Clara y su Prima la Hermana Carmen
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Fray_Pendon.
Un día descubrí que todo lo que había aprendido en mi corta vida, y que los juegos mas o menos eróticos con mis amigas en aquellos años tan difíciles de conseguir algo de sexo, no eran nada ni servían para mucho, y menos tras mi metedura de pata de adolescente listillo ante una mujer con mas de veinte años mayor que yo, entonces contaba con diecisiete años, aunque ya chuleaba de tener casi dieciocho, los cumpliría en tres semanas mas o menos.
Todo empezó en una pequeña tienda de barrio donde me mando mi madre a comprar un poco de embutido para los bocadillos de los almuerzos del día siguiente el trabajo, al entrar a la tienda había una señora que me pareció un ángel, en la piel y lo guapa que era, así que mientras la despachaban a ella me coloque de manera que podía verle bien la cara, y mientras esperaba no deje de mirarla sin cesar, tanto la mire que ella al final muy serena y sin inmutarse me sonrió y me dijo adiós guapo, yo no la conocía, pero ya su voz al dirigirse a mi me hizo estremecer, además de causarme una gran ilusión al mismo tiempo que impresión, salí de la tienda y al girar la esquina aquella mujer estaba esperándome, yo me sorprendí cuando me saludo y enseguida me pregunto mi nombre, muy educadamente como me habían enseñado y casi temblando le conteste diciéndoselo y enseguida le pregunte por que quería saberlo.
Ella me sonrió y me contesto. Porque eres muy guapo y quería saber tu nombre.
Yo le sonreí nervioso y le conteste. Y usted también es muy guapa, pero no me importa no saber su nombre.
Caminamos despacio, antes de llegar a la esquina ella me detuvo y me pregunto. ¿Y te importa algo de mí?
Yo le volvi a sonreír y sin pensar le conteste como en ocasiones había hecho a alguna chica de mi edad. Si divertirnos un rato y tocarle el coño si quiere.
Aquella mujer se carcajeo y sin dejar de sonreírme me pregunto. ¿Pero no te das cuenta que puedo ser tu madre, o como poco una amiga de ella?
Yo ya nervioso tras pensar mis palabras pero sin querer disculparme le conteste. Si claro, pero no es nada de esas dos cosas, así que no me importa lo que piense.
Ella saco una pequeña libreta y una pluma estilográfica de su bolso y apunto una dirección, mientras lo hacia leí y me di cuenta que no estaba a mas de dos calles de donde estábamos, al terminar me extendió la mano con el papel y me dijo. El ultimo fin de semana de cada mes estoy en esta dirección, si quieres te espero el viernes por la tarde y hablamos tranquilos.
Yo tome el papel de su mano y le pregunte. ¿Y si no voy solo?
Ella me contesto. No me importa, yo tampoco estaré sola el viernes por la tarde, ¿Vendrás?
Yo le conteste. Creo que si, pero sobre esta hora más o menos.
Aquella mujer me dijo que era buena hora y se marcho, yo me quede mirándola como se alejaba en dirección opuesta a la que yo llevaba, pero tampoco hacia la dirección que me había dado, ya, me encamine a mi casa a llevarle a mi madre el embutido que había comprado.
Aquel viernes era ultimo de mes y sobre las seis de la tarde me acerque a la dirección que me diera aquella mujer hacia tres días, por mi mente paso la posibilidad de que fuese una prostituta y eso me hizo dudar entre ir o no ir, pero al final cuando llegue al edificio vi que era mas o menos como el que vivía yo, con mi madre y mis hermanos, sin ascensor y con portería, la portera al decirle al piso que iba se extraño pero no hizo comentario alguno, subí al piso y llame al timbre, me abrió la puerta una monja que la verme me pregunto si yo era Javier, yo le conteste que si y me hizo entrar, al llegar al salón me hizo sentar y me ofreció algo para beber, yo tras el pensamiento de que podía ser una prostituta, y la sorpresa de que me abriera la puerta una monja, me encontraba contadísimo y confuso y solo acerté a pedirle agua, me di cuneta que no sabia donde meterme al mismo tiempo que no entendía que hacia allí, enseguida salió aquella mujer, estaba como el otro día, elegante y guapa, me levante para saludarla y ella enseguida me dio dos besos y me volvió a decir que me sentara, ella se sentó junto a mi mirándome sonriente y permaneciendo callada, yo en ese momento me encontré como acorralado y con algo de miedo, pero permanecí quieto y callado, al poco rato la monja se sentó junto a nosotros y pronto empezaron a preguntarme cosas entre la dos, como mi edad, mi trabajo, mis aficiones, hablamos de música y de cine, ellas también me contaron muchas cosas de sus aficiones y de lo que les gustaba, así hasta que la monja, que según me dijeron era prima de aquella mujer, se marcho y nos quedamos ella y yo solos, entonces fue cuando no supe ni donde mirar cuando ella regreso de despedir a la monja, yo note como la marcha de la monja había dejado mi inocencia al descubierto y no sabia ni que hacer ni que decir.
Ella se sentó nuevamente junto a mí y me sonrió ampliamente al paso que me tomaba la mano y me dijo. No estés nervioso, cuando quieras irte puedes hacerlo, pero quiero darte las gracias por haber venido, en verdad no te esperaba, se lo estaba diciendo a mi prima cuando has llamado a la puerta.
Aquellas palabras me tranquilizaron y le conteste. No es necesario que me de las gracias, he venido por que he querido, además fui un mal hablado el otro día y quiero disculparme.
Ella se carcajeo y me contesto. No…, no hace falta que te disculpes, me hizo mucha gracia y por eso te invite a venir, imagine que había sido algo de adolescente brabucón, y me imagino que tu no eres así, pero además de eso también tenemos que hablar.
Yo no se lo que me paso al escuchar aquellas ultimas palabras, me quede frio y casi temblando de miedo, yo no me cortaba nunca ante las chicas, pero ahora estaba fuera de combate, la edad de aquella mujer y su forma de hablarme tan cariñosamente y siempre sonriéndome me dejaba cortadísimo, pero claro ella era mas de veinte años mayor que yo y tenia mucha vida vivida.
Mi cuerpo se estremeció cuando su mano tomo la mía nuevamente y mirándome a los ojos sonriente me pregunto. ¿Te gustaría hacerme algo?¿Darme un beso, tocarme una teta? ¿O quizás quieres que me desnude?
Yo retire mi mano y me levante, hice ademan de marcharme pero ella me dijo. Espera no te marches, no quería asustarte, solo quiero demostrarte que estoy conforme con lo que me propusiste el otro día, yo no tengo tu edad pero si a ti no te importa, a mi tampoco.
Me detuve y me gire para verle la cara, ella sonreía y estaba guapísima, la mire unos instantes y le pregunte. ¿No dijo usted que puedo ser su hijo?
Ella se acercó a mí y me pasó un brazo por el hombro, se arrimó a mí y me contesto. Pero no lo eres, eso me dijiste tu, veras yo acepto todo lo que quieras tu, si te marchas solo te pediré que me saludes si me ves por la calle, y si quieres algún fin de semana que yo este aquí venir a verme y a hablar de lo que quieras también lo puedes hacer, pero si te quedas un rato para lo que quieras yo lo aceptare, aceptare todo menos follar, pero bueno, ya sabes lo que puedes hacer y tu decides.
La mire a los ojos y fríamente y sin titubear le pregunte. ¿Eres una puta, perdón una prostituta?
Ella se carcajeo nuevamente y sin dejar de sonreírme me contesto. No, no lo soy, y creo que nunca lo seré, pero si tú quieres seré tu puta.
Aquella mujer no dejaba de sorprenderme, todo yo, siempre lo que yo quisiera, y su sonrisa empezaba a darme mucha tranquilidad y confianza, pero seguía estando tan confuso o mas que cuando llegue al piso de ella, así que le pregunte. ¿Nos sentamos otra vez en el sofá?
Ella otra vez se carcajeo, su risa era bonita y nada burlona, era mas una risa de alegría y de bien estar, nos sentamos en el sofá uno al lado del otro nuevamente pero algo mas separados que anteriormente, permanecimos callados durante largo rato, ella se levanto y fue a buscar dos refrescos y dos vasos, al sentarse de nuevo ya lo hizo junto a mi, rozándome la pierna con la suya, sirvió los refrescos y me ofreció uno, yo tome el vaso, bebí un sorbo y lo deje sobre la mesa, ya me notaba bastante tranquilo, ella me miraba y seguía sonriéndome.
Pasamos así otro rato, luego me pregunto. ¿A que hora te tienes que marchar?
Yo le conteste. No tengo hora de llegar a casa, pero si quiere ya me marcho y vengo el mes que viene.
Ella sin dejar de sonreírme me dijo. No…, no que va, por mi te puedes quedar hasta el domingo por las tarde, lo digo por tu familia, como aun no tienes los dieciocho años, y ahora no me digas mas de usted.
Yo le conteste. Si claro me imagino que es por mi familia, pero yo suelo salir los viernes y en ocasiones empalmo la noche con el trabajo del sábado, después voy a comer a casa y me acuesto hasta la noche otra vez.
Ella me volvió a decir. Esta bien, ya sabes que puedes hacer lo que quieras, ¿Quieres que me desnude, o prefieres desnudarme tú?
Con aquellas preguntas me quede mas cortado que ninguna vez, tome nuevamente el vaso del refresco y bebí otro sorbo, al dejar el vaso le pregunte. ¿Te sabe mal dejarlo para mas tarde?
Ella me contesto. No que va, yo no tengo prisa, pero sé que los jóvenes sois diferentes ahora que cuando yo tenia tu edad.
Ya me decidí y la tome de una mano, note como ella al sentirse agarrada hizo un gesto pero no retiro la mano, empezamos a hablar y poco a poco fuimos tomando confianza, quizás yo mas que ella, pues me fui recostando hacia ella, al tiempo que me daba morbo pensar que esa mujer ya madura me dejaría hacer lo que quisiera, así, pronto estábamos abrazados, despacio y casi con miedo me acerque a su cuello y lo bese varias veces, para luego subir besándole a buscar sus labios, ella permanecía quieta, casi temblando y con nerviosismo, se lo notaba en el abrazo, pero mi juventud no me dejo darme cuenta enseguida, pronto llegue e a sus labios y la bese en la boca con ganas, nunca había morreado a una mujer tan mayor, siempre me había morreado con chicas de mi edad mas o menos, y aquello hizo que me excitara en demasía, mi polla empezó a ponerse dura y ya casi me hacia daño el pantalón que llevaba pues era bastante ajustado, como pude me desabroche el pantalón y me baje la bragueta sin separarme, ella había agarrado mi cabeza y me mantenía morreándola con fuerza al igual que ella me morreaba a mi, al separarnos yo ya estaba loco, hice un movimiento y me baje los pantalones y los calzoncillos, ella al verme la polla la agarro con una mano y empezó a acariciarla despacio, se dio cuenta que casi me corría y se agacho para meterse mi polla en la boca, al notarlo me corrí nada mas que ella chupo un poco, era mi primera vez que me chupaban la polla y no fui capaz de disfrutarlo antes de correrme, ella siguió chupando durante un rato y la dejo, levanto la cabeza y me miro sonriente mientras me preguntaba si quería que siguiera, yo sin hablarle le indique que siguiera y ella se volvió a agachar y siguió chupándome la polla, en poco rato me volví a correr, esta vez si que disfrute de una buena mamada.
Levanto la cara y me seguía sonriendo, me dio un beso en los labios y se levanto para desnudarse, cuando la vi desnuda creí volver a ver a un ángel, su piel blanca que acaricie un poco y estaba suave como la de un niño, unas tetas bien colocadas y firmes y un cuerpo perfecto, tras mirarla bien le pregunte. ¿Tú también eres una monja?
Ella sin dejar de sonreír me contesto con otra pregunta. ¿Te importaría que fuese una monja?
Yo me separe de ella, me levante y me subí los calzoncillos y los pantalones, tras abrocharme le conteste. Si…, creo que si, bueno no lo se, pero no me has contestado.
Ella como siempre, sin dejar de sonreírme me contesto. No, no soy una moja en lo que la palabra indica, lo he sido hasta el mes pasado, pero no podía seguir en el convento sin ver a otras personas que no fueran mis hermanas y mis niños del hospital, quería sentirme como cualquier mujer, y decidí dejar de ser monja.
Yo incrédulo le dije. Esta bien si tú lo dices me lo creeré, pero ahora me tengo que marchar, mañana vendré después de comer si quieres que venga.
Ella me miro cariñosamente y me dijo. Quédate a cenar y después más tranquilo te marchas, es que temo que si te marchas ahora dejes de ser mi amigo.
Yo le sonreí y le conteste. Esta bien me quedo a cenar, así hablamos un poco mas.
Ella entro en su dormitorio y al salir llevaba una bata puesta, entre la abertura de la bata pude ver que no se había vestido ni tampoco se había puesto bragas ni sujetador, me pidió que la acompañase a la cocina , mientras preparaba la cena me conto que trabajaba en un hospital de niños, y que siempre estaba con niños enfermos, que el dejar los hábitos no fue impedimento para conservar su trabajo y que solo vivía en aquel piso dos fines de semana al mes, el resto de los días los pasaba en el hospital como cuando estaba en el convento, ella seguía teniendo el mismo horario que cuando era monja y no quería cambiar ese horario, cuando hubo preparado la cena nos sentamos en el comedor y tras ella rezar un poco empezamos a cenar.
Yo no había hablado casi nada, ni mientras ella preparaba la cena, ni mientras cenábamos solo me limite e escucharla y a mirarle a la cara, cuanto mas la miraba, mas me gustaba hacerlo y mas guapa la veía, hoy entiendo que era mi juventud y el impacto que me causo, que una monja que había colgado los hábitos me hiciese una mamada sin pedírselo, al terminar de cenar ella me pidió que me sentara en el sofá con ella y yo accedí.
Al poco de sentarnos me pregunto. ¿Vendrás mañana por la tarde?
Yo le conteste. Si claro que vendré, creo que nos veremos varias veces antes de que deje de venir, pero creo que ya he hablado de más.
Ella me pregunto. ¿Quieres llamarme Clara? Es que ese es mi nombre.
Yo le conteste. Claro que quiero ahora te lo iba a preguntar yo.
Clara me tomo una mano y se la coloco en el pecho sobre la bata, suspiro y me miro sonriente como siempre, luego me dijo. Quiero que sientas con tu mano lo que te voy a decir.
Yo permanecí callado y quieto, ella me miro a los ojos y me dijo. No quiero que te marches esta noche, y mañana por la noche tampoco.
Yo le sonreí y le pregunte. ¿Por qué tiemblas?
Ella me contesto. Porque tengo miedo a dormir con un hombre y creo que no es por ti.
Yo ya no le pregunte mas, me sentí alagado y deseoso de ir a la cama con ella, pero me limite a relajarme un poco mas, poco a poco íbamos teniendo mas confianza entre Clara y yo y me daba cuenta que mayor o no, era una mujer que me parecía que estaba buenísima, y que podía hacer con ella lo que quisiera en el sofá o en la cama, además que era una gran oradora, hablaba muy bien y se hacia entender muy claramente, por mi mente empezaron a pasar algunas fantasías sexuales que poco a poco me iban poniendo caliente, me levante del sofá y le tendí una mano a Clara, ella se agarró y se levanto, yo la abrace con fuerza y la bese en la boca, al poco baje una mano y la metí entre la raja de la bata y alcance su coño, Clara parecía que temblaba, yo la acariciaba con suavidad, no era un coño como el de mis amigas adolescentes como yo, lo note mas desarrollado y de labios fuertes, nos separamos y decidimos ir a la cama, yo ya tenia la polla otra ves que me reventaba, si no hubiera dejado de acariciarle el coño creo que me habría corrido con los pantalones puestos, en la habitación Clara me ayudo a desnudarme , cuando me vio nuevamente la polla se sonrió y me pidió que me aguantara hasta estar acostados, yo me carcajee y ella me empujo sobre la cama para quitarme los zapatos, los pantalones, los calzoncillos y los calcetines, yo ya estaba loco por que al quitarme la ropa me hacia caricias y me tocaba la polla, mis casi dieciocho años y aquello que estaba pasando totalmente nuevo para mi hacían que mi polla reventara pronto, Clara sin subir a la cama se agacho y se volvió a meter mi polla en la boca al darse cuenta que casi me corría de nuevo, chupo fuerte para sacar toda la corrida continuo durante un rato, luego se levanto y se tumbo a mi lado, yo me abrace a ella mas bien algo bajo y empecé a lamerle las tetas y a chupar sus pezones,
Ella empezó a gemir con ganas aunque procuraba no gritar mucho, poco a poco fui bajando hasta que llegue a su coño y empecé a comérselo, aquí fue cuando ella creo que también se corrió casi nada mas empezar a chuparle el clítoris y a mordisqueárselo con suavidad además de meterle el dedo un poco, eso yo ya sabia hacerlo por que tenia alguna amiga que se lo hacia aunque ella nunca me la chupaba, Clara enseguida bajo la mano para retirar la mía y que no le metiera el dedo, yo retire la mano y no volví a intentarlo, me hizo colocar en la posición del sesenta y nueve y se metió otra vez mi polla en la boca, chupaba con fuerza y yo me enloquecía de placer, estuvimos así mucho rato, yo me corrí otras dos veces y ella también se corrió otras dos veces o tres, al ponernos nuevamente bien en la cama nos colocamos uno junto al otro y nos abrazamos intentando relajarnos un poco.
Al rato de estar tranquilos Clara me pregunto. ¿Te quedas a dormir o te
marcharas?
Yo ya como si fuésemos conocidos de mucho tiempo le conteste. Eso lo decides tú esta noche, otro día decidiré yo.
Clara me apretó fuerte en el abrazo y me beso fuerte en los labios, luego me dijo. Gracias por quedarte.
Yo le conteste. Es que he pensado que no es solo lo que yo quiera, tiene que ser lo que queramos los dos, y creo que los dos queremos, yo quedarme y tu que me quede.
Volvimos a hablar un rato mas, le conté que yo nunca había estado con una chica desnudo del todo, y menos en una cama, al igual que mucho había sido nuevo para mi, como correrme en la boca de una mujer, o comerme un coño sin prisas disfrutando de el mientras me corría, Clara también me dijo que yo era el primer hombre que entraba en su dormitorio, me dijo que ella había entrado en el convento a los catorce años y que había salido ahora casi con cuarenta, que a sus treinta y nueve años mi polla era la primera que se acercaba a su cuerpo y que chupaba y me recalco que no le importaría que fuese la ultima, después de decirme eso, me volvió a decir que ella no quería follar que quería morir siendo virgen y sin tener ni la punta de la polla en la puerta del coño, yo le di mi palabra de respetar su deseo pero le pregunte si quería por el culo, ella me contesto que eso ya sucedería si así se veía oportuno.
Sobre las dos de la mañana volvimos a empezar nuevamente a acariciarnos con ganas y volvimos a buscarnos, yo le volví a comer el coño con ganas, me gustaba su liquido vaginal y de vez en cuando chupaba con fuerza para meterme todo su coño en la boca y notar mi boca llena de aquel coño tan grande para mi, nos volvimos a correr otras dos veces, al terminar decidimos ir a lavarnos un poco, en aquellos pisos en esos años no había duchas en todos, y ese era uno de esos, había un lavadero para lavar la ropa, y allí nos aseamos lo mejor que pudimos, después nos acostamos para intentar dormir un poco, yo tenia que empezar a trabajar a las siete de la mañana y hasta las dos de la tarde, menos mal que el trabajo estaba solamente a una calle de donde vivía Clara.
A las seis y media de la mañana Clara me despertó con el desayuno, yo al verla me quede sorprendido, no esperaba que me trajera el desayuno a la cama, me lo tome y espere a que se volviera a acostar, me abrace a ella y la bese en la boca fuertemente, al separarnos me levante y me vestí para irme a trabajar, le di otro morreo antes de marcharme y me fui a trabajar.
Tras el trabajo volví a mi casa a comer, mi madre como de costumbre cuando no aparecía por las noches me regaño por no decirle nada pero todo fue eso, después de comer me cambie de ropa, guarde ropa en una bolsa y le dije a mi madre que no me esperase hasta el domingo por la noche o el lunes a comer, me despedí de ella y me marche, me encamine al piso de Clara, mi mete no cesaba de recordármela, parecía que me había enamorado de ella, solo pensaba en Clara y como habíamos pasado la noche, note como mi polla quería ponerse gorda pero pronto me concentre en otras cosas para que no subiera mucho, al llegar al portal salude a la portera y subí al piso de Clara, otra vez la monja prima de Clara me abrió la puerta, yo nuevamente me quede cortado, aquella monja me hacia sentirme fuera de lugar, pero me trataba muy amablemente, y los ratos que ella estaba estando yo, en el fondo me sentía cuidado casi en exceso, sobre las cinco de la tarde la hermana Carmen que así se llamaba, se marcho y Clara y yo nos quedamos nuevamente solos, entonces me volví a sentir bien de nuevo, Clara enseguida me abrazo con fuerza y nos morreamos con ganas y con deseo, en poco rato estábamos acostados comiéndonos todo el uno al otro.
La siguiente vez que vi a Clara era casi mi cumpleaños fue el día once de septiembre y me fui de su casa el día catorce, ese fin de semana me regalo una bata de estar en casa y unas zapatillas diciéndome que así cuando llegase me podía desnudar enseguida aunque estuviese la hermana Carmen, como le había dicho que me gustaba escribir también me regalo una pluma estilográfica, aquel fin de semana no estuvo la hermana Carmen en todo el tiempo que yo estuve en casa de Clara.
Pronto pasaron los meses, ya hacia casi seis meses que nos conocíamos, no veíamos cada dos semanas yo solía entrar en su casa el viernes por la tarde sobre las siete de la tarde mas o menos, y salía el sábado para ir a trabajar y regresar a comer, y ya no me marchaba hasta el lunes por la mañana al trabajo que entonces salíamos juntos del piso, disfrutábamos del sexo oral y hablábamos mucho de todo, su prima, la hermana Carmen venia los sábados, pero solía venir por la mañana y desde que yo comía en casa de Clara los sábados, ella solía marcharse en cuanto yo entraba en el piso, solo una o dos veces se había quedado a comer.
Aquel sábado Carmen se quedo a comer, fue la primera vez que al entrar la vi con el pelo suelto y sin hábitos, llevaba una falda oscura y una blusa que se le trasparentaba un sujetador bastante basto y muy tapado, me imagine que bajo la falda sin medias llevaría también unas bragas de gran tamaño, Carmen no era fea, y así, vestida de mujer parecía mas guapa, aunque para mi Clara era mucho mas guapa que Carmen, pero claro, yo estaba loco por Clara, lo que tenia Carmen era juventud, era una monja de unos veinticinco años, a base de tratarla me di cuenta que era bastante alegre y que le gustaba mucho bailar y cantar, y se les veía muy unidas a las dos mujeres sobre todo cuando estaban juntas, después de comer Carmen recogió todo y lo dejo todo limpio, entro en la habitación de Clara y cuando salió ya llevaba los hábitos puestos, al despedirse me dio dos besos y me dejo encargado que cuidara bien a Clara que ese día se encontraba algo mal, y nada de sexo ese fin de semana, yo acepte cuidarla y su proposición y Carmen se marcho, al quedarnos solos Clara me pidió acostarnos pero para estar juntos y abrazados, me dijo que no se sentía bien, nos acostamos y nos abrazamos, permanecimos así mucho rato.
Quizás habían pasado dos horas desde que nos acostamos, Clara estaba tranquila y yo le acariciaba suavemente su cuerpo, ella me miraba mucho y me sonreía, pero su sonrisa no era la que yo conocía, al poco me dijo. Hoy no soy una buena amante, bueno nunca lo he sido, pero hoy creo que te estoy fastidiando.
Yo levante la cabeza y mirándola le dije. Eso es una tontería, no siempre se tiene que estar deseando sexo.
Ella se carcajeo como siempre que parecía que yo decía una tontería, pero tampoco su risa era la de siempre, me miro a los ojos y me dijo. Yo no, pero tu si, tu eres un chico de dieciocho años, ardiente y deseoso de sexo, me gusta verte disfrutar y soy feliz haciéndote lo que te hago, al igual que cuando tu me haces todo lo que me haces, y hoy creo que ya lo tenemos todo hecho.
Yo para que no me hablara más del tema le pregunte. ¿Quieres hablarme de la hermana Carmen?
Clara me contesto. Claro que quiero, es mas, esperaba que me lo pidieras, y hasta creo que has tardado demasiado.
Guardo unos segundos de silencio mientras se apretó un poco más a mí, y me daba un beso en la mejilla, luego me dijo. La hermana Carmen es, bueno era, mi pareja en el convento y en el hospital, aquí no, aquí solo eres tu mi pareja, lo nuestro paso sin quererlo, ella entro en mi habitación y yo estaba desnuda, entonces se me acerco y me pidió tocarme las tetas y accedí, ella me hacia sentirme bien por el simple hecho de estar donde yo estaba, así que no le negué nada de lo que me pidió, lo mismo que me paso contigo, ella tenia entonces veinte años, ya han pasado casi seis, ahora solo nos juntamos para hacer lo mismo que hago contigo cuando podemos en el hospital, en el cuarto que tenemos para descansar ella y yo, pero tenemos que tener mucho cuidado para que no nos descubran, en el convento era mas fácil, desde que deje el convento ella también quiere dejarlo, pero yo le digo que mi vida en la calle no es ella, ni siquiera tu eres mi vida fuera del convento, pero ella si puede viene siempre que yo estoy aquí, por eso la ves cada sábado, no te enfades con ella, es muy buena mujer y mas joven que yo, y sé que le gustas.
Yo le pregunte. ¿Quieres decir que la hermana Carmen follaría conmigo?
Clara se volvió a carcajear y me contesto. Tanto como follar creo que no, aunque en verdad no lo se, por que yo le he contado lo que hacemos y se ha puesto muy caliente siempre, tanto que la he tenido que satisfacer, pero bueno eso no importa, además si seguimos por ese lado te pondrás tu caliente y hoy no estoy bien.
Yo muy sorprendido le pregunte. ¿Y porque le has contado lo que hacemos?
Clara no me contesto, se debió de dar cuenta que había hablado de mas o que ya era tarde para que yo no me pusiera excitado y mas si seguíamos hablando de aquello, me abrazo con fuerza, bajo una mano y me agarro la polla masajeándola con suavidad , enseguida me hizo subir para que se la metiera en la boca, ella no se quería mover de cómo estaba, empezó a chupármela con suavidad y poco a poco iba haciéndolo con mas fuerza y energía, yo ya no me corría con tanta facilidad como el primer día y los siguientes, aguantaba un rato mas o menos largo, Clara me hacia unas mamadas de infarto, cuando me corrí casi enseguida me hizo apartarme cuando me coloque nuevamente a su lado me dijo. Ahora estarás mas tranquilo, no me gusta verte nervioso ni con ganas de correrte.
Aquel fin de semana fue el ultimo que vi a Clara, al siguiente, pasados los quince días de siempre, la portera me dio una nota al decirme que mi tía Clara no había venido y que la monja que la cuidaba había traído aquella nota, tome la nota, le di la espalda a la portera y camine tres o cuatro pasos, abrí el sobre y ley la nota, aun la conservo, y aun pasando los años cuando la leo, que suelo hacerlo mínimo una vez cada año, se me saltan las lagrimas, la nota dice así: No te enfades conmigo Javier, pero me tengo que ir a casa de mi esposo, el señor me espera en pocos días, quizás cuando leas esto yo ya este enterrada y entre los brazos de mi señor, pero quiero darte las gracias por hacerme feliz y por ser feliz a mi lado, la hermana Carmen te esperara el sábado para hablar contigo y decirte cosas que no te puedo escribir, te quiero, un beso Clara.
Sin girarme le dije adiós a la portera y me marche, estuve dado vueltas sin rumbo, no sabia de que convento eran las monjas, no sabia en que hospital trabajaba, y lo que mas me jodia, que nunca supe que estaba enferma, aunque la enfermedad no era razón para no haber hecho todo lo que hice con ella, la ame de verdad aunque todo empezó como un juego y solo por placer; Después de caminar perdido hasta casi las tres de la mañana por todo mi barrio regrese a mi casa y me acosté, al notar la soledad de la cama y de la oscuridad empecé a llorar como lo que era, un niño crecido que quiso jugar a ser hombre, aquella mañana del sábado no fui a trabajar, estaba tan destrozado que me quede acostado y llorando casi todo el rato hasta las doce del medio día, en verdad aun no había dormido nada pero me levante y me vestí, me puse unas gafas oscuras y Salí a la calle dirección al piso de Clara.
Llame al timbre y la hermana Carmen me abrió la puerta, al vernos nos abrazamos y lloramos juntos unos minutos, los dos habíamos perdido lo mismo, aunque ella mas que yo, luego ya sentados en el sofá Carmen me conto por que Clara había dejado el convento, la razón principal fue su enfermedad y lo hizo como venganza por saber que tenia una enfermedad mortal y sin posibilidad de cura en esos años, tras hablarme de otras cosas, también me hablo de sus miedos cada vez que nos acostábamos, me dijo que su peor temor había sido la posibilidad de morirse estando yo con ella, también me hablo de lo feliz que la veía cuando yo entraba en le piso, la hermana Carmen preparo la comida y comimos los dos, ella se sentó donde siempre a mi lado derecho, no quiso ocupar el sitio de la mesa donde comía Clara, después de comer me dio sueño y tras quitarme los pantalones y la ropa de arriba menos la camiseta y los calzoncillos, me acosté en la cama de Clara.
Me desperté bruscamente cuando me quise mover y no pude hacerlo, estaba atado de las manos al cabecero de la cama, asustado mire y no había nadie en la habitación, la ventana estaba cerrada y la persiana bajada, las cortinas estaban también sin correr, por las rendijas de la persiana entraban unos rayos de luz, llame pero la hermana Carmen no entro, empecé a ponerme muy nervioso, los pies los tenia sueltos así que podía patalear y dar culetazos en el colchón al tiempo que no dejaba de gritar el nombre de Carmen y de Clara, tras mucho rato, me quede callado y decidí estarme quieto, me di cuenta que si seguía estirando mucho me acabaría haciendo daño en los brazos y en las muñecas, cerré los ojos y respire profundamente, sabia que aquello solo podía ser cosa de Carmen, y porque no, de alguna monja mas, en ese momento se me paso por la cabeza que era todo una broma pesada de Clara y de Carmen, aunque enseguida se me fue de la cabeza, estaba seguro que Clara nunca me haría sufrir de aquella manera, y sabia que ella nunca me habría atado a la cama salvo que yo se lo hubiera pedido, gire la cabeza y vi que en el despertador eran las seis de la tarde, Carmen ya no estaría en el piso, pero no creía que no estuviera, si me quedaba allí atado quien sabia lo que me podía pasar, respiraba hondo y todo lo calmado que podía, no quería ponerme mas nervioso de lo que estaba, por fin, pasados unos veinte minutos tras ver la hora en el despertador me quede relajado, lo malo era que tenia ganas de mear y casi no me aguantaba, de pronto escuche la puerta de la entrada del piso y un hombre hablando con la hermana Carmen, después despedirse y cerrar la puerta, escuche como pasaba el cerrojo y echaba la llave a la puerta.
Tras unos minutos entro la hermana Carmen a la habitación, cuando me vio despierto me dijo. Perdona pero tenía que salir y no quería que te marcharas, así que por eso te he atado.
Yo enrabiado le dije. Creo que lo mejor habría sido despertarme y decírmelo.
Ella me contesto. Si, lo se, pero si te vieras, estas excitante y hasta me dan ganas de no soltarte, además no lo debes de estar pasándolo tan mal cuando se te nota la polla hinchada.
Yo cabreado le dije. Eso es por que me estoy meando y casi no me aguanto, desátame que me tengo que marchar.
Ella al escuchar aquello se acercó a mi y me quito los calzoncillo, luego empezó a pajearme para que se me pusiera bien gorda, cuando vio que estaba bien gorda se levanto la túnica y se quito las medias y las bragas, yo estaba indignado y cabreado al mismo tiempo que asustado, aquella monja se subió sobre mi y tras tres empujones que se me parecieron dolorosos para ella se metió mi polla en su coño, yo que nunca había follado al notar aquello me corrí casi sin tiempo a que entrara del todo, ella siguió fallándome sin parar hasta que me corrí nuevamente, ella se corrió casi al mismo tiempo que yo pero siguió sin parar, mi polla seguía hinchada mas por las ganas de mear que por la de follar, ella se inclino un poco sobre mi y tras morrearme me quito la almohada y la puso debajo de su culo pero sin quitarse de encima, mientras, me decía casi gritando que me meara dentro de su coño, llego un momento que ya no pude mas, sabia que o me meaba en ese momento o lo haría cuando ella se quitara de encima mio, así que decidí mearme dentro de su coño, aquella monja al notar mi meada dentro se corrió de placer mientras me pedía que me meara del todo, que no dejase ni una gota, para entonces ella apretaba y no se movía para que mis meados no se le salieran, cuando termine ella se apretó la almohada y se tiro al suelo para no mojar la cama, enseguida soltó al almohada mojando el suelo y después de fue al baño, cuando volvió recogió todo y se volvió a marchar, yo seguía atado y ahora además desnudo y follado por una monja siete años mayor que yo, poco a poco se me paso el cabreo y fui pensando que en el fondo me había gustado, lo malo era, que era la primera vez que follaba y no había sido como yo pensaba que tenia que ser.
Al poco rato Carmen entro otra vez en la habitación y se sentó en la cama junto a mí, se agacho y me dio un beso suave en los labios, luego me dijo. Si me prometes seguir haciendo lo que yo quiera te suelto, si no, seguirás atado.
Ya la mire y le conteste. Si fueras Clara ahora mismo seria feliz, pero así, creo que te odio y solo quiero marcharme.
Ella se sonrió y me dijo un tanto contrariada. Si claro, Clara, tu Clara, pues que sepas que nunca fue tuya, Clara era mía.
Yo me carcajee y le dije. Desde luego si la tratabas como me tratas a mi, no me extraña que cuando descansaba me prefiriera a mi.
Carmen se levanto irritada y salió, justo en la puerta se giro y me dijo. Prepárate que cuando vuelva te volveré a follar.
Ella salió y cerro la puerta, no recuerdo el tiempo que permanecí solo y en la misma posición que hacia ya mas de dos horas, ya empezaba a cansarme pero no tenia mas remedio que aguantarme, Carmen entro con una bandeja, se sentó nuevamente en la cama a mi lado y me ofreció darme de cenar, yo me negué, entonces dejo la bandeja sobre la mesita y se quito los hábitos, se quito el sujetador y se destapo el pelo, luego empezó a besarme por todo el cuerpo, como me movía mucho y quería resistirme, busco unas sabanas y me ato los pies a los pies de la cama, ya solo me faltaba insultarla, pero aun no había llegado el momento, pensé que si la insultaba en ese momento aun disfrutaría mas, ella empezó a besarme y a lamerme por todo el cuerpo mientras que con una de sus manos me tocaba la polla, yo enrabietado le advertí que si le cogía con los dientes algún trozo de carne se lo arrancaba, ella se detuvo y mirándome me dijo que no fuera tan malo, que al final yo también iba a disfrutar cuando me corriera, luego se agacho y bajo a comerme la polla, empezó a chuparla despacio y seguido, poco a poco fue haciéndolo mas fuerte hasta chuparla con mucha mas fuerza que solía hacérmelo Clara, , siguió así hasta que me corrí en su boca, antes de que se me pudiera aflojar se puso sobre mi y se sentó metiéndose la polla nuevamente en el coño moviéndose con fuerza y rapidez, pronto se corrió ella pero no paro, siguió así por lo menos diez minutos mas, en ese tiempo yo me volví a correr otra vez, cuando se apartó se quedo acostada a mi lado abrazándome y besándome con mucha dulzura, yo me retiraba todo lo que podia, pero mis intentos eran inutiles.
Tras besarme durante mucho rato me dijo. Te voy a soltar y haz lo que quieras, si te marchas lo veré bien, y si te quedas también.
Yo no le dije nada, ella se levanto y me soltó primero los pies, después me soltó las manos, al verme libre me incorpore y le dije. Esta bien hermana puta, ¿O quizás quede mejor Sor puta?
Ella se carcajeo y me dijo. Soy todo lo que quieras que sea, pero solo por y para ti Javier, para nadie mas.
Me levante y entonces vi sangre en la sabana y le pregunte. ¿Y esta sangre?
Ella me contesto. Es que me he desvirgado al sentarme sobre ti antes y ha goteado un poco, pero ya estoy bien.
Yo me sonreí y le dije. No creo que eso sea cierto, pero tampoco me importa, sabes me voy a vestir y me voy a ir a mi casa, lo único que quiero es olvidarte y olvidar todo este día.
Carmen no me replico, se quedo mirándome como me vestía, cuando me estaba calzando se levanto y se puso una bata parecida a la de Clara, al salir ya en el salón me dijo. Cena algo antes de irte, no quiero que salgas sin cenar.
Yo la mire fríamente y le pregunte. ¿A que viene todo este cuento ahora?
Carmen me contesto. Es que tengo que hablar aun más contigo, y tengo el encargo de Clara de que no te marches sin cenar si te quedabas hasta tarde.
Yo no se si por inocencia o por que nombro a Clara acepte cenar con ella para que me contara lo que parecía se había dejado de decirme, mientras cenábamos me dio un paquete de parte de Clara y me pidió perdón por lo que me había hecho, yo no le hice comentario alguno, abrí el paquete de Clara y habían varias cosas, el rosario de Clara, su libro de oraciones, la pluma estilográfica que llevaba en el bolso y que escribió la dirección suya para dármela, una libreta donde Clara tenia cosas escritas, entre otras cosas poemas dedicados a nosotros, y una cantidad de dinero en billetes de cien pesetas y de quinientas pesetas.
Yo mire a Carmen y le dije. Yo no creo en dios, y menos en la iglesia, y ahora te imaginaras que todavía menos, así que el rosario y el libro de oraciones no los quiero tener, el dinero lo das a tus pobres o a quien creas que lo necesite mas que yo, solo me quedare la libreta y la pluma estilográfica por que me gusta mucho.
Carmen tomo lo que le daba y lo guardo, luego me dijo. Si…, ella lo sabe y lo sabia sin que le dijeras nada, me lo decía cuando hablábamos de ti.
Me levante de la silla para marcharme, me acerque a la hermana Carmen y le di un beso en la frente al despedirme, cuando salía por el pasillo me dijo. Si recapacitas y quieres venir estaré aquí una semana entera, yo solo quiero ser como Clara contigo.
Yo me gire mis ojos brillaron de colera y le conteste. Hermana Carmen, para mi, Clara era única y nadie será capaz de igualarla ni en su mirada, encuanto a usted, no le llega ni a la suela del zapato.
Abrí la puerta y Salí de aquel piso, sin detenerme ni mirar atrás, camine hasta mi casa, al llegar me acosté y volví a llorar, nunca he sabido si llore por Clara o de rabia por lo que me había pasado, al pasar el tiempo quizás dos o tres años me arrepentí de no haber vuelto para follar con la hermana Carmen.
Relato de historia real, escrito en mi libro no publicado, El Escribidor Para Adultos, cuaderno primero de 1981
Solo Yo
NOTA:
Hoy aun conservo las dos plumas estilográficas, las cuales aun utilizo de vez en cuando para escribir alguna cosa, son las mas antiguas de mi colección junto con la de mi primera comunión, de su libreta poco puedo decir, mi ex mujer la hizo desaparecer a poco de casarnos lo que nos costó casi la separación.
Gracias por leerlo
Un Saludo
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