Chupándosela a un gordo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El hombre sintió cómo algo empezaba a crecer dentro de sus pantalones.
Siempre había tenido fantasías sexuales con Clara, pero eran ambos casados y no podía hacer cosas semejantes.
Jamás las había hecho.
Clara se puso de pie, pero la mente de Jorge ya estaba en otro lado.
Con tan solo imaginarse a esa mujer desnuda, la verga de Jorge creció un poco más.
El problema era que el pantalón de por sí le quedaba apretado, quizá por los kilos que había subido en el último tiempo, y con aquella erección que comenzaba, se salió un botón, y su miembro salió disparado hacia arriba.
Clara lo notó, y Jorge se dio cuenta de ello.
Avergonzado, abrió la boca para disculparse.
— Lo… lo siento…eh, el pantalón.
— Está bien.
— respondió ella.
— Es normal.
— S…sí, lo siento.
Es que, bueno, no quiero que crea…bueno…
— ¿Qué lo excito? — inquirió.
— Es decir, usted me excita, pero…
— ¿En serio?
— Bueno, no era ese el punto, yo…
Clara se agachó para mirar debajo de la mesa.
El sexo de Jorge estaba duro como piedra, grande y rosado, y éste sentía los testículos a punto de explotar.
— Si quiere, puede tocarse.
— dijo ella.
— no debe ser agradable estar así.
— Yo.
.
.
yo no…
— Venga, tranquilo.
— rió Clara.
— Si lo prefiere así, lo toco yo.
Jorge no dijo nada.
Se quedó contemplándola embobado, mientras ella se acercaba lentamente hacia él.
Jorge echó hacia atrás el asiento, dejando a la vista su enorme verga, tiesa como un mástil.
— La tiene grande.
— dijo Clara.
— Eh…sí.
Ella se agachó, y comenzó a acariciar lentamente el tronco.
Jorge gimió.
Con la mano izquierda, Clara tomó sus pelotas, y con la derecha, comenzó a subir, hacia la enorme panza de su jefe.
— Ésta también la tiene grande.
— musitó, desabrochándole los botones.
Mientras lo hacía, con la otra mano comenzó a masturbarlo lentamente.
Jorge gemía, ya con los ojos cerrados.
Clara dejó al descubierto todo su cuerpo voluminoso, y comenzó a lamer sus pechos que le colgaban, y sus tetillas.
Luego, besando su enorme barriga, bajó hasta llegar nuevamente al pene.
Lo dejó de masturbar, y lo acercó a su rostro.
Tenía ya unas pocas gotas blanquecinas, y se metió la cabeza en la boca, succionando.
Jorge gimió con más fuerza.
Mientras chupaba la cabeza de su verga, con las manos acariciaba el tronco y los testículos.
Luego, siguió metiéndosela a la boca, casi entera, y con las manos acariciaba el resto.
Jorge sintió que ya se venía.
Apoyó su mano sobre su vientre gordo, y llegó al orgasmo, echando sobre la boca de su secretaria todo aquel líquido caliente.
Fue el principio de la mejor aventura de su vida.
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