ejecutan.
A veces es el padre, a veces los hermanos o algún pariente cercano.
Predominaba el incesto del patriarca de la casa.
Ocurrió como a los 15 días de estar allí el caso de una nenita de ocho años que fue violada en el rancho en que vivía y que le había contado a la maestra que fue quien puso la denuncia.
La nena no quiso decir quien había sido y no hubo forma de que hablase.
Se hicieron todos los trámites de rigor y, como siempre, pasó a archivo.
Ahí fue que me interiorizaron de las características del lugar.
Yo alquilaba una casita y me quedaba allí unos 20 días y volvía a mi casa por cinco días.
Debía vivir en aquel lugar por el tiempo que me ordenaran y estaba solo.
La madre de la nenita a la que llamaré Rosita, se acercó un día por el destacamento y se ofreció para la limpieza de la casa, el lavado de mi ropa y la comida.
Como de verdad lo necesitaba la contraté por un poco de dinero a la semana.
Ella venía el día lunes de mañana y se iba a su rancho los días sábado de mañana.
La nena venia con ella.
Yo pasaba en casa, a cuarenta metros del destacamento, la mayor parte del día así es que fui relacionándome con las dos.
Especialmente con Rosita.
Sucedió un día que la señora se indispuso y la llevaron al puesto sanitario de la zona y desde allí a la capital por una apendicitis.
Rosita se quedó en casa.
Esa noche yo hice la cena y cuando llego la hora nos fuimos a dormir.
Como ya les conté tengo el hábito de dormir en calzoncillos.
Yo uso bóxers.
Cansado me dormí como a la 22 que, en el campo, ya es muy tarde.
No sé en qué momento de la noche me despierta Rosita que temblando y llorosa se metió en mi cama.
Afuera llovía fuerte y con muchos truenos.
-Señor, tengo miedo.
Dejeme dormir con usted…
No me dio tiempo a decir ni si, ni no.
Ya estaba metida entre las mantas acurrucada contra mi cuerpo en posición de cucharita…
-Bueno, está bien Rosita.
Tranquila, mamita.
Ya está, ya está…
Si lo hubiese premeditado seguro que no ocurría así.
La cama era chica, de una plaza y media por lo que la cercanía de los cuerpos era inevitable.
Es más el contacto era ineludible.
Al parecer la nena acostumbraba dormir sin calzones y solo tenía puesta una camiseta de su madre la que al meterse en mi cama se le subió dejando su colita descubierta y apoyada y presionando sobre mis genitales.
Como yo tenía mis brazos sobre las mantas no me percate de la desnudez de la nena.
La arropé y con suaves palmaditas la fui tranquilizando.
-Estás tranquila, Rosi?.
-Sí, señor…
-¿Le tenés miedo a la tormenta, mamita?.
-Sí señor…
Me pregunto por la madre, le dije lo que sabía y como quien no quiere la cosa caímos en el tema de su violación.
Yo quería saber quien había sido.
Más por curiosidad que por otra cosa.
Poco a poco la convencí de que guardaría el secreto y entonces me dijo…
-Fue mi papá…
Cuando me lo dijo sentí como un puntazo en mi pene y no pude detener su erección.
Tire mi culito para atrás para evitar que ella se diera cuenta…
-Te dolió mucho – le pregunté…
-La primera vez sí…
-¿Te lo hizo muchas veces?.
-Sí, señor…
-¿Por qué no avisaste?.
-Porque…
-¿Por qué?.
-Porque a mi me gustaba.
Yo quería…
-¿Qué te gustaba?.
-Me gustaba verlo desnudo y que me metiera esa cosa grandota en mí zorrita…
El miembro me comenzó a destilar flujo por litros.
Al hacer el culito hacia atrás provoqué que se saliera por la bragueta del bóxer y muy a mi pesar estaba dando cabezazo enloquecido, buscando dónde esconderse.
-Señor…
-¿Qué, mamita?.
-¿Me puede abrazar como mi mamá para dormirme?.
-Ehhhhh.
Bueno…
La abracé pero ella hizo su colita hacia atrás y se encontró con la cabeza baboza de mi miembro que se metió entre sus piernas pasando primero por la puerta del culito y se alojó justo en la entrada de su vaginita o papito como le dicen en la zona.
Al sentirlo se quedó quietita dejándolo en su lugar.
Yo seguía lubricando en abundancia y mi erección no decrecía.
Estábamos los dos en silencio, quietos.
Al rato siento que ella se acomoda tirando su culito hacia atrás provocando que la cabeza de mi miembro abra los labios del papito y se deslice un poco adentro del mismo.
Un rato después fui yo el que movió la pelvis e impulsé el pene duro para que entre un poco más.
La calidez, suavidad y estrechez del conducto vaginal me provocaban un cosquilleo que nacía en la punta de la verga y me recorría la chota, los huevos, pasaba por el culo y subía por mi columna hasta la cabeza, la pensante no la bruta.
Calculo que le habrá entrado la mitad de mi miembro y comencé a menearme suave provocando un suspiro en la nena…
-¿Estás bien, Rosita?.
-Sí, señor…
Entonces decidido se la saqué y me quité el calzoncillo, la puse de espaldas y ella solita abrió las piernitas para que me ubique entre ella.
En esta posición comencé a penetrarla hasta que manifestó dolor.
Calculo que le entraba dos terceras partes de mi pene.
Cogimos a oscuras.
No me convenía encender luces, por las dudas.
Esa noche lo hicimos dos veces.
Nos dormimos casi de día.
La dejé dormida y fui al destacamento.
Como no había novedades, cerca de las once de la mañana volví a mi casa.
Rosita seguía dormida.
Me desnudé y volvi a la cama.
La desperté.
Queria saber que diría…
-Hola mamita, despierte…
-Hummm…
-Rosita ¿estás bien?.
-Hola.
Sí señor…
Le acaricié la barriguita y quité las mantas mostrándole nuestra desnudez.
Se sentó en la cama y me miró el cuerpo desnudo.
Su mirada se detuvo en el miembro erecto.
Lo tomó en sus manitos y lo acarició.
Palpó y sopesó mis testículos y metió sus deditos en los abundantes pelos de mi pelvis…
-¿Te gusta, Rosi?.
-Sí, señor…
Esto comenzó el día en que mi cuñadito me despertó dándome la mejor mamada de mi vida.
Desde entonces tuve muchas experiencias de estas características, sobre todo en este destino que hace poco dejé.
No creo ser el único caso de un policía viviendo estas historias.
Allí en el campo es normal que se cojan las pibas muy chiquitas los padres, hermanos, familiares pero también vecinos y conocidos.
Seguiré contando mientras pueda.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!