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Heterosexual, Incestos en Familia, Infidelidad

Conversaciones con mi madre.

Ya habiendo aceptado nuestro nuevo estilo de vida, nuestra realidad comienza a aparecer, y con ella cambios necesarios y conversaciones reveladoras..
Despues de esa deliciosa cogida en la cocina, seguimos besándonos como un par de novios enamorados, tocando nuestros cuerpos a voluntad, después de un breve desayuno nuestra nueva realidad mostró su otra cara por primera vez.

 

El teléfono de mi madre comenzó a sonar, ambos nos sobresaltamos al escucharlo y ella se levantó rápido de la mesa para recogerlo y pude ver cómo su mirada cambió al ver la pantalla, no me dijo nada pero me lo imaginé al instante, y acerté, era mi padre.

— Hola, en la casa ¿Dónde más?

 

La escuché hablar y por alguna razón me puse nervioso, su cara al instante reflejó molestía, cubrió el micrófono con su mano y me dijo en voz baja.

 

— Le dijiste que ibas a estar con tus amigos ¿Verdad?

 

Yo asentí y escuché como le decía que yo no estaba en casa, me moví a la sala para tratar de relajarme y al pasar a su lado acaricio mi cabello y me guiño el ojo con su sonrisa encantadora, tras unos minutos ella llegó a la sala y suspiro aliviada, mientras de sentaba a mi lado.

— Ay por fin.

 

Soltó con un tono de molestia.

 

— ¿Que quería?

 

Le pregunté mientras la miraba subiendo el volumen de la televisión.

 

— Lo de siempre, preguntarme dónde estaba, donde estabas tú y si no había salido, sus putos celos, ya sabes.

 

— Si, siempre es igual, ni siquiera pregunta cómo estamos, solo quiere revisar que todo esté «bien»

 

— Pues si, pero la verdad ya me da igual, que se imagine lo que quiera con tal de que no esté molestando.

 

Dijo mientras se acostaba en el sillón, usando mis piernas como almohada, yo ya con más confianza puse mi manita sobre su cuerpo y comencé a hacerle caricias para que pasara el mal rato, después de la mitad de una película ella se levantó y me dijo.

— ¿Quieres ir a dar una vuelta?

 

— Claro, hay que aprovechar el tiempo, ¿A dónde quieres ir?

 

— No sé, salimos y pensamos que queremos hacer, ¿Va?

 

Yo acepte y en un rato ya estábamos ambos listos para salir, ella llevaba unos jeans muy ajustados gracias a su hermosa figura y una blusa negra, con unos botines cafés, yo simplemente una playera y unos pantalones deportivos negros con unos tenis converse del mismo color.

 

Justo antes de salir ella se agacho y nos dimos un obsceno beso mientras me decia lo guapo que me veía y yo le decía lo propio a ella, salimos al centro comercial, lo típico ver algunas tiendas e ir al patio de comidas, todo el camino íbamos de la mano riendo y hablando tonterías, no faltó alguna mirada curiosa pero de momento nada más, al sentarnos a comer mi madre comenzó una conversación que irremediablemente iba a llegar, tras tener ambos nuestra comida me dijo.

 

— Tu papá regresa el sábado.

Ese día era miércoles, gracias a eso el centro comercial estaba bastante vacío, aunque por la semana de vacaciones tampoco era tanto.

 

— Si, lo sé, ¿Ya te dijo a qué hora?

 

— No, pero conociéndolo seguramente va a ser en la noche y borracho.

 

— Si, como siempre…

 

Yo me quedé callado, sabía lo que quería preguntar pero al mismo tiempo quería que ella lo hiciera, aunque en algún sentido me daba miedo la posible respuesta, ella me miraba, sabiendo que había algo en mi mente, casi invitandome a preguntar y después de unos segundos así lo hice.

 

—… ¿Y que vamos a hacer?

 

Fue para lo único que me dio mi cabeza, su semblante se puso serio por un momento y puso su mano sobre la mía, yo no sabía que esperar y con una voz tranquila me preguntó.

 

— ¿Tu quieres seguir?

 

Su mirada era una mezcla rara entre comprensión y genuina curiosidad, aunque honestamente yo no lo dude ni por un segundo.

 

— ¡Sí! Claro que sí, ¿Y tú?

Dije mientras apretaba su mano con la mía, su mirada se suavizó y una hermosa sonrisa recorrió su rostro al escucharme, ella apretó mi mano de vuelta y comenzó a hablar, yo no imaginaba que lo tuviera tan pensado desde antes.

 

— Claro que sí mi amor, quiero seguir siempre, pero obviamente me interesa saber cómo te sientes tu, con la situación de tu papá.

 

— La verdad no me importa, solo me importas tú.

 

Su mirada se llenó de ternura y tras mandarme un besito volvió a hablar.

 

— Mi bebé tan lindo… Pero bueno, entonces vamos a seguir mi amor, aunque obviamente vamos a tener mucho más cuidado cuando tu papá regrese, porque no es tonto, si de por sí ya le molestaba que nos quedáramos juntos los domingos, entonces cuando el esté en la casa vamos a portarnos normal, incluso un poquito menos cariñosos que de costumbre, ¿Te parece?

 

— Si mamá.

Yo solo la observaba hablar con esa emoción y me quedaba claro que ella siempre supo cuál sería mi respuesta.

 

— Te aviso para que no pienses que cambio algo si me notas un poquito más distante cuando el esté en la casa, y obviamente cuando no esté volvemos a nuestra realidad, tuya y mía, igual no está mucho en la casa pero más vale prevenir mi amor.

 

— Si mamá, no te preocupes.

 

Le dije mientras me estiraba para besar su mano, un pequeño gesto que la ruborizó y que algunas personas miraron curiosas.

 

Terminamos de comer y volvimos a la casa, al entrar, casi sin darle tiempo de cerrar la puerta yo lleve mis manitas hacia sus enormes nalgas, ella soltó una risita.

 

— ¿Que haces mi amor?

Me pregunto mientras se quedaba quieta, solo saco un poco más la cadera hacia atrás, yo sin responder me agache un poco para comenzar a besar sus nalgas sobre su ajustado pantalón, hundía mi cara entre sus nalgas, inhalando fuerte y besando como loco.

 

— Me gusta mucho mamá, me gusta tu…

 

Ella soltaba leves gemidos pero al notar que me detuve hablo.

 

— A ver mi amor, ¿Que te había dicho? Dime las cosas como quieras decirmelas, que no te de vergüenza, no son groserías porque me las dices con amor ¿Ok?

 

 

— Ok mamá…

 

Dije mientras seguía llenando su enorme culo de besos y caricias.

 

— Entonces dime ¿Que te gusta? ¿Mi qué?

Preguntó moviendo sus caderas despacio de un lado a otro, yo obviamente aún sentía dudas como es normal, pero eso que dijo me ayudó bastante, cada vez era más claro para mí, así que con esa nueva confianza hablé sin miedo.

 

— ¡Me gusta tu culo! ¡Me encanta tu culote mamá!

 

Casi grite mientras besaba sus nalgas más rápido, y comencé a subir mis manos, hasta llegar a la parte alta de sus jeans, metiendo mis dedos entre la ajustada tela y su piel, intentando bajarle el pantalón.

 

— Si mi amor, así me gusta, que mi niño me hable rico…

Dijo entre suspiros mientras bajaba una de sus manos para desabrochar el botón de su pantalón, para ayudarme a completar mi objetivo, tan pronto como el botón estuvo suelto el pantalón comenzó a bajar, aún ajustado sobre sus enormes nalgas y piernas.

 

— ¿Te gusta mucho mi amor?

 

Pregunto ella, yo me quedé en silencio unos segundos observando lo que tenía enfrente, sus enormes nalgas, firmes y carnosas, la erótica y pequeña tanga negra que se perdía entre esas nalgas, y respondí aguantando las ganas de dejarla hablando sola.

 

— Mucho mamá, me gusta mucho mucho…

 

Dije con voz entrecortada por la excitación, ni bien termine de pronunciar la última palabra volví a mi morbosa actividad, besaba y lamia sus nalgas, las acariciaba enteras y las apretaba hundiendo mis deditos en su firme carne, ella solo se movía ansiosa y soltaba gemidos ahogados, entonces guiado por el instinto con uno de mis dedos enganche el hilo de su tanga y usando ambas manos separé sus nalgas dejando expuesto su ano húmedo y tibio, pareció guiñarme al estar así, ella se sobresalto un poco pero no hizo nada para detenerme.

— ¿Q-que haces mi amor?

 

Pregunto entre suspiros, girando levemente la cabeza para intentar mirarme, yo sin decir nada hundí mi cara entre esas hermosas nalgas, inhalando fuerte al hacerlo, para llenar mis pulmones de su obsceno olor.

 

— ¡Ah! M-mi amor…

 

Solto ella al sentir como comenzaba a besar y a lamer su estrecho hueco, yo estaba como loco gozando el momento y ella solo movia sus piernas y cadera como ansiosa, en momentos me detenía solo para casi suspirar lo mucho que me gustaba su culo, estuve así algunos minutos sintiendo su crecer cada vez más.

 

— Ya no aguanto mi amor…

 

Dijo mi madre mientras se giraba, comenzó a acariciar su coñito húmedo y caliente mientras movía las piernas para que sus jeans bajarán completamente, yo seguía ahí aún con los labios húmedos, hasta que ella me dijo, casi me ordenó.

— Acuéstate ahí mi amor.

 

Y así lo hice, sin decir nada me acosté sobre el suelo, mis pies casi tocaban la puerta de la casa, ella como desesperada saco una de sus piernas del pantalón y sin decir más se puso de rodillas sobre mí, moviendo sus caderas para rozar su coño húmedo sobre la punta de mi verga dura, repitió ese movimiento unos minutos hasta que ya no soporto más y con su mano guío mi verga para poder penetrarla, sintiendo la estreches y el calor de su coño al dejar caer sus caderas sobre mi cuerpo y mientras comenzaba a moverse comenzó a hablar.

 

— Eres un cerdo mi amor, me lamiste el culo… Nunca me habían hecho eso… ¿Tanto te gusta mi culote gordo? ¿Te gusto mamarme el culo mi niño?

 

Decía entre suspiros mientras me cabalgaba como loca y se agachaba hacia adelante para poder besarme, pasando su lengua por mis labios y volviéndose loca con mi propia lengua, yo aproveche un momento para responder.

 

— ¡Si! Me gusta… ¡Me encanta tu culote! Te lo voy a mamar siempre, porque es mío…

 

— ¡Si! ¡Si mi amor! ¡Es tuyo! Mi culo es tuyo… Toda yo soy tuya mi bebé… Soy para ti…

Casi grito entre gemidos, mientras sus movimientos de cadera se hacian más profundos y sus besos más vulgares, sus manos acariciaban mi pequeño cuerpo, cubierto totalmente por el suyo, después de ese delicioso orgasmo ella se levantó y me ofreció su mano para ayudarme, subimos a su habitación como ya era costumbre y nos quedamos acostados, ella sobre mi pecho y solo usando tu tanga, mientras yo estaba solo en boxers, mientras veíamos televisión yo no podía dejar de pensar en lo que me había dicho, así que de la forma más natural del mundo le pregunté.

 

— ¿Oye má? ¿Es cierto lo que me dijiste hace rato?

 

— ¿Que cosa mi amor?

 

— Lo de que nunca te habían hecho eso.

 

Ella puso su cara contra mi pecho, como con vergüenza y soltó una risita inocente.

 

— Si, es cierto y te aclaro, todo lo que yo te digo es cierto y espero lo mismo de ti mi niño. Pero ¿Por qué la pregunta?

 

— Es que se me hizo raro, porque de verdad tus nalgas son hermosas y pues pensé que…

 

Ella mi interrumpió mientras levantaba la cabeza para mirarme aún recostada en mi pecho, su semblante se puso algo serio o eso me pareció.

— La verdad es que tu papá nunca ha sido muy… Así, no conmigo por lo menos.

 

Dijo como si supiera algo más que no me diría aunque yo sabía de las infidelidades de mi padre, pero no quise decir nada, quería dejarla hablar, así que insistí.

 

— ¿Muy «así»?

 

— Si… Osea el es más… Clásico

 

Notaba como ella buscaba las palabras para hacerse entender sin profundizar demasiado en mi padre.

 

— ¿Aburrido?

 

Solté yo, intentando darle esa confianza para hablar directamente, ella se rió y continuo hablando ya mas suelta.

 

— Pues si, osea el llega hace lo que tiene que hacer o lo que cree que tiene que hacer y listo, entonces hay muchas cosas que nunca he sentido o hecho…

 

Yo interrumpí buscando quitarme una duda que tenía desde hace bastante.

 

— ¿Y el es el…?

 

Ella me cortó de golpe, como si leyera mi mente y respondió.

 

— Si, el es el único hombre con el que había estado… Osea hasta lo nuestro claro.

Note como se puso un poco roja al decir eso último antes de seguir.

 

— Entonces pues siempre me tocaba aguantarme…

 

Dijo con algo de nostalgia en la voz mientras besaba mi pecho con cariño, fue ahí que me di cuenta de que su misma crianza la había enseñado a eso, a aguantarse, pero esa fue la conversación que necesitaba tal vez para desahogarse, ya que sin dejarme decir nada continuo.

 

— La verdad es que ni yo me tocaba, tu abuela siempre nos enseño que eso estaba mal, que solo cuando estuvieramos casadas y solo con nuestro esposo, aunque la verdad yo siempre fui así como soy contigo, pero me costó un mundo aceptarlo, tu viste…

 

Se quedó callada, muy pensativa, con la mirada perdida y tras unos momentos así, volvió a besar mi pecho y digo en voz baja.

 

— En verdad te amo mi niño hermoso… Muchas gracias.

 

Yo solo la abrace más fuerte y le di un beso en la cabeza mientras le respondía.

 

— Yo te amo más mamá.

 

Y tras eso nos dedicamos a conversar de otros temas y planes a futuro, aunque nuestra libertad estaba a días de ponerse a prueba.

85 Lecturas/28 junio, 2025/0 Comentarios/por BestSon
Etiquetas: abuela, amigos, culo, madre, orgasmo, padre, vacaciones, verga
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