Carolina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo una vecinita a la que siempre le había llevado ganas; muy rica la flaquita que a veces me sonreía de manera sospechosa pero otras veces se portaba distante. La única vez que le dije algo se puso a la defensiva así que no volví a insistirle. Pero hoy hicimos un grupo para ver un partido y llegó demasiado rica, con un short bastante cortito que mostraba sus deliciosas piernas en todo su esplendor. En un momento dado, estando los demás muy concentrados en el partido, yo estaba mirando sus piernas y ella, que se llama Carolina, me miró con cierto dejo de complicidad y me respondió la sonrisa. Hice un gesto de que me siguiera a la segunda planta y pareció aceptar.
Yo subí a mi habitación y esperé cerca de diez minutos; dado que mi vecinita veinteañera no subía, me dispuse a bajar y ella llegó, siempre sonriente pero ahora evidentemente nerviosa; la tomé por la cintura y le di un beso que fue correspondido inmediatamente. Ni siquiera cruzamos palabra, fuimos abrazándonos más y más fuerte y en un momento dado, su lengua hizo que la mía se pusiera a recorrer toda su boca por dentro y por fuera y me puse a mil; la hice sentir mi verga dura entre sus piernitas y se me pegó con un ansia que me dejó claro que quería que me la cogiera, cosa que no pensaba dejar pasar. Metí mi mano entre su pantaleta y me puse a tocar su vaginita húmeda; tomé su mano y la metí para que acariciara mi pene y me gustó su disposición a complacerme, ya que no pensaba dejarle ningún orificio intacto, así que al poco tiempo la hice agacharse, me saqué la verga y se la metí en su deliciosa boca de labios carnosos.
Su lengua y boca hicieron maravillas y quise recompensar a mi bella Carolina, por lo que la acosté en mi cama, le quité el short y la tanguita, abrí sus ricas piernas y me consumí en su conchita para hacerla suspirar de placer mientras mi lengua chupaba cada vez más adentro; aprisionó mi cabeza entre sus manos y así la tuve hasta que vi que ya estaba lista, entonces me le trepé encima, tomé mi pene durísimo y lo restregué entre sus labios vaginales haciéndola jadear como perra y repentinamente agarró mis nalgas y me hizo penetrarla de una, lanzó un gemido de placer y me puse a metérsela y sacársela despacito; se sentí riquísimo cumplir mi anhelo de darle su buena cogida a mi vecinita Carolina. Empecé a penetrarla cada vez con más fuerza, ella cerró sus ojitos y abrió la boca con gran placer y levantó sus piernas bien abiertas, me puse como un toro y le di bien duro, la tomé de los tobillos y se las abrí más mientras la puse a jadear como una perra en celo y así la tuve hasta que a los pocos minutos lanzó un aullido ahogado y tuvo un prolongado orgasmo la gran puta. Así que la puse de cuatro patitas, me puse a chuparle el culo y le advertí:
-Muy bien, nena, ahora tu culo va a saber lo que es bueno mi amor.
-Pero nada más ten cuidado, ¿sí?
-Claro bebé. Te voy a tratar bien.
Cuando sentí que ya Carolinita estaba preparada y mi verga más dura que nunca, empecé a metérsela en su orificio anal con cierta dificultad; mi vecinita dio un quejido medio nervioso y se la empujé de una hasta adentro; ella quedó paralizada y la tomé de las caderas para empezar a metérsela y sacársela lentamente y luego cada vez más rápido; lo más rico que se puede sentir y en especial con una amiga a quien le llevaba ganas desde años atrás. Me puse como un loco.
-¡Toma! ¡Toma! ¡Toma perra! ¡Toma!
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ay! ¡Aaaaaaaay…
La gran puta empezó a gozar la partida de culo que le estaba dando y a los pocos minutos, como no me pasaba en meses, ambos tuvimos orgasmo simultáneo y le llené el culito de toda mi leche en una vaciada prolongada tan placentera que la besé y le agradecí una y otra vez. Luego, ya relajados, nos volvimos a vestir y bajamos a ver los últimos minutos del partido. Los demás se miraban entre sí pero disimularon en todo momento. Carolina no tiene novio, así que no había bronca. Por mensajes de texto, quedamos en vernos nuevamente el fin de semana. Ojalá se cumpla porque ella está riquísima y quiero darle todas las cogidas que se pueda. Ahí les estaré contando.
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