Casado Infiel
Nunca le había sido infiel a mi esposa hasta ésa noche. .
En la actualidad tengo 45 años, lo que voy a narrar ocurrió hace casi 5 años.
En la empresa tenemos la tradición de celebrar los cumpleaños con una cena en un restaurante el viernes siguiente al día del cumpleaños.
La cena transcurrió como todas, terminó con la torta y todas cantando el cumpleaños feliz. Por lo general terminan entre 11 y 12 de la noche. Todos se despiden y cada uno para su casa. Un compañero me dice que quiere tomar un trago y me dice que lo acompañe al bar. Había tomado dos copas de vino con la cena y el bajativo, me pareció buena idea. El pidió un vodka y yo un whisky con hielo. A poco andar suena su teléfono y lo contesta.
– Lo siento, pero tengo que irme – dijo tomándose de un trago el vodka. Me quedé dando sorbos al vaso y girando los hielos dentro del vaso.
– Está desocupado? Puedo sentarme? – dice un joven de unos 30 años bien vestido y bien parecido.
– Si claro – le dije.
– Qué estás tomando? – preguntó
– Un whisky – le dije mostrando el vaso.
– Ponga dos whisky – le dijo al barman.
– No es necesario, estoy bien con éste – le dije.
– No me vas a dejar tomado sólo – me dijo. De manera que acepté el trago.
– Casado? – preguntó
– Si y tú? –
– Soltero – dijo.
– La suerte la tuya – dije en broma.
– Si, soy feliz así sin que nadie me mande ni controle –
– Ah, ya , gracias – dije.
– Disculpa, no lo dije por ti –
– Pero tienes razón – le dije.
– Te parece si nos sentamos allá, vamos a estar más cómodos – señalando un sofá que hay en un sector para fumadores, con su medita y sus ceniceros.
– Si, claro – dije . Pidió dos whisky más y nos fuimos a sentar al sofá.
La conversación siguió por el matrimonio, la actividad sexual, la que disminuye con los años y demás.
– Te masturbas? – aunque la pregunta era incómoda, estaba dentro del contexto de la conversación.
– Si, aveces – le dije con sinceridad.
– Cuantas veces coges con tu mujer al mes – ya era una pregunta íntima pero con el whisky no tuve problemas en contestar.
– Dos veces al mes –
– Ah, por éso te masturbas –
– Bueno, cuando tengo la necesidad – dije, me di cuenta que la concesión estaba tomando otro rumbo, pero no me molestó.
– Cuando fue la última vez que te hizo sexo oral – aunque no me pilló de sorpresa, lo miré a los ojos para tratar de ver a donde iba.
– No lo recuerdo, hace tiempo ya –
– Te gusta que te hagan sexo oral – la pregunta me puso incomodo.
– Si, obvio, a quién no la gusta – dije.
– A mi también me gusta que me hagan sexo oral – dijo poniéndose su mano caliente sobre mi muslo. Era una alusión directa y tuve una erección. El lo notó y disimuladamente llegó con sus dedos hasta mi miembro.
– No, aquí no – dije empujando su mano disimuladamente.
– Ven, vemos – dijo dejando el vaso en la mesita, hice lo mismo y lo seguí.
– Éste es mi auto, sube – dijo sacando la alarma. Me subí y él al lado mío siguió con sus caricias a mi miembro.
– Toca – dijo poniendo mi mano en el suyo, lo toqué suavemente, tenía un pantalón de vestir delgado por lo que sentí hasta sus venas.
– Sacatelo – me dijo.
– No, estamos en el estacionamiento del restaurante y ya están cerrando. No se me ocurrió otra excusa que no fuera de ruptura.
– Cuál es tu auto – me preguntó, sólo que daban 4 autos.
– Ése que está ahí – le indiqué.
– Sube a tu auto y sígueme –
Mientras caminaba al auto me preguntaba qué estaba haciendo. Eché andar el auto y lo seguí. A no más de 10 cuadras llegamos a un edificio, entramos al estacionamiento y me indicó que me estacionara donde decía » visitas «. Me estacioné, me baje y me subí a su auto que me estaba esperando. Estacionó en el -2 , tomamos el ascensor hasta el piso 20. Entramos a su departamento, bien arreglado, con buen gusto. Sacó del refrigerador una botella de whisky y sirvió dos vasos.
– Ven – me dijo pasándome un vaso. Salimos a una terraza donde nos sentamos en un sillón. Después de beber un trago sacó su miembro y dijo que hiciera lo mismo. Ya estaba sabía que eso pasaría. Con una mano tomó su vaso y con la otra comenzó a masturbarme. Yo hice lo mismo, me di cuenta de que su miembro era más grande que el mío, que apenas llega al promedio en su mejor momento, digamos 15 cm.
– Vamos a mi dormitorio – dijo cuando terminó el trago.
En el dormitorio comenzó a desvestirse, hice lo mismo pero más lento, no estaba seguro si eso es lo que quería. Sentado en la cama desabrochó mi pantalón y bajando el cierre los bajó hasta mis rodillas, metió mi miembro en su boca y comenzó a succionar como hacía mucho tiempo que nadie lo hacía. A mí mujer no le gustaba mucho y cuando me lo hacía no era bueno.
Sentí sus dedos acariciando mi ano, me di cuenta de lo que iba a pasar. Me dijo que me sentsra y puso su miembro en mi boca traté de hacerlo lo mejor posible, no era la primera vez que tenía un miembro en mi boca.
– Qué rico , lo haces bien – dijo
– Ahora acuéstate – dijo después de que me sacó los zapatos y los pantalones. Se acostó a mi lado pero al revés, 69, y seguimos con el sexo oral.
– Da la vuelta – me dijo y me puse boca abajo, el se subió y abriendo mis nalgas me penetró profundamente, no menos de 18 centímetros calcule, lo sentí, claro que lo sentí, hacis muchos años que no me penetraban y me dolió, pero ahogué mi quejido contra la almohada. Su miembro entraba y salía metódicamente, una y otra vez provocandone un quejido de placer. Finalmente se descargó completamente dentro de lo profundo de mi cuerpo.
– Acabaste? – me preguntó.
– No – le contesté, estaba más preocupado de su miembro que del mio.
– Quieres penetrarme a mí ? –
– No, otro día, es muy tarde – dije levantándome al baño a sentarme a botar su leche, después me limpié, fui a la pieza y me vestí. Mientras me ponía los zapatos el volvió de baño y puso su miembro en mi boca otra ves, se había lavado recién, sentí el gusto en la boca. Le hice sexo oral hasta que acabó en mi boca, me tragué todos sus jugos. Después me acompañó a la puerta y me dio un beso de despedida. Mientras conducía me preguntaba porqué lo había hecho, tengo una linda familia, una hija preciosa de 14 años. Entre a la casa despacio sin hacer ruido, me serví un whisky doble y me lo tomé en dos tragos, me cepille los dientes para que no quedara olor a semen y me fui a acostar. Lo último que sentí antes de quedarme dormido fue el cosquilleo de mi ano.


Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!