Cogiendo con mi mejor amiga
Me quité la venda, y ahí estaba Laura, de pie arriba del sillón. Llevaba puesto una especie de bikini color azul cielo. .
Soy Manuel y actualmente tengo 25 años, pero lo que voy a contar ocurrió cuando tenía 12. Tuve sexo con mi mejor amiga de la escuela de nombre Laura. Ambos vivíamos en la ciudad de San Luis Potosí, en México. Todo empezó cuando salimos de sexto año de primaria y durante ese verano antes de ir a la secundaria.
Laura y yo nos conocíamos desde el kínder y como vivimos muy cerca el uno del otro desde entonces fuimos grandes amigos hasta segundo año de secundaria, cuando se fue de la ciudad, además de que siempre estuvimos en el mismo salón por fortuna, cuando se fue a vivir a otra ciudad. Desde que éramos muy pequeños todo mundo decía que éramos novios, pero no nos importaba, lo único que nos gustaba era estar siempre juntos. Y nuestro romance comenzó justo cuando íbamos a salir de sexto año de primaria, como ya lo mencioné anteriormente.
La historia comienza el día de la graduación, luego de terminar la ceremonia. Empezamos a salir de la escuela, sin embargo, Laura se había apartado del grupo y yo la seguí hasta donde estaba, que era un salón cerca de la puerta. Cuando la encontré, estaba llorando sentada en el suelo.
-¿Qué tienes?-le pregunté mientras me sentaba.
-Es que es nuestro último día juntos, el año que viene puede que nos cambien de salón -dijo ella.
-Eso no lo sabemos, y aunque así fuera, nos seguiríamos viendo en la escuela, pues nunca me separaría de ti, has sido siempre mi mejor amiga -le respondí yo.
-¿Lo dices en serio?
-Sí, lo digo en serio- le contesté.
Mientras yo le secaba las lágrimas con mis manos, lentamente, fuimos acercando nuestros rostros cada vez más, hasta que nuestros labios se tocaron. Nos estábamos dando nuestro primer beso, suave, con los ojos cerrados, sentía la humedad de sus lágrimas. Sin embargo, ella se apartó.
-Dios mío, esto no es correcto, no es correcto -y se echó a correr tan rápido que no la pude alcanzar.
Me sentí terrible, porque no sabía cómo reaccionar. Acababa de besar en los labios a mi mejor amiga, pero no fue intencional. ¿Sería que desde hacía tiempo que me empezaba a gustar? No lo sabía en ese momento. Un par de veces luego de eso me encontré a Laura, sin embargo, cuando me veía, se cruzaba la calle y se echaba a correr.
Mi papá había conseguido un viaje a Puerto Vallarta para las vacaciones, así que nos fuimos durante una semana a la playa. Pero no dejaba de pensar en lo ocurrido. No quería hablar con mis padres de esto, pues era muy difícil para mí. Sin embargo, mi hermano mayor, Gabriel, que ya tenía 18 años notó que algo me pasaba, y me preguntó:
-¿Qué te pasa enano? Has estado muy callado desde antes de salir de San Luis.
-¿Si te cuento no te burlas?
-No. ¿Qué pasó?
-Es que tengo un problema con Laura -le dije.
-¿Se pelearon?
-No, es más complicado que eso.
-¿Te le quieres declarar o te le declaraste y te dijo que no?
-Por ahí va, pero no es eso. El día de la graduación ella se fue a llorar a un salón, la encontré llorando, trate de consolarla y pues… nos dimos un beso en los labios.
-¿Qué? ¿Se besaron? No sabía que ya anduvieras de galán.
-Dijiste que no te burlarías.
-Lo siento, pero era lógico que esto pasará. Las niñas suelen tomarse esto bastante a pecho. Ella está confundida y sabe cómo tomar esto. Quizá ambos ya sentían cierta atracción desde hace bastante tiempo y fue hasta un momento en la que ella se sintió vulnerable en la que salió a relucir. Lo que tienes que hacer es tratar de hablar con ella y ver qué le pasa.
Cuando regresamos a San Luis, fui a buscarla, pero no me abrieron. Un vecino me vio y me dijo que se fueron al rancho de sus abuelos de Laura, que vivían en Matehuala, y que volvían el lunes.
Tuve que esperar hasta entonces, pero no me animé a ir el día que llegaron. Fui al cabo de dos días a verla, pero cuando toqué la puerta y me abrió su mamá, fue muy fría conmigo.
-Buscar a mi hija, ¿verdad? Me contó lo que pasó, y la verdad es que me parece que eres un aprovechado. Y le debería decir a tus papás.
-Yo… no sé qué decir… venía a hablar con Laura de lo ocurrido… nunca fue mi intención besarla… -las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos- perdón-.
Yo creo que se sintió mal, porque cuando ya me iba me dijo:
-¿Fue sin querer?
-Sí. Ella estaba triste porque pensaba que ya no nos íbamos a ver, y sin darnos cuenta nos besamos.
-Está bien, voy a llamar a Laura para aclarar este asunto. Lo que pasa es que pensé que tú la habías besado a la fuerza.
Fue por Laura, y en seguida salió con ella.
-Los voy a dejar solos por un momento.
Laura estaba frente a mí, pero no se atrevía a hablar. Así que yo comencé hablando.
-Lo que pasó el día de la graduación, no sé que decir. No fue mi intención besarte. Perdóname.
Y lo que ella dijo pues francamente me sorprendió mucho.
-Ahora que lo pienso, no me arrepiento de lo que pasó. Lo que pasa es que tengo miedo de enamorarme de ti, porque si la relación termina mal, ya no seremos amigos.
-Bueno, en realidad eso no lo sabemos. Laura, ¿te gustaría ser mi novia?
-Está bien. Solo promete que si no resulta, seguiremos siendo amigos.
-Te lo prometo.
Y nos dimos nuestro primer beso de novios.
Nuestros papás, naturalmente, supieron que Laura y yo teníamos una relación, y nos advirtieron que solo podía ser bajo su supervisión. Y aunque al principio fue de «manita sudada», como decimos en México, pronto comenzamos a llegar más lejos. Mi hermano me dijo que tenía que ser respetuoso con Laura, que no debía propasarme, aunque cuando estábamos solos nos besuqueábamos de manera muy intensa. Y nos gustaba demasiado.
En una+ ocasión, los papás de Laura salieron y la dejaron sola con su hermana, que tenía 16 años, y no lo sabía, así que fui a verla.
-No puedo salir, mis papás no están.
-Está bien, yo me voy y regreso mañana.
Y en eso sale su hermana.
-¿Quién es, Laura? Ah, hola Manuel. Mira, Laura. Te voy a dejar salir con tu «amiguito» si te vas por espacio de unas tres horas y no les dices nada a mis papás. ¿Está bien?-dijo
-Está bien- dijo Laura.
Me había puesto a lavar los carros de los vecinos para hacerme con un dinerito e invitar a Laura a comer pizza. Había una plaza comercial cerca de la casa donde hay una pizzería muy buena. Nos fuimos a comer pizza, y así quedó.
Al día siguiente era sábado, y nos fuimos a Salinas a ver a mis abuelos y regresamos hasta el domingo en la noche. Al día siguiente, fui a ver a Laura y la noté un poco extraña. Fuimos a un parque cercano a caminar, y nos sentamos en una banca. Le pregunté por qué estaba tan callada y ella me respondió algo que me dejó desconcertado:
-¿Qué piensas del sexo?
Y me dejó sorprendido su pregunta. En la escuela ya nos habían hablado de la sexualidad, y mis papás me habían hablado del tema, pero mi hermano me había advertido dos cosas: era muy joven para pensar en tener sexo y estaba mal forzar a una mujer a hacer algo que no quería.
-Pues no lo sé, en la escuela nos lo explicaron, ¿no te acuerdas? Además, creo que somos jóvenes para andar pensando en eso- le dije-.
-En algún lado de internet leí que es algo que no tiene edad. Además, luego de que me dejaras en mi casa el viernes, mi hermana se estaba bañando. Y el sábado encontré algo que había grabado su videocámara. Estaba haciendo el amor con tu hermano, y se lo estaban pasando de lo mejor. ¿Qué tal si lo intentamos tú y yo?
No supe que responder en ese momento. Mi novia me estaba proponiendo que tuviéramos relaciones sexuales y no sabía cómo manejarlo en ese momento. Un día que mi hermano no estaba (supongo que se fue a ver con la hermana de Laura a darle duro al catre o qué sé yo). Y entre sus cosas encontré una película que me llamó la atención. Se llama “La primera noche”, y como la tenía escondida, supuse que no quería que nadie la encontrara por algo. Así que la vi a escondidas. Nunca en mi vida me imaginé que una película de este tipo pudiera haber existido. Era de chavos de más o menos la edad de mi hermano que tenían su primera vez. Mientras veía la película, me masturbaba y llegué a sentir muy rico hasta que se me salió la leche. Me había masturbado antes, pero nunca hasta terminar y fue la mejor sensación del mundo. Luego revisé la computadora de mi hermano, que estaba en modo protector de pantalla y cuando abrí el navegador, se me ocurrió revisar el historial y había una página de porno. Me puse a ver algunos vídeos y al observar cómo se la pasaban decidí no hacerme más del rogar y acepté tener sexo con Laura.
Un vecino con el que nos llevábamos muy bien se había ido de vacaciones y me pidió que si de favor podía cuidar sus plantas, que las regara cada tercer día, que recogiera la correspondencia y que me iba a pagar cuando regresará al cabo de un mes. Dejó las llaves con mis papás. Supe de inmediato que esa era mi oportunidad de hacer el amor con Laura hasta que me cansara. Se lo comenté, y ella aceptó gustosa. Al día siguiente, me puse una camisa a botones y la mejor ropa interior que tenía (unos bóxers color rojo oscuro) dejando que el elástico sobresaliera por encima del cinturón. Cité a Laura a las cuatro para tener tiempo de hacer lo que quisiéramos.
Llegó Laura, la estaba esperando afuera de la casa, y la invité a entrar. Nunca me había fijado antes, pero Laura ese día se me hizo muy bonita.
-Espera un momento. Voy al baño. ¿En dónde está?- preguntó.
-Hay uno en la puerta debajo de la escalera.
-Espera un momento, galán. Ah, cierra la puerta bien con llave por favor, no quiero que nos interrumpan.
Fui y cerré la puerta con llave.
-Se me olvidaba.- sacó un paliacate de su bolsillo al tiempo que tomaba mi mano y me sentaba en el sillón grande de la sala, me vendó los ojos -No vayas a ver hasta que yo te diga, espérame aquí quietecito mientras yo vuelvo.
Se metió en el baño. Al cabo de un rato salió. Se acercó a mí y me dijo al oído: “No te quites la venda de los ojos hasta que yo te diga. Recuéstate”, y me ayudó a recostarme.
-Ahora sí, quítate la venda.
Me quité la venda, y ahí estaba Laura, de pie arriba del sillón. Llevaba puesto una especie de bikini color azul cielo. No podía creerlo, Laura estaba frente a mí con poca ropa. Yo estaba algo nervioso, intenté incorporarme, pero ella empujó con su pie mi hombro y volví a quedar recostado. Me dijo: “No, no te levantes, solo déjate llevar”. Y mientras decía esto, se recostó encima de mí Tomó mis manos y las colocó en su espalda. Su piel era muy suave, me estaba poniendo cada vez más cachondo. Desde que llegué a la casa mi verga estaba muy erecta, pero ver a Laura de ese modo y tocarla me excitó aún más. Nos empezamos a besar, primero muy suavemente, luego de manera muy intensa. Nos soltamos y ella comenzó a desabrochar los botones de mi camisa. Una vez que llegó al último, me abrió la camisa y comenzó a acariciarme el pecho y el abdomen. En un principio me resistí, pero comenzó a gustarme, y la dejé. Lo que hizo a continuación también me dejo algo desconcertado, pues empezó a besarme el pecho, y nuevamente me resistí, pero también me gustó, así que me dejé. Finalmente, acercó sus labios a los míos y me volvió a besar apasionadamente. Sentir la piel de su abdomen sobre el mío me prendió aún más. Nos soltamos otra vez y me incorporé un poco para acabar de quitarme la camisa, que cayó al suelo, continuamos besándonos un buen rato. Y le dije entre besos:
-¿Quieres continuar? Todavía estamos a tiempo de parar si no quieres.
-No quiero parar, quiero continuar hasta las últimas consecuencias, quiero sentir tu pito entrando en mi concha tomando mi virginidad. Pero si tú quieres parar, está bien.
-No, quiero llegar también a eso.
-No me había fijado, traes bóxers rojos, perfectos para esta ocasión tan especial. Dejar que se vea el elástico te da un toque sexy cuando no tienes camisa.
Dicho esto, tomó la hebilla de mi cinturón y comenzó a desabrocharla, removiéndolo del pantalón. Después, lo desabotonó y bajo el cierre, dejando a la vista mis bóxers rojo oscuro. Me incorporé para poder quitarme los zapatos tenis, los calcetines y el pantalón. Ella se sentó también, y continuamos besándonos y acariciándonos. Comenzamos a recostarnos otra vez en el sillón. Y de repente ella me dijo:
-Espérame tantito, deja me quito el brasier. O mejor, quítamelo tú. Solo tienes que desatar el nudo.
Así lo hice, dejo al descubierto sus pechos, que no eran muy abultados, pero ya era notorio su crecimiento. El verlos me hizo perder la razón, así que no lo pensé dos veces cuando dijo que se los chupara. Así lo hice, y ella comenzó a gemir, evidentemente de placer mientras los chupaba y pasaba mi lengua por sus pezones y succionaba con mis labios, mi boca estaba ávida de ellos. A estas alturas del partido ya nada me preocupaba, lo único que quería era penetrarla. De los pechos me seguí con el cuello y luego con los labios otra vez.
-Déjame quitarte los bóxers y tú me quitas las bragas, ya quiero terminar, no puedo esperar a tener tu verga dentro de mí. Tú primero, solo tienes que desatar estos nudos y quedaré completamente encuerada y a tu merced-dijo.
Lo hice así, y quedó a la vista su concha que estaba bastante húmeda, deseosa de que mi pito entrara e hiciera la acción para la que la naturaleza lo había destinado. Entonces me puse de pie, y ella me bajó los bóxers, dejando a la vista mi verga, que estaba más erecta que nunca, deseando desflorar a esta doncella para convertirme en un hombre. La tomé con una fuerza descomunal, y la recosté en el sillón mientras acomodaba mi verga para entrar. Era extraño, nunca había cogido y sin embargo sabía a dónde dirigir mi pito para meterlo en su panocha. Finalmente la punta estaba en la entrada, lo único que tenía que hacer es empujarlo. Y así lo hice, se deslizó sin dificultad alguna al principio, pero encontré una pequeña resistencia que fue cediendo poco a poco, era su himen de virgen cediendo ante los placeres de la lujuria. Mi pene lo rompió completamente e hizo su entrada triunfal en el fondo de su vagina. La sensación era deliciosa, indescriptible, como un cosquilleo muy intenso. Instintivamente comencé a bombear lentamente estando dentro de ella. Entre gemidos ella me decía:
-Manuel… ah… que rico… no pares…
Y no iba a parar. Fui aumentando la velocidad poco a poco y ella gemía cada vez más y más. Se sentía muy rico, no podía detenerme, quería más. En ese momento comencé a sentir como el semen subía por mi pene. Y justo cuando llegué al orgasmo empezó salir mientras yo pegué un gran gemido. El placer era inmenso, no podía creer que aquello fuera real, estaba en la gloria. Y mientras eso pasaba conmigo, Laura soltó un gran grito de placer, estaba llegando a su orgasmo. Estaba agitado, sentía como si me hubiese arrollado un camión en la autopista. Sin embargo, era el día más feliz de mi vida. Había hecho el amor con la persona más especial en mi vida hasta ese momento. Sí, tenía 12 años, tal vez era muy joven, pero había disfrutado de un placer que aparentemente solo adolescentes y adultos pueden disfrutar.
Me recosté a un lado suyo, y le comencé a hablar.
-¿Lo disfrutaste?
-Sí, mucho, fue delicioso, quiero volverlo a hacer.
.-Esta bien, pero dame un respiro, se siente muy rico, pero es agotador.
Pasaron unos diez minutos, y volvimos a la carga. Comencé a bombear igual que la primera vez, lentamente y poco a poco fui aumentando la velocidad. Nuevamente el placer se sentía, comenzamos a gemir los dos hasta que llegó el orgasmo, la sensación de mi leche saliendo de mi pito y cubriendo toda la panocha de Laura era una sensación única. Ella gritó como una loca.
Y así estuvimos en ese jale, por al menos unas dos o tres horas, perdí la cuenta de cuantas veces se lo metí. Acabé con la verga adolorida, pero estaba feliz.
Empezaba a oscurecer cuando nos vestimos y salimos de la casa. Le conté que la casa iba a estar disponible todo un mes para hacer el amor sin que nadie nos interrumpiera. Y durante ese mes, perdí la cuenta de cuántas veces cogimos. Pero disfrutamos los dos, incluso luego de que llegó mi vecino de vacaciones. Sin embargo, lo seguimos haciendo, casi siempre vestidos y yo con la bragueta abierta y ella bajándose las bragas hasta las rodillas. Así lo hicimos durante todo un año, hasta que ella se mudó de la ciudad. Nunca podré olvidarla, aunque sus enseñanzas me ayudaron a ser un as cogiendo con mujeres. En segundo año no volví a tocar a una mujer, pero en tercero conocí a chicas bastante calenturientas con las que cogí de manera espectacular, aunque ahora usó condón. Pero esas serán historias de otro momento.
Qué morboso fue. Si me calienta leer de adultos cogere niños, que cojan ya entre puros niños me moja peor la concha. Me encanta imaginarlos junto aplaudiendo fuerte, sudando y gimiedo de disfrutar lo nuevo, ese placer que les dan sus cuerpos. Me encantaría verlos y mejor si puedo sumarme.
Ojalá esto fuese normal. Es triste que entre ellos deba ser todavia mas oculto por bobadas de la gente.