Confesión de Jackie (13 añ)
«Cuando era pequeña, Orlando era el único que realmente me prestaba atención. Mi mamá siempre estaba enferma o trabajando, nunca estaba en casa. Pero Orlando… él era diferente. Siempre llegaba con regalos, cosas bonitas que nunca habría tenido de otra manera. Una vez me trajo un collar dorado, .
«Cuando era pequeña, Orlando era el único que realmente me prestaba atención. Mi mamá siempre estaba enferma o trabajando, nunca estaba en casa. Pero Orlando… él era diferente. Siempre llegaba con regalos, cosas bonitas que nunca habría tenido de otra manera. Una vez me trajo un collar dorado, muy bonito, y me dijo que yo era su niña favorita, que nadie más podría llevar algo tan especial como eso.»
«Desde ese momento, empecé a verlo de otra manera. No era solo mi tío; era como un héroe. Me hacía sentir especial, como si yo fuera alguien importante en su mundo. Sabía que hacía cosas malas, cosas peligrosas. Escuchaba a la gente del barrio hablar de él, susurrar su nombre con miedo o respeto. Pero para mí, solo era el tío Orlando, el único que me cuidaba y me hacía sentir segura. Me decía que yo era fuerte, que tenía que ser valiente en este mundo. Y yo quería serlo, quería ser valiente por él.»
«Pero ahora, estamos aquí reunidos para que les cuente el inicio de otro capítulo en mi vida. Esto pasó a principios de octubre. Y son vivencias que, a mi mediana edad, aún atesoro y recuerdo con gran nostalgia. Sin más preámbulos, comencemos.»
«Era como las dos de la mañana cuando llegamos a un lugar. Yo estaba hablando con Orlando sobre mi vida y la suya. Me gustaba escuchar sus historias, aunque algunas no las entendiera del todo. Su voz me tranquilizaba, me hacía sentir que todo estaba bien. Pero ya estaba quedándome dormida cuando habló Maximiliano, quien iba conduciendo. Era uno de los amigos de Orlando, alguien a quien conocía desde hacía muchos años. Con su voz ronca y cansada, nos dijo que habíamos llegado.»
«Era una pequeña cabaña deshabitada. Entramos los tres. Orlando me dijo que me sentara, y él se sentó conmigo. Le pidió a Max, como él le decía, que nos preparara algo caliente a todos. Mientras tanto, él y yo seguimos hablando, retomando alguna conversación perdida del trayecto. De inmediato y con una sonrisa juguetona, Orlando me dijo: ‘Dile a Max que te quieres tomar su lechita’. Yo no pensé, quise jugar y le dije en tono alto desde donde estaba a Max que ‘me gustaría chupártela’.»
«Hubo un rato de silencio por parte de él mientras Orlando me susurraba que debía decirlo como él me había indicado. Max, al parecer sorprendido y algo confundido, finalmente se rió y dijo que prepararía algo para todos nosotros. La situación se tornó incómoda, pero Orlando se rió y me dio un apretón en el hombro, asegurándome que todo estaba bien. Me sentí humillada y confundida, pero al mismo tiempo, seguía buscando su aprobación. Orlando continuó hablando conmigo como si nada hubiera pasado, y yo traté de olvidar el malestar que sentía en ese momento.»
Luego de un par de minutos, Maximiliano me contestó: ‘Jackie, no sabes cuánto me gusta tu cuerpo. ¿De verdad quieres estar conmigo? Sería muy rico aunque sea poder verte’. Por un instante me puse tímida y le dije: ‘Sí, sería bueno vernos’.»
«A Orlando le gustaba que yo fuera su putita, y a mí me gustaba serlo. En fin, luego de conversar un rato más mientras tomábamos lo que nos había preparado Max, nos fuimos a la habitción.»
«Llegamos a una única habitación, y con la luz de la luna entrando por un ventanal grande, Maximiliano me miró fijamente. ‘¿Qué tanto me miras?’ le pregunté.
‘Estoy viendo lo hermosa que eres,’ me contestó.
‘Eso le has de decir a todas, ja ja,’ le respondí, sonriendo.
Me tomó de las manos y me besó. Yo respondí el beso de una manera apasionada; nos besamos como locos. ‘Hazme tuya,’ le pedí.
Le dimos rienda suelta a la pasión, el tiempo se detuvo. Poco a poco me fue desvistiendo entre caricias, besos y suspiros. Le besé la oreja y se estremeció. Luego, me tocó mi colita.»
«Me dejé llevar por él, sentí algo distinto, aunque quiero precisar que a mí me gustaba Orlando. Movía mi cabeza de un lado a otro mientras la pasión entre Maximiliano y yo se intensificaba. Orlando estaba presente en la misma habitación, y todos éramos conscientes de la situación, con un consentimiento mutuo y el mayor respeto entre nosotros.
No era una situación compleja, era lo que Orlando deseaba que pasara, y yo me debía a él. Si él lo quería, entonces yo quería que ocurriera. En ese momento, Orlando se nos acercó y me pidió que me arrodillara. La solicitud era clara y directa, y yo entendía que era parte de lo que él deseaba para esa noche. Con la mezcla de sensaciones que estaba experimentando, me acomodé y cumplí su pedido, mientras Maximiliano y Orlando observaban con una mezcla de deseo y aprobación.
«Luego de un rato, quise tocar, me voltee para empezar por Orlando, pero por alguna razón comencé a tocar desde abajo. Como su short era holgado, intenté meter mi mano por debajo hasta tocar sus huevos, y lo hice. Sin embargo, sentí muy claramente su mano subir desde ahí, dirigiendo y guiando el contacto. Orlando estaba involucrado, y su reacción me indicaba que todo estaba bajo control y en sintonía con lo que deseaba para esa noche.
«Escuché la voz de Orlando decir: ‘Lindas pecas en los pómulos, sonrisa que sin palabras hablan y te invitaban a pecar.’ Sus palabras, cargadas de un tipo de admiración y deseo que solo él podía transmitir, me envolvieron aún más en el ambiente cargado de sensualidad y complicidad. Su comentario, lleno de aprecio y picardía, solo intensificó el momento, haciéndome sentir aún más en sintonía con la atmósfera que él había creado y que todos estábamos disfrutando.»
Cuando sus vergas quedaron colgando ante mi rostro, y quise continuar, Orlando me detuvo. ‘Es hora de un baño,’ me dijo, y yo asentí obediente. Su tono era firme pero tranquilo, y comprendí que el momento estaba tomando un giro diferente. Me levanté con calma, preparada para seguir sus indicaciones.
Ingresaron al baño, un espacio amplio y perfectamente adaptado para la ocasión, como si hubiera sido diseñado para una escena como la actual. Estaban completamente desnudos y me invitaron a acompañarlos. Me desnudé, como lo había hecho antes ante Orlando, y cuando entré, retomé la posición que había tenido momentos antes, de rodillas. Con el correr del agua sobre nuestros cuerpos, comencé a bañar primero a Orlando. Él ya sabía lo que esperaba y se dejaba estar tranquilo mientras yo lo enjabonaba bien.
Cuando le toqué su verga, él se puso más atento. Aunque me dieron ganas de chuparle, me contuve, respetando el momento y el ambiente.
Cuando llegó el turno de Maximiliano, fue más sencillo. Como no tenía pelo, lo enjabonaba mejor. Pero cuando le cogí su verga, sentí una sensación distinta. El contacto era directo y evidente, y la experiencia seguía desarrollándose bajo la dirección de Orlando, que mantenía el control de la situación con una mezcla de autoridad y deseo.
Quise sentir la piel de Max en mi cuerpo, y así, desnudo, su verga se apretó contra mi cachete. Sentí un placer inesperado. Mientras eso ocurría, Orlando me acariciaba el ano con uno de sus dedos. Me dejé llevar por las sensaciones y cogí la verga de Max, comenzando a masturbarlo con movimientos suaves y rítmicos. La combinación de los toques de Orlando y la sensación de Max contra mi piel creaban una experiencia intensa y envolvente.»
Orlando se colocó detrás de mí, con sus manos en mis caderas, y me acomodó sobre su verga. Con un movimiento firme pero controlado, me penetró, llenando el momento de una intensidad palpable
De un empujón, Orlando me la dejó ir toda. No tuve oportunidad de gemir, aunque hubiera querido hacerlo, porque ya tenía la verga de Max dentro de mi boca. La intensidad del momento y la combinación de sensaciones mantenían el ritmo de la experiencia, con cada uno de ellos influyendo en el otro.
Fueron varios minutos en los que mi cuerpo no tocaba el suelo, sostenido entre las sensaciones de la penetración de Orlando y la verga de Max en mi boca. El ritmo de la noche continuó sin pausas, hasta que finalmente Orlando le dio su lugar a Max.
La verga de Max intentaba entrar en mí mientras me tenía alzada con sus fuertes brazos. La fuerza de su sujeción y la presión de su cuerpo contra el mío intensificaban cada movimiento, creando una experiencia profundamente física y envolvente.
Cuando ingresó en mí, sus movimientos se hicieron muy veloces. Sentía un placer intenso y abrumador, y ahora sí gemía de tanto placer que estaba experimentando. Mi cuerpo se movía como si fuera una muñeca, completamente a merced de sus embestidas, y mi cabeza rebotaba ante cada empujón.
Cuando estuvo a punto de venirse, me colocó en el suelo. Orlando ya me había enseñado qué hacer, así que me di media vuelta y metí la verga de Max en mi boca. La acción era parte de la dinámica que habíamos establecido, y mientras Max alcanzaba el clímax, me aseguré de seguir las instrucciones que había recibido, adaptándome a las necesidades del momento.
Mientras Max me inundaba la boca, el semen de Orlando cayó sobre mi frente. Me sentía profundamente feliz con ellos dos, satisfecha con la conexión y el entendimiento mutuo que habíamos compartido. La experiencia había sido intensa y envolvente, y el sentimiento de plenitud y complicidad me llenaba en ese momento.
El domingo fue un día de descanso. En la mañana, tuve la oportunidad de conocer mejor el lugar. Mis amantes estaban durmiendo en sus sitios, y el ambiente era tranquilo y relajado. Orlando, al despertar, me invitó a tomar unas cervezas con él. Acepté con gusto y me acomodé en sus piernas, disfrutando de la cercanía y la familiaridad que ya había establecido con él.
Orlando sacó su verga del pantalón mientras estábamos en una posición íntima y cómoda. La situación, aunque casual y relajada, mantenía la misma carga de complicidad y deseo que habíamos compartido la noche anterior. La conversación fluía mientras él me acariciaba y me ofrecía una cerveza. La combinación de la bebida, la intimidad de la mañana y la presencia de Orlando creaban un ambiente de comodidad y familiaridad, haciendo que el momento fuera tanto relajado como cargado de una sensualidad
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!