Cuando era chica (parte 5)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Cuando era chica (parte 5)
Por suerte ya me estaba curando y pude regresar al colegio, me estaba aburriendo estar todo el día en casa.
En clase me sentaba en la primera fila, no tener ningún pupitre delante me gusta al poder estirar las piernas pero trajo circunstancias extrañas: el maestro de matemáticas se pasó casi toda la hora mirándome raro.
Al sonar el timbre del recreo me hizo quedar en el aula mientras yo temblaba temiendo que me amonestase, sabía que mi rendimiento era pobre rogando que no me mandase muchas tareas para hacer en casa.
Quedé sentada esperando el castigo hasta que el maestro se agachó frente mío mirándome las piernas, tomándome las rodillas las separaba un poco preguntando si me había lastimado allí al caerme de la bici.
Yo estaba explicándole que el golpe fue en la cabeza pero el tonto seguía mirándome allí abajo mientras espiaba bajo mi pollerita para verme la prendita íntima.
Recordé que a los hombres les encanta ver las bombachitas de las nenas dándome lástima el pobre profesor que doblaba mucho el cuello tratando de verme debajo de la pollerita.
Se suponía que yo era una inocente criatura que no conocía los gustos de los mayores debiendo ingeniarme para mostrarle un poco de tela blanca.
Le conté haberme golpeado en el muslo mostrándole un supuesto moretón que tenía en la pierna, el pobre no hallaba la marca pero ya me estaba acariciando la pierna buscando la huidiza herida.
Tuve que separar bien las piernas causando que se me viese gran parte de la bombachita mientras apreciaba que el pito se le estaba poniendo duro dentro del pantalón.
Me encantaba tener ese poder sobre un hombre grande y le pedí que me hiciese unos masajitos para aliviar el dolor, la manaza tibia se movía cadenciosamente subiendo por mi pierna mientras se me humedecía el agujerito de hacer pis.
Cuando el maestro advirtió la humedad en mi bombachita se alarmó preguntándome si necesitaba ir al baño mientras pasaba un dedo por mi puchita enfundada, su otra mano se agarraba el coso duro dentro del pantalón.
Le susurré que me agradaba el masajito y podría retribuírle acariciando su barra oculta.
Solícito me dejó su humanidad erecta al alcance de mi mano mientras se la apretaba suavemente notando que no la tenía tan grande como mi papito.
Ya me gustaba el dedito que me estaba haciendo pidiéndole que corriese mi bombachita de lado para tocarme bien sobre la piel, el pobre estaba jadeando por la lenta paja que le estaba haciendo y al poner los ojos en blanco le sugerí que debería mejorarme las calificaciones.
Sentí humedad en la mano y una gran mancha apareció en la parte delantera de su pantalón, el hombre estaba acabando mientras resoplaba.
Pensé que ahora me haría unos mimos para darme placer, pero se levantó alarmado tratando de ocultar su tremenda mancha.
Yéndose raudamente se cambió por un pantaloncito de gimnasia quedando ridículo con un saco formal y esa prenda extraña.
Yo aún estaba sentada haciéndome un dedito y al ver sus fuertes piernas peludas con un pito que nuevamente se estaba endureciendo, caí en el abismo estrellado mientras me sacudía entre estertores de placer.
Ya estaban retornando los alumnos bulliciosos y el maestro permanecía agachado a mi lado con el cuaderno en la mano, parecía estar explicándome algo de matemáticas pero decía bajito estar apenado viéndome hacerme un dedo, se lamentaba que él mismo me podría haber calmado dándome besitos allí abajo.
Puse cara de ignorar su oferta hasta que aclaró: quería chuparme la conchita.
Me gustaba este hombre, parecía dulce y bueno, no me haría cosas indecentes animándome a decirle que a la salida podría quedarme un rato a solas con él para mostrarle mi bombachita.
En la próxima hora me divertía separando las piernas mientras al pobre se le escapaba la saliva al hablar, eso me daba picazón en la rajita pero no podía rascarme a la vista de todos.
Por suerte sonó el timbre de salida y me fui con todos pero escabulléndome en el cuartito de limpieza.
Cuando apareció su coso asomaba duro por la manga del pantaloncito, supongo su pena al caminar por el colegio en ese estado.
Al entrar estaba por quitarme la bombachita para dársela y que la mirase, pero me pidió dejarme la prendita puesta.
Sus manazas reptaban por mis piernas hasta llegar bajo mi pollerita, apenas la levantaba para verme debajo enterneciéndome su timidez, tuve que abrazarlo del cuello estirando la boca para que me bese.
Sus labios eran muy tiernos y creo que me estaba enamorando.
Al fin bajó la cabeza elogiando mi prendita íntima, decía que se marcaba deliciosamente la puchita y al fin le pasó un dedo por encima, ya me estaba impacientando.
Me sobaba la cola describiendo mis nalguitas, como si yo no conociese mis propias pompis.
igual se sentía lindo y el pito ya se le asomaba amenazador.
Temí que desease metérmelo dentro de mis agujeritos debiendo calmarlo a mano, lamiéndole apenas el glande le dije que se lo chuparía bien si antes me daba placer con su boca allí abajo.
No le pedí que me chupase la conchita pero entendió igual, para eso es profesor y sabe mucho.
Me dejó despatarrada en el piso mientras me bajaba la bombachita, sus ojos ya no eran tan dulces haciéndome temer que fuese un pervertido pero no me hizo nada malo, al contrario: me lengüeteaba la puchita con mucho cariño llegando hasta mi agujerito de hacer caca.
Estaba algo nerviosa temiendo que viniese alguien pero igual me estaba chupando la conchita con ahínco, recién al pedirle que me metiese un poco de dedo en el culito logré ver las estrellitas.
Quedaba cumplir mi parte del trato pidiéndole que se abriese la bragueta para poder agarrarle bien el pene duro, lo tenía más grande que lo imaginado pero igual me cabía la punta en la boca, su pito parecía latir temiendo que acabase sobre mi ropa, tuve que chuparlo suavemente para demorar su venida pero me llenó la boca de leche enseguida.
Al finalizar me pidió que le regalase mi bombachita usada, pero me pareció un exceso de confianza pedirle eso a una nenita inocente, sería algo degenerado que le regalase mi prenda íntima.
A la salida esperaba que llegase mi papito pero no aparecía decidiendo abordar el transporte público que venía repleto a esta hora.
Estaba apretujada entre la gente dando saltitos para ver por la ventanilla orientándome el viaje, por suerte un caballero acercó su valija ofreciendo que me parase encima para mirar por la ventana.
Ahora sí veía bien pero era muy inestable, casi me caigo de no ser por las amables manos del hombre que me sostuvo por la cintura.
Sus manos estaban calentitas al sentirlas en mi pancita por alzarse mi blusa, parecía que me estaba acariciando más que sostenerme pero era muy suavecito, ni advertí sus dedos reptar desde la pancita hasta mi pecho.
Me acariciaba los pezoncitos buscando mis inexistentes tetitas mientras yo me sentía halagada por confundirme con una chica mayor hasta que un frenazo del vehículo lo apretó contra mi espalda.
Sentí claramente un tubo rígido quedar sobre mi cola debiendo mover la cintura para que se quede bien acomodado entre mis nalguitas, ni loca viajaría con esa molestia apretándome el trasero.
Me preguntó si estaba bien y girando la cabeza para agradecerle su amabilidad quedé con la boca cerquita de la suya, solamente se agachó un poco para darme un besito en los labios y volvió a ponerse como antes con la nariz sobre mi cabeza oliéndome el pelo.
Esta vez ya no jugaba con mis chichis, estaba deslizando la mano por debajo de mi pollerita hasta llegar a mi tajito.
Eso ya me parecía indebido pero sus dedos eran mágicos, wowww !!, me hacía sentir muy bien mientras se me mojaba la puchita.
Su tremendo dedo llevaba esa humedad hacia atrás, parece que deseaba mojarme el agujerito de hacer caca.
La punta de su dedo hacía algo de presión para aflojarme el esfínter dándome a pensar que deseaba meterme un dedo en el ano.
La posición era incómoda y pasó la mano directamente a mi cola, ahora sí llegaba bien mientras yo temblaba al sentir su dedo entrándome en el culito.
La situación era muy precaria pudiéndonos ver los otros pasajeros pero estaba oscureciendo, además al escuchar una cremallera bajarse intuí que se estaba liberando el pito.
Al sacarme el dedo del anito sentí un vacío feo pero enseguida una barra tibia se paseaba entre mis nalguitas,
Era un confianzudo, ni siquiera sabía su nombre y ya estaba tocándome mis partecitas privadas pero lo permití al reconocer que había sido muy amable al prestarme su valija.
Yo estaba paradita con las piernas juntas cuando me susurró que me dejase flojita para jugar un poco, pensé que dejándome floja me caería pero advertí que se refería a mi esfínter anal, parece que me la quería meter por atrás y no podía si estaba dura.
Yo quería que me hiciese un dedito pero algo era algo, al menos sentía su pubis peludo pasarse por mi cola y algo resbaloso y puntiagudo buscando mi asterisco.
Tuve que colaborar elevando la cola y de inmediato percibí su glande que me punteaba tratando de entrar por mi anito, apenas lo tuvo un poco metido volvió con sus dedos a mi puchita, ahhhhhhhh que alivio, no se había olvidado de mi centro del placer.
Lentamente me la fue metiendo en el culito mientras aceleraba su dedo frontal, tenía el pene seco haciéndome doler un poco y tuve que pedirle quedamente que no se apurase enterrándome el pene por el ano tan rápido.
Delicioso el dedito que me estaba haciendo y deliciosa la barra de carne que me estaba entrando por retaguardia, ya no dolía tanto pero parecía que la tenía larguísima, serían metros metiéndose en mi intestino y temí que me saliese por la boca.
Finalmente la tenía toda metida dentro de mi culito y comenzó a mecerse mientras me agarraba de la cintura, nuevamente dejando desatendida mi pobre rajita pero me cojía amorosamente, recién cuando me llenó la tripita de leche volvió a darme dedo hasta ver las estrellitas.
Estaba mareada al bajarme de la escalera improvisada agradeciéndole su ayuda cuando me agarró la cabeza besándome en la boca delante de todos, estaba roja de vergüenza y sintiendo que algo pegajoso me salía de la cola deslizándose por las piernas.
Por suerte el hombre amable se ofreció a limpiarme y tomándome de la mano bajamos del transporte, parecía un padre normal con su hijita mientras nos encaminábamos a un portal abandonado para que me limpiase la cola enchastrada con su semen.
Me agaché para que me limpie bien con su pañuelo, no podría llegar a casa siendo evidente que me habían culeado recién.
Me bajó la bombachita alabando la prendita blanca, ya me estaba cansando que todos hablasen de mi prendita íntima decidiendo regalársela.
El pobre tipo se la pasaba por la cara oliendo entusiasmado, no entiendo el placer de oler caca y pis ajenos.
Para comprobar si estaba bien limpita metió la cara en mi cola, el cochino me estaba lamiendo el agujerito de hacer caca y pasaba la lengua hasta donde hago pis.
Eso ya era más lindo, era como si me chupase la conchita y creo que eso estaba haciendo al sentir un hormigueo en mi pancita, estaba acercándome al precipicio estrellado y me dejé caer en esa hermosa sensación de sentir cómo me chupaban la puchita mientras me limpiaban el intestino con un dedo metido profundamente en mi anito.
Al entrar a casa, mi papito me alzó pidiendo disculpas por no retirarme del colegio, recién llegaba del empleo y me besaba por todos lados.
Yo estaba algo avergonzada por haberme dejado tocar por un desconocido pero ahora enmendaría el pecado dejándome tocar por mi padre: era alguien conocido.
Decidí bañarme para quitar algunos olores que hicieran sospechar y estaba metiéndome por el ano el mango del cepillo dental para limpiarme profundamente.
Entró mi padre alarmado recriminándome que podría lastimarme con eso e indicando que lo mejor era una suave lengua tibia.
Intuí que estaba por chuparme el culito temiendo que hallase semen en esa zona, pero no: me daba lengua y luego su dedo enjabonado entrándome en el anito parecía empujarme la caquita.
Mi papito había entrado a la bañadera con el slip puesto, quedaría indecente desnudarse ante una nenita inocente pero una tremenda carpa lo delataba: parecía excitarse al ver a su hijita desnuda.
Me daba lástima que estuviese en ese estado bajando la mano para agarrarle el pedazo liberándolo del encierro, mi padre tenía una gran manguera de carne y estaba despidiendo fluidos por la puntita.
Ya tenía el anito limpio por lo que sentándome en el piso y agarrando el pene de mi padre con ambas manos me lo metí en la boca.
Era lindo chupar esa mamadera filial y lo quería calmar para que no desease metérmela en mis ya calmados huequitos, al poco de apretarle los huevos y masajearle la barra sentí sus chorros de semen golpearme el fondo de la garganta.
Yo sonreía feliz: había logrado que mi padre no hiciera cosas indecentes como cojerse a su propia hija.
(Continuará ?)
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