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Heterosexual, Infidelidad, Intercambios / Trios

Construyendo una relación más entre matrimonios

Dado que mi compadre y yo cogemos, creo que debemos incorporar a nuestra fiesta a los respectivos cónyuges. Van antecedentes y avances..
Miguel y yo, desde hace poco más de dos años, somos un matrimonio abierto, pero hace unos 22 años se dio el único episodio de infidelidad que cometimos durante 20 años: Presté a mi marido para que embarazara a Sonia, la esposa de mi amigo Jesús. El objetivo se logró, aunque mi esposo nunca fue consciente de ello pues lo emborrachamos y al ir a la cama creyó que me estaba haciendo el amor a mí. Mientras ello ocurría, y sin que lo supiera la esposa de Jesús, porque estaba muy atareada ordeñando a Miguel durante toda la noche, mi amigo y yo nos revolcamos sin problemas porque, si bien, Jesús es infértil, también es muy caliente.

Jesús me insistió durante 22 años que repitiéramos y, dado que ahora yo ya tenía la anuencia de tirarme a quien me revoloteara las hormonas, pues volví a coger con Jesús después de tantos años.

Como suele ser mi costumbre, para excitar a mi marido y que me reciba muy caliente cuando regreso de hacer estas tropelías y que le gusta revolver su esperma con el que traigo, le mandé unas fotos de la cogida que me dio mi compadre Jesús. A las cuales le puse el texto “Me convenció tu compadre. Dijo que compadre que no se coge a su comadre no es compadre de veras. ¿Tú sí eres un verdadero compadre para Sonia?”, y me respondió de inmediato con el mensaje “Pregúntale si a Sonia le gustará tirarse a su compadre”.

–Mira esto –le ordené a Jesús que mirara los mensajes cuando estaba reposando de la segunda ordeña que le hice.

Jesús miró las fotos y comentó sonriendo “Te quedaron muy bien”, pero de inmediato, al ver a quién se las había enviado yo y el texto que les puse, se le borró la sonrisa, además de quedarse con la boca abierta al leer la respuesta de Miguel.

–Espero que Sonia vuelva a coger con el padre de tus mellizos. No creo que se niegue, pero será importante que mi marido no sepa que él ya se la había cogido antes, ni que tu esposa sepa que ya nos revolcamos tú y yo –le aclaré.

–¿Tú crees que ella esté dispuesta? –me preguntó Jesús dubitativamente.

–Tú la conoces mejor que yo, pero recuerdo que afirmó que había sido “delicioso” coger con mi marido –hice el mismo gesto que Sonia cuando precisó “delicioso”, hace 22 años–. Además, ahora que sabemos quién es el verdadero padre de sus hijos, es justo que pague por ello y, sobre todo, darle a mi esposo el placer que ella tuvo.

–¿Y qué? ¿Le digo que Miguel quiere cogérsela? –preguntó Jesús, mostrando que no tenía idea de cómo hacérselo saber.

–¿Cómo están sus relaciones sexuales después de 20 años? –pregunté para apalancar algo que ya se me había ocurrido.

–Las pocas veces que las tenemos, no son malas, pero de ninguna manera es como al principio, seguramente porque hemos caído en la rutina.

–¿Por qué querías coger conmigo, insistiendo durante tanto tiempo? –mi pregunta lo dejó callado.

Jesús me miraba, sus ojos recorrían mi cuerpo, desde la cara hasta los pies, luego se perdían en el gris claro de la pared. No creo que estuviera buscando qué contestar. Más bien, al hacerle una pregunta tan condicionada, recorrió más de un cuarto de siglo de su vida, desde que yo no acepté a ser su novia y tiempo después conquistó a Sonia. Seguro que al mirar mi cuerpo lo comparaba con el de ella, tan parecidos en talla y estatura, mismo color de piel y de ojos, piernas buenonas, pero sobre todo de tetamen idéntico. Nuestros rostros sí difieren, las facciones de Sonia son más finas y, sí, más bonita que yo (porque así, bonita, me considero). Siempre pensé en que Jesús eligió a Sonia por sus tetas, que es lo que siempre le llamó la atención en mi caso. Pero, aunque sentí celos en su momento, creo que Jesús salió ganando con el rostro de Sonia.

–Por caliente, sería la respuesta inmediata, pero no me caliento tanto con mi esposa, aunque son tan parecidas… –contestó por fin–. Siempre me gustaste, por muchas razones. Sí, tus tetas en primer lugar, y tengo unas casi iguales en casa, pero nunca había tomado leche en ellas.

–Pero eso fue hace mucho, ¿por ello querías estar nuevamente conmigo? –insistí.

–Tu forma de ser y tu trato dejaron una impronta profunda, supongo que por eso elegí después a Sonia, físicamente tan parecidas –señaló–, pero me quedé con las ganas de ti que se incrementaron cuando te ayudé a descargar tu leche de parturienta. Supongo que a eso se debía mi insistencia.

–Entonces, ahora que ya me cogiste otra vez y ya cumpliste tu capricho, todo podrá ser igual que antes, sólo amistad –expresé pensando en que ambos queríamos seguir cogiendo más veces.

–Vamos, tú sabes que no, entre nuestros matrimonios no hay sólo amistad. Mis hijos son descendientes de nuestros consortes. Aunque los trato como un padre, tú y yo estamos en la misma relación con ellos. Sí me agradaría que Miguel le diera afecto más carnal a la madre de sus hijos, más aún que ya tenemos la certeza, no en balde le agradó la concepción con él. ¿Cómo es que ustedes tengan esa relación de confianza al informarle que cogiste conmigo y que Miguel sea tan cínico de decirte que está dispuesto a coger con Sonia?

–Eso requiere de tiempo para explicarte, aunque mis relaciones extramaritales, además de la que tuvimos tú y yo hace 22 años, que también se me antojó porque me mamaste, comenzó hace dos años. Fue por mi calentura de sentir otro cuerpo conmigo y se fue incubando muchos años antes, tal vez porque me gustó usarte mientras Sonia hacía lo propio con mi marido. A ello se aunó que percibía en Miguel una tendencia a aceptar que otro me tomara.

Brevemente, en una hora y “a calzón quitado”, acariciándolo y dejándome acariciar, le conté cómo se dio el cambio en mi matrimonio y que ambos lo veíamos agradable para mejora de nuestra unión. También hice hincapié en la afirmación de la psicóloga que me atendió: Las relaciones extramaritales y los intercambios matrimoniales son una tendencia que rápidamente va en aumento.

–Así que, según la psicóloga, ¿esa será una forma cada vez más común de evitar el deterioro matrimonial y revitalizar los lazos? –me preguntó.

–No sé, ella sólo dijo que era una “tendencia natural”, pero no todo lo demás, en todo caso habrá que preguntárselo a ella –aclaré de inmediato–. Sin embargo, si me preguntas sobre mi experiencia particular, desde hace dos años, me siento más libre y, si puedo, me tiro a quien se me antoja, como tú te habrás dado cuenta –dejando constancia que me lo tiré porque quise–. Además, cada día amo más a mi marido y siento que también él a mí.

–Suena bien. Amo a mi esposa, pero ¡sería muy bueno revivir nuestras relaciones sexuales! – exclamó emocionado.

–Te sugiero que platiques eso con Sonia, pero antes sondéala sobre la forma en que ella siente que van sus relaciones, cuéntense sus fantasías y las posibilidades de llevarlas a cabo –apunté–. Pregúntale si aún recuerda la noche que pasó con mi esposo, trata de que externe si le gustaría otra vez más, ¡pero sin embarazo! –señalé un muy posible camino.

Al parecer lo que dije lo vio como un posible camino ya que, aún sin saber quién era el padre de cada uno, o de los dos, hijos, había indicios sobre cómo diferenciaba el trato de un compadre y otro. Aclaro esto para recordar que esa vez, al día siguiente, de igual manera participó otro amigo de ellos en la inseminación, y por ello también fueron padrinos de los mellizos. Nos echamos un palo más donde le exigí que se viniera mucho.

–A mi marido le fascina el sexo oral y lo disfruta más cuando otro me ha cogido. ¿Lo has probado así?

–No, al menos eso supongo… –contestó dudoso– Pero sí, le gusta que se lo haga.

–¿Ella también te mama hasta que te vienes? –pregunté antes de bajar a limpiarle el falo y colocarme en posición 69.

–Muy pocas veces, me he venido así, sólo cuando la he sentido muy caliente, quizá a ella no le gusta tanto –explicó antes de meter su lengua en mi raja para probar su propio semen.

–No te lo acabes, es para Miguel… –le dije separándome de él cuando ya le había limpiado la verga muy exprimida.

Quedamos de vernos a la siguiente semana para contarnos los avances. Lo que sí me pasó al llegar a casa, fue que Miguel se abalanzó sobre mí besándome mucho mientras me desvestía y preguntándome todo lo que me había hecho Jesús “¡Cuéntame, putita!” insistió antes de chupar deliciosamente mi sexo. Y, mientras mi marido saboreaba la mezcla de excreciones que inundaban mi vagina, le conté lo que su compadre y yo habíamos hecho y comentado.

Una semana después, desnudos, como se debe, Jesús me contó lo que platicaron Sonia y él. Van los comentarios más relevantes, tal como dijo Jesús que ocurrieron:

–Ahora que ya sabemos quién sí tuvo éxito al embarazarte, ¿cuál de las dos cogidas te gustó más en esa ocasión? –le preguntó Jesús a Sonia antes de darle lengua.

–¡Qué rico lo haces, sigue! Pero no sé para qué me preguntas eso… ¡Mejor sigue! –exclamó muy arrecha Sonia.

–¿Cuál de los dos compadres se la chupó mejor a mi muñequita? –pregunta Jesús entre chupada y chupada.

–¡Ah, ah…! ¡Sigue, que me vengo! ¡Solamente Miguel me chupó! ¡El 69 estaba delicioso!, pero lo suspendí para que la venida de Miguel fuera en la vagina. Gloria me dijo que no desperdiciara semen por otra parte, y me quedé con las ganas de probarlo –externó Sonia entre gemidos del orgasmo.

–¿Te gustaría probarlo, ahora? – le dijo Jesús al soltarla, después de un grito agudo de Sonia y se encimó para penetrarla.

–¡Qué tienes, me vas a matar de tanto placer, mi amor! –gritó Sonia cuando Jesús la estaba taladrando a un ritmo trepidante.

–Me estoy imaginando cómo te cogió Miguel y quiero que sientas tan delicioso como aseguraste que te cogió. Has de cuenta que yo soy él y ¡disfrútalo como lo hiciste con él… ¡Aaahh…! –gritó Jesús al venirse y Sonia le hizo coro con el grito de un gran orgasmo simultáneo al de él.

Jesús se dio cuenta que Sonia se había desmayado de placer y su verga, aún dentro de ella comenzó a perder temple. Nunca había sucedido así. La mantuvo abrazada y con la lengua enjugó las lágrimas que Sonia había soltado antes de perder el sentido.

–Sí, me hizo así de rico, hasta reviví ese momento antes de desmayarme, ¡eres tan puto como él…! –le dijo Sonia cuando volvió en sí, antes de darle un beso.

Ya calmados y habiendo recuperado el ritmo de la respiración, Jesús le juntó amorosamente las grandes masas de las tetas para mamarle los dos pezones juntos. (Lo dicho, sus tetas son iguales a las mías: grandes, maleables, sólo con la caída de los años. A mi marido también le gusta hacerme así, y esa vez que Jesús me contaba esto, hizo lo mismo conmigo.)

–¿Crees que Miguel se calentó tanto porque se dio cuenta que no eras Gloria? –preguntó Jesús a Sonia, entre mamada y mamada doble.

–No, aunque tropezando las palabras por lo borracho, se dirigía a mí con los mimos y nombres cariñosos que le dice a ella. Lo que sí le llamó la atención es que no lo dejé venirse en mi boca ni en mi culo, recuerda que no se trataba de mi placer, sino de mi embarazo. Yo también me quedé con ganas de que me usara terminando donde él quería. Pero todas sus venidas fueron en mi vagina –contó Sonia, dejando ver que no sólo le gustó cómo se la cogieron sino que ella hubiera querido más–. No hay problema, ni creo que Gloria me lo emborrache otra vez para sacarme la espinita que me dejó el deseo hace 22 años.

–Pregúntale… –

–¿Y qué le ofrezco?, la vez anterior ella aceptó para hacernos el favor. Además, hace poco, cuando supo que los dos hijos son de su esposo, la sentí molesta. ¡Te imaginas que me dijera que sí y yo saliera otra vez con panza? ¡Ni Dios lo quiera! –expresó dejando ver que aún seguía vigente y no era correcto.

–Le ponemos condón ya que esté borracho –afirmó Jesús, habiendo confirmado que Sonia sí aceptaría–Además puedes ofrecerle a este roro para que se entretenga mientras tú usas al esposo –sugirió.

–¿Condón? ¡Ni madres, quiero sentirlo y saborearlo completo! – exclamó Sonia entornando los ojos manifestando su calentura por tener otra vez a Miguel–. Mejor me pongo un DIU para que todos estemos tranquilos –contestó dando su aprobación.

–Proponle a Gloria un intercambio de parejas, como se usa ahora. Además, ahora que ya sabemos de quién son nuestros hijos, hay motivos para estrechar nuestro acercamiento –expuso Jesús animándola.

–Tienes razón, a ver qué sale. Mañana voy a que me pongan el DIU –aseguró convencida.

–¿Para que te lo pones antes de hablar con ella? ¿No será que lo quieres usar con otros? –preguntó Jesús mostrándose celoso.

–No había pensado eso, ¿ya te dieron celos? ¡Si yo quisiera a alguien, le pongo condón y ya!, no tengo por qué decirte… –contestó Sonia con enojo, separándolo de su pecho en el que Jesús seguía afanado.

–No te enojes, mi amor. No lo digo por eso, sé que las chichonas tienen su arrastre y me dieron celos –expresó Jesús en tono condescendiente.

–Ya veo por qué quieres intercambio, allá también hay chiches… –dijo Sonia y le dio la espalda a Jesús para dormirse.

Por último, Jesús me contó que, al despertar, Sonia le dijo que había soñado que Jesús cogía conmigo enfrente de Miguel y ella lloraba por la infidelidad. Miguel la abrazó y le dijo que no estuviera triste, que él sabía lo que ella estaba sintiendo, pero que debían aceptarlo calmadamente, pero casi inmediatamente ellos estaban empiernados, disfrutando lo que Sonia había querido la primera vez, sin voltear a ver a los consortes. “Di lo que quieras. Voy a hacer cita con el ginecólogo y hablaré con Gloria”, le aseguró antes de meterse a la ducha, dejando perplejo a Jesús.

–¡Ah, ya entiendo…! –exclamé.

–¿Qué entiendes, Gloria? –me inquirió Jesús.

–Anoche me habló Sonia para invitarme a tomar un café, quedamos de vernos mañana –expliqué.

Lo que me parece muy interesante es cómo ocurrió este convencimiento. Desde que Jesús no supiera cómo abordar el asunto con su esposa, soltó una pregunta al respecto en el preciso momento al inicio del coito, teniendo a Sonia calentísima con las mamadas y esta idea fue tomando forma en el deseo intenso que ocultó ella durante tantos años, y Jesús fue alimentándolo con ideas veladas de cómo lograrlo, hasta culminar en que Sonia misma decidió hacerlo recorriendo el camino más directo y sin importar lo que dijera o pensara su marido.

72 Lecturas/20 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Felix69
Etiquetas: cogiendo, infidelidad, madre, mama, orgasmo, padre, semen, sexo
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