COMPETENCIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
COMPETENCIA
Bianca había entrado en plena adolescencia con sus quince años y ya se desarrollaba como una hermosa mujer, me había pasado en altura, unos quince centímetros, tan esbelta, tan rubia, tan hermosa, tan joven…
Me recordaba demasiado a su padre, tenía su misma estampa y su mismo ímpetu.
No tenía mucho que ver conmigo físicamente a pesar de haberla parido, es que soy tirando a petisa y de curvas más marcadas, más pechos, más caderas, piernas macizas y cortas.
Había convivido con su padre algunos años, terminamos la relación cuando ella era pequeña y si bien Bianca y su papá se ven a menudo, el conmigo casi no tiene trato.
Luego de nuestra ruptura no volví a formar pareja estable, creo que puse todos mis sentidos en mi hija lo que me llevó inconscientemente a no dar lugar al amor, apenas encuentros pasajeros, como hombres casuales, pero no mucho más, sexo si, amor no.
Y todo lo bueno que había vivido con mi niña, pronto empezaría a transformarse en una cruel competencia.
No sé cómo pasó, seguramente Bianca se fijaba demasiado en mí, con su locura adolescente a flor de piel quería llevarse el mundo por delante, y yo fui la primera persona a la que quería derrotar, tal vez yo, a pesar de solo tener treinta y tres envidiaba esa juventud, esa belleza, esa inocencia perdida…
No nos llevábamos del todo bien, parecíamos no coincidir en nada y siempre discutíamos por todo, creo que en verdad la discusión era por el solo hecho de ganar la pulseada.
Me molestaba que no me dejara controlarla, que le fijara horarios, que estuviera pendiente de ella, decía que la asfixiaba y necesitaba su espacio, pero lo cierto es que era una mosca muerta que subsistía por el dinero que le daba su papá o su mamá.
Ella también se molestaba conmigo por la forma en que me vestía, decía que estaba fuera de edad para algunas prendas, eso me enfurecía, mocosa, quien era para juzgarme?
Era cosa habitual que vinieran a casa amigas y algunos amigos, para hacer cosas del colegio o divertirse, le permitía que pasara todo el tiempo que quisiera en su cuarto con las chicas, pero a los chicos los mantenía a raya, siempre con el ojo vigilante.
Fabricio era uno de los chicos que llamaba mi atención, un joven bien parecido, con rostro de ángel y sonrisa de demonio, alto, de cabello crespo, se mostraba locuaz y extrovertido.
Sentía una pecaminosa atracción física hacia ese mocoso, y además por su forma de ser, en alguna oportunidad cruzábamos la mirada y mientras todos me veían como la mamá de Bianca, él lo hacía como un hombre lo hace con una mujer, con ese no sé qué que eriza la piel, podía notarlo, y me incomodaba placenteramente.
Algo que había notado en mi control de madre escuchando las conversaciones, es que a Fabricio, cuando él no estaba lo llamaban ‘255’, eso me intrigaba mucho, 255 no es un apodo convencional, así que una tarde estando Bianca con dos amigas pregunté con la inocencia de quien desconoce las cosas:
Chicas, una pregunta, a Fabricio, por qué lo llaman 255?
No respondieron, se miraron entre ellas en complicidad, el brillo resaltó en sus ojos y se rieron casi a carcajadas, como quien descubre un travesura comprendí que no era la pregunta adecuada, el tono rojizo se apoderó de las mejillas de Bianca, en inequívoca señal de vergüenza, sus gestos me dejaron ver que había secreto en todo esto, por lo que cambié de tema como no dando importancia al asunto, sin embargo, alcancé a escuchar murmullos picarescos a mis espaldas.
Por la noche, mientras cenábamos, estando sola con Bianca, luego de unos rodeos volví a la carga:
Qué pasó esta tarde?
Con qué mamá? – dijo tratando no entender mi pregunta
Vamos, no te hagas… que es eso de 255?
Mamá… – dijo bajando la mirada con un dejo de vergüenza…
Vamos… puedes confiar en mi… seré una tumba…
Me da vergüenza…
Después de tirar varios misiles contra su defensa al fin mi hija soltó el rollo
Bueno… dicen las malas lenguas que los chicos hicieron una competencia… tú sabes… querían saber quién tenía el miembro más grande… y… dicen que Fabricio ganó por mucho, largo 25 cm.
, ancho 5 cm.
, de ahí 255, pero que se yo… son habladurías…
Solté una carcajada para aflojar la tensión del momento, sabía cuándo levantar el pie del acelerador, cambié de tema y di por terminado el asunto.
Pero íntimamente se produjo un click en mi cerebro, siempre tuve una debilidad por los penes enormes, y si algo le faltaba a ese mocoso para convertirse en un cóctel mortal, era saber lo que ahora sabía, solo estaba segura de una cosa, no sabía cómo ni cuándo, pero Fabricio sería mío, cueste lo que cueste…
Y no pasaría mucho tiempo hasta tener la oportunidad…
En un episodio confuso supe de un desencuentro entre los chicos, casi por casualidad, Fabricio pasaría por casa por Bianca, pero Bianca no estaría en todo el día.
Era el momento, ahora o nunca, fui al baño, depilé mis entrepiernas para verme femenina, acomodé mis cabellos, me puse perfume, fui por la ropa de mi hija, busqué uno de sus trajes de baño, ella tiene la cuarta parte de busto que yo, así que mis pechos casi no cabían en ese sostén dorado que hace un tiempo le había regalado, luego a mi pieza, una tanga negra que podía usarse como traje de baño, tan pequeña que se perdía entre mis grandes cachetes, dejando mi culo a la vista, apenas las tiras que cruzaban por las caderas quedaban visibles.
Tomé una manta, bronceador, una bata y fui al patio a tomar sol, la trampa estaba puesta.
Poco después sonó el timbre, abrí como casual, con la bata, Fabricio estaba al otro lado, lucía una musculosa celeste y un pantalón deportivo a las rodillas
Hola señora, está Bianca?
Hola Fabricio, me temo que no, pero pasá a esperarla, no tardará mucho en venir – cosa que yo sabía que no era cierta.
Mejor si la llamo, no quiero molestar…
Vení, no voy a comerte! – apuré tomándolo de la mano e intentando evitar que se comunicara con ella
Fabricio pasó no muy convencido, le alcancé una silla y un refresco de limonada, entonces le dije:
Estaba tomando sol, no te molesta no?
No, está bien…
A continuación dejé caer mi bata, los ojos del chico parecieron salirse de sus órbitas impactado, sin poder creer lo que veían, disimuladamente me recosté boca abajo, apuntándolo con mi culo casi desnudo, solté el sostén por la espalda apretando mis pechos contra el piso, como si todo fuera muy casual.
Seguí con mi ataque despiadado, Fabricio se notaba nervioso, la transpiración corría por su frente, apenas era un niño de quince años, le dije:
Me ayudas? Podrías ponerme bronceador en la espalda que no llego?
Él se acercó tímidamente, puso un poco de crema en mi espalda y comenzó a desparramarla, le dije:
Ya que estás, me pones en las piernas y en la cola?
Creo que en ese momento entendió que sería su día de suerte, no perdió mucho tiempo en las piernas, en cambio sentí como sus manos se aferraron a mis nalgas, sus caricias ya sexuales me hicieron mojar toda, giré un poco y mirándolo fijamente a los ojos pregunté:
Fabricio, por qué te llaman 255?
El bajó la vista a su entrepierna, donde lo seguí para notar una pronunciada erección, entonces tomando el control de la situación se paró, bajó sus pantalones a las rodillas junto con su slip haciendo saltar su enorme pija, aseverando orgulloso
Por esto señora, ve? pura carne para mujeres golosas…
Me acerqué ya sin decir palabra, como una ninfómana se la agarré y se la empecé a chupar, mi debilidad, las vergas enormes, era hermosa, gruesa, dura, joven, él se quedó inmóvil solo observándome, solo se escuchaba los ruidos de mi boca mamando como puta, mis manos acariciaban sus hermosos testículos, suaves, usaba mi lengua para rodear su glande rosado, para enjugarla con mi saliva, para atragantarme con ella, cada tanto la sacaba para contemplarla bajo la luz del sol, la recorría centímetro a centímetro, estaba de rodillas, como adorando a ese pedazo de carne que me llevaba al mismo infierno.
Me incorporé y lo llevé con premura el dormitorio dejando la tanga en el camino y sonriendo como el con torpeza se desnudaba con premura por miedo de perder la oportunidad.
Lo hice sentar al borde de la cama, abriendo sus piernas me paré junto a él, mis pechos estaban a la altura de su rostro, tomé sus manos y las deposité en ellos.
Fabricio empezó a acariciarlos embelesado, perdido, como ido de la realidad, intuí que no podía dar crédito a lo que ocurría
Te gustan? Apuesto que nunca tuviste unas tetas así entre tus manos
Fabricio solo negó con la cabeza sin perder en ningún momento la mirada clavada en mis pezones, como un niño que juega con caramelos, solo las acariciaba en círculos y torpemente me apretaba los botoncitos oscuros mientras yo observaba pasivamente el cuadro, me acerqué a él llevando su rostro contra ellas, sacudiendo mi espalda de manera de golpearlo con los bamboleos de mis tetas, a un lado y a otro, para ese momento estaba suficientemente caliente como para que el adolescente me penetrara, su verga seguía enorme y tiesa, entonces le dije
Dale pendejo, enterrarme toda esa verga!
Él se incorporó levantándome en el aire pasando sus brazos bajo mis piernas, lo rodee por el cuello con los míos y me llevó contra una de las paredes del cuarto, aprisionándome y dejándome expuesta, con una locura inusitada sentí su carne abrirse paso en la mía, como una daga cortando mi intimidad, llenándome por completa, hasta llegar a destrozar mi útero, produje un quejido por instinto, cerré los ojos y busqué sus labios con mis labios, él se movía frenéticamente metiéndome su gruesa vara bien profundo, provocándome un intenso dolor, pero ese dolor tan placentero que una quiere que se repita por siempre, me hacía gritar rítmicamente en cortos y estridentes sonidos
Ahhh! ahhh! ahhh! ahhh! ahhh! ahhh! ahhh!.
Era todo lo que se sentía en cuarto, el pendejo parecía un toro embravecido, me tenía con fuerza aunque la crema bronceadora que me había aplicado antes, hacía que me resbalara entre sus dedos, por lo que me mantenía estaqueada con su hermosa pija, entonces preguntó:
Le gusta? le gusta mi pija verdad?
Que me tratara aun con respeto mientras me violaba solo hacía aumentar la intensidad de los orgasmos que le regalaba
Si!!! ahhh! Dale! ahhh! no pares…
Lo sentí llegar, su verga se puso más tiesa aun en mi interior, solo me entregué al placer, se contrajo, me apretó con fuerzas, su leche caliente brotó en mi sexo y al mismo tiempo mi mano derecha acariciando mi clítoris lograba que me acabara junto a él…
Fabricio me bajó visiblemente agitado y agotado, sus piernas temblaban y volvió a sentarse el borde de la cama, su verga comenzaba a relajarse por lo que empecé a acariciársela para mantenerlo en el juego, no iba a permitirle dar todo por terminado.
En su mirada podía ver la inocencia de un adolescente que se siente apabullado por la experiencia de una veterana de guerra como yo, entonces le dije casi susurrando:
Sabes que me gusta?
No señora, no lo sé…
Soy media degeneradita….
me encantaría que me hagas bien la colita y me acabes todo en la boquita…
Mis palabras provocaron efecto inmediato, su mástil ya estaba nuevamente listo, me puse en cuatro patas y ensalivé lo suficiente mi apretado culito para recibir semejante sable.
Fabricio se acomodó a mis espaldas, apoyó su punta y comenzó a empujar, su juventud le impidió manejar los tiempos y arremetió con furia haciéndome doler, debí enseñarle cómo hacerlo, poco a poco mi esfínter se fue aflojando y poco a poco me fui comiendo sus 25 cm de carne, parecía que iba a matarme, se movía entrando y saliendo, apretándome por mi cintura, con mi culo ante sus ojos, habían cambiado mis quejidos, ahora eran bajos y prolongados, constantes
Mmmmmmmmm… mmmmmmmmm… mmmmmmmmm… mmmmmmmmm…
Nos movíamos al unísono, me llenaba por completo, de pronto el sacó su verga, pensé que iba a acabarme pero descubrí que solo miraba mi culito, entonces pregunté:
Y bebé? como tengo el culito?
Casi con una carcajada, respondió
Señora, me recuerda una tronera de pool…
Mmmm… que rico! eres malo, te gusta abrírmelo todo?
Si me encanta…
Creo que no podré sentarme por unos días…
Entonces si vino sobre mi rostro, creo que mis palabras sonaron demasiado convincentes, me acomodé bien, se masturbaba con locura, lo ayudé con una de mis manos, estaba a centímetros de mis labios, de pronto un líquido blanco comenzó a salir lentamente por la punta, me excité, luego pareció tomar presión y saltó un chorro, y otro, y otro, el semen golpeaba mis mejillas, mi nariz, mis labios, corría por su propia pija llegando a mi mano, pronto todo en las inmediaciones se teñía de blanco, lo metí en mi boca, su sabor meloso me colmó, degusté su exquisito aroma, el sabor de los dioses, me inclino de rodillas ante el…
Fabricio pareció dar por terminada la jornada, pero yo quería seguir jugando, no podía perder tiempo, debía mantenerlo en el ring, fui a uno de mis cajones y saqué uno de mis consoladores, uno tan grande como la pija misma de mi joven amante, el miraba en silencio, abrí mis piernas y me lo metí por completo en mi concha, hasta el fondo, lo saqué para lamerlo, estaba impregnado en mis propios jugos y la leche que me había dejado de recuerdo, estaba exquisito, volví a lo profundo de mi concha.
Para ser honesta más que placer a mí, buscaba darle placer a él, sabía que un hombre no podía resistirse al ver a una mujer portarse como puta, mientras seguía provocándolo volvía a acariciar su verga para poco a poco volverla rígida.
Fui sobre el tomando una posición activa, abrí mis piernas aun con el dildo en mi concha y me acomodé lentamente metiendo otra vez su pija en mi culo que ahora entraba sin ninguna dificultad, lo cabalgué entonces con locura, como tratando de domar un potro desbocado, el gritaba, yo gritaba, tenía los dos agujeros colmados, lo sentí venir nuevamente, ahora era mi culo el que recibía todo su leche.
Quería seguir, Fabricio suplicó clemencia, estaba agotado, además se acercaba peligrosamente el horario de regreso de Bianca, y ya no debía correr riesgos innecesarios.
Nos lavamos un poco, en especial yo que tenía leche por cada parte de mi cuerpo, mis agujeros estaban dulcemente doloridos, poco a poco recobramos la compostura.
Retomé el diálogo
Será nuestro secreto
Como usted diga señora…
Puedo hacerte una pregunta?
Si, claro…
Cuéntame cómo fue esa competencia
Competencia? que competencia?
Tú sabes, cuando te apodaron 255…
No sé qué le contaron señora, seguro fue Bianca…
Si, por? – pregunté confundida, entonces el sentándose a un lado me dijo
Mire señora, no lo tome a mal y escuche con tranquilidad lo que voy a contarle, Bianca y yo hace un tiempo que tenemos sexo, solo sexo por sexo, nada formal.
Ella solo está conmigo por… usted ya sabe, ella buscó lo mismo que buscó usted en mi…
Tomó entonces su celular y tras pasar algunas fotos me mostró lo que no quería ver, el rostro de mi niña al lado de su verga enorme, con una cinta métrica en la mano, entonces prosiguió a la defensiva:
Le aviso que son sus ideas, no mías… Sabe, si me permite, siempre me pregunté a quien había salido tan puta, y ahora termino de averiguarlo…
Me quedé muda, sin habla, sin saber qué hacer, encerrada en mis pensamientos evaluando la próxima jugada, le hice jurar a Fabricio que Bianca nunca sabría lo ocurrido entre nosotros, a lo que él aceptó con una sonrisa cómplice.
Pasó ya un tiempo, sé que 255 se sigue cogiendo a mi nena, pero ella no sabe nada que también me coge a mí, por mi parte trato de ser cada día más puta con él, tengo que ser mejor que mi hija, no pienso perderme esa verga por nada del mundo…
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Interesante y gracioso el giro del relato 😆 exagera en medida, pero miro la edad y muchas amariamos una rica verga de 15 añitos o menos en la concha, despues de dejarla brillosa con una rica chupada por lo menos yo.
Qué sabroso tener un chico dándote fuerte como la puta que trajo de una esquina.