Cuando era chica (parte 4)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Cuando era chica (parte 4)
Mi vida continuaba monótona al no poder salir a jugar ni asistir al colegio.
Por suerte vino mi compañerito Luis a traerme las tareas de esos días y fuimos a mi dormitorio a estudiar, la mesa solamente tenía una silla y decidimos usar la cama que sería más amplia.
Me contó novedades de clase y le pregunté si alguna nena del cole le gustaba, se puso rojo como tomate confesando que había una chica que lo enloquecía pero no se animaba a hablarle.
Solamente la espiaba a escondidas para verle la bombachita en algún descuido y que le encantaba el aroma de su pelo, que se pasaría horas oliéndolo.
Eso me hizo recordar que en clase se arrimaba para pedirme prestado un lápiz, un papel, de todo y me pasaba la nariz por la cabeza.
Sospechando que pudiese ser la destinataria de su amor imposible me senté descuidadamente para que se me vea un poco la bombachita, mientras le preguntaba el nombre de la chica su vista estaba estrábica viéndome la telita blanca que asomaba.
Pude apreciar que su pantaloncito corto se abultaba por delante y me dio curiosidad de cómo sería su pitito, poniéndome en plan maestra le explicaba que las nenas tenemos un tajito y los nenes un pito.
Creo que su carita pasaba de rojo a violeta cuando se lo toqué sin apenas apretarlo.
Farfullaba que ya conocía esas diferencias del sexo y se me prendió la lamparita !! sexo era lo que teníamos entre las piernas y era lo que mis padres pretendían enseñarme pero no entendía la relación con los bebitos.
Luisito dijo que le había robado unas revistas a su padre y salían fotos de parejas teniendo sexo, eso ya me interesaba y me acerqué abriendo bien las piernas, el vestidito ya se me subía mostrando toda la bombachita, él relataba entrecortado algunas escenas apretándose el pitito mientras se deleitaba con mis piernas y prenda interior.
Me pareció que estando entretenido tocándose no podría contarme bien y le agarré el pitito por sobre la ropa para acariciarlo, puso los ojos en blanco y hablaba menos que antes; creo que yo no lo estaba haciendo bien y le pedí que se quite el molesto pantaloncito.
Apareció el dichoso penecito no mayor a un lápiz pero muy durito, yo le bajaba la pielcita mirando el agujerito por donde saldrían los bebés miniatura, recordando que a mi papito le gustaba que le chupase el pito me agaché para meterme eso en la boca.
Su agitada respiración pasó a suspiros desenfrenados mientras le apretaba los huevitos, creo que le hice doler cuando me preguntó si podía metérmela un poco como en las fotos.
Me acosté de espaldas quitándome la bombachita pero el taradito encima mío no acertaba en mi puchita, ya estaba frustrándome y le sugerí que intentase desde atrás poniéndome de costado.
Luisito desesperado se apretaba a mi espalda y sentí su pitito recorrerme toda la cola hasta adelante pero sin acertarle a mi conchita, al notar que tenía mi otro agujerito allí atrás preguntó si podía metérmela por el ano.
Yo quería aprender el tema de los bebitos pero con un suspiro desalentado le dije que estaba bien.
El tontito no me había humedecido allí como me hacía papi al chuparme el culito, solamente apoyó la puntita empezando a empujar, tenía un pitito miniatura pero estando seca me hizo doler mientras la sentía entrándome por el ano.
Una vez la tuvo toda dentro de mi potito se quedó quieto sin saber que hacer, le sugerí que la sacase un poco para volver a metérmela hasta al fondo, parece que comprendió al agarrarse de mi cadera y empezar un lento mete y saca.
Aveces la sacaba del todo y nuevamente debía buscar el agujerito marrón para ensartarme, ese jueguito ya me estaba gustando y pensé que me llevaría a ver las estrellitas pero el tarado se sacudió mientras sentí que un chorrito de leche me entraba al intestino.
En vez de hacerme mimitos se levantó rápido anunciando que debía volver a su casa, yo escuchaba la puerta de calle cerrarse mientras sentía que se formaba un globito en mi asterico al soltarme un pedito sonoro.
Fui a lavarme al escuchar que mi padre volvía del trabajo, salí del baño solamente en bombachita para saludarlo y me alzó en brazos llenándome de besitos y diciendo que me había extrañado todo el día.
Me sonaba raro ya que toda la vida vivíamos juntos y me veía siempre, pero sus mimos eran encantadores, me pasaba la mano por todo el cuerpo produciéndome cosquillas y cosas lindas.
Se puso a morderme los pezoncitos y besaba fuerte donde estarían mis futuras tetitas, parándome sobre una silla dijo que esa bombachita me quedaba hermosa y se marcaba bien el tajito.
Yo no entendía bien ya que todas las mujeres usan bombachita y tienen tajito pero sus dedos sobre mi puchita enfundada me hacían sentir que la mía era especial.
Al decirme al oído que deseaba besarme allí abajo pensé que serían mis pies y estiré uno hacia su boca, se rió explicando que deseaba chuparme la conchita; que complicados que son los hombres y su lenguaje.
Me bajó lentamente la bombachita mientras yo me sujetaba a sus hombros, sus ojos miraban fijamente la prendita bajando y recordé las palabras de Luisito, parece que a los hombres les gusta esa tela blanca.
Lentamente me recostó sobre la mesa con las piernitas separadas alrededor de su cuello, su aliento tibio me gustó al acercarse a mi puchita pero luego lo mejor fue sentir su lengua pasando lentamente por todo mi tajito.
Me daban temblores al sentir que metía un dedo en mi vagina miniatura mientras me lamía todo allí abajo, era encantador pero al rato frenó, al sacarme el dedo sentí un vacío en la conchita pero sus manos ya estaban liberando su pitito.
Miento, eso no era un pito, era un pitote gigante y temblé fuerte al sentir que apoyaba el glande en mi entradita, creo que aprovechó mi indefensión al preguntarme quien me había quitado la virginidad ya que la otra noche me había metido un gran pedazo sin sentir mi himen.
Me daba vergüenza contarle que había sido el tarado de mi hermano que me dejó doliendo solamente y le dije que fue un compañero del colegio mientras jugábamos a los novios.
Me reprochó que no debería dejar que nadie me viese o tocase las partes íntimas, sonaba contradictorio ya que él mismo me estaba metiendo lentamente su barra de carne y antes me había visto desnuda.
Igual era entre delicioso y doloroso sentir la puchita abrirse al máximo para me entrase ese chorizo duro, me la metía un poquito y esperaba mirándome la cara, creo que mi expresión no era de dolor al seguir empujando.
En un momento llegó hasta el fondo y riendo me dijo que me había metido casi la mitad, incrédula bajé la mano para apreciar que mucho pito quedaba afuera aún.
Le pedí perdón por ser tan chiquita pero respondió que era deliciosa.
Al empezar a serrucharme me ardía la conchita y le hice saber que no lograba ver las estrellitas de ese modo, muy solícito me informó que me compensaría por las molestias.
Pensé que la sacaría pero solamente aceleró las metidas hasta bufar llenándome la puchita con su leche; luego de pasarme un trapito para quitar el semen que me brotaba del tajito lo atacó con la boca.
Me comía la conchita con maestría quitándome los ardores mientras me llevaba hasta las nubes, eso sí me gustaba mientras reflexionaba que debería ser obligatorio por ley que a todas las nenas se les chupase la conchita un par de veces diarias.
Le apreté fuerte las piernas alrededor del cuello mientras caía en un pozo sin fondo, era un vértigo con estrellitas de colores y creo que grité de placer mientras me lamía la chuchita.
Quedé despatarrada y satisfecha mientras mi papito me alzaba en brazos para ir a bañarnos.
Ya bajo el agua tibia me lavaba suavemente, parecía que sus manos acariciaban mi piel y se ponían temblorosos al limpiarme las partecitas secretas.
Yo ya sabía que no debo mostrar esas partes a nadie, pero la espuma tapaba bastante mis zonas íntimas además no podría verme la cola mientras la lavaba deslizando un dedo entre mis nalguitas.
Me asusté al sentir un dedo jabonoso en el agujero de hacer caca, pensé que se notaría que Luisito me la había metido recién por allí; pero no: papito seguía apretando mi anito hasta que logró que entrase el dedo.
Ese dedo era gordote, tan grande como el pitito de Luis pero no me dolió al estar bien enjabonado.
Pude apreciar que su pitote se ponía duro nuevamente pero quedaba indecente si su hijita inocente le miraba eso, por suerte su boca besándome no me permitía ver esas cosas indecorosas.
Se sentó en la bañadera invitándome que me sentase encima de él.
No le veía la barra de carne pero la sentía acomodarse entre mis nalguitas, todo estaba muy resbaloso y me encantaba jugar al caballito sintiendo que su glande me recorría toda la cola hasta mi puchita.
De repente me tomó de la cintura frenando el rozamiento y pensé que se habían terminado los jueguitos, pero estaba equivocada al sentir que me punteaba el anito.
Eso ya me daba miedo al recordar lo gorda y grande que es la pichula de mi papito, hablándome al oído aconsejaba que me dejase flojita mientras me dejaba caer lentamente sobre su pito erguido.
Recordé que todo estaba jabonoso al sentir que me entraba el glande por el culito, papi me sujetaba por la cintura sin permitir que me ensartase solita, me metía un pedacito y quedaba quieto para volver a sacarla y meterme algo más de pito.
Apenas me dolía un poco hasta que pidió que yo controlase hasta dónde la quería adentro, su mano libre me acariciaba la puchita mientras yo hacía fuerza hacia abajo para que me entrase otro poco.
Ya sentía las cosquillas de sus pelitos en mi cola, la debía tener muy enterrada y me dolía mucho, decidí levantarme un poco para liberar mi sufrido anito y la sensación del pito saliendo del culito era placentera por lo que volví a meterme un poco más de pichula para sacármela del ano lentamente.
Mi progenitor respiraba fuerte alabándome por culear tan bien, la emoción del halago hizo aflojarme las rodillas y quedé sentada sobre su panza con todo su pito enterrado en mi cola, por suerte al sentir su potente chorro en mi intestino logré las esperadas estrellitas quitándome las molestias de hacer caquita hacia adentro.
Mi papi me secaba el cuerpito suavemente llenando de besitos toda mi piel, me encantaba que fuese tan cariñoso conmigo y me puso otra bombachita antes de llevarme a la cama.
Quedé dormida como un tronco luego de tanto ajetreo y apenas puede sentir los labios de mi padre comiéndome la boca.
(Continuará ?)
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