CADA VEZ ES MEJOR… ME GUSTA, PERO ME PREOCUPA 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
CADA VEZ ES MEJOR… ME GUSTA, PERO ME PREOCUPA 4
La experiencia vivida con Rosita fue consolidando en mi persona la diferencia que se tornó abismal entre las sensaciones que tenía en la práctica del sexo con mi esposa o con cuanta mujer adulta se me ofrecía en los diferentes destinos que tuve y esta que vivía a partir de Rosita.
Recordemos que la primera experiencia tuvo connotaciones muy particulares ya que de estar durmiendo la siesta en mi casa me despierta una boquita succionándome el miembro y llevándome a un climax que antes nunca tuve.
Siendo este el inicio que despertó a el animal dormido que todos llevamos en nuestro interior.
En la función específica dentro de mi trabajo tuve relación con muchos casos de abusos a niñas y niños.
Muchos con acceso carnal agravado por el vínculo.
Pero en esos casos solo era información que acumulaba en el ejercicio de mi profesión.
Era una experiencia indirecta que, a lo mejor, tuvo incidencia en el hecho de aceptar rápidamente aquello que me “ofreció” Danito, mi cuñadito.
Huelga decir que cada quien puede caracterizar los hechos relatados con el encuadre que más les agrade.
Yo solo cuento experiencias directas, personales y hasta me parece oportuno contar algunas indirectas de casos en los que tuve que intervenir como agente público y obedeciendo órdenes superiores.
Solo subrayo que no estoy haciendo defensa de nada ni de nadie en absoluto.
Hago sí, uso de la oportunidad que me ofrece esta página para contar lo vivido.
Volviendo al momento que vivía con Rosita…
Volví a casa.
La nena seguía durmiendo.
Me desnudé y me metí en la cama junto a ella.
La desperté suavemente.
Necesitaba saber que pensaba después de haber tenido, esa noche, dos veces sexo conmigo.
Acaricié su barriguita mientras le hablaba…
-Rosita, despierte mamita… Holaaa
-Hummm, hola señor…
-Buen día mamita… ¿Cómo estás?.
-Bien señor…
Con mis pies tiré las mantas que nos cubrían.
Los dos estábamos desnudos.
Rosita se sentó en la cama y se quedó mirando mi sexo erecto.
Me quedé tendido en la cama sin decir palabra.
Sin que le dijese nada, ella tendió su manita y rodeó mi pene.
Palpó su dureza y lo acarició a lo largo; tomó con la otra manita mis testículos pesados y deslizantes.
Con sus deditos enredaba los pelos de mi pubis y luego siguió hacia mi panza y el torso.
Mi miró a los ojos y me sonrió…
-¿Te gusta Rosita?.
-Sí, señor…
-¿Así tiene tu papá?.
-No… Mi papá no tiene tantos pelos y esto (me agarro el pene) no es tan gordo ni tan largo.
Usted tiene más blanquito.
Usted tiene más gordo acá (dijo rodeando mi glande)…
Con suavidad la ayudé a montarse sobre mi panza.
Acaricié sus nalguitas suaves y tibias.
Meti el dedo medio entre sus glúteos y acaricié la roseta de su anito virgen aún, recorriendo la rayita hasta llegar a tocar la entradita de su vaginita que ya estaba mojada.
Rosita abrió sus piernas poniéndolas a cada lado de mi cuerpo y se deslizó hacia abajo buscando con su vaginita ansiosa la cabeza de mi sexo que se dejó engullir por ella y entró hasta que pudo soportar.
Con calma, suavemente me meneaba logrando un vaivén acompasado que le producía placer sin dolor.
Logramos acoplarnos en diferentes posiciones hasta llegar a la del perrito y pude ver como se abría para permitirme entrar en ella.
Acaricié la roseta de su anito y ensalivando un dedo le metí solo una falange.
El anito era muy chiquito y no me anime a desvirgarlo recordando el sufrimiento de Dani cuando se lo rompí.
Quería darle solo placer y no dolor.
Esta pose me excitaba al extremo de llevarme a eyacular en su interior.
Nos levantamos para comer algo después de bañarnos.
Luego volvimos a la cama.
A Rosita le gustaba tocarme y mirar mis genitales en todos sus detalles…
-¿Tu papá te enseño a besarle la pichula, mamita?.
-No, señor.
Nunca le toqué, solo lo miré.
Mi papá me abría las piernas y me metía su cosa y me hacia doler hasta que me empujaba fuerte y su cosa se hinchaba y me hechaba algo calentito y después se ponía blandita y me la sacaba y nada más…
-Si querés podés darle besitos en la cabecita, pasarle la lengüita o meterla en tu boquita para chuparla despacito sin morderla.
También, si querés podés hacer lo mismo con mis huevitos…
Primero me miraba incrédula.
Miraba mi sexo, pero al rato solita besó la cabecita y fue besando todo.
Asi aprendió a chuparme, sin apurarla.
Durante las dos semanas que no estuvo la madre fueron días a puro sexo.
Me prometió que nunca diría nada y cumplió.
Tenía miedo de que metieran preso a su padre.
Cuando la madre volvió se fueron a su rancho hasta que pudiera la mujer volver a trabajar.
No las volví a ver.
La rutina del trabajo a la que estoy sometido me volvió a poner en contacto con otro caso.
Este no fue por una denuncia sino que por una circunstancia fortuita descubrí a un subalterno que tenía relaciones con sus hijas desde que quedara viudo.
Es un suboficial, joven aún de unos 34 años, padre de cuatro niñas de entre 11 y 5 años, con el que se estableció una buena comunicación desde el momento de mi llegada al destacamento y que una noche me invitó a comer a su casa.
Hizo un asado que fue “regado” con buen vino casero.
Las abundantes libaciones nos llevaron a las confidencias y entre ellas el descubrimiento del incesto practicado con las cuatro nenas, habiendo penetrado a las dos mayorcitas de 11 y 9 años.
Hago un parate aquí.
Debo volver al trabajo.
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