Conociendo a T̶a̶v̶i̶t̶o̶ Michelle
El día había llegado y debía cumplirle a Michelle o ella contaría lo mío con Tavito .
El día lunes había llegado, ese día me había levantado tarde y me sentía fresco y contento, desayuné lento saboreando la comida, la mañana era perfecta, un poco de televisión con mi hermano y algo de videojuegos juntos. Pasaron las horas y ya se acercaba la hora de la comida cuando empecé a recordar lo vivido ayer con mi Tavito y comencé a sentir comenzón en mi entrepierna que ya me hormigeaba, así que subí a mi cuarto a darme placer manualmente. Estaba en lo mío imaginando a mi pequeño cuando un recuerdo fugas vino a mi mente: Óscar dándome el culo para que me lo cogiera hace días, pero ese recuerdo llamó a otro e hizo que ni siquiera tuviera ánimos de terminar de masturbarme. Era lunes, eso significaba que era el día que Michelle me había dicho que debía volver a su casa para hacerlo con ella, una cosa que realmente me estremecía, pues lejos de disfrutar una oportunidad cómo esa que muchos quisieran, para mí era una carga mental muy grande, pues en cualquier momento esa niña podía cambiar las cosas y que yo terminara odiado por la sociedad como un abusador cuando realmente estaba siguiendo los chantajes que esa niña malcriada me imponía. Pasé el resto del medio día y las horas siguientes pensando en qué hacer. Podía solo no ir y esperar que hacía Michelle, o podía seguir su juego y enfocarme en satisfacer lo que me pidiera, pero era mucho peligro por correr. Y si resultaba lastimando a Michelle y ella me acusaba? Pasaría a ser real eso de que yo la había violado, o podría alguien darse cuenta que estaba desnudo con una niña. Cualquiera de esos dos resultados terminaba extremadamente mal para mí, sin embargo de no ir igual corría riesgo de que hablara y entonces de todos modos sería mi fin.
Llegaron las 6 de la tarde, no había logrado desarrollar una idea donde pudiera salir librado sin tener que ir de nuevo a ver a Michelle, así que no me quedó de otra más que acudir a su cita. Me bañé, me puse ropa fresca y salí resignado de casa caminando a paso lento hasta que llegué a su barrio. Habían niños cerca, yo me cuidaba de que no estuviera Tavito entre ellos, pues si me miraba iría hacía mi al instante y mi intento de pasar desapercibido habría fracasado estrepitosamente, pero afortunadamente Tavito no estaba ahí. Pasé de largo los niños y pude ver a Michelle a unas casas de distancia sentada afuera y al verme me sonrió y entró a su casa dejando la puerta abierta. Llegué a la puerta de la casa de Michelle y volteé a los lados, los niños jugaban y algunos vecinos platicaban a la distancia, más nadie me ponía atención, así que entré a la casa y cerré la puerta.
– Ya pensaba que no ibas a venir- Escuché decir a Michelle y volteé a verla, usaba una blusa rosa de tirantes con estampado de Dora la exploradora y unos jeans cortos.
– Pues ya ves que sí- Le dije con poco interés.
– Vamos al cuarto de mi mamá- Dijo, y comenzó a caminar subiendo la escalera y yo la seguía.
– Estás sola?- Pregunté
– Pues sí- Respondió
– Segura?- Le dije. No quería arriesgarme a que su hermano de nuevo estuviera ahí o que alguien más se encontrara.
– Que sí- Dijo, y entonces llegamos a un cuarto que a diferencia del suyo sí tenía puerta, la cual ella abrío y entró. Esa habitación tenía una cama matrimonial un poco desarreglada, pero más ordenada que la cama de Michelle la vez anterior que había yo estado ahí, sin embargo ese cuarto también estaba algo des alineado y con un ligero olor a cigarro. Me senté en la cama esperando que Michelle se acostara, pero ella se acercó a una cómoda que estaba al otro lado de la cama y empezó a buscar en él,
– La ropa de tu mamá no te queda- Le dije, imaginando que eso es lo que buscaba.
– Pues no, ni que fuera pendeja. No busco eso- Dijo, – Busco ésto- Añadió, y entonces levantó la cabeza sosteniendo algo en su mano. Afiné mi vista para ver qué era eso que había sacado y grande fué mi sorpresa cuando noté que era un dildo de color azul transparente,
– Qué haces?- Le dije. No podía comprender cómo era que la mamá de Michelle fuera tan descuidada para dejar su consolador en un lugar tan a la mano de sus hijos.
– Mi mamá a veces se mete éste por la panocha cuando está sola- Dijo riendo.
– Si, pero no debes tomarlo porque se dará cuenta, déjalo ahí- Le respondí levantándome y acercándome a ella.
– No se va a dar cuenta, se lo he estado agarrando todos los días y ella no sabe- Respondió. Miré hacia el cajón abierto y noté la ropa interior de la mamá de Michelle, lencería de encaje y algunas tangas de hilo dental, pero además de eso noté un bulto de condones de colores, entonces Michelle también volteó al cajón y tomó un condón de uva que estaba suelto,
– Ten, ponte éste para que no me embaraces- Dijo
– No vas a quedar embarazada, porque no te la puedo meter, acuérdate del otro día- Le dije.
– Si me la vas a meter, yo te dije que ahora sí me la ibas a meter, o si no ya sabes- Me dijo aputandome con el dildo.
– Pero no te cabe, te va a doler mucho- Le dije, y arrojé el condón de regreso al cajón.
– Si me cabe, porque ya me metí éste- Dijo meneando el dildo en su mano y yo me quedé estupefacto de imaginar que esa niña se estaba metiendo a escondidas los juguetes sexuales de su madre.
– Qué? Te lo metiste?- Le dije incrédulo.
– Nada más la punta porque me dolía, pero tengo todos los días metiéndomelo desde que viniste a cogerme y que no pudiste meterme la verga- Respondió.
– Pero…- Pensaba yo en qué responder
– Nada, ya sácate la verga y vamos a coger- Me dijo. Regresó el dildo al cajón y se sentó en la cama, -Apurate!- Me dijo mirando en dirección a mi bulto.
– Ok- Le dije y empecé a quitarme la ropa hasta quedar desnudo y ella me miraba sin despegar la vista de mi entre pierna.
– Otra vez no se para- Me dijo viendo mi pene flácido, -Quieres que te la chupe?- Dijo volteando a verme a los ojos.
– Si!- Le respondí con algo de entusiasmo, -Si quieres, para que se me pare- Le dije tratando de sonar indiferente, pero la realidad es que comenzaba a entrar en mí el morbo.
– Acuéstate, pues- Me dijo, y entonces me acomodé en el centro de la cama con las piernas abiertas. Michelle acercó lento su cara a mi miembro y éste comenzó palpitante a levantarse lento a medida que ella acerca la boca y entonces sus labios tocaron mi glande haciendome dar una sacudida. Michelle alejó un poco su cara de mi verga viéndola y se limpió los labios pero de nuevo se acercó lento y ésta vez se metió la cabeza completa en la boca. Michelle empezó dando unas pequeñas chupaditas en mi glande haciéndome sentir bien, mi pene ya estaba completamente erecto y yo comenzaba a pasar del nerviosismo a sentirte excitado realmente, después de todo tenía a una niña de diez dando su primer mamada conmigo. Disfrutaba viendo cómo esa niña promiscua chupaba mi pene, sacandolo por momentitos para volver a meterlo, pero de pronto comenzó a morderme la cabeza y tuve que alejarla con mis manos,
– No lo muerdas, chupalo así- Le dije, y me llevé un dedo a la boca para mostrarle como mamar.
– Ahh, es cierto, así le hace mi mamá- Dijo, y de nuevo engulló mi glande y comenzó a chupar de una mejor forma subiendo y bajando un poco logrando meter cerca de la mitad en su boca. Yo ya comenzaba a sentir las gotas salir de mi verga, pues aunque Michelle seguía siendo algo brusca su boquita rodeando mi pene y la imagen de su cara cachetoncita me calentaban bastante,
– También me puedes chupar los huevos- Le dije, tratando de ver si lograba hacerla chupar mis bolas, entonces ella se sacó mi verga de la boca,
– Me da asco, los huevos no- Me dijo, -Ya mejor cógeme- Añadió, y se empezó a quitar la ropa, comenzando por el pantalón. Usaba de interior un calzón rosa y la rallita de su vagina se marcaba desde afuera, se bajó su ropa interior y pude ver de nuevo esa vagina rosada y gordita que ésta vez comenzaba a parecerme realmente deseable. Michelle se abrió de piernas dejando su sexo a mi disposición, sin embargo aún tenía puesta la blusa,
– Quítate la blusa- Le dije, y ella obediente se sacó la prenda quedando totalmente desnuda. Mi panorama mental había cambiado bastante, ésta vez tener a esa niña de cuerpo fofito completamente desnuda me excitaba bastante y empezaba a disfrutar de su chantaje. Las piernas de Michelle eran algo más anchas que las de Tavito, tenía una panza abultada sin llegar a los niveles de obesidad de su hermano, pero era esa misma gordura la que le daba volumen a sus labios vaginales y sus tetitas tiernas que se asomaban en su pecho. Admiré un poco el cuerpo de Michelle bajando lento mi vista hasta llegar a su entre pierna y como si esa vulva gordita me llamara comencé lentamente a acercar mi cara a ella hasta que mis labios tocaron los de su vagina y con mi lengua la recorrí completa. Michelle soltó un gemido fuerte ante mi lengua recorriendo el surco de entre sus piernas y yo comencé a lamer una y otra vez su cosita y ella meneaba las caderas. Separé los labios de su vagina con mis dedos y empecé de nuevo a mover mi lengua tan profundo como alcanzaba. Ésta vez el sabor que percibía era más ligero, era evidente que Michelle se había bañado ésta ocasión, y sentía el aroma a jabón en su cuerpo pero aún así algo del sabor de su sexualidad se mantenía. Movía mi lengua en el pequeño clítoris de su vagina y Michelle se estremecía,
– Ya, ya métemelo- Dijo, y me alejó con las manos en mi cabeza aunque realmente yo estaba disfrutando chupar esa vulva tierna y estoy seguro que ella también.
– Segura, si te lastimo no quiero que andes diciendo que te violé- Le dije.
– No voy a decir nada si me la metes ya- Dijo desesperada.
Pajeaba mi verga y miraba como la vagina de Michelle relucía ahora, brillante de mi saliba, pero aún así me parecía difícil que mi miembro entrara por ahí. Me levanté de la cama y busqué uno de los condones del cajón, pensé que quizás el lubricante que lo cubría serviría algo en la penetración o al menos la haría disfrutar y olvidaría eso, pero para mí suerte o la suya, no lo sé, encontré que en el cajón había también al fondo una botella de lubricante. Tomé la botella en mis manos, era un lubricante con sabor a chocolate,
– Qué es eso?- Me dijo Michelle levantando la cabeza.
– Es para poder meterla más fácil- Le dije.
– Dale pues, échame en la panocha- Me dijo, y abrió grande las piernas dejando incluso a la vista su ano. Abrí la botella y el aroma llegó a mi nariz, subí de nuevo en la cama y me acerqué entre las piernas de Michelle viendo su vagina y haciendo caer un hilito de lubricante le bañé su pequeña ponochita cuidando que no escurriera demasiado. Pasé mis dedos por su raja brillosa de lubricante y masajeé sus labios haciéndola suspirar y entonces poniendo algo de más lubricante en mis dedos comencé a meterle uno de ellos logrando meter la mitad sin mucho problema, sin embargo ella hizo un sonido de incomodidad, así que me detuve a esa profundidad y comencé a meter y sacar el dedo. Estuve unos minutos dedeando su hueco vaginal hasta que sentí que era fácil el va y ven, entonces coloqué el segundo dedo en posición y lento la punta de ambos se perdió dentro de sus labios gordos. Lentamente seguí penetrando con mis dedos la panochita de Michelle y ella miraba como entraban y salían de ella y por momentos subía la mirada a mi rostro dejando en evidencia su excitación y yo le sostenía la mirada. Seguí con mis manos entre sus piernas hasta que logré meter los dos dedos casi a la misma profundidad de cuando era uno sólo.
– Ya, méteme la verga- Dijo viendo hacia mi pene que completamente duro lo coronaba una gota de pre seminal en la punta.
– Ok- Le dije simplemente, y remojando bien mi verga en lubricante me acomodé entre sus piernas. Restregué mi miembro por toda la vagina de Michelle disfrutando el rose de su suave piel acompañada del lubricante y coloqué la cabeza en su entrada. La mirada de Michelle estaba clavada en nuestros sexos encontrados y viendo su cara me percaté que tenía la boca abierta. Empujé un poco mi pene en su vagina, sin embargo nada sucedió, así que empecé a moverme solo pasando mi pene por su rajita gozando la fricción y ella suspiraba. Seguí un momento con mi movimiento de cadera cuando ella bajó su mano y tomó mi verga y la ubicó en su antrada vaginal,
– Métemela- Dijo, y abrió más las piernas sujetándolas con su manos. Empujé de nuevo mi verga, ésta vez con un poco más de fuerza y pude sentir como mi glande entró en ella provocando que casi me viniera en el acto. Michelle apretó los ojos y soltó sus piernas, era evidente que le dolía. Su interior se sentía súper caliente, muy apretado y a la vez suave, como si mi pene fuera apretado entre guantes de seda. Me quedé quieto unos minutos esperando, tratando de esperar que le pasara el dolor y entonces se lo saqué lento y ella dió un quejido y me abrazó,
– Quieres que pare?- Le dije. Trataba de ser todo lo gentil que pudiera.
– No, pero métemelo despacito- Dijo con voz áspera.
Volví a pegar mi glande a su vagina y empujando lento sentí de nuevo esa presión y sus manitas me apretaron. Esperé nuevamente un par de minutos y seguido eso comencé un mete y saca lento. Escuchaba los quejidos de dolor de Michelle en mi oído, pero en un momento pasó de eso a solo su respirar lento y después de nuevo a quejidos leves pero ahora de placer, ésto lo sabía porque eran los mismo quejidos que mi Tavito había hecho las primeras veces que me lo cogí. Seguí cogiendome muy lento a Michelle solo con la punta de mi verga hasta que sentí que sus manitas empezaban a apretarme más duro abrazándome y atrayendo mi cuerpo al de ella y entonces subí el ritmo de mis clavadas haciendo que sus pequeños gemidos fueran más intensos. Me levanté un momento alcanzando de nuevo la botella y dejé caer un poco más de lubricante en mi sexo y el suyo, y acto seguido con cuidado nuevamente penetré su panochita haciendo que Michelle diera un saltito. Ma acomodé sobre ella y empecé a besar su cuello al tiempo que también sujetaba uno de sus pequeños pechos y lo apretaba. Su diminuto pesón estaba firme y yo le daba pellisquitos con la punta de mis dedos. Me la seguí cogiendo solo un poco más rápido que antes, el exceso de lubricante provocaba que con cada entrada que mi verga hacía en su panochita produjera un sonido como de babita y Michelle contenía los gemidos con los ojos cerrados y la boca abierta.
– Te gusta?- Le dije al oído, entonces ella respondió que sí con la cabeza, -Entonces ya no vas a decir nada?- Le dije, esperando que la cogida le estuviera gustado tanto que ya decidiera dejar de amenazarme.
Seguía bombeando a ritmo seguro entre las piernas de Michelle cuando viendo su cara me percaté que abrió los ojos y la boca más grande y comenzó a correrse, su vagina daba unos pequeños espasmos y su cuerpo se sacudía, sentía más humedad en mi pene producto de sus jugos vaginales y la pequeña gordita caliente seguía teniendo orgasmos bufando como loca hasta que en último empujón un poquitito más profundo me vacíe dentro de ella. Esperé a que todo mi liquido blanco saliera y me retiré lento, bajé mi boca a uno de sus senos y lo chupé un poco solo para quitarme el antojo y entonces me levanté. Michelle seguía en la cama con las piernas abiertas y su pequeña vagina chorreando semen. La escena me seguía calentando, así que caliente acerqué mi verga a su cara,
– Chupamela- Le dije. Ella solo me vió y sin decir palabra engulló mi punta y comenzó a mamar pero ésta vez de una forma más intensa. Disfrutaba como loco de la mamada de esa niña, pero no me iba a quedar con las ganas de que chupara mis huevos así que sacándole la verga de la boca le restregué mis bolas en la boca y ella abrió tomando uno y chupándolo con algo más de fuerza de la necesaria provocando algo de dolor en mí, pero el poder humillarla un poco después de lo que ella me había hecho me resultaba muy satisfactorio. No aguanté mucho con esa situación, así que jalandomela a la vez que ella seguía succionando mis huevos la leche nuevamente subió y deliberadamente se la vacíe en la cara. Michelle seguía perdida en el placer que acababa de conocer, y yo totalmente satisfecho tomé mi ropa y me cambié. Cuando ya estaba completamente vestido me levanté y volteé a ver nuevamente a Michelle, ella se tocaba la vagina, la cual se veía roja, yo supuse que le ardía después de lo ocurrido y su cara se miraba más serena que nunca.
– Ven a mi casa el miércoles y te voy a coger otra vez- Le dije. Trataba de aprovechar esa sensación de poder lo más que pudiera para ser yo quién llevara las riendas.
– Si- Contestó Michelle solamente y empezó a ponerse la ropa.
Traté de limpiar el rastro de semen y suciedad que habíamos dejado en la cama, pero pude percatarme que ya habían algunas manchas blanquiscas en el edredón, así que asumí que eran también restos de semen de alguno se los amoríos de la mamá de esa niña así que no me esforcé mucho en limpiar.
Michelle se estaba terminando de colocar el pantalón cuando por primera vez después de minutos volvió a hablar con normalidad,
– Con razón le gusta a Tavito que le metas la verga, se siente bien rico- Dijo. Y yo solo me reí.
– Entonces vienes a mi casa el miércoles?- Le dije, y ella respondió que sí. Bajé de nuevo las escaleras y en el transcurso le expliqué a Michelle como llegar a mi casa y le dejé en claro que no me la volvería a coger si abría la boca, pero ella siguió respondiendo que no lo haría. Salí de su casa con cuidado y avancé, pero unos metros más adelante me encontré con Óscar quién me vió con una cara de asombro, pues supuse se imaginaba que había ido justamente a coger con su hermana pero él solo me vió y apartó la mirada apenado. Pasé por el lado de Óscar sin siquiera pestañear y seguí mi camino a mi casa.
Después de lo vivido comenzaba a entender un poco el porqué de la actitud de Michelle, me enteré más adelante que su mamá era la comidilla de su vecindario pues siempre volvía a casa con algún hombre y rápidamente cambiaba de amante. Ella había llegado al barrio con el que era el papá de Michelle pero él terminó en la carcel y ella no perdió el tiempo y empezó a ir pasando de un hombre a otro, cosa que había influenciado en que su hija pequeña fuera una promiscua y su hijo un gay reprimido. Después de todo le había comenzado a tomar el gusto a que esa pequeña me hubiera amenazado aquél día y ahora era yo quién la manejaría a mi antojo.
Me he hecho todo un fan de esta historia,cada vez que terminó de leer una no puedo esperar para leer la siguiente.
Me encanto está como todas las anteriores,espero continúe
Gracias por comentar. Claro que sí, aún hay más por contar y comienza a prepararse el camino para el climax de esta historia.
Me gusto tu relatos amigo saludos y sigue contando… 🙂 😉 🙂 😉
Al principio solo lo iba a leer para saltarme la parte del sexo hétero, pero el morbo pudo más y lo leí todo. Admito que me gustó a pesar de que sigo siendo team Tavito y team BoyPower. Igual, como tu fiel lector, digo que este episodio estuvo bueno. Sirve como secuela casi directa del primero con este nena. Ojalá y pronto retome el camino y sigas con Mario de una vez a ver si te animas… aunque auguro cierta recaida con Óscar (espero estar equivocado) <3
Hola amigo, eh leído todos los relatos y me han encantado, pero no me gusta lo hetero, ojalá no se trate todo sobre esos dos hermanitos Oscar y Michelle
Que rico me la jalo con tus relatos