Cita a ciegas, Primera parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Javiamor.
Desde hace varios años que visito sitios de internet relacionados con el sexo, para leer relatos o ver vídeos.
En realidad, desde chica que mi curiosidad por el sexo era evidente, si hasta me arrancaba a leer revistas de contenido sexual y fantasear.
Un día, navegando por la red me topé con un sitio de contactos y citas y me creé un perfil.
La verdad, lo hice sólo por curiosidad ya que no imaginaba que pudiera encontrarme algo muy interesante.
No seré Miss Universo, pero qué manera de recibir mensajes.
y de todo tipo.
Unos bastante directos y al grano y otros tratando de ser más caballeros, pero, en el fondo, todos con la misma intención.
contactarse conmigo para establecer "amistad" o algo más.
Hubo varios hombres que llamaron mi atención, pero uno en particular.
Andrés.
Era alto y delgado, piel morena y pelo ondulado.
Conversamos como dos semanas y sin cesar me invitaba a salir.
Claro, era simpático y persistente, aunque para mí la "química" es fundamental.
¡Qué manera de enrollarme! ¿Y si yo no le gustaba?;¿ Y si a mí él no me gustaba?; ¿Y si era sicópata? Su forma de expresarse me dio más confianza hasta que accedí.
Planifiqué todo.
Si algo salía mal tomaría un taxi al departamento de una amiga, que vive en el centro.
Un sábado en la noche quedamos de juntarnos en Plaza Italia.
Me había puesto súper bonita, pero seguía con miedo.
¡Me dolía la guata de nervios!
Al llegar, él estaba esperándome.
Lo reconocí de lejos.
Lo mejor fue que me atrajo más que en sus fotos.
Me miró, se acercó y dijo:
-¿¡Javi!? Mhhhh, eres más linda de lo que creí.
Qué bueno que llegaste, pensé que me dejarías plantado.
¿Vamos a tomarnos algo?
Y nos fuimos al "Patio Bellavista".
El pub era muy bonito y había buen ambiente y buena música.
Nos sentamos a conversar como si nos conociéramos de toda la vida.
Como dije en mi relato anterior, yo no bebo alcohol, sólo porque no me gusta, así que cualquier acción que hiciera la haría completamente consciente.
Fuimos entrando en confianza y se fue acercando más a mí.
Me acariciaba el brazo y me tomaba las manos, nos mirábamos.
Yo estaba muy nerviosa.
Hasta que sin previo aviso me plantó un beso, uno de esos que te dejan sin aliento.
Cualquiera que pasaba por allí diría que éramos pololos y ni sospecharían que era nuestra primera cita.
Eso y toda la situación me excitaba mucho.
Cuando paramos de besarnos me miró y me dijo:
-¡Wow, qué beso! ¿Me dejarías despertar hoy con uno de ésos?
Yo pensaba, ¿¡Queeeé?; ¿¡Me está pidiendo dormir juntos así a la primera!?; ¿¡Está loco!? Pero la idea me fascinaba.
Jamás pensé que terminaría la noche en un motel.
Al ver mi cara de espanto, Andrés dijo:
– Javi, tranquila.
Ya viste que no soy sicópata ni nada.
Somos dos adultos, nos gustamos.
Déjame todo a mí.
¿Vamos?
– Pero si te acabo de conocer y yo nunca me he acostado con alguien en la primera cita.
No quiero, Andrés.
– Le argumenté.
Se levantó y me plantó otro beso, ahora apretándome hacia él con fuerza.
Mi cabeza decía que no, pero mi corazón acelerado y la humedad de mi vagina gritaban que sí.
Pagó la cuenta y nos fuimos en su auto a un motel cercano.
La señora del motel le dijo el precio por tres horas.
-¡Necesito toda la noche!- Dijo.
Y yo entre mí dije ¿Para qué tanto? Ji, ji, ji.
Entramos a la habitación y de inmediato me acorraló contra la pared y comenzó a besarme y besarme, bajando por mi cuello, (mi punto débil, debo haber sido vampiro en otra vida) con su boca y su lengua mojadita.
Me puso tan caliente, me apretaba contra la pared haciendo presión con su bulto del pantalón sobre mi pelvis y a tocarme los pechos sobre la ropa.
Yo comencé a gemir despacito, ¡Aaayyyy qué rico era todo! Tan caliente me tenía que lo único que quería era tirarlo a la cama, pero fue él quien lo hizo.
Me llevó a la cama y en seguida se arrojó sobre mí, besándome una y otra vez y tocándome, pero sin sacarme la ropa.
Me daba pequeños mordiscos en todo el cuerpo y yo no entendía por qué no me sacaba la ropa de una vez.
Quería que la hiciera tira.
y a mí también.
Por lo visto su objetivo era hacerme rogarle por lo que yo misma había dicho que no iba a hacer.
– ¡Ay, Andrés, ya no doy más! Oooohhh, mhhhhhhh ¡Por favor!
– Si lo sé, Javiera, pero aún no empezamos.
Y acto seguido se sacó la ropa y lo vi completamente desnudo y aprecié su pene todo parado y duro, como me gustan, no era ni muy grueso ni muy largo, pero me tenía tan caliente que me daba lo mismo.
Se acercó a mí y, lentamente, me desvistió.
Quedó mirándome sólo con ropa interior.
Yo llevaba un conjunto gris con encaje de color negro, muy lindo, pero creo que no le gustó mucho porque enseguida me lo quitó y dijo:
– ¡Quiero chupar esas tetas enormes que tienes, preciosa!
Y se lanzó como loco a mamar mis pechos con más pasión que un bebé hambriento.
Mordía mis pezones cada vez con más fuerza mientras seguía restregándose sobre mí con su pene sobre mi monte de venus que estaba depilado por completo y yo arqueaba la espalda y levantaba las caderas para poder sentirlo pronto dentro mío mientras yo gemía y gemía.
Mhhhhhhhhhhh, mmmmmmmmh, aaaaaaaaah, y pasaba mi lengua por mis labios relamiéndome de placer.
En mi cabeza gritaba : !Métemelo, métemelo de una vez! Pero él seguía comiéndome las tetas y entonces sentí cómo una de sus manos comenzó a rozar mi vagina y, suavemente, estimulaba mi clítoris.
Yo estaba tan mojada que mis jugos escurrían hasta mi culito, y luego introdujo un dedo en mi vagina y comenzó a meterlo y a sacarlo, suave primero y tomando más ritmo después.
– ¡Ay, Andrés, me tienes loca, ya no aguanto más!
– Espera, hermosa, que quiero que te corras como nunca antes lo has hecho.
Y comenzó a bajar besando mi vientre y mis caderas, chupando cada pedacito de piel, dejándome llena de su saliva.
Acercó su cara a mi vagina y empezó a chupar mis labios y mi clítoris, lo hacia con más voracidad que como lo hizo con mis pechos.
– ¡Aaaaaaahhhh, ahhhhhhhh, mmmmmhhh! ¡Andrés qué rico lo haces, por fa sigue!
Y justo ahí metió su lengua lo más adentro que pudo y yo agarré su cabeza con suavidad hasta que sentí que me venía.
– ¡No pares, no pares! – Le decía yo.
Hice más presión en su cabeza y toda su cara estaba enterrada en mi vagina y él no paraba de comerme el clítoris y meter su lengua y sacar su lengua una y otra vez, haciéndome gritar de placer.
¡Aaaaaaaaaaaahhhhhh, aaaaaaaahhhhhh, aaaaaahhhh, siiiiiiiiii! De pronto exploté.
Digo exploté porque en ese orgasmo delicioso salió tanto jugo de mi vagina que cuando el sacó su cara de entre mis piernas estaba llena de un líquido lechoso y blanquecino y hasta las sábanas se mojaron.
– ¡ Ooooooohhhhh, qué exquisito! Te la comería la noche entera, ricura.
¡Cómo te corriste, Javi!
Descansamos un rato porque yo no daba más, pero su pene seguía vivo.
Espero que les guste.
Besos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!